El mejor tributo al legendario músico de Los Beatles, agendó cuatro presentaciones en nuestro país. Aquí, en las siguientes líneas, aborda el porqué es considerado el mejor de todos los tributos. Incluso, distinguido por el círculo íntimo de Lennon.
No: claro que el que está enfrente no es John Lennon. Podría serlo, en la medida de que su melena beatle, la inverosímil composición de su rostro, las gafas redondas de filtro anaranjado, la reverberación de su voz y hasta los detalles que descubre con cada gesto, se perciben idénticos. Pero hay algunas cosas que delatan a su trabajado doppelgänger. Como la camiseta granate del Club Atlético Lanús que acaso como un trofeo presume enmarcada detrás. O su pronunciado acento porteño bonaerense. Y desde luego, que John Winston Lennon —músico, cantautor, activista, compositor, productor, escritor y pacifista británico, líder y fundador de Los Beatles, influencia de miles, tal vez cientos de miles de artistas— perdió la vida la noche del lunes ocho de diciembre de 1980, cuando un aparente fanático, Mark David Chapman, percutó seis balas de un revólver calibre contra su humanidad a cambio de la infame fama que envuelve a cualquier asesino. Javier Parisi entonces estaba por cumplir apenas seis meses.
A los ocho años, quizás un poco menos, por obra de una publicidad con la canción “A hard days night” se encontró por primera vez con la mitológica banda británica. De seguro le requirió algún tiempo más husmear su historia, sus idas y vueltas, curtirse de su desparpajo, sufrir la tragedia de John, pero el flechazo ya lo había alcanzado. A esas alturas, por supuesto, no había parecido físico que permitiera deducir lo inminente. Eso pasó a los diecisiete, cuando miraba el videoclip de “Something” y un amigo lo detuvo para comunicarle algo que cambió el tránsito de su vida: Javier, te parecés muchísimo a Lennon. Era cierto: nunca lo notó por sí mismo pero el adolescente argentino portaba un rostro comparable, por decir lo menos, al de la superestrella liverpolita. Su estatura y complexión física, el cabello y un poco de su carácter, completaban el personaje. Tres años después formó una banda y arrancó el homenaje en vida.
—Éramos todos amigos del barrio y le pusimos a la banda The Searchers, los buscadores —subraya el Lennon de Lanús, sentado delante de una pila de bibliografía beatleliana—, pero después nos dimos cuenta que en Inglaterra ya existió esa banda, que tocaba en la misma época que Los Beatles.
El nombre y sus compañeros cambiaron a medida que pasaron los años, al igual que los escenarios. En concreto, Javier pasó de presentarse en pequeños pubs y bares de Buenos Aires a conocer en 2009 al primer mánager del conjunto, Alan Williams, y recibir una invitación a la International Beatleweek en Liverpool. Le siguieron, desde entonces, decenas de eventos más, sitios históricos para el desarrollo del conjunto, giras por Sudamérica, Europa, el Luna Park, el Helsinki Beatles Weekend. Parecía no un sueño sino lo siguiente.
—Calculá que yo trabajaba como cadete administrativo en una empresa y la plata que ganaba la invertía en instrumentos, en vestuario.
Asistir en 2009 a Reino Unido, por cierto, supuso una profesionalización esencial del proyecto. De ahí que, luego que lo contactaran para entrevistas desde la mismísima BBC o que lo reclutara tal vez la banda tributo a Los Beatles más importante de Inglaterra, Parisi se decidiera a trabajar el acento de Liverpool, el famoso scouse, y a memorizar la gestualidad, las formas y matices del hombre detrás de “Strawberry fields forever”.
—¿Qué tan jodido fue aprender el acento?
