“Estamos compitiendo con nosotros mismos, queremos ser mejores que lo que fuimos”: No Te Va Gustar prepara su concierto más ambicioso en Chile

Notevagustar.

El viernes el conjunto uruguayo estrenará su primer Caupolicán en solitario. “La verdad que es una alegría enorme, estamos muy entusiasmados”, admite Emiliano Brancciari. Aquí, el frontman repasa su relación con Chile, los altos y bajos de una carrera próxima a las tres décadas y se anima a elegir un equipo del fútbol nacional.

Hace veintiún años, primer trimestre de 2002, No Te Va Gustar, todavía incipiente banda de rock uruguayo cuyo nombre —devenido de un gracioso error interpretativo de su baterista— a muchos les costaba entender, se presentó en Santiago, Chile, invitada por el ingeniero de sonido Mariano Pavez (EM 3,14) para grabar su segundo álbum de estudio. Sólo de noche, dos años y medio antes, había sido el primero, premio por llevarse un concurso montado en Montevideo. Entonces apenas tomaba forma el sueño de un grupo de amigos, ahora entusiasmados por construir una autonomía creativa fuera de su país. Aquí, del hotel al estudio se pasaron unos treinta y cinco días, y aunque ese primer acercamiento con Chile no pareció lo suficientemente fecundo, Este fuerte viento que sopla propició su consolidación en Uruguay, les abrió las puertas de Argentina, y proporcionó tal vez los primeros clásicos de un repertorio que hoy hacen de ellos uno de los grupos de rock más convocantes de la región.

Emiliano Brancciari, garganta y guitarra desde el inicio del proyecto, cuarenta y cinco años, argentino de nacimiento con madre y corazón uruguayo, capitán de un barco que abandonaron algunos tripulantes para dejar su lugar a otros, se acuerda de todo eso. El ejercicio de la memoria lo lleva a su primera presentación en La Batuta, cuando con alguna dificultad vendían las entradas y su público no era local sino la colonia uruguaya residente. De ahí a la notable progresión que supuso su último show en el Teatro Coliseo —”el mejor desde que venimos a Chile”— donde, sin embargo, lamentó un corte de ligamentos de rodilla.

Envuelto en una delgada chaqueta de cuero y con la sonrisa de siempre, detrás de unos lentes de sol pese a la tenue lluvia que cae sobre la capital, el cantante toma asiento en uno de los sillones del Hotel Crowne Plaza, dispuesto a hablar de todo eso y, claro, de veintinueve años de recorrido que fueron plasmados en un libro y que huelen a biopic:

—Hace poco estrenaron “Comida” y “Yo sabré qué hacer”, ¿son singles para que la espera por el próximo disco no sea tanta?

—Sí, se trata un poco de eso y un poco que, como el año que viene cumplimos 30 años, tenemos la gira celebrando ese cumpleaños. Sacar un disco este año se vería opacado el año que viene con la gira. Entonces, claro, lo que hicimos fue tirar la grabación del álbum para después de esa gira y grabar temas sueltos, canciones sueltas para mostrar cosas nuevas este año. Entonces ya sacamos dos y tenemos cuatro más que ya grabamos.

—En “Yo sabré que hacer” colaboran con Vetusta Morla, ¿cómo se produce ese junte con Pucho?

—Mirá, nosotros nos conocemos desde hace mucho tiempo. Los invitamos a ellos a abrir la última vez que estuvimos en el Luna Park fue hace 2011, si no me equivoco. Los invitamos y desde ahí se formó una amistad. Después ellos nos invitaron a abrir un show de ellos en España, y nos fuimos encontrando en México, nos fuimos encontrando en diferentes lugares. Y siempre la mejor, porque habíamos girado juntos y nos llevamos muy bien. Nos encanta la banda además, entonces cuando decidimos que íbamos a grabar ese tema, enseguida pensamos en Pucho, y bueno, lo grabamos a distancia, porque no teníamos otra forma de hacerlo. Pero la verdad que quedamos recontentos.

—El video fue generado por Inteligencia Artificial, ¿no?

