Pepe Yeruba y su vida con dolor: ''He pensado en terminar con esto''

El nombre "Pepe Yeruba" está inscrito en el inconsciente colectivo del terruño, quizás más en el de quienes ya comienzan a asomar algunas canas. José Pizarro fue un grande de la tevé, y ahora la está pasando como el ajo por una maldita neuropatía diabética que lo tiene contra las cuerdas.

Aún así, el maestro se dio un tiempo entre todas sus dolencias para hablar con ESP y confesó que ya le cuesta. "Estoy decaído, siento que se me ha venido el tiempo encima porque hasta hace un año incluso jugaba a la pelota, podía manejar 12 horas consecutivas y nada, seguía dándole".

Tanto ha sido el cansancio que le ha provocado su dolencia que se tuvo que retirar del laburo. "Un efecto en que siento que la neuropatía diabética me está afectando, es que me canso incluso de subir las escaleras. Ojalá yo pudiera estar sentado trabajando todo el día, pero no puedo. Yo estoy a cargo de las comunicaciones de Fenabus, donde me ponía una cámara al hombro y yo feliz reporteaba a la hora que fuera. Pero hace 9 meses que soy esclavo de esta enfermedad", relató sentado en el living de su casa sin soltar un vaso con agua. "Con estos medicamentos se me seca mucho la boca y me cuesta modular", explicó.

-¿Tiene que tomar muchas pastillas?

-El consumo de medicamentos me ha sido fatal, porque me quitaron mi movilidad y creo que esto le debe pasar a muchas personas que consumen medicamentos. Y en conjunto con eso comencé a tener problemas en el estómago con un determinado fármaco.

-¿No ha dejado ninguno de esos que lo dejan como la mona?

-No puedo, porque si los dejo, hasta luego. De hecho me he realizado los exámenes más increíbles y no sé, incluso he buscado la medicina natural, pero parece que esto va más allá porque aunque los medicamentos me ayudan a bajar el dolor, esto no tiene cura y tengo temor de que un día no despierte, y el temor no es por mí.

-¿Por quién es, Don Pepe?

-Es por mi familia, porque he tenido que dejar de hacer mis labores administrativas, y las licencias médicas no se pagan al cien por ciento, y eso me ha ocasionado un tiempo difícil con mi última familia.

-No es fácil la cosa con tres hijos a cuestas…

-Claro, está Tania que es la mayor; Martincito, de 13 años, y Álvaro de 16.

-Don José, para que la barra entienda, aparte de su pesar en el cuore, ¿qué es lo que siente físicamente con esta neuropatía diabética?

-Siento, para que entiendan, como si me quemara por dentro.

-¿Tiene alguna cura?

-Existe una posibilidad, de que me metan un relojito en la columna, en la médula espinal, cuesta 17 millones de pesos. Y si se les pasa una millonésima de milímetro, como me explicó el doctor Martínez, no existe garantía de que salga caminando o en silla de ruedas, y yo no quiero eso.

-¿Qué espera que pase ahora?

-Tiempo al tiempo, porque todas las mañana me despierto cansado, pues no importa si en la noche me tomo los medicamentos, de igual forma me despiertan los dolores. No puedo dormir ni de espaldas, ni de costado, ni de guata. Incluso he optado por dormir sentado viendo el cable.

-Con tantos dolores, ¿le queda algo de tiempo para disfrutar de los suyos?

-De todas formas yo me hago las fuerzas y la entereza, me hago el valiente, es parte de mi personalidad. Y mis hijos siempre me acompañan, porque uno siempre está necesitando la palabra y el apoyo. Me dicen piensa que mañana vas a amanecer mejor. No obstante, me domina la fuerza y me vence el dolor, es un tema muy delicado para mí.

-¿Por qué, maestro?

-Porque en más de una oportunidad he pensado en que esto se terminara, pero no puedo.

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