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Asumo que mucho deporte no practico salvo por unas salidas en cleta y la infaltable pichanga semanal. Cuando me invitaron a hacer "gimnasia eléctrica" con Jhendelyn Núñez, ni pesqué ni caché el concepto, sólo la imaginé como instructora, acepté a ciegas el desafío como buen apóstol del periodismo.
Ella esperaba muy entusiasmada. Quizás pensó en un musculín pero llegué yo, un reportero pop, con todas las ganas de cachar qué onda esta nueva disciplina y de compartir un rato buena onda junto a ella. Nunca pensé que me luciría con mi destreza y resistencia, de hecho no estuve ni cerca.
Ya vestido con una malla tipo Peter Pan, me instalaron una especie de armadura (la que mojaron antes), del traje salían unos enchufes los que conectaron a una maquinita de la cual salía la electricidad. Sentí la corriente al toque porque se me erizaron los pelos del brazo y con sólo aplicarme con un trote lento, prácticamente, ya estaba rajuela.
La Jhen me tiró harta instrucción y me hizo una rutina exigente. En diez minutos estaba transpirao', colorao' y totalmente desmoronado. La musa trató de motivarme con un piquito a cambio de cumplir el desafío. Intenté tres veces hacer un abdominal "complejo" y ni siquiera dicho incentivo me permitió realizarla.
Echao' y postrado en la colchoneta me sentí humillado pero miré pal' lao y caché que Jhendelyn Núñez estaba muerta de la risa con mi performance. A pesar de dar la cacha, tengo mi orgullo intacto ya que ella me dijo: "Morí de la risa contigo, lo pasé súper bien".
Al otro día, desperté tan acalambrao' que no me pude ni echar shampú pero el ridículo vivido, sin duda, valió la pena haber compartido con tan guapa instructora.
