Multifacética, así es la abogada más querida de la televisión chilena. El pasado 27 de febrero comenzó la sexta temporada del programa “Carmen Gloria a tu servicio” en TVN, y desde ese día se ha mantenido en el primer lugar de sintonía. Una mujer poderosa que ha llevado su mensaje feminista a las charlas que realiza —y que la dejan siempre con una sonrisa de oreja a oreja—, a su libro “Y no vivieron felices para siempre” y a sus labores filantrópicas. Dueña de un carisma único, una belleza natural —prefiere andar sin maquillaje en su día a día— y una relación de ensueño con Bernardo Borgeat. “Me gusta vivir la vida intensamente”, confiesa en exclusiva a La Cuarta.
Mis días son ajetreados pero siempre he sido media hiperquinética. Me encanta tener mucha actividad, muchas cosas que hacer, lo disfruto, me gusta vivir la vida intensamente. Tengo cosas fijas los lunes, miércoles y jueves, en el canal grabando para el programa (Carmen Gloria a tu servicio). Los martes, para Grupo Defensa, y además de eso, voy metiendo otras cosas dentro de estos ajetreados días, de repente charlas de alguna fundación, conversar, coaching.
Me gusta lo que hago, me fascina esa sensación de poder aportar en la vida de otros, de poder compartir con personas que además viven muy alejadas del centro del país, cuando hago charlas por ejemplo. Creo que es un privilegio para mí poder hacerlo, estar en terreno y percibir el impacto que tiene el programa, que tiene lo que trato de transmitir. Le agradezco a la vida tener la posibilidad de poder estar haciendo esto, de verdad.
Agradezco el éxito que ha tenido Carmen Gloria a tu servicio. No deja de sorprenderme, estamos iniciando nuestro dieciseisavo año en la televisión, y sabíamos que este año teníamos que poner más esfuerzo que nunca, a pesar de que cada año lo hacemos. Pero cada año decimos “ya hay que ponerlo todo, porque no sabemos si a lo mejor va a ser el último”. Y fuimos súper metódicos en revisar los resultados del año pasado, ver qué quería ver la gente y qué no quería ver, porque para todo hay análisis y estudios que se hacen en el canal, y con esa base programamos este nuevo año.
Hemos podido leer bien a nuestro público. Eso nos ha permitido desde el estreno, mantenernos en primera sintonía. ¡Estoy impactada! Lo agradezco, creo que es el mejor premio, el mejor agradecimiento que podemos tener, porque es a la gente a la que le hacemos el programa.
Seguimos teniendo un montón de prejuicios. Defrauda y me ha costado acostumbrarme que dentro del medio y dentro de nuestros pares siguen respirándonos en la nariz, lo siguen encontrando un programa rasca. Pero importa tan poco cuando veo que la gente para la que se hace el programa, para la que hacemos todo el esfuerzo, sí lo reconoce, sí lo valora, es el primer premio que podemos tener.
No me proyecto en un programa como Échale la culpa a Viña. Nunca me he proyectado en nada. Lo pasé bien, me es cómodo conversar con la gente porque finalmente es lo que hago en el programa mío. Me reí mucho porque soy una desenchufada del mundo del espectáculo, entonces me encantaba cómo Nacho (Gutiérrez) me explicaba. Creo que el grupo era muy ameno, muy entretenido, para mí fue como una conversación con invitados en mi casa, me sentí cómoda y no tenía ninguna expectativa, entonces cumplí con la labor que me encomendaron, traté de hacerlo lo mejor posible. Me apañó mi asesora de imagen para estar a la altura de la circunstancia, y creo que esa era nuestra misión dentro del festival, hacer un buen desempeño, tomárselo en serio y ser responsable, pero nada más.
Lo que me emocionó de la rutina de Belén Mora es que pocas veces nos hacen reconocimientos así. Menos gente que trabaja en el medio. Por el contrario, hemos estado expuestos a burlas de gente que trabaja en el medio, entonces fue como ¡Wow! ¡Qué heavy! Y además en el escenario más importante de Chile. Por eso se lo agradecí, porque se lo hubiera agradecido a cualquiera que hubiera tenido la gentileza, la bondad, la generosidad de hacer un reconocimiento así en un minuto que era de ella, que estaba disfrutando en ese escenario, y dedicar unos segundos a nosotros es una generosidad infinita.
