Sí, justo así, como el clásico de Joaquín Sabina, uno de los secretos mejor guardados del setlist con el que se reencontró a lo grande con su fanaticada nacional. Además, claro, estuvieron presentes todos sus greatest hits. ¡Hasta una petición de matrimonio hubo hacia el final del concierto! Este jueves se repite el plato.
“No saben la alegría de volver a Chile. ¡Por fin, carajo…, por fin!”, celebraba Alejandro Sanz, poco después de haber cruzado la hora de presentación.
Sus fanáticas —porque fueron más ellas que ellos quienes repletaron el Movistar Arena este miércoles por la noche—, acompañaban cada palabra suya con toda clase de gritos, que claro, apenas permitían escucharle. Para entonces, el cantautor español les había enseñado buena parte del sólido setlist que viene exhibiendo en su gira Sanz en vivo, que lo tuvo hace unas semanas en los escenarios más grandes de México, Colombia, Ecuador y Perú, y que atraviesa los grandes éxitos de su periplo musical, sin descuidar su último álbum de estudio.
El arranque demoledor recién pasadas las 21 horas, con “No es lo mismo”, y que en cuestión de segundos le abrió paso a un masivo karaoke como sucedió con algunos de los temas más afianzados de su cancionero —”El alma al aire”, “Regálame la silla donde te esperé”, “Desde cuando” o “La fuerza del corazón” por mencionar unos cuantos—, funcionó como una especie de advertencia: aún aguardaban los clásicos.
Por cierto, entre la batería de hits, el español se permitió una que otra pequeña pausa para ceder el protagonismo a su nutrida banda de músicos. Instancias que servían como carta de presentación pero también para dejar al descubierto el virtuosismo de quienes le acompañan.
Después, una de las sorpresas de la velada: “Contigo”, el himno de Joaquín Sabina, con un añadido muy especial: “Yo no quiero mi Santiago sin ti”. Y la posterior interacción con el público que lo esperaba desde febrero de 2020 —se presentó en tres ocasiones, también dos Movistar Arena—: “¡Hoy es el día importante!”, soltó de pronto Sanz, bromeando en relación al segundo show que ofrecerá este jueves. “Mañana diré lo mismo, ¿lo saben? Los artistas son así”, completó enseguida, para desatar las risas de sus fieles.
“Sois guapísimos y guapísimas”, cerró antes de continuar con su repertorio. No necesitó de mucho más. Allí, luciendo el cabello platinado, un impecable traje color burdeo y lentes de sol para hacerle frente a la tremenda puesta en escena, Sanz había cumplido de sobra con los deberes y tenía a todos en la palma de su mano.
De todos modos, el tramo final escondía todavía una sorpresa… que, de seguro, ni siquiera el propio cantautor sospechaba. Sucedió luego de interpretar “Corazón partío”, cuando retornó al escenario y debió frenarse en medio de “Viviendo deprisa”: “Esto hay que hacerlo bien”, advirtió, y le entregó un micrófono a un par de tortolitos que lo miraban de cerca.
Entonces, el muchacho le pidió matrimonio a su pareja, y ella, micrófono en mano, le pidió su permiso a Sanz, “su amor platónico”, según admitió. Él, claro, era el alma de la fiesta: “Permiso concedido”, le dijo entre el griterío, y tras culminar la canción, volvió a felicitarlos. Lo divertido de la situación, eso sí, fue cuando el micrófono tenía que volver al escenario y dos fanáticas lo “estacionaron” para aprovechar de hacerle una osada petición a Alejandro. “¡Dame un hijo!”, solicitó la primera. “A mí dame trillizos”, redobló la apuesta, la otra.
El broche llegó con una íntima versión de “¿Lo ves?” y una despedida que incluyó “Mi soledad y yo” e “¿Y si fuera ella?”. En resumen, Alejandro Sanz hilvanó un regreso —luego de tres años— a Chile por todo lo alto, que dejó muy buenas sensaciones entre los asistentes, y que espera replicar la noche de este jueves, a la misma hora, en el mismo lugar. Por de pronto, como implora la letra de uno de sus infaltables: “Vuelve pronto, te esperamos…”.