El humorista volvió a los escenarios en la Fiesta de Chile, el estelar veraniego de TVN. En charla con el diario pop repasa su renacer tras algo más de dos años sin presentarse en público, pese a los intensos dolores que hasta hoy lo obligan a tomar pastillas. Además, explica su odio hacia las redes sociales. “Si mi humor no le gusta a alguien cambia el canal pos, si es fácil”.
Un poco más de dos años esperó Dino Gordillo (61) por una noche como la del jueves 3 de febrero. El humorista cerró la primera jornada de la Fiesta de Chile, el estelar veraniego de TVN, con su repertorio clásico de chistes cortos y rebosantes en picardía criolla. Pese a un imponderable con el sistema de microfonía -y que lo dejó bastante molesto-, el lotino asegura que trató de gozar el momento.
“Lo del micrófono, son cosas que pasan, a mí me gusta que salga todo bien, me gusta respetar a mi público, yo fui creado así en el espectáculo por un gran hombre que era Gonzalo Beltrán -cuenta a La Cuarta apenas terminado el show-. Lógicamente tenía un nerviosismo que no sentía hace mucho tiempo. Subir a un escenario después de dos años y medio es bien emocionante. Al final terminé feliz, agradecido, lo pasaron bien, sentí que se reían mucho. Agradecido de TVN”.
Gordillo, hace una pausa para recordar una anécdota con el diario pop. “La primera entrevista que me hicieron fue en La Cuarta, en los tiempos en que uno llegaba al diario y había que saltar a los perros, el director tenía lleno de perros ajajaja (ríe), me refiero al perro (NdR: Ariel “Perro” Morales), el jefe de fotografía. Gente maravillosa en los tiempos en que La Cuarta nos abría la puerta a los artistas y era el poder del espectáculo en Chile”.
Y continúa. “Tengo muy lindos recuerdos de la gente de La Cuarta, si es que queda alguno de los antiguos. Es que los antiguos no sabemos computación; el WhatsApp no me gusta, me gusta llamarte, escuchar tu voz, conversar, pero no enviar esos WhatsApp, como esos de navidad que se reenvía la misma tarjeta a 500 tipos. Fui criado de otra forma”.
-¿Y las redes sociales?¿te gustan?
-No me gustan las redes sociales, las odio. Porque hay mucha gente que se cambia el nombre, pone la foto de un perro y se cree con el derecho de insultarte, de rebajarte, sin darse cuenta de que tú tienes familia. Yo digo, si mi humor no le gusta a alguien cambia el canal pos, si es fácil, hay un control remoto o la perilla para que lo cambies. No te des la lata de ver todo el programa para después destruir y atacar. Mi madre me enseñó de niño que a los enfermos hay que respetarlos, así que por eso no hablo mucho de ese tema.
-Durante tu show en la Fiesta de Chile, alguna gente en las redes sociales comentaba “ah pero son los mismos chistes de hace veinte años”...
-Lo dije en la conferencia de prensa del Festival de Viña, el último año que estuve. Antes de mí, cantó Raphael. Entonces, me acuerdo que le dije a un periodista de El Mercurio de Valparaíso, si le preguntó las mismas cosas a Raphael, que cantó las canciones del año de la pera. Si todos dijeron que cantaba igual que hace cuarenta años, pero nosotros los humoristas repetimos un chiste y nos destruyen. En vez de ser felices. Y después cuando destruyen a un artista, lo apoyan. Me acuerdo cuando al Flaco de los Dinamita lo destruyeron; decían que era un drogadicto, pero cuando tocó fondo, todos decían ‘pobrecito el Flaco’, en vez de levantarlo. Ese cinismo, no me gusta.
-Lo que le pasó a Meruane en Viña también…
-A Ricardo, lo mismo. Él tiene una trayectoria maravillosa, hizo veinte mil programas, Sábado Gigante, fue un gran humorista en su época, marcó un hito para muchos de nosotros también. Pero lo llevaron al Festival de Viña como diciendo “traigamos a este para que se lo coman”. Y resulta que el humor, bueno, malo, como sea, era el que salvaba el Festival.