Estudié Derecho porque había una enorme vocación de resolver conflictos. Creo que una gran impulsora fueron los conflictos que atravesó mi mamá, las dificultades que tuvo para cobrar la pensión de alimentos, para pelear y luchar por sus derechos, mi papá trató incluso de anularla de forma tránsfuga, trató de despojarla de los derechos que le correspondían. Y no había lucas para tener un grupo de abogados, entonces era una lucha gigante, yo decía “qué ganas de saber de leyes para poder ayudarla”. Creo que ahí nació mi ansiedad y esta necesidad por saber más.
Cuando quise estudiar Derecho, fue un sueño frustrado. Porque al salir del colegio no tenía las lucas, entonces cuando pude concretarlo me agarré con toda fuerza a él. Amo mi carrera, amo lo que hago, y mi único escollo que tenía, y que mis compañeros de universidad me escucharon muchas veces decir: “Pucha, a mí me encanta, pero me carga cobrar”.
No soy buena para cobrar. Yo decía: “Me gustaría que un tercero me pagara y que yo tuviera que hacer la pega”. Y se dio esto, que es la situación ideal: me paga TVN y le hago el trabajo a la gente, entonces creo que fue un decreto en la vida. Una búsqueda y concretar un sueño.
“Lo vas a lograr”, eso le diría a la Carmen Gloria que recién comenzó a estudiar Derecho. Porque estaba llena de dudas, escuché tanto “esto es muy largo, esto es muy difícil, vas a perder el tiempo, no lo vas a lograr, estas muy vieja”. Yo le daría fuerzas, porque poca gente me dio ánimo en esa época, me diría “lo vas a lograr”. Que esa pasión que estás poniendo y ese trabajo que estás haciendo va a ser el secreto para cumplas tu objetivo.
Bernardo significa tanto para mí... Es un partner, un compañero. Y es tan distinto a mí..., por eso mismo a veces es mi cable a tierra, la mirada del otro polo de las cosas que yo no veo, él tiene la reflexión y la tranquilidad que mi impulsividad y mi pasión a veces nublan. Eso ha hecho que funcionemos perfecto como pareja, y que llevemos tantos años juntos.
No creo que haya algo que sea tan grave de estar en televisión. Con los años he aprendido a llevar ese aspecto negativo que es, sin duda, la exposición o la facilidad con que la gente se siente para agredirte o para criticar, pero uno aprende a vivir con eso, a valorar las cosas buenas. Hoy lo venía pensando, a raíz de que en la mañana supe que ayer fuimos de nuevo primera sintonía, y dije: “Voy a hacer algún live para agradecerle a la gente que nos ve”. Porque a veces uno dedica más tiempo a la gente que te tira mala onda, a los detractores, y eso siempre va a existir. Entonces uno tiene que valorar a los que están, a los que te reconocen, y esa es una de las cosas que he ido aprendiendo con el tiempo.
He aprendido a sacar lo mejor de la crítica. Lo que me sirve, lo leo, lo valoro y lo aplico; corrijo cosas cuando estoy de acuerdo con ello, cuando siento que tienen un sentido. La crítica perversa, aquella básica, la paso por alto, bloqueo o contesto pa’ darme un gustito a veces. Pero sigo de largo, no arrastro conflicto, trato de ser un aporte dentro del trabajo que hacemos a nuestra sociedad, y de comprometerme en llevar soluciones reales, concretas a la gente y saber también hasta dónde puedo hacer un compromiso y saber cuándo debo soltar lo que ya no depende de mí.
No tengo ningún pudor en reconocer que mi llegada a la televisión fue por la generación de ingresos. Para mí, eso era fundamental en aquel minuto, pero en algún momento empecé a descubrir que era una plataforma maravillosa que me permitía llegar a rincones que yo ni imaginaba, no solo de Chile, sino además internacionalmente.
La mayor satisfacción de estar en la televisión es la posibilidad de llegar a miles de personas. Eso es lo que me enamoró. Hablarle a las personas y a través de la entretención, enseñar y explicar algo tan importante y a la vez tan difícil de digerir como es el mundo del Derecho. Que la gente tenga mayores herramientas para defenderse, provocamos cambios en la vida de las personas, lo vemos en los casos que nos llegan o que me cuentan en redes sociales.
Gracias al programa, hay mujeres que han tomado la decisión de salir de una relación violenta. O enfrentar a su familia, asumir su condición sexual, entre otros temas. Es un privilegio estar haciéndolo a través de una pantalla de televisión que es absolutamente democrática, sin discriminación, y lo aprovechamos al máximo. Esa es la responsabilidad que asumimos como programa.
