En el último capítulo de La Divina Comida, estuvieron como anfitriones Ignacio Lastra, Adriana Barrientos, Stefano Massú y Carolina Molina. Justamente la "Rancherita" sorprendió a los demás invitados del espacio al realizar crudas confesiones de sus inicios en la música.

Molina relató su esfuerzo para viajar desde Quillota a Santiago, en busca de ganarse un espacio como cantante. Después de lograr notoriedad, el programa Rojo la llamó para que se integrara, pero su representante no quiso. "Le dijo que no, y ahí llamaron a la María José Quintanilla, ganó muchos premios. Todo estaba enfocado en Rojo", recordó.

A pesar de la negativa, la "Rancherita" quería entrar de todos modos al espacio de TVN, por lo que finalizó la relación laboral su representante e ingresó finalmente al programa. Sin embargo, en el programa no tuvo el éxito deseado, ya según ella le fue "como el forro". Tras salir de Rojo, vinieron sus peores momentos.

"Salí de Rojo y se me acabó el mundo. Que te echen de ahí es como, 'devuélvete a tu casa, no sirves para esto'. No me quería devolver a Quillota, porque pensaba que mis papás me iban a decir 'quédate acá, esto no es lo tuyo' (…) se me acabaron los ahorros que tenía y ya no tenía nada que comer", explicó la "Rancherita".

El pan de los restaurantes

Pese al mal panorama y el no tener dinero, Carolina Molina decidió quedarse en Santiago para seguir buscando su oportunidad en la música. Fue en estos momentos en donde inventó una curiosa forma para poder comer.

"Iba los restaurantes y tenía un celular en ese tiempo. Lo dejaba con alarma para que sonara tres minutos después de haber llegado. Típico que te pasan la carta, te ponen la mantequilla y el pebre. Me hacía el pan con eso, me lo comía antes que sonara la alarma. Hacía como que contestaba el teléfono, y decía que me tenía que ir, ese pan era mi almuerzo. Me iba de restorán en restorán", confesó en La Divina Comida. Su historia fue alabada por los demás invitados, quienes valoraron su esfuerzo para lograr convertirse en cantante.