El retorno a la democracia, no sólo trajo consigo transformaciones en el escenario político derivadas de un contexto social. Sus repercusiones también se hicieron extensivas al mundo de la cultura, propiciando el ingreso de manifestaciones artísticas que por largos años descansaron en peñas, círculos intelectuales y mochilas de jóvenes estudiantes. Y claro está, los sagrados apuntes ahora ofrecían cabida a casetes, vinilos y revistas que eran el reflejo de la sensación térmica que generaba el rock en un importante núcleo de la sociedad.
Corría 1992, Chile respiraba una apertura económica, que en lo musical ya se había hecho patente con la realización de grandes eventos en los principales coliseos del país. El Festival de Viña del Mar ya no era la única alternativa para observar a una banda de talla mundial. Tendencia que se vio opacada con la frustrada visita de Iron Maiden, banda que fue blanco directo del mediático cardenal Jorge Medina.
Conducta que el religioso hizo extensiva a La Moneda, comunicándose con el entonces subsecretario del Interior del gobierno de Patricio Aylwin, Belisario Velasco, con la finalidad de impedir que los británicos ingresaran a suelos nacionales. Ante él, advirtió sobre la proyección anticristiana y desvalorización humana que distinguía a la agrupación.
Se sabía las letras
Una decisión que para el ex funcionario de Estado, no era facultad del gobierno ni tampoco contenía argumentos de una veracidad que sustentaran dicha medida. "Él me dijo en inglés las palabras que componían las canciones, ofreciéndome la traducción del contenido".
Agrega Velasco que "le expliqué que si alguna vez la había oído, no entendía su mensaje producto de su aguda interpretación. Asimismo, Iron Maiden no había cometido ningún delito, pudiendo ingresar libremente al país".
Concluye la ex autoridad: "Ante mi respuesta, se molestó y cortó el teléfono".
Tras la indiferencia gubernamental, Medina agilizó sus gestiones para impedir el show agendado para el mes de julio en la Estación Mapocho. "Asistió a la municipalidad para impedir el evento. Factor que propició que la banda se quedara sin la disponibilidad del recinto. Situación donde el Ministerio del Interior, no tuvo ninguna responsabilidad", recuerda Velasco.
Aun cuando el ex subsecretario señala que "mucho después, Iron Maiden se ha presentado en Chile y no ha pasado absolutamente nada", avaló la teoría sobre el conocimiento en Heavy Metal expresado por el cardenal Jorge Medina.
"Él era un experto. Sabía la letra, lo que quería y proyectaba decir. Ahora, en alguna oportunidad me prestaron un disco de la banda, aunque me costaba entender su contenido".
Gran convocatoria
Desde la otra vereda, Rodrigo "Pera" Cuadra, legendario músico de Dorso, manifestó su posición tanto a nivel de seguidores, como de nuestra imagen país en el exterior.
"La situación provocó una reacción cultural, no podía seguir pasando. Más aún con una banda de perfil familiar. Y el tiempo le dio la razón, demostrando su gran convocatoria al llenar el Estadio Nacional. El conflicto del 92', fue un cachetazo para todo Chile", afirma Cuadra, quien recordó que "a nivel de conciertos, vivíamos en la edad media al interior de un proceso democrático".
Una frustrada visita que hoy, a 26 años, raya en lo anecdótico, pero que nos sumerge bajo un marco de discusión que traspasó el ámbito cultural.
El Estado y la religión nuevamente se veían confinados a la eterna pugna de la división de poderes. Y eso, no fue menor. Todo por culpa de Iron Maiden.