Pucha que se nota en Chilito cuando llega una súper estrella. Y es que apenas puso sus lindos perniles en tierra criolla, Beyoncé de una dejó la patá.
Varias fueron las especulaciones en cuanto a su arribo, pero finalmente la curvilínea cantante se dejó caer en la capital a las 13.20 horas de ayer a bordo de su avión privado.
Como lo diva que es, la morenaza llegó cual huracán entre una veintena de guardaespaldas y una considerable escolta de Carabineros.
Pero lo que más sorprendió fue su ropero personal, quien medía cerca de dos metros de estatura y no dejaba que nadie le pusiera ni un dedito encima a la artista.
Aunque se armó la mansa tole tole en el recinto aéreo, Beyoncé igual nomás se dejó ver. La pantera del pop vestía un gorrito gris, short de mezclilla, polera, lentes y zapatos oscuros, que obviamente, dejó a toda la barra pop con la tarasca abierta.
En un caótico ambiente, Beyoncé se subió a una camioneta Chevrolet Suburban azul, donde en compañía de cinco tocomochos más, rajó a toda velocidad al hotel W, donde se hospedó en la pirula suite presidencial.
En todo caso, en el trayecto, la mocha entre los ágiles y la seguridad continuó. Golpes, empujones y manotazos sufrió la prensa, que sudó la gota obesa persiguiendo a toda máquina a la lindura.
Una vez que la morenaza se instaló con camas y petacas en la pieza más top del recinto, a eso de las 3 de la tarde, todo su séquito de seguridad la habrá acompañado hacia el piso 21, donde está la piscina temperada del recinto, la que cuenta con una tremenda vista panorámica de Santiago.
Ya descansadita, Beyoncé estaría lista y dispuesta para dar el vamos a su esperadísimo show, que tiene revolucionado a medio mundo por estos días.