En febrero del 2009, la actriz llegó a Chile para ser jurado en aquella edición. Sin embargo, según cuenta al diario pop, le empezaron a decir que postulara al cetro, pero ella dudaba. “¡No, yo ya estoy grande!”, respondía a sus 44 años.
Fue en la misma edición en que sobre el escenario de Quinta Vergara se pararon los artistas Juanes, Daddy Yankee, Dinamita Show, Joan Manuel Serrat, La Noche y Santana: el Festival de Viña 2009.
En medio de la semana festivalera, el miércoles 25 de febrero de ese año, la actriz venezolana-argentina, Catherine Fulop, fue elegida como reina del certamen de manera arrasadora.
Obtuvo 181 votos por parte de la prensa de espectáculos, siendo la trasandina Lucila Vit su más cercana perseguidora, con solo 40 preferencias.
Pero ella había venido a Chile para ser parte del jurado de la competencia internacional en aquel festival. Sin embargo, a sus 44 años, un día le llegaron con la propuesta de ir por la corona.
“En realidad yo venía como jurado, no me había postulado ni nada”, cuenta al diario pop. “Y me decían que fuera, y yo ‘¡no, ya estoy grande!’. En ese momento, tenía 40 y pico, ya sentía ‘¿cómo?, ¿reina de qué?, yo ya pasé por eso, no me digan que debo ser reina’”.
En cualquier caso, “fue súper divertido y, cuando me eligieron casi unánimemente, fue muy emocionante”.
“Fue alucinante”
“Tengo muchos recuerdos, como cuando salía en las mañanas, me perseguía la prensa”, cuenta. “Me acuerdo que un periodista que corría al lado mío en un momento se quedaba agotado”, mientras ella iba “trotando divina”.
Claro, por aquellos días, se hicieron famosas las salidas a ejercitarse de la venezolana por las calles viñamarinas.
Después, con el triunfo, vino el “piscinazo” en que se lanzó de espaldas al agua usando un traje de baño azul. “Fue impresionante, la cantidad de periodistas que había de todo el mundo. O sea, tengo una foto que para mí es así como yo parada con un bikini y todos los fotógrafos”.
“Fue alucinante”, declara.
“Y algo que me conmovió muchísimo fue la visita al hospital marítimo de Viña del Mar”, relata. “Fue muy movilizante, no paré de llorar, por los niños y verlos enfermos, sus padres preocupados”. Y dice: ”Ay, no, no, eso me partió el alma. Yo cuando se trata de niños no puedo”.
“Siempre me gusta venir a Chile, siento que ustedes tienen un trato muy amable, muy educado”, cierra. “Eso se agradece”.
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