Por la tele se cacha papaya ser el calco de un artista bacán, pero la dura es que es un trabajito harto pelúo. Como reportera pop quise saber cómo era por dentro transformarse en una estrella y partí a entregar mi cuerpo virginal al equipo de caracterizadores de "Mi nombre es".
Llegué y altiro me encontraron facha pa' ser la Amy Winehouse. Con el largo de mi pelo, fue fácil trabajar el peinado y hacer el jopo. La periodista chascona de a poco lograba tener glamour.
Me limpiaron la cara, después me echaron una cremita y me hicieron un masaje. Se me aplicó base y brocha, delineado y menjunjes varios. Todo bajo la mano de Carla Gacic, la mujer detrás de los mil carachos de Stefan Kramer.
Tras una hora, 45 minutos, ya era Angie Winehouse
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Vestuario
El vestuario fue lo último. Me probé dos vestidos y no me entraron. La vestuarista me dice: "Este te va a quedar bueno. Era de la Ale Valle". Y tuvo razón. El proceso terminó con tatuaje en el brazo y pechuga. Los tacones me dejaron del porte de un álamo.
Como una verdadera diva hice el camino hasta el escenario de "Mi nombre es". Sergio Lagos y varios sapiolas que estaban ahí alabaron mi look, pero no pasó lo mismo cuando intenté canturrear.
Como soy poco tímida salí del canal con mi nueva pintita y causé tal revolución que hasta autógrafos y que me rajara con un temita me pidieron... Más de un fresco me pidió el "guasap" y otro consultó si tenía mánager. Le dije que anotaran, porque, total, un pitutito extra nunca está de más.
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