Si ya un afroamericano es el presidente de Gringolandia, cuánto tenía que pasar para que una princesa de Disney fuera morocha. No mucho.
Según los cahuines, cuando los capos del Ratón Mickey cacharon el fenómeno Obama, allá por los tiempos en que se iniciaban las primarias demócratas a fines del 2007, altiro dijeron: 'Aquí está la papa'. Tras revolver el cocido neurálgico, estrujar las neuronas surgió Tiana, la primera princesa afroamericana del imperio Disney, que más de alguien puede decir que es el retrato animado de Michelle Obama.
Al igual que "La Bella y la Bestia", "Blancanieves", "La Cenicienta" y "La Sirenita", "La Princesa y el Sapo" es una historia romanticona, pero no ambientada entre castillos y caballeros, sino en Nueva Orleans, en 1920, cuando el jazz dominaba las calles.
Pero ese no es el único cambio. Tiana sueña con tener una picá donde mostrar su arte con las ollas y los ingredientes. Estaba en eso cuando encuentra un sapo que jura ser un príncipe encantado, lo besa y... ¡ella se convierte en rana! Desde ahí deberá buscar la forma de romper el conjuro, lo que logra con mucho esfuerzo.
El estreno de la película está anunciado para el 3 de diciembre.
Por Cristián Méndez de la Fuente