Kit Harington, el actor detrás del guerrero de "Games of thrones", se internó para sacarse el estrés de la grabación del final de la serie y dejar el copete, vicio que lo ha llevado a protagonizar puros bochornos.
El éxito, la fama no siempre son sinónimos de una vida plena. Prueba de ello es el actual momento que vive el actor Kit Harington (32), conocido en todo el mundo por su rol como Jon Snow en la serie Games of Thrones.
El domingo 19 de mayo los fanáticos de la joyita de HBO hicieron vigilia esperando el final, en la que querían que Jon, el hombre que siempre buscaba hacer lo correcto, se sentara en el trono de hierro.
Lo que nadie sabía por esa fecha era que el intérprete de uno de los principales protagonistas de la historia se internó en una clínica tras grabar los últimos capítulos. ¿Qué le pasó? Su papel le generó un tremendo estrés y, además, tenía problemas con el alcohol, según se rumoreó.
"Kit ha decidido utilizar este descanso en su agenda como una oportunidad para pasar un tiempo en un centro de bienestar para trabajar ciertos problemas personales", comunicó ayer su representante.
El lugar donde sigue el tratamiento es el Privé-Swiss en Connecticut, conocido por ser especialista en salud mental, bastante lujoso y caro, pues la cuenta por un mes de estadía es de 120 mil dólares, los que se traducen en casi 85 millones de pesos chilenos.
Rosie Leslie, su esposa y compañera en la afamada producción (interpretaba a Ygritte) es quien más apoyo le está dando para que se sane y no vuelva a hacer noticia por sus escandalosas borracheras.
Harington hace rato venía evidenciando que su pega actoral lo tenía sobrepasado y, en paralelo, que se volvía de patio con el trago, de lo cual existen varios registros.
En enero del 2018 lo paparazzearon turnio en un bar de Nueva York haciendo el tremendo escándalo, totalmente ebrio. Los guardias del local debieron sacarlo, pues se puso a pelear con los clientes.
El video de su deplorable show fue tema y recibió muchas críticas. Sin embargo, al aludido poco le importó aquello, pues al mes volvió a ser visto borracho, esta vez en París.
Lo bueno es que tras esos bochornosos episodios, Kit puso la cabeza en frío y decidió acudir a profesionales.