-¿Y volverías a Viña?
-Yo no. Creo que cumplí una etapa, es momento para las nuevas generaciones, hay otros tipos de humor. Pero igual hay gente para uno, gente que no le gusta lo que hacen los cabros jóvenes, entonces estamos nosotros, los que vamos quedando. Les gusta ese humor.
Una generación de hipócritas
Buena parte de la alegría de Gordillo, pasa por la suma de aconteceres infaustos que vivió en el último tiempo. En agosto de 2021, se sometió a una cirugía en la Clínica Alemana a causa de un intenso dolor en una pierna. Sin embargo, este no amainó. Por el contrario, se hizo tan insoportable, que debió ser hospitalizado. Allí comenzó un largo proceso entre cirugías y exámenes, que superó tras un mes. Aunque no recuperado del todo.
Lo más duro no acabó. En diciembre, sus hijas sufrieron una violenta encerrona en la Cuesta Barriga. Para empeorar las cosas, Patricia Caballero, su pareja de hace más de veinte años -a quien le pidió matrimonio en el escenario del Festival de Viña 2019-, colapsó. “Antes de Navidad, mi mujer tuvo un microinfarto cerebral, la tuve grave en la Clínica Alemana, debido a todo lo que yo pasé, el estrés te va causando dolores pero los vas sacando adelante”, asegura el humorista.
“Entonces, cuando veo en las redes sociales que un hueón te critique sin saber lo que tú estás viviendo para sacar una sonrisa...uno tiene que ser un agradecido de la vida ¿cuál es el afán de hacer daño? de verdad no sé pa qué los criaron si no respetan al otro. Si no te gusta, cámbiala”, agrega.
“Yo soy respetuoso del otro. Me gusta que alguien me diga de frente, en mi cara ‘no me gusta por esto y por esto’, pero no, hay montones de gente que te critica en internet y de repente te la pillai en la calle y te saludan, ‘hola, Gordillo ¿como estai?’, son tan cínicos”.
-¿Te pasa eso en otros lados?
-Cuando voy con la Paty al supermercado, ella camina delante mío, va con otro carro. Pasa gente a tu lado, y dice ‘oye, el hueón sobrado, levantado de raja, ni saluda’...¡pero si yo no lo conozco! y mi mujer me llama: ‘Dino, ven’. Entonces ella se acerca al tipo y le dice ‘señor, dígale de frente a él, es mi marido’. ¿Y cómo reaccionan? ‘ah, pero es que yo no dije eso, nada que ver’. Esos son hipócritas. Esa es la generación hipócrita, muchos, no todos, que no son capaces de decir las cosas de frente.
-En la Fiesta de Chile, incluiste chistes sobre tus días en la Clínica ¿cómo es hacer humor de tu propia desgracia?
-Es que la vida es así; si tú eres amargado y eres un trágico, no vas a ser nunca nada -explica-. Yo todo lo contrario, lo que viví, lo hice humor. Yo estuve diez días en la UCI que no desperté, después cuando me pasó lo de la columna...hasta el día de hoy, todo el lado derecho de la pierna derecha no lo siento, los dos primeros dedos del pie derecho, tampoco los siento. Tomo todos los días una pastilla a base de morfina. Eso la gente no lo sabe, entonces, subir a un escenario con ese dolor, con esa cuestión, y que venga un hueón a decirte que ahh que los chistes los contó de nuevo…anda a cagarte, apaga la tele. Lo digo con rabia porque mi trabajo lo hago con amor.
-¿Cómo se soporta ese dolor en el escenario?
-Es fuerte, yo tengo un piso a mano. Hago una seña para que me lo suban, pero gracias a Dios lo aguanté. Tengo que tomarme una pastilla para dormir. No sé si voy a quedar con secuelas de por vida, pero yo vivo por esto, yo trato que tú te rías, lo pases bien, que pese a estos dos años y medio de pena, de sufrimiento, yo me subo al escenario para hacerte reír, entonces que venga alguien y te critique…