—Es muy complicado. De hecho, yo tenía coaches, profesores. Había una profesora que era galesa, y yo tenía que levantarme a las cinco de la mañana por las diferencias horarias que tenemos con Inglaterra. Lennon vivía en Liverpool y allá tienen el scouse, pero no era un scouser completo. No hablaba scouse completo, porque la tía Mimi no quería que hable de esa manera. Entonces esos shades, son los que yo tenía que empezar a adaptar a la hora de hablar como si fuera John. Y después no sólo eso: tenía que trabajar las tonalidades. Una cosa es la lengua y otra cosa son las tonalidades. El scouser de por sí tiene el tono nasal, y después Lennon tenía una voz profunda, grave. Entonces es nasal, pero es grave: tenés que lograr todas esas formas a la hora de trabajar lo que tiene que ver con la voz. Cómo resonaba y dónde resonaba, en el cráneo. Empezó a hacerse un trabajo cada vez más minucioso, más interesante, donde estaba la parte del lenguaje, el lenguaje corporal y la actuación.
Esa labor naturalmente permitió que ese chico bonaerense, que se inició como músico y cantaba sin mayores pretensiones las canciones de John Lennon arriba de modestos escenarios, deviniera en una especie de intérprete profesional del exbeatle. Es más: el próximo cinco de octubre, en Argentina se estrena Lennons, comedia que él protagoniza. En Inglaterra, de igual modo formó parte del elenco de un documental que está por ver la luz, en el que recreó el último día de vida de John, y ya rodó una suma no menor de videoclips musicales y comerciales.
—¿Cuál ha sido el escenario más desafiante que enfrentaste?
—Mirá, el más desafiante yo creí que era el Cavern Club de Inglaterra, porque toda la gente que va ahí son ingleses y la mayoría de esos ingleses vieron a Los Beatles y a Lennon en vivo. Entonces, yo dije ¡wow! De hecho, cuando estuve en el 2019, el Cavern Club me contrata como artista residente. Yo daba tres shows por día de forma acústica frente a ingleses, frente a todos los turistas que iban ahí, y dije “esto es lo más complicado”. Pero no fue así.
—¿Entonces?
—El año pasado toqué en el estudio número dos de Abbey Road donde Los Beatles grabaron sus discos. Fui invitado por Abbey Road para tocar en un evento privado, entonces yo dije “nah, estar acá...”. Porque ahí lo que te gana es el tema del fanatismo. Yo no soy sólo un cantante, un actor que recrea las canciones, sino que también tengo mi amor por ellos y mi pasión. Y no me puedo abstraer de esa secuencia de decir “estoy en Abbey Road, cantando y tocando donde ellos grababan y cantaban sus canciones para los discos”. Entonces, estar tocando ahí con los mismos instrumentos que utilizaron Los Beatles, la misma atmósfera, todo. Estar parado donde Lennon se paraba para cantar las canciones, y a todo eso sumarle un público que está mirando, eso fue realmente maravilloso.
—¿Y al final no te ganó el fanático de dentro?
—En un momento estaba cantando, y dije “la voz mía está reverberando donde reverberaban ellos”: o sea, es imposible mantenerte fuera de lugar. Vos tenés que ser profesional y cantar y dar el espectáculo, tenés que salir de ese fanatismo. Pero es imposible no darse cuenta del momento en el que lo estás haciendo y dónde estás parado. Yo creo que también, con el paso del tiempo, uno va a ver la magnitud de dónde estuvo, de dónde cantó, siendo contratado por los ingleses para ese evento tan lindo. Mirá, después de esto es estar cantando frente a Paul, porque otra cosa no hay, je.
El reconocimiento de la familia Lennon
Cuando Javier Parisi creía que ya había vivido todo lo que podía vivir con respecto a Los Beatles, en 2018 sucedió tal vez el episodio más improbable de su relato.
Él lo cuenta así:
—Fue realmente mágico. Yo estaba estaba atrás de la gorra que utilizaba Lennon, la famosa gorra de cuero, y doy por Internet con la diseñadora que le hacía las gorras originales, Helen Anderson. Entonces, voy al sitio web, ordeno una, me llega en una caja hermosa, la saco y adentro había una carta que decía: tómate una fotografía y envíamela. Eso lo hace con todos.
