En 1991 vendió un millón de ejemplares y en los quioscos le tapaban el cuerpo con una bolsa blanca como si se tratase de pornografía. La imagen fue controvertida pero provocó un cambio cultural: una mujer podía estar embarazada y ser sexy. “Es algo de lo que me siento muy orgullosa”, escribió la actriz en su autobiografía.
Demi Moore, siempre adelantada a su época, protagonizó una de las portadas de revistas más emblemáticas y controversial de toda la historia. Era agosto de 1991, y Vanity Fair publicó una edición que cambió el espectáculo para siempre: la actriz aparecía desnuda y embarazada.
La American Society of Magazine Editors la eligió como la segunda mejor portada de los últimos cincuenta años, y la fotógrafa a cargo de la sesión fue la ultra reconocida Annie Leibovitz, quien tenía una excelente relación con la actriz y su marido de aquel entonces, Bruce Willis.
De hecho, Leibovitz fotografió la apoteósica boda, y varios retratos familiares, como cuando la pareja estaba esperando el nacimiento de su primera hija, Rumer, en 1988.
Moore aceptó encantada
La revista se publicó un año después del estreno de la película Ghost: la sombra del amor- y Demi, que estaba embarazada de siete meses de su segunda hija Scout LaRue, inicialmente iba a aparecer en la foto de portada con un vestido verde de satén del diseñador Isaac Mizrahi.
Pero ese día, Leibovitz aprovechó de sacar algunas fotos más, aunque esta vez desnuda y de cuerpo entero. Estos registros iban a ser única y exclusivamente para Demi. Aunque la actriz reconoció en su libro “Mi historia”, que siempre quiso que esa foto en particular, la última de todas, fuera la portada, y así sucedió finalmente.
“Alguien comentó que una de esas fotos podría ser una portada genial”, escribió la revista en un reportaje al respecto. Tina Brown, en ese entonces directora de Vanity Fair, estuvo de acuerdo. Y para sorpresa de todos, Moore aceptó encantada.
Un éxito rotundo
Cuando la revista salió, el título fue “More Demi Moore” (“Más Demi Moore”), y fue todo un éxito. Vendieron un millón de ejemplares, y el número se agotó en muchos lugares, un escándalo sin precedentes.
En algunos quioscos se vendía con una bolsa de papel blanco que tapaba el cuerpo desnudo de la estrella de Hollywood, y solo se veía su rostro, como si se tratase de pornografía.
Muchos tildaron la publicación de vulgar, un ejemplo de cómo la cultura del espectáculo lo sexualiza todo, “hasta lo más sagrado”, y de ser “una exhibición impúdica de una actriz dispuesta a todo por conseguir más fama”.
El cambio social: embarazada y sexy
Demi logró un cambio cultural en la percepción del cuerpo. Fue una pionera en los 90, muchas la consideraron una revolucionaria, porque a partir de entonces una mujer podía estar embarazada y ser sexy, en vez de frágil y delicada.
“Hoy en día, creo que me identifico mucho más con esa fotografía que con cualquier película que haya hecho. Es algo de lo que me siento muy orgullosa, pues realmente sirvió para cambiar ciertos prejuicios culturales, aunque esa nunca fuese mi intención”, escribió la intérprete en su autobiografía.
Sin embargo, no quedó conforme con la entrevista escrita por la periodista Nancy Collins. “El artículo fue una auténtica pesadilla. El retrato de la portada, el de la mujer independiente y fuerte, nada tenía que ver con la devastadora descripción que habían escrito sobre mí”, señaló Moore en su libro.
Y alegó que: “Me tacharon de egoísta, egocéntrica y consentida. (...) Además, aseguraban que ‘ser la señora de Bruce Willis’ se me había subido a la cabeza. (...) Me dejaban como si fuese una diva rodeada de aduladores, entre ellos la niñera de Rumer. ¡Pero si todavía le daba el pecho!”. Pese a todo, sigue siendo icónica.