Prometeo es de esas películas de las que se habla harto, se espera mucho y crea grandes expectativas. Es que las escenas del tráiler, que se pueden ver en la Butaca Pop, unido al nombre ya mítico del director Ridley Scott (el de Alien, el Octavo Pasajero, Blade Runner y Gladiador), atrae a cualquiera, y más aún a los amantes de la ciencia ficción y el misterio.
El filme va enganchando de a poco al espectador, haciéndolo parte (más aún en los que lo ven en 3D) de una historia que va inyectando dosis de misterio a la vena, lo que ocasiona cuadros de piel de gallina y pelos de punta, síntomas que harán saltar más de una vez de la butaca.
Las expectativas se cumplen cabalmente: las naves espaciales, los paisajes alienígenas, el entorno de misterio de la misión, la confabulación de algunos de los tripulantes y el sello de Scott (que vuelve a la ciencia ficción tras 30 años) inevitablemente hace que se rememore a Alien, sobretodo con el final, sumando al combo una técnica fílmica que no había en 1979.
Cuando le preguntaron al capo de la lente sobre estas remembranzas, comentó que de seguro los aficionados “reconocerán cadenas de ADN de Alien (...) pero las ideas abordadas en este filme son únicas, de gran avance y provocativas”.
Un grupo de exploradores espaciales encuentran datos para entender una de las grandes preguntas de la humanidad: ¿de dónde venimos? El tema es que deben viajar a lugares inexplorados del universo donde se encontrarán con más de una sorpresa.
Al final lo que se creía sería un viaje exploratorio, casi arqueológico, se transforma en una lucha terrorífica para salvar el futuro de la raza humana..