Alejandra del Sante cuenta que su pololo, Martín Cárcamo "es lo menos preocupado que hay. Está tratando de ir al dermatólogo hace cuatro años y todavía no va".
Porque, en cuanto al cuidado de su rostro, el "rubio natural" ni siquiera le pide consejos a ella, una de las líderes del maquillaje en Chile. La profesional que se encarga del look de animadoras, actrices y modelos de primera línea. Responsable de que Tonka Tomicic, Diana Bolocco, Mayte Rodríguez, Josefina Montané, María Elena Sweet o Mariana di Girolamo -protagonista de Perdona Nuestros Pecados, nueva sensación de las teleseries- resplandezcan de belleza y glamour en portadas de revistas de papel cuché, anuncios y comerciales de Paris, Falabella y otras tiendas y marcas.
"Ale" saltó en 2014 a los titulares y fotos de la prensa del corazón por su relación con el anfitrión de Bienvenidos y Vértigo, que ambos han cuidado mucho. Pero tiene carrera y diplomas propios. Partió hace 12 años. Y desde los catálogos con niños para los que trabajaba en un principio, llegó a convertirse en la favorita de las figuras que lideran la televisión y la publicidad. Más aún, forjó un lazo de cariño y amistad con ellos.
"Lo bonito es que vas generando relaciones personales. Hoy puedo decir que no solo maquillo a un rostro de televisión, sino que tengo una relación más allá", explica.
- Generas un lazo de amistad.
-Hay gente con que eres amiga, otra con la que te llevas bien. Personas con las que generas lazos de amistad de diferentes tipos, que tú aprendes lo que necesitan, sabes cómo se sienten cómodos al llegar a una sesión. Tú preparas esos ambientes para que funcione y fluya. Más que maquillar, es generar un momento.
- Un trabajo completo para generar confianza.
-Exactamente. Uno trata de sacar la parte más bella que tienen. Todos poseen una belleza particular y tú tratas de explotarla. Pero, más allá de eso, hay una conexión que se genera con la mayoría de la gente y tiene que ver con sacar de adentro hacia afuera. Esto no se trata solo de maquillar, se trata de generar algo, conectar, y de ahí nace el resultado.
- Has colaborado especialmente con Tonka Tomicic. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
-Con la Tonka es uno de los trabajos más lindos que he tenido, porque se ha generado un lazo súper potente en términos de amistad. Se generan conversaciones especiales, momentos. A través del tiempo tú la conoces, ella te conoce. Más allá de ser la maquilladora de Tonka, es una persona a la que tú quieres. Soy su amiga. La quiero mucho.
- ¿Todo nació a partir del maquillaje?
-Sí, eso es lo bonito. Mi profesión me ha traído mucha gente a la vida a la que hoy quiero y estimo mucho.
- ¿Hay alguna figura más complicada, otra más entretenida?
-No tengo ningún rostro complicado. Soy súper poco sabrosa, porque son personas con las que colaboro hace muchos años y los conozco tanto, que no hay tabúes de por medio, no son quisquillosos, nada. Las cosas fluyen súper bien.
- Generas mucha confianza.
-Ellos llegan y tú haces magia. Magia no, porque, como te decía, hay gente que tiene su brillo propio y uno solamente tiene que explotar ese lado, conectar. Lo importante es que esa belleza se vea aún más bella.
- Entonces no es un problema trabajar con famosos.
-Te lo voy a resumir en una frase: a mí me encanta colaborar con ellos, porque para mí no es trabajar con famosos, sino con gente con la que llevo 8, 10 años. Para mí no son famosos, son personas que salen en la tele, su trabajo es ese y el mío es este otro, y nos encontramos en un punto. No es más que eso. Y es un placer maquillarlos. No tengo ese rollo.
- ¿Martín es muy quisquilloso en el tema del maquillaje?
-No, nada. Lo menos preocupado que hay.
- Le debes dar tips.
-Con respecto al maquillaje no, porque él es hombre y no tiene por qué saber de maquillaje.
- ¿De cuidados de piel por ejemplo?
-Sí, pero volvemos a lo mismo. Él es hombre y los hombres, por más que les digas algo, no alcanza a penetrar la idea.
- Pero Martín debe estar muy dispuesto a todo. Le dices algo y te hace caso.
-Los hombres generalmente 'escuchan' y no sé si escuchan (ríe). Pero pone atención. Está tratando de ir al dermatólogo hace cuatro años y todavía no va.
- ¿Y el anillo? ¿Qué pasó al final?
-Ah, vamos para otro tema… (ríe). El anillo fue un regalo de Navidad, no de compromiso. El compromiso lo tenemos implícito dentro de nuestra relación. Pero no, no es un anillo de compromiso. No nos vamos a casar. Estamos bien así.
- ¿Todavía no?
-Todavía no y no hay ninguna novedad.
- ¿Están bien?
-Muy bien.