Los participantes aceptaron lanzarse al agua desnudos a cambio de una serie de beneficios que le ofreció la producción, como parte del test, a Jennifer.
No por nada Jennifer es una de las favoritas del público.
La noche del jueves, en la última edición de Gran Hermano, a Pincoya —o Queencoya, como la suelen apodar en redes sociales con cariño— se le ofreció comandar una prueba especial a cambio de una serie de premios para todos los integrantes de la casa. Sin embargo, no se trataba de algo sencillo: para lograr los beneficios la mujer debía contar con la ayuda de cinco de sus compañeros en el encierro.
En concreto, Gran Hermano le propuso a Jennifer un desafío a su estilo, que cinco jugadores se desnudaran y entraran en ese estado de cosas a la piscina. De conseguirlo, le aseguraron tres cajetillas de cigarros, una cena en el Zoom con quien ella quisiera, un video familiar y, tal vez lo más sabroso, un aumento de cinco millones de pesos en el premio final del reality, que en principio se estableció en veinticinco millones.
Más tarde los implicados se enteraron de un bonus: asado para toda la casa.
Pero de nuevo, no fue algo sencillo. Raimundo y Coni fueron sus primeros escoltas. Lo más obvio era que ambos le dieran el sí, teniendo en consideración que son sus más cercanos en el encierro. Luego vino el turno de Francisca, que no tuvo demasiados problemas en dar el ok, y finalmente, pese a los problemas que suelen tener el uno con el otro, quien aceptó el ofrecimiento de Pincoya fue Rubén.
De todos modos, aunque con la oriunda de Chiloé ya había cinco participantes dentro del agua, desde la producción le hicieron saber que ella no contaba y que el quinto debía ser otro jugador.
Así las cosas, Jennifer ingresó de nuevo a la casa en búsqueda de convencer a un último elemento y fue allí que Lucas entró en escena.
Ni bien se lanzó, todo fue celebración.
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