Dos de los cuatro hijos de la fallecida gestora cultural, conversaron con medio nacional y recordaron algunas de sus anécdotas.
Durante la mañana del lunes 22 de julio, se confirmó el lamentable fallecimiento de Mary Rose Mac-Gill, a los 90 años. La noticia la dio a conocer la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei.
Por su parte, dos de sus hijos, Julio y Alicia Subercaseaux, conversaron con varios medios mientras su mamá era velada en la parroquia San Francisco de Sales en Vitacura, incluyendo LUN, donde dieron algunos detalles de la querida socialité, aunque a ella no le gustaba mucho ese término.
Julio reveló al mencionado medio que: “Ella fue una gran persona, con los años se puso más bondadosa. Cuando éramos chicos (los hijos) ella era muy estricta, de mucho protocolo en la mesa y eso fue hasta el final. Con los años se fue relajando y conversábamos de igual a igual”.
“Era una persona muy humana”
Según consigna el diario nacional, Julio vive en el departamento al lado del de su mamá, por es emotivo: “Ella me decía Acompáñeme al banco, acá a dos cuadras y era un desastre porque nos demorábamos dos horas porque la paraban. ¿Usted es Mary Rose?, le preguntaban. Sí, claro, decía ella y le pedían selfies. Entonces eran 200 selfies para avanzar dos cuadras, entonces no llegábamos nunca, nos cerraban el banco”.
Mientras que Alicia la recordó a la gestora cultural con la siguientes palabras: “Mi mamá siempre fue muy inglesa para sus cosas, decía todo tal cual era. Yo le agradezco la educación que me dio, las oportunidades que tuve estudiando (...) Además que era una persona muy humana, muy solidaria, nunca miró a nadie en menos”.
“Mi mamá tenía una transversalidad desde reyes hasta pajes. Fue una persona bien notable. Ella fue una testigo de primera línea de todas las tragedias y grandezas del siglo XX. Alguna vez estuvo sentada en la mesa con Winston Churchill, con la Reina Isabel II, con el Presidente (John F.) Kennedy; y también con la gente más humilde, o hablando de música en las escuelas, y ahí se preguntaban qué hacía esta señora tan pituca ahí”, cerró Julio.