Desde Miami, ambos contaron a un medio gringo el momento en que vieron por primera vez al quien se convertiría en el menor de sus retoños, con solo 4 meses de nacido.
“Es una bendición, una alegría, es volver a vivir”, contó Rafael Araneda sobre su cuarto hijo, Benjamín de tan solo cuatro años.
En conversación con People en español, el animador junto a Marcela Vacarezza se remontaron al día en que conocieron al pequeño retoño, cuando los demás del clan ya tenían 13 (Vicente), 15 (Florencia) y 17 (Martina) años.
Por aquel entonces, tres temporadas atrás, Martina era presidenta de curso en su colegio, cuando la familia aún vivía en Chile. Por aquel entonces, ella quería hacer una visita a un lugar “significativo” junto a sus compañeros.
No estaba para nada en los planes de la pareja la adopción. Sin embargo, para ayudar a su hija en la búsqueda, fueron con ella a la fundación Santa Clara, un hogar de monjas, ubicado en la comuna de Recoleta, donde viven niños huérfanos o desamparados.
Ahí conocieron a un pequeño de tan solo tres tres meses.
“Este niño es mío, me lo quiero llevar’. Eso fue lo primero que pensó la ex-SQP. Poco antes, en el momento en que lo conoció, “lo miré y estaba en su cuna muy risueño”, relató. “Me tiró los brazos con unos ojos que iluminaban todo, y lo tomé en brazos y sentí que no quería soltarlo más”.
Aparece papá
Emocionada, entre lágrimas, ella le pidió al animador que fuera a la habitación donde se encontraba la guagua. “Había puras cunitas y bebés chiquitos, algunos llorando, otros dormían”, contó Araneda. “Y de repente veo a uno que está sonriendo”, ante lo cual “sentí una cosa intensa, una electricidad, algo que no tiene explicación racional”.
Acto seguido, continuó: “Lo cargué y se me pegó, y ese fue un abrazo para toda la vida”.
Frente a eso, la pareja llegó a casa, conversó con sus hijos y decidieron embarcarse en el engorroso proceso de la adopción. Aunque el retoño vivió con la familia desde sus cuatro meses de vida, fueron casi dos años de trámites, los cuales culminaron en plena pandemia. “Él siempre fue un Araneda Vacarezza, más allá de lo que podía haber dicho su certificado de nacimiento”, declaró el padre.
Hoy, Vacarezza reflexiona que la llegada del pequeño “te da cierta juventud, te revive”, en vista de que sus hijos ya se encontraban más grandes, en plena adolescencia, mientras que los padres ya tenían 48 cumplidos.
“No es la misma crianza”, cerró al citado medio. “Una cuando tiene los primeros es muy estricta con los horarios, que come, que no come, ahora este es un niño libre”, porque “no somos tan aprensivos”. Es más, remató, “diría que somos unos abuelos jóvenes, con una vitalidad y jovialidad que se agradece y que nos impregnó”.