Con su clásica rutina hizo reír al Monstruo, el cual lo regaloneó cantándole hasta el cumpleaños feliz. Como estaba en confianza, el humorista subió al escenario a su pareja y le pidió matrimonio de rodillas.
Desde que fue confirmado para el Festival, Dino Gordillo recibió felicitaciones por su regreso, pero también fue blanco de dudas y críticas varias por su humor a la antigua, ese donde las amantes y el palanqueo a las suegras son las protagonistas, bien lejos de la imperante moda del stand up comedy.
Comentarios y quitadas de piso que el cómico de Chiguayante anoche, en su regreso número siete al certamen, dejó sin validez al ganarse las risas, los aplausos y las dos gaviotas con una rutina en su conocido estilo.
Dino mezcló chistes clásicos, con una parte más fresca. Y, claro, salieron al baile efectivamente las suegras, las tallas de curaditos, evangélicos, moteles y curas, con los que la Quinta se río a carcajadas, haciéndolo sentir tan vivo y vigente como siempre.
"Recién empecé a relajarme", dijo sincero a los 20 minutos de su espectáculo, contento, satisfecho y con ganas de seguir con lo suyo. Vinieron los premios, continúo su guión y el Monstruo le cantó el cumpleaños feliz por sus 59 primaveras cumplidas ese mismo día. Y Gordillo agradeció con más humor y compartiendo un momento único: invitó a Patricia, su pareja, al escenario, se arrodilló y le pidió matrimonio. La respuesta fue un "obvio" que sí.
Día de cábalas
Previo a su actuación, el sureño se preocupó de cumplir todas sus cábalas para que le fuera impecable en la noche.
Empezó el día contando chistes a periodistas en el desayuno, probando cachitos de su rutina con la gente que lo esperaba afuera del Hotel O' Higgins, también a cercanos y, la más extrema, se acostó en el carrito que lleva las maletas del hotel.
Con todo hecho, se fue feliz y confiado a la Quinta Vergara, pues sabía que su público lo esperaba para despedirlo de esta última pasada por Viña (como anunció) con cariño, agradecimiento y de pie.