La de ayer fue una mañana terrible de cuática para Mariana Meneses. Acostada y haciendo zapping, la propietaria de Kmasu se enteró a través de la televisión de que en 11 días su farandulera discoteca tendría que cerrar.
"Para mí fue muy triste porque no fui notificada por el municipio, fue desastroso despertar y enterarme por los medios que no me iban a renovar los permisos", contó a La Cuarta la popular Tía Mane, luego de sufrir una cotota descompensación que la mandó derechito a la clínica tras recibir el notición.
Sólo horas antes el mismísimo alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat, había confirmado a medios de prensa que la catedral del carrete no recibiría la autorización para seguir funcionando y que el 30 de junio tendría que bajar las cortinas, dejando huérfanos a una cachá de modelos y deportistas que habían hecho de Irarrázaval 2357 su segundo hogar.
CONFERENCIA
Tras recibir el golpe, Mane y un lote de sus más acérrimos seguidores organizaron una conferencia de prensa en el recinto de diversión, donde manifestaron su molestía por lo que consideraron como una "arbitraria decisión".
"Hay más locales, no soy sólo yo, tengo ocho colegas a mi alrededor. Nadie sabe si la persona que está peleando en la esquina es de mi local o de cualquier otro", alegó Meneses, quien no aceptó que le cargaran la culpa por los robos, ruidos y hasta orines que se registraban después de cada noche de juerga.
Aunque fue el propio municipio ñuñoíno el que se encargó de especificar que fue por la entrada de menores de edad a los brillos, que se había cortado el queque. Asunto que la propietaria del local nocturno desmintió categóricamente. "En las fiestas juveniles nunca se vendió alcohol ni se permitió fumar. Aquí se fiscaliza mucho y carabineros nunca me han sacado un parte", apuntó.
Postura que fue más radical en palabras de su esposo, Enrique Vergara, quien no dudó en afirmar que "creo que esto tiene fines políticos porque vienen las elecciones. Los argumentos son muy débiles, esto es un abuso de poder".
TECLITOS
La principal queja de la tía fue que tal decisión dejaría a más de 60 personas sin trabajo y terminaría con los miércoles para niños down y con los domingos para la tercera edad. La empresaria pidió organizar una cadena de oración para evitar la medida, ya que "no sólo hay farándula en este local".
Asunto que quedó en claro por la presencia y apoyo de un lote de teclitos encabezados por Liliana Santos, la popular abuelita reggaetonera, quien puso el grito en el cielo por la decisión edilicia: "Kmasu me abrió las puertas y me da mucha pena que me corten las alas porque a mis 60 años no me pueden venir a decir a dónde vamos y qué hacemos, sólo venimos a bailar y no le hacemos mal a nadie".
Opinión que compartió Carolina Molina, la Rancherita, habitué nocturna del local quien declaró que "se está perdiendo un importante escenario para los artistas, es un lugar que siempre nos dio oportunidades... hasta mi cumpleaños lo celebré ahí".
LA DISCO DE LOS CARACHOS
Pese a ser una simple discoteca, Kmasu es reconocida a lo largo y ancho de todo Chilito. ¿El motivo?, los principales carachos de nuestro país la eligieron, en algún momento de sus carreras, como el lugar para relajar sus tensiones y pasarla del uno.
Fue en la época cuando el ex programa Mekano dejaba la grande en la televisión abierta, cuando el recinto ñuñoíno comenzó a brillar. Por esos tiempos, la farándula recién daba sus primeros pasos.
Ya con más onda, figuras de todos los calibres llegaron a ponerle wendy. Desde el Chino Ríos hasta Nicolás Massú vacilaron ahí, pero fueron los peloteros y las modelos quienes se robaron la película.
Entre reggaetones se conocieron el "Mago" Jiménez con la Coté López, Mauricio Pinilla se agarró con noteros, y Mark González felpeó a un gráfico por sacarle fotos junto a Lady Gi.
Y figuras internacionales también llegaron. Daddy Yankee, los RBD, hasta los luchadores de la WWF llegaron a vacilar a la discoteca, que en los próximos días podría decir adiós a una fecunda historia.
DESPIDEN A 7 INSPECTORES
El alcalde Pedro Sabat estaba cachúo. No sabía cómo teniendo tantos reclamos por la Kmasu, sus fiscalizadores no le habían sacado ni un solo parte.
La respuesta le llegó tras un sumario administrativo que concluyó que diez inspectores municipales pituteaban, ni más ni menos, que para la tía Mane. Siete de ellos fueron despedidos (uno del lote, el ex jefe de seguridad municipal, trabajaba de cajero) y el resto fue suspendido de sus cargos.
Jorge Ruz Arias