Parisi siguió sus instrucciones y a los pocos días recibió de vuelta lo que viene escuchando desde hace poco más de dos décadas: Te parecés muchísimo a mi amigo, a John. Pero ahora no se lo decía cualquiera: Helen Anderson fue íntima amiga de Lennon desde los dieciséis años. Asistieron juntos a la escuela de arte, recinto en el que también conocieron a Cynthia Powell, primera esposa del músico. Sorprendidos, ambos siguieron el intercambio de mensajes y allí, al enterarse que ese tipo igualito a su amigo cantaba, Anderson le solicitó grabar un video interpretando “In my life”.
—Se la grabo, la envío, se la muestra a los amigos, y dicen, ¿pero cómo este video de Lennon? ¿Tiene cd’s atrás? No encajaba la época. Y ella les dijo: “Ése no es Lennon, es Javier que vive en Argentina”.
Más tarde, la diseñadora publicó en Instagram la imagen que Parisi se tomó con su gorra. Uno de los likes fue de Julian Lennon, hijo de John: “Julian comienza a seguirme en Instagram, a likearme las fotografías y los videos recreando al padre. ¡Yo no lo podía creer!”.
—Entiendo que después tú viviste un tiempo con Helen y conociste a la familia. ¿Por qué te trataron así?
—Cuando voy al año próximo a trabajar a Inglaterra en un musical, estoy viviendo tres meses en la casa de la diseñadora de John, donde conocí a la hermana de Lennon (Julia Baird), venían a comer. O sea todos los familiares y amigos estaban ahí. Compartí mi vida durante tres meses con ellos. Y ellos me decían: nosotros sabemos quién sos vos, que sos argentino, que querés a tu familia y tus amigos, te manejás de esa manera simple. Nosotros sabíamos que la persona que iba a venir a vivir acá es una persona que tiene amor, pasión, admiración y que trabaja mucho para recrear y cuidar la imagen de Lennon. No es un loco que se cree que es Lennon. Ellos siempre me marcaron la diferencia de lo que es ser un artista. En trabajar, siendo argentino, con otra cultura, con otra lengua.
—¿Y cómo fue compartir con ellos, conocer las anécdotas de John de primera mano?
—Realmente fue maravilloso, porque nunca imaginé que me iban a dar ese lugar. Siempre digo que han sido muy generosos conmigo, pero indudablemente ellos ven algo en mí que les da esa tranquilidad y ese cariño. Imagínate estar cenando y que de repente aparezca Helen con un papel y me muestre un dibujo o unas líneas que le escribía Lennon a ella. Todo tenía otro valor, otra connotación. Mismo la hermana de John, cuando viene y me dice que está sacando su libro en español, y después, durante la pandemia, para el día de mi cumpleaños, me escribe y me dice me encantaría que seas el embajador de mi libro en los países hispanohablantes. Y me dice pensálo. No lo pensé ni un segundo, le dije claro que sí, me encantaría. Que ellos me estén dando ese lugar es maravilloso.
—Mencionaste lo de ser embajador del libro. También lo de Abbey Road, los conciertos, conocer a la familia. Películas, videoclips. En tu país, te reconoció tu club, Lanús, fuiste a lo de Susana Giménez. ¿Qué fue lo más loco para ti?
