"Lo interesante de este programa es que cada capítulo se está convirtiendo en una gran cuña para la semana. Me acuerdo cuando comenzó "LDC", que no habían preguntas preparadas ni regalos tan "maqueteados" de los invitados hacia el dueño de casa", comenta Moulián.
La noche del sábado se exhibió un nuevo capítulo de "La Divina Comida", donde obviamente, cuatro famosos compitieron por ser el mejor anfitrión y cocinero de la noche. Hasta ahí, todo es igual que siempre, esta vez fue el turno de Kathy Salosny, Andrea Molina, Arturo Walden (Kiwi) y Julio Milostich, siendo este último el ganador de la jornada.
Lo interesante de este programa es que cada capítulo se está convirtiendo en una gran cuña para la semana. Me acuerdo cuando comenzó "LDC", que no habían preguntas preparadas ni regalos tan "maqueteados" de los invitados hacia el dueño de casa, todo fluía naturalmente y no se notaba la pauta. Ahora es muy notorio el guión y está bien, hay que responder a los auspiciadores y seguir la pauta.
Me quiero quedar con los temas más profundos que les toca responder a los anfitriones. Una vez que ya están instalados los cuatro comiendo en la mesa, uno de los tres invitados es el encargado de hacer la pregunta directa al hueso, y ojalá que sea tan punzante que lo haga emocionarse hasta las lágrimas o enojarlo lo suficiente para que suelte una "papita buena" en contra de alguien o de alguna institución. De este sábado, la cuña sin duda fue el sueño del "Kiwi" con Felipe Camiroaga, su íntimo amigo y compañero de departamento, una especie de despedida de parte del Halcón de Chicureo donde le dice que hará un viaje y que no volverán a verse, desapareciendo dentro del paisaje de este sueño. Que fuerte como sigue presente el recuerdo en todos sus cercanos, han pasado más de 6 años y es como si hubiera sido ayer que lo vimos "peluseando" en el matinal de Chile.