"No es fácil hacer humor por estos días de convulsión y reclamos", asegura.
Dos propuestas estivales encendieron la pantalla el sábado recién pasado: en Mega mostraron "Viva Dichato" y en La Red, desde Chanco, el Festival Guadalupe del Carmen. Ambos canales con una propuesta artística marcada por las pifias al humor, elemento que desata polémica y debate en Redes Sociales.
En Dichato fue el turno de Mauricio Medina, más conocido como El Indio. Salvo chispazos, su rutina fue plana. En muchos momentos se esperaba la interevención de un partner, un bandejero, que ante la ausencia de Paul Vásquez incluso podría haber sido el animador (Gino Costa). En busca de nuevos elementos audiovisuales, Medina se apoyó en una pantalla para mostrar un karaoke que –a la postre- no logró encender al público.
Más tarde llegó el turno de Herman Heim, comediante y youtuber que debutó en las grandes ligas. El público lo esperó. El espacio estaba dado para que mostrara sus armas. Se movió en el ámbito personal con una rutina enfocada en su opción sexual. En momentos chistosa; en otros instantes carente de remate. El género del stand up requiere de libretos bien estructurados que permitan tener un hilo conductor. En la actuación de Heim no hubo quiebres y tampoco destellos. Fue un monólogo difuso en su estructura, salvo por la osadía de ponerse a sí mismo como foco de risas.
"No es fácil..."
Mientras eso pasaba en Dichato, en La Red Memo Bunke hacía sus mejores esfuerzos. No es fácil hacer humor por estos días de convulsión y reclamos. Ante las pifias, y en la misma escuela de Américo, salió al paso y dijo:
"Le voy a pedir a aquellos que no les gusta mi show que pueden aprovechar de ir a comprar algo para comer, vayan a fumarse un cigarro, un pito, pero no por culpa de algunos que están pifeando no vamos a huev… al resto". Camino corto y arriesgado el de Bunke para lograr ser escuchado. Y lo logró. Terminó su rutina y hasta fue felicitado.
Se cerró el telón de Dichato y Chanco queda abierta la interrogante de lo que pasará en Viña del Mar. Ambas fiestas musicales arrojaron lecciones de cómo se deben hacer las cosas ante públicos masivos y en vivo para todo el país. Seguramente en la Quinta Vergara se corregirán los errores –algo de tiempo hay aún- porque nadie puede decir que hacer reír es fácil, menos en tiempos convulsionados.