—Sí, sí. Buscamos innovar en todo momento, lo que se pueda, utilizar las herramientas que nos da la tecnología, pero siempre con supervisión, ¿no? O sea, nosotros estuvimos arriba de lo conceptual y arriba de lo que nos gustaba y lo que no, con un editor. Entonces es una mezcla: entre Inteligencia Artificial y humanos, je.

—Hablé con Denis (Ramos, trombonista) en 2018 y coincidimos en la idea de que el sello de la banda es que los discos suelen ser muy distintos unos de otros. ¿Lo percibes tú también así?

—Sí, lo intentamos. Eso es lo que buscamos, primero, para mostrar algo distinto, y también porque a nosotros nos divierte que no suene siempre igual. Si no, termina cansando a uno mismo. De hecho, por eso hemos hecho tres discos con Héctor Castillo, porque descubrimos que él puede hacernos cambiar, nos ayuda a potenciar eso. Entonces hicimos esos tres discos con él, seguidos, porque porque encontrábamos esa posibilidad. Después los discos anteriores son todos con diferentes productores, y siempre intentando, sí, hacer un cambio de piel, ¿viste?, porque eso nos da frescura. A nosotros y al oído de la gente también.

—La contratapa de su libro, Memorias del olvido, los define como una banda que “sigue jugando a matar o morir”. Entiendo que cuando parten, en 1994, conseguir una carrera como hicieron era utópico. ¿Eso es “matar o morir”?

—Y... apostamos, sí, nuestra vida por esto. Apostamos todo el tiempo a tratar de convencer a la gente tocando, hacernos fuertes en el oficio de tocar en vivo. Hacer esfuerzos, primero, para salir al interior de Uruguay y después para cruzar hacia Argentina. Hacíamos de todo: hasta tocábamos en fiestas de 15 y casamientos para poder pagarnos los pasajes y algún hotel media estrella, je. Cuando ya en Uruguay nos conocía un montón de gente, iban miles de personas, en Argentina iban treinta. No había redes sociales, entonces era todo a pulmón y pusimos todo el cuerpo ahí. Y después, también cuando fuimos a Europa, viajamos sin equipo técnico, éramos nosotros los que hacíamos todo... ya con una banda que tenía muchos años de carrera. Imagínate.

—Y con el escenario actual de la música, donde el género urbano parece ser el más fuerte, ¿apostar por el rock no es “matar o morir”?

—No, no es una batalla, porque eso es lo que nos sale. Y sabemos bien las tendencias para dónde van y todo eso, pero realmente a nosotros no nos afecta. No estamos compitiendo con eso. Nosotros estamos compitiendo con nosotros mismos, queremos ser mejores que nosotros, que lo que fuimos el día anterior. Pero no podemos forzar nada ya, la verdad. Las canciones tienden a perdurar y con eso a nosotros nos alcanza.

—Entonces, en tu definición, ¿qué sería seguir jugando a “matar o morir”?

—Ir a darlo todo a cualquier lugar. Estemos tocando para miles de personas o para un puñado de gente. Ir a darlo todo. Darles el mejor show posible, y que la gente se vaya feliz y nosotros nos vayamos felices. No bajar nunca la intensidad.

—Sobre eso, ha sido un año cargadísimo: Cosquín, Rock en Baradero, Brasil, La Trastienda en Montevideo, Argentina otra vez, Perú y gira por España en septiembre. Pero hablando de aquí, ¿qué supone tocar en un recinto tan emblemático para nuestra música como el Caupolicán?

—Es súper importante. Fíjate que nosotros estuvimos ahí siendo parte de un festival, un lugar maravilloso y con mucha historia. Me fui informando de un montón de cosas y está buenísimo. Y bueno, el ir solos la verdad que es una alegría enorme, ¿no? Venimos de un show hermoso el año pasado, en el Coliseo, que la verdad que fue el mejor desde que venimos a Chile. La gente está súper eufórica y dándonos un cariño tremendo, así que estamos muy entusiasmados, digamos. En un lugar maravilloso con, esperemos, la gente tan contenta como estuvo la última vez.

