Durante el cuarto día del juicio contra Conrad Murray por el homicidio involuntario de Michael Jackson, declaró uno de los paramédicos de urgencia que atendió al Rey del Pop, tras la llamada al 911.
De acuerdo al relato de Richard Senneff, él llegó a la habitación donde estaba el paciente, sin saber quién era, cinco minutos después de recibir la orden que fuera a ese domicilio.
También contó que le preguntó más de una vez a Murray cuál era la situación médica de Jackson, y la respuesta siempre fue que tomaba sólo "un poco de Lorazepam para dormir". "¿Algo más?" insistió Senneff, quien recordó que la respuesta fue: "No, eso es todo".
Al tiempo Conrad Murray confesó que le había inyectado Propofol, un potente anestésico que la autopsia determinó como causa de la muerte.
El testigo, considerado como clave, también manifestó que le pareció que le mentían cuando vio un gotero con una bolsa y una botella de oxígeno. Además, el aspecto de Jackson le llevó a pensar que el paciente podía llevar así mucho más de cinco minutos, contrario a lo que declaró Murray, quien insistía que Jackson tenía pulso hace poco.
"La piel estaba fría, las pupilas dilatadas, los ojos secos", comentó Senneff, e insistió que sus equipos nunca encontraron latidos. Su intención era declararlo muerto a las 12.57 horas del día 25, pero el doctor Murray insistió en llevar al cantante al hospital, donde a las 14.30 de la tarde se lo declaró sin actividad cardiaca ni cerebral.