El sábado en la noche Perla Ilich puso en juego todo el talento que le dio el Tatita Dios y deleitó a un centenar de califas y minurris que disfrutaban de la calurosa noche antofagastina.
La discoteca Estación 21 fue el lugar elegido para que la chica del reality de Canal 13 hiciera un baile alusivo a sus orígenes gitanos.
Cerca de las 3 de la madrugada, y mientras varios ya se encontraban arriba de la pelota, la gitanilla salió al escenario a seducir con sus movimientos de caderas y su gran delantera.
Perla, eso sí, no viajó sola al norte, ya que se encontraba acompañada de su amigui Nicolás Yunge, el fiel escudero que en el reality se ha convertido en su amigui confesor. "Estoy muy contenta por el cariño de los antofagastinos, la ciudad es hermosa y me gustaría volver a visitarla", parló Perla en el proscenio de la disco, mientras el calentamiento global en la disco se elevaba a índices más allá de lo aconsejable.
Pero el Nico no era su único chaperón, ni menos el preferido. Es que por primera vez, en la era después de Cristo, Perlita trajo como su guardia personal a su pololo: Nino Morales, que desde el VIP del templo del carrete "puma" vigiló en todo momento lo que todo los chilenos sueñan, pero que es sólo suyo. ¡Grrr!
Nino no le quitó los ojos de encima en todo lo que duró su zandungueo enloquecedor y cuando la chica de personalidad exuberante acabó la presentación corrió a sus brazos, a todo cachete, para fondearse en la oscuridad del sector privilegiado.
Eso sí, pese a que en el VIP intentó fondearse más que el finao Bin Laden, no pudo evitar que fuera registrada en este acierto de la fotografía contemporánea, que comprobó que a Perlita poco y nada le importa ya que la cachen junto al dueño de su corazón, pese a que antes estuvo casado.
De hecho, la relación con Nino, un compadre harto mayor que la nueva musa de los pokemones, dejó la cola al interior de la comunidad gitana jaguar, que es cercana a los 5 mil almas, al punto que pronto se espera un juicio para ver si la pareja tiene que separarse.