—¿Qué recuerdo tienes de Chile? Hay historias para contar…

—Empezamos viniendo... primero, vinimos a grabar un disco. Grabamos el segundo álbum acá, estuvimos treinta y cinco días viviendo acá, pero tardamos bastante en tocar en vivo. Y empezamos en La Batuta, para un público básicamente uruguayo que vivía acá. Eso se fue transformando. No con la asiduidad que quisiéramos, no vinimos tan frecuentemente como hubiéramos querido, pero se fue transformando hasta que el público local empezó a crecer. Y ya te digo: el último concierto yo me llevé una gran sorpresa, realmente me fui feliz. Por más que me rompí la rodilla, me rompí el ligamento de la rodilla, je —se ríe y agarra suavemente su pierna—, me tuve que operar, pero me queda el mejor recuerdo.

—¿Todavía están los nervios después de prácticamente veintinueve años de carrera?

—Sí, sí, sí. Hay veces que no, te soy sincero, porque no estás con la misma energía después de… Capaz, algún día de la gira te pasa que estás realmente exhausto y subís sin nervios, pero la gente te empieza a levantar y te empezás a contagiar y terminás disfrutándolo como cualquier otro show. Pero es verdad que a veces el cansancio te quita el nervio previo al show.

—¿Y a ti te gusta ese nervio previo?

—Sí, por supuesto.

—Junio y julio suelen ser meses especiales para la banda. En junio es el aniversario y en julio se cumplen años del fallecimiento de Marcel Curuchet (NdeR: tecladista y compositor, fallecido producto de un accidente en Estados Unidos el 2012).

—Obviamente que lo de Marcel fue lo más fuerte, lo más duro que hemos vivido como grupo. Seguimos recordándolo con muchísimo cariño. Pero tratamos de recordarlo en julio por su cumpleaños y no por la otra fecha. Generalmente hablamos del 4 de julio, que es el día de su cumpleaños, de lo feliz que pasó el último cumpleaños con nosotros. Estábamos en México... Así que tratamos de recordar lo bueno. Y para la banda, bueno, junio siempre es celebración. Este año son los veintinueve, se festejan en el Luna Park, y el año que viene, vamos a hacer una gira larga, intensa, festejando los treinta años. Nos gusta celebrar.

—¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando hablamos de No Te Va Gustar y estas casi tres décadas?

—Y bueno, es la mayor parte de nuestras vidas. Es el proyecto al que nos entregamos a full, donde nos hicimos hombres, y lo que nos hizo recorrer el mundo. Tocamos en veintidós países, que de otra forma... je. Somos gente de barrio, de otra forma no hubiéramos ni cerca conocido.

Emiliano Brancciari, de No Te Va Gustar.

—¿Qué los motiva a seguir haciendo música después de todo ese tiempo?

—Nos motiva la música en sí misma, o sea, encontramos el combustible en eso: en tratar de hacer canciones que nos emocionen, que luego de tocarlas, ojalá que se logre que la gente empatice y se las quede, se las apropie. Pero nosotros buscamos estar cómodos y tocar, hacer la música que amamos y poder salir a defenderla con orgullo y con alegría. Me parece que ahí está el motor... y también el hecho de estar juntos, porque nos queremos mucho.

—¿Y por qué, para ti, siguen tan vigentes?

—La constancia es fundamental, y también hay varios puntos. El hecho de poner lo artístico por sobre todo, por sobre lo económico. O sea, siempre apostamos a eso: a estar enamorados de lo que estamos haciendo. Después, lo demás viene solo o no viene.

—Te he escuchado también hablar del respeto.

—Respeto entre nosotros, al público. La puntualidad, por ejemplo. Si vos llegás tarde, estás haciendo perder tiempo a un compañero. Son temas realmente invisibles, pero que están desde el principio. A nadie se le ocurre de la banda faltar a un ensayo si no le pasó algo importante. Obviamente que es entendible si pasa alguna cosa, ¿no? Pero llegar un buen rato tarde y dejar a los compañeros esperando, o que tengamos que salir a un aeropuerto de un hotel y no..., no sé, hay cosas que son como inconcebibles, que están ahí, que son reglas de convivencia, que nos hacen ser mucho más efectivos. Ahí hay otra clave: el respeto al público. El siempre dar el mejor show, lo que te decía, para miles de personas en un estadio o en un bar, siempre dar lo mejor.

