Cuando el Festival de Viña baje el telón de su nueva patita, ya nos estamos imaginando la cara de los ágiles de la prensa que tras acumular siete jornadas llenas de conferencias, plantones, persecuciones y sus buenas ojeras, igual nomás querrán pegarse su carrete de despedida del certamen.
Y que mejor que la mansa fiestoca que organizará La Cuarta en el Hotel O'Higgins y que contará con La Sonora Barón como plato de fondo.
Para cachar como se viene la mano conversamos con Francisco Antimán, percusionista del popular grupo nacido en los cerros de Valparaíso y nos adelantó cómo será el carretón: "Vamos a hacer que todos suden la gota gorda. Y vamos a armar la mejor fiesta del siglo. Siempre nos invitan a cerrar todas los brillos con alboroto, así que lo mejor es que se vayan preparando".
El grupete se mandará un show que promediará los 50 minutos de duración.
"Será un repertorio con el acelerador bien a fondo, así los cabros de la prensa podrán votar toda la tensión festivalera. Tocaremos canciones del recuerdo, como de la Orquesta Huambaly y de la Sonora Malecón, más allá de los clásicos calados porque la idea es sorprender al público".
NO SE LA LLEVARÁN PELÁ
Hace algunos años era una tradición bien cachilupi ver los shows de grupos cumbiancheros chilenos que dejaron la tendalá en Viña del Mar. Un año fue la performance del desaparecido Giolito con Juana Fe como invitados especiales y el año pasado a los Viking 5' con Villa Cariño. Pero ahora es distinto, ya que los que le darán el toque sabrosón son Ráfaga y Garras de amor, dos grupos nacidos y criados en Argentina.
- ¿A ustedes no les habría gustado ir este año al Festival?
- No es la idea por el momento. Sabemos que es quizás el festival más importante de Latinoamérica. Quizás algún día.
- ¿Qué te parece que este año vayan grupos argentinos y no chilenos a prender al Mostro?
- Era bueno lo que se estaba haciendo con los grupos chilenos porque la cumbia ya es parte de nuestro folclor, pero lo bueno es que como grupo daremos revancha en la fiesta B del festival, donde hay gente real y sin máscaras.
