La teleserie nocturna de Mega continúa sus grabaciones y, según contaron los artífices de esta historia en una visita que La Cuarta hizo al estudio, se vienen novedades para el antihéroe interpretado por Gastón Salgado.
“Aquí ocurre todo, se arma la historia completa”, declara Patricio González, director de Hijos del desierto.
Sus palabras vienen cuando hay una pausa en el estudio que Mega tiene destinado para su teleserie nocturna. En escena se encuentran Cornelius Bormann (Marcelo Alonso) y —¡sorpresa!— Eloy Zapata, villano interpretado por Roberto Farías, y que se lo creía muerto luego de que uno de sus propios secuaces les disparara en una disputa con Pedro Ramírez (Gastón Salgado).
Previo a su presunta muerte, Eloy había pactado con Cornelius para sacar del negocio del contrabando al co-protagonista, o más bien eliminarlo del mapa derechamente.
Marcelo Alonso, dichoso
Pero antes, mientras las grabaciones están detenidas, Marcelo Alonso, en la piel de su personaje de época, comenta sobre los ambiciosos planes de su papel:
—El problema es que se enamora, los malos no tienen que enamorarse. Cuando se enamoran caen, va a caer probablemente. Esa es su fragilidad. Pero le agradezco eso al guion; a veces no está esa cosa y los personajes quedan muy duros.
Sucede que Cornelius lleva largo tiempo dominado por los encantos de Antonia Williams (Paola Volpato), la esposa de su socio Gregorio Sanfuentes (Francisco Melo), y de hecho ya han tenido algunos ardientes encuentros.
Luego, consultado por su experiencia en este melodrama, contesta: “Una de las cosas hermosas que tienen las teleseries es que permiten que las generaciones de actores se crucen”. De hecho, precisa, “no había trabajado con Gastón (Salgado) y nos encontramos acá, y es muy bonito poder conocerse actuando y en los camarines”, porque “uno les sabe la vida y se hace amigo”.
Es más, menciona que en su juventud en TVN, él estuvo del otro lado en lo que a edades respecta, conociendo a consolidados como José Soza o Delfina Guzmán.
Respecto a ser parte de una teleserie que retrata el Valparaíso de los años 30, expresa:
—Hacer [historia de] época siempre es exquisito, por la estética, los cuadros, las luces… Tienes que meterte en el arte para generar esa ficción. Pero también tiene cosas difíciles como la educación, la manera, doblegar las emociones a un temperamento de época, a un lenguaje y una gramática entablada de determinada manera, y que parezca real. Hay un trabajo interesante.
El giro
Luego el director hace énfasis en la escena que están grabando, pone el foco en uno de los personajes: “Hay otro detalle no menor”, dice y declara que “es una sorpresa para la historia la entrada de este personaje”, porque “murió y apareció ahora: acá está Eloy Zapata”.
En un principio tira la talla diciendo que se trata de un “fantasma”, pero luego habla en serio: “No murió; de hecho, si te fijas en la escena en que le disparan, no se ve qué pasa con él”. Luego adelanta a La Cuarta que tal como en el pasado, Eloy y Cornelius “van a poner en amenaza a nuestro antihéroe”. El regreso de este papel en pantalla se verá durante la próximas semanas, pero ya se encuentra en proceso.
Tras el disparo que presuntamente lo había matado, algunos televidentes en redes sociales habían especulado con que estaba vivo.
Ahí, Roberto Farías, toma la palabra, en la piel de Eloy, quien ahora tiene un parche en el ojo.
—Una de las cosas más importantes y significativas, y que me llenan el corazón, aparte de compartir con mis colegas, son los equipos artísticos, técnicos y de producción que uno se sigue encontrando —declara el actor sobre su participación—. Todo ese trabajo invisible es el que me gusta a mí.
Luego, agrega, entusiasta: “En este presente estoy muy feliz, me gusta mucho actuar. Pensé que se me iba a quitar, pero me sigue gustando”.
La alegría que expresa contrasta con lo que serán las andanzas de Eloy en el melodrama: “Parece que tú personaje va a sufrir harto”, le comenta un reportero.
—No más que yo —contesta el intérprete—, no más que yo.
Su respuesta hace que Marcelo se ría, largamente, con una gran carcajada.