El estallido ya retumbó en la TV

La televisión también vive su propio estallido. Los contenidos han debido cambiar radicalmente desde el 18 de octubre, qué duda cabe. Pero la crisis no ha hecho más que ahondar la fragilidad de un medio que ya venía con fisuras.

La cobertura del conflicto generó terremotos impensados en todos lados. El Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, el Núcleo Milenio en Desarrollo Social (Desoc) y el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), identificó en los noticiarios de la televisión, la fuente "menos confiable" para informarse. Una opinión que va en línea con la queja de la calle, en el sentido que la televisión "no muestra la realidad".

Los canales han hecho un esfuerzo considerable por empatizar con la gente y revertir esa imagen. En las últimas semanas han desfilado por los informativos, pero sobre todo en los matinales, un grueso importante de parlamentarios, alcaldes, ministros y especialistas con el fin de diagnosticar la crisis y darle remedio. Han pasado por aire, actores sociales en mesas de debate, imposibles de imaginar hace solo un mes. Los rostros han sido cuestionados por su salario en vivo -basta recordar el incidente entre Tonka y el senador Insulza- y la parrilla programática de todos los canales ha sufrido cambios considerables en virtud del momento.

Pero esto se profundizó aún más. Hemos sido testigos de renuncias sorpresivas, como las de Nacho Gutiérrez y Marcela Vacarezza al matinal de TVN. La salida de toda la plana mayor de prensa en Canal 13, tras la comentada entrevista con el General Rozas. Hemos visto la suspensión de proyectos como "Atrevidas" en el mismo canal de Luksic, y la ebullición social puso en jaque a la propia Teletón.

A este cóctel de incertidumbres, se suma una caída importante en la inversión publicitaria en la pantalla chica. Un hito que termina por quitarle oxígeno a una industria ya ahogada, y que realizaba giros dramáticos para detener las millonarias pérdidas que vienen arrojando desde hace años.

Un estallido social que termina por arrojarle otra bomba, a una zona ya bombardeada.

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