El actor se sinceró sobre su actual faceta de terapeuta, alejado de las teleseries. “Mis hijos empezaron a ser un espejo de un yo que no había visto”, analizó.
Francisco Pérez-Bannen, quien se ha alejado de las teleseries por su nueva faceta de terapeuta gestáltico, se sinceró sobre le cambio vital que ha tenido al respecto.
En conversación para Todo va a estar bien (VíaX), “parece que en la base y esencia de mi vida siempre ha estado muy pulsante una búsqueda, inquietud existencial, una pregunta de ‘por qué, para qué estoy aquí”, analizó sobre sí mismo con Eduardo de la Iglesia. “Los seres humanos somos potenciales de todo: de la máximo aberración, y de lo más amoroso”, reflexionó.
“Hoy, mi energía y atención se han ampliado a una visión más integral, y diría que todo lo que la concentra está exclusivamente en el hombre, porque experimento una visión mucho más trascendente de mi existencia”, porque “me he abierto al misterio, a una vida espiritual que es una de las dimensiones fundamentales del hombre”, planteó a sus 53 años.
Al respecto, viviendo en un mundo tan “materialista”, le consultó De la Iglesia, habiendo sido muchos años “galán de teleseries, campañas, dinero, éxito y fama”, en qué momento le surgió el cambio de mentalidad hacia su interioridad.
Francisco Pérez-Bannen y ser padre
“Son búsquedas”, contestó él. “Mi búsqueda empezó cuando nacieron mi hijos”, cuando él tenía 31 años. “Me empecé a mirar falto de herramientas para poder acompañarlos amorosamente; yo, que me creía bacán y que estaba arriba de la torre, exitoso, con fama, ganando lucas y había logrado no morirme de hambre como actor, logrado mucho más de lo que pensaba, que era un lugar mucho muy cómodo, incluso para perpetuarme ahí”.
“Pero mis hijos empezaron a ser un espejo de un yo que no había visto, un yo súper trabajólico, neurótico, priorizando mal”, recordó. “Grababa teleseries, partía a enseñar, hacía funciones los fines de semana; y está bien por un periodo, al vida fue así, lo agradezco (...) Empecé a tener una crisis, vi que estaba todo bien a mi alrededor, y empecé a sentir que no tenía paciencia, que de repente me podía neurótico por cosas que ‘son mis hijos, quiero acompañarlos con amor y tengo estas dificultades, pero a la vez me creo tan capo, bacán”.
Así partió con los cuestionamientos de “quién soy realmente”, por lo que arrancó con su camino “retrospectivo”, aunque admitió que esa respuesta “es imposible que la pueda decir en palabras, porque los seres tenemos una complejidad dimensional y rica que nos hacemos un flaco favor al rotularnos y encasillarnos en alguna definición”.