Más de un año pasó antes que se descubriera el paradero de Fernanda Maciel, la joven embarazada que desapareció después de haber salido de su casa. Más de un año estuvimos viendo horas y horas la misma programación en nuestros matinales. ¿Quién era el culpable?, ¿qué decía el pololo?, ¿dónde estará Fernanda?
Paneles enteros comentando acerca de la desaparición de la joven y cuál sería su posible paradero. A esas alturas los rostros ya se transformaban en expertos del caso y cada uno tenía su teoría. Familiares de la víctima, amigos e incluso a videntes le dieron espacio en pantalla para que hablaran de sus hipótesis.
¿Era necesario tanto revuelo? Convengamos que el caso de Fernanda se hizo público gracias a la insistencia de la familia, que al no ser escuchada por las autoridades recurrieron a cuanto programa de televisión pudieron. Pero, ¿será realmente que los matinales empatizaron con la familia o sólo buscaban un objetivo en común?
Hace rato vemos que los canales son capaces de todo por sumar puntos de rating, porque como está la televisión actualmente sólo se puede sobrevivir con números azules y sólo el más fuerte logra la supremacía en esta guerra televisiva. Siempre nos quedará la duda si realmente los programas quisieron ayudar a la familia de Fernanda Maciel de forma honesta o vieron en ese caso una forma de sobresalir y descubrir cuál es el canal que primero informó los últimos detalles del crimen.