"Échale la culpa a Viña" requiere una cirugía para retomar la senda

Transmitido en forma conjunta por Canal 13 y TVN, y con la dirección general de Juan Pablo González, el panel de conductores destaca por la presencia de Raquel Argandoña. La diva es gran medida la que logra romper el letargo que provocan algunas autorreferentes intervenciones de sus conductoras. En su estilo, Raquel lo hace con comentarios chispeantes y sin filtro.

"Echale la culpa a Viña" es un formato ampliamente probado en la TV chilena. Con distintos animadores –hoy bajo la batuta de Fran García Huidobro, Raquel Argandoña, Gino Costa y Karen Doggenweiler- el espacio representa una fórmula probada que ya da señales de necesitar un refresh, una reingeniería que sirva para dar un nuevo aire.

Transmitido en forma conjunta por Canal 13 y TVN, y con la dirección general de Juan Pablo González, el panel de conductores destaca por la presencia de Raquel Argandoña. La diva es gran medida la que logra romper el letargo que provocan algunas autorreferentes intervenciones de sus conductoras. En su estilo, Raquel lo hace con comentarios chispeantes y sin filtro.

Fue así como dijo que no entendía cómo Pedro Capó se llevaba los mismos premios (Gaviotas de Plata y Oro) que Ricky Martin; asimismo aseguró -en tono delirante- que tenía amigos en la

Primera Línea, ya que su hija Kel "acostumbra a ir a protestar a la Plaza de la Dignidad".

En la otra vereda, Gino Costa no logra tomar vuelo. Su participación es fácilmente prescindible. Y no porque aparezca como un antagonista ni un personaje detestable. No es así. De

hecho el comunicador es carismático y simpático, pero ante tal grupo de experimentadas conductores se ve disminuido.

"Échale la culpa a Viña" tiene la particularidad de ser un programa satélite con carácter oficial. Es por eso que gran parte de los artistas que se lucen en la Quinta Vergara pasan por su estudio. Sin embargo ese privilegio no queda plasmado en el producto final.

Tiene todo, pero...

El programa tiene todo para ser un golazo, pero no lo es. Se percibe una desconexión entre los invitados y conductores que cuesta entender el por qué. Quizás es el lugar, una terraza del Hotel Sheraton, con las inclemencias climáticas propias de un lugar costero abierto. En momentos Francisca García Huidobro utiliza mantas para cubrirse; en otros instantes los conductores entre sí no se escuchan y lucen grandes gafas de sol. Es quizás el momento de pensar en cambiar la locación y emplear un estudio techado que sirva para dar un nuevo cariz a un espacio que ya muestra señales de desgaste.

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