—Los suelen definir como una de las bandas más significativas surgidas en Uruguay, un fenómeno del Río de la Plata, y Argentina ya es su segunda casa. Acá también cuentan una base de fanáticos muy consistente. ¿Te lo crees ya, o cuesta un poquito?

—Un poco y un poco. Es como que lo disfruto, y lo vivo, pero también por momentos me abstraigo un poquito y digo qué loco esto. Es reloco. Viajamos a cualquier parte y ahí siempre hay gente que nos quiere, que nos da su cariño, que nos respeta. Y todo saliendo de un grupo de amigos que quería divertirse nada más, y tocar en un festival de la secundaria. Entonces, salió de ahí y terminamos conociendo al mundo y viviendo de esto.

—Y saliendo de Uruguay, que es un país tan chiquito.

—Uruguay no tiene mercado… O sea, no hay una industria como tal. No, por supuesto que no. Somos tres millones y pico. Es un mercado súper agotable, donde vos tocás tres veces en Montevideo y en la cuarta, no va nadie, porque ya te vieron todos, je. Entonces, es algo que nos damos cuenta que logramos con mucho esfuerzo.

—Te llevo un poquito al plano personal. Hace poco estrenaste tu primer disco solista, Cada segundo dura una eternidad. ¿Cómo defines esta etapa?

—Bueno, intensa, porque no tengo descanso prácticamente, pero disfruto un montón de los dos mundos. Obviamente No Te Va Gustar es mi familia, es mi casa, pero también me gusta ponerme otros desafíos, tocar con otra gente. La verdad que me divierto en ambos en ambos lugares y son dos mundos distintos. Me gusta, me completa.

—Parece algo más íntimo.

—Sí, es algo más íntimo. Es otro tipo de show, no compiten entre sí, porque claro son dos cosas diferentes. Y es eso: me siento completo.

No Te Va Gustar se presenta el viernes en el Caupolicán.

Boca, Peñarol y…

—Eres fanático del fútbol, entiendo que en algún momento elegiste entre dedicarte a eso o a la música. ¿Cómo vivieron el Mundial sub 20 de Uruguay?

—Imagínate. Aparte el técnico (Marcelo Broli) es amigo nuestro. Estuvo en el show de La Trastienda, porque es amigo de muchos años. Lo venimos acompañando desde que era jugador hasta que se transformó en técnico y ahora terminó siendo campeón del mundo. Imagínate la alegría que tenemos. Aparte de que Uruguay salga campeón, que sea un amigo nuestro, es emocionante.

“Cielo de un solo color” se escuchó el otro día. Es todo un himno ya.

—Sí, la tocamos el otro día… je.

—¿Y cómo es que una canción suya se haya transformado en el himno de la selección?

—La verdad que llena de alegría, y más que haya salido de los jugadores, porque fueron ellos los que la impusieron. Es una canción que no habla de fútbol, que habla con terminología futbolera, pero que habla más bien del amor al país en un momento en que se caía pedazos, con una crisis tremenda, socioeconómica. Y que años después los jugadores de la selección la hayan tomado, está buenísimo.

—En Chile sabes que queremos mucho a Bielsa por lo que logró en La Roja. ¿Cómo lo ves tú en Uruguay?

—Lo veo con alegría, me gusta. Me gusta sobre todo por el tipo de jugadores que tiene Uruguay y la camada nueva. Son jugadores rápidos, así que Bielsa les va a venir muy bien, me parece a mí.

—La última: en Uruguay Peñarol, en Argentina Boca… llegó el momento de elegir tu equipo aquí, ¿no?

—Yyy, puede ser, je. Soy un poco de la “U”... porque si no, “Toro” no me trae más, jajaja.

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