La energética, sudada, rejuvenecedora y gritada noche de The Offspring en el Movistar Arena

La legendaria banda punk ofreció una presentación de rock arrollador que hizo vibrar a miles de fanáticos, mezclando clásicos infalibles y una energía inagotable. Entre saltos, mosh pits y gritos a coro, The Offspring demostró que su rebeldía sigue intacta, sin importar el paso del tiempo.

Lo vivido en el Movistar Arena durante el show de The Offspring fue simplemente espectacular, como para dejar con la lengua afuera a todos los presentes, mientras se gestaba una especie de milagro peculiar que permitió rejuvenecer a los miles de asistentes durante los más de 90 minutos sobre el escenario de la banda del Orange County de California.

No solo la audiencia —mayoritariamente compuesta por treintañeros y cuarentones— estuvo completamente entregada, como si tuviese 20 años menos, sino que también la propia banda respondió ante el entusiasmo con una entrega que se sobrepuso a cualquier brecha técnica.

Claro, The Offspring no es un grupo que se caracterice por la más pulcra de las presentaciones en términos sonoros, e incluso bromean en el escenario sobre aquello, pero lo suyo sí es una descarga de energía de alto calibre, tal y como lo requiere su hardcore punk skater en constante ebullición. Y lo más llamativo es que eso lo siguen logrando pese a que Dexter Holland rasguña la tercera edad y Noodles ya esté viviéndola a concho.

De ahí que The Offspring concretó una presentación marcada por una entrega energética que respondió al fragor que se generó tanto en la cancha como en las galerías.

The Offspring (La Cuarta)
Foto: Paulo Quinteros.

Ahí estuvo la audiencia moviéndose a más no poder, entre saltos y puños al cielo, dándolo todo durante gran parte de las canciones, como si la vida se les fuera mientras agarraban con uñas y dientes la juventud que se aleja día a día.

Y en un recinto del que emanaba el sudor a raudales, el ambiente permitió gestar un gran show marcado por las guitarras estridentes, los mosh, los gritos a coro, la explosión de papel picado, las pelotas playeras y los saltos sin más dirección que abrazar la vitalidad, la adolescencia perdida y, por supuesto, la insolencia.

Por eso, para nadie debiese ser sorpresa que, desde el comienzo, con la energética y explosiva “All I Want”, la entrega de The Offspring fue total, lo que obviamente llegó al siguiente nivel rápidamente con los hits más populares del grupo, incluyendo su primer gran éxito número uno, la ya clásica “Come Out and Play”.

Lo mismo ocurrió incluso con canciones menos populares, debuts del nuevo disco—como fue el caso de “Make It All Right”—o la sucesión de covers que recuperaron clásicos del rock, como “Iron Man”, la energética revisión de “In the Hall of the Mountain King” o el tributo punk a “Blitzkrieg Bop”.

De ahí que el espectáculo en el Movistar Arena mantuvo una gran cadencia entre sandías caladas y registros menos oreja, lo que permitió crear grandes momentos de explosión una vez que llegó la hora de satisfacer a la audiencia justo antes del encore con la alegremente sarcástica “Why Don’t You Get a Job?”, la burlona “Pretty Fly (for a White Guy)” y la reflexión adolescente de “The Kids Aren’t Alright”.

La guinda de la torta fue el posterior cierre definitivo con la crítica de “You’re Gonna Go Far, Kid”, la canción más popular de la banda durante este siglo, y la imperecedera “Self Esteem”.

Ante todo eso, lo hecho por The Offspring en Santiago fue un show que encapsuló un caos controlado, energía desbordante y un público entregado hasta la última canción.

La banda demostró que, más allá de la edad, la verdadera magia está en la conexión con sus fans y en la capacidad de hacerlos sentir más vivos que nunca, en una mezcla de nostalgia por el ayer y un abrazo por la alegría de disfrutar en el aquí y en el ahora.

Por eso, si algo quedó claro en esta noche, es que el espíritu rebelde de The Offspring sigue intacto, con un rugido tan potente que sigue conectando. Como en sus mejores tiempos.

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