Los lunares rojos sobre el vestido de Amy Winehouse que el Museo de la Moda trajo al terruño, no son manchas de tintolio, sino que son parte del delicado diseño de la tailandesa Disaya, quien se lo prestó para lucirlo en la portada de Back to Black, cidí que la lanzó a la fama en 2006.
Treinta y cinco palos fue lo que pagó el museo en una subasta realizada el año pasado, meses después de que la chiquilla se fuera al patio de los callados producto de una fuerte sobredosis de copete y mandanga.
El dinero que se recaudó con esta mansa transacción fue donado a la fundación que los padres de Winehouse crearon para rehabilitar a jóvenes con problemas de alcohol y drogas en Inglaterra.
A primera vista, lo que más resalta es su tamaño pequeño, lo que evidencia que la cantante ya estaba bastante enferma y en los huesos. "Sirvió para esconder su estado casi anoréxico", soltó la curadora del museo, Jessica Mesa.
Esta pieza se suma a las más de 10 mil que ya tienen en el lugar, y que ayuda a todos los mateos fashion a entender, a través de la moda, las características de diferentes épocas de la historia mundial.