—Hay muchísimas cosas locas que te van pasando, gente que vas conociendo que nunca te imaginarías. Estar en lugares o en cócteles, como me pasó de estar en el Festival de Cannes, que fuimos con Helen, y de repente estamos almorzando y enfrente mío estaba el sobrino de Mia Farrow. Y vos decís ¿esto es verdad? ¿Esto es mentira? Y estaba contando que estaba haciendo un documental sobre su tía. Calculá que las Farrow estuvieron en la India, en la famosa Dear Prudence, entonces Helen le dice acá tenés un actor si tenés que recrear ese momento de la India. Terminamos de comer, todo, y cuando se va, me dice discúlpame Javier, ¿me podría sacar una foto con vos? Claro que sí, yo te iba a pedir primero la foto, pero me ganaste de mano. Entonces son cosas que vos decís, yo soy de Lanús, como bien vos ves la camiseta atrás, soy del barrio, de esta manera, y encontrarme en Cannes comiendo con esta persona... Son cosas que yo tomaba de forma natural. Mis amigos me decían ¿pero vos te das cuenta? Pero ellos son naturales, son lo más normal del mundo que hay. Son más comunes que quizás gente común acá en Argentina. Entonces vos te manejás de esa manera.
—Y con la gente, me imagino que te paran mucho en la calle. En el paso peatonal de Abbey Road estuviste un buen rato…
—Me pasó una vez de grabar un video para México. Fue fuerte también. Porque eso también sucede: mucha gente que se te acerca y te ve, te habla en primera persona. Entonces vos te encontrás en esa situación y decís no puedo romperle lo que la gente está viviendo, no sabés lo que está pasando o el proceso que está teniendo. Soy muy respetuoso de esas situaciones. Era una familia que había perdido un hijo y a ellos les calmaba ese dolor de la pérdida, que John les esté diciendo que acá está llegando su hijo que tanto me quería y me admiraba, y que yo lo iba a cuidar a él. Vos, fíjate, se me pone la piel de gallina contarte esto. Pero lo que uno puede estar ayudando a otra persona desde el otro lado, es impresionante. Uno no toma la magnitud a veces de las cosas que le sucede al otro. Uno se piensa que canta las canciones, que lo ve a Lennon y ya está, pero no: en cada cabeza estás movilizando algo.
—Conociste a John superestrella, pero también, como pocos, al John padre, hijo, hermano. ¿Qué visión te queda de él ahora?
— Mirá, la visión que me queda es quererlo mucho más de lo que lo quería. Porque esa persona que uno lo tiene como ídolo, o sea, vos decís, es de carne y hueso. Tenía los mismos problemas y las mismas incertidumbres que tenemos todos nosotros. Tenía sus demonios, sus situaciones, y cómo él, frente a eso, se ponía esa coraza y salía para adelante. Yo siempre digo: él no invertía en un psicólogo, él invertía en escribir canciones. Y estoy completamente agradecido por todas esas cosas que él escribía. Le ponía poesía, le ponía música. Pero me hizo quererlo mucho más, porque sentí también eso: que uno lo veía fuerte en el escenario, grande en el sentido de todopoderoso, pero él también tenía muchas inseguridades y muchas cosas que lo hacían flaquear. Y frente a eso, él se reponía, iba para adelante, iba para adelante una y otra vez, no se daba por vencido y se aferraba a la música.
—¿Te queda algún sueño pendiente?
—Uno siempre tiene que estar soñando pero con los pies sobre la tierra. Quien no sueñe es porque está muerto, y vos tenés que tener sueños y proyectos para levantarte todos los días y poner una sonrisa en tu cara. Y cuando los cumplís, tenés que ir por otros: de eso se trata también la felicidad. ¿Sueño? Sí, siempre existe el de poder conocer personalmente a Ringo y a Paul McCartney. Pero yo sé que si las cosas suceden van a suceder, y si no, está todo bien, porque parte de lo que a mí me sucedió, yo tampoco lo soñé, se fue desencadenando de a poco.
Javier Parisi, el mejor tributo de John Lennon, agendó cuatro presentaciones en Chile en el marco de su gira “Imagine The Beatles Legacy”. Se presentará el 17 de agosto en el Club Amanda, Santiago; el 19 de agosto en el Casino Dreams de Puerto Varas; el 24 de agosto en el Casino Enjoy de Coquimbo y, finalmente, el 27 de agosto en el Casino Enjoy de Viña del Mar.
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