Los casos de violencia contra la mujer me han golpeado fuerte. Por eso, hace dos o tres años estamos en esta campaña del “Basta”. Cada año tratamos de renovar ese compromiso e irle agregando una cosita más, alguna información más que le permita a las mujeres salir de eso. Siguen quebrándome mucho los casos de abandono o de maltrato a los niños, tienden a sacarme de mis cabales.
El objetivo con el que partió esta campaña “Basta” es provocar un cambio cultural. Porque en la medida que no cambiemos como sociedad no va haber ninguna ley que impida que esto siga pasando, por muy duras que sean las penas o por más cárceles que construyamos, porque cada vez que hablamos de penas o de cárcel estamos tarde, ya hay una víctima. Entonces quiero que aprendamos antes para prevenir, y para eso necesito que todos nos hagamos parte.
Hay tantas cosas pendientes en cuanto a políticas públicas. Es tan frustrante ver que las pensiones de alimentos siguen impagas, que el registro de deudores se está llenando de nombres y de montos sin que se logre el objetivo final, que es que paguen. No tengo idea de cuál método será el más efectivo, pero me gustaría encontrar uno efectivo para que paguen, porque es tal el problema que se produce en el país, es tan grande el efecto de ese incumplimiento, que se tiene poca conciencia y poca claridad de lo importante que sería mejorar.
Sueño con ver a mis hijos realizados. Ya concreté parte de ese sueño con una de ellos, que terminó el año pasado su carrera, y ya está lista, salió de la universidad, sé que le queda todavía mucho por recorrer, pero por lo menos lo que dependía de mí es tarea cumplida. La segunda está a punto, le quedan dos años; y el chiquitito está empezando, entonces ver a mis hijos sería para mí como “cumplí mi tarea en esta vida”.
No tengo ninguna cábala. Soy cero cabalera, no creo en brujos, en nada. Tampoco en el horóscopo, soy lo más pragmática que hay, soy una mujer muy cuadrada de cabeza, entonces no creo en inciensos, en santos, en nada.
Tuve varios trabajos, pero siempre relacionado a lo que yo estaba estudiando. Trabajé como secretaria, como técnico en seguro en una compañía de seguros, como liquidadora de seguros de vida después empecé a estudiar derecho y después ya como abogada.
El otro día hablé sobre mi primer sueldo con mi hija. Le dije: “¿Tú sabes cuál fue mi primer sueldo?”. Me estaban alegando por algo… y fueron $25.000, me los pagaron por el reemplazo de una secretaria, fue mi primer sueldo en la vida y se lo pasé a mi mamá, yo era muy chica.
Me encanta pintar, pero tengo poco tiempo. En el quincho tengo en mi casa, pinté una serie de calaveras de vacas como catrinas mexicanas, las tengo colgadas. También pinté en un barril un dibujo en homenaje al vino. Esas cosas me gusta pintar, me gustaría tener más tiempo porque me relaja mucho.
Escucho de todo. Ponte tú, mis hijas están fascinadas porque ahora estoy loca con Billie Eilish y Rosalía. La otra vez se subieron al auto y me dijeron: “Mamá, la tení programada, o sea que de verdad te gusta”. Y obvio, me encantan, pero también escucho música clásica. El fin de semana me encanta estar sola ordenando y poner ópera fuerte, me encanta Madame Butterfly. Me encanta Lucho Jara, la Myriam Hernández, sigo siendo fanática de Fernando Ubiergo. Soy bien variada como puedes ver, lo único con lo que no engancho mucho es con el rock pesado.
Soy pésima para ver series. Soy muy ansiosa, entonces empiezo algo y lo tengo que terminar. Si empiezo un libro me obsesiono y lo leo completo. Si empiezo una serie, la tengo que terminar, entonces veo series los fines de semana y que sea máximo ocho capítulos, porque si no, no puedo. Y además soy súper inquieta, y tampoco soy buena para quedarme mucho rato sentada.
Para las películas soy bien llorona. Tengo mis clásicos como Notting Hill que la veo cada vez que puedo, pero hace poco vi una película turca llamada Milagro en la celda 7, sobre un papá que se va preso y tiene la edad mental de su hija. Su único pecado es amar profundamente a su hija y no tiene herramientas para defenderse. Fue la última película con la que más lloré... así con hipo. Tremenda, tienen que verla por favor, es tan linda, me acuerdo y me empieza a dar pena. Preciosa.
Si pudiera tener un superpoder, sería no dormir. Y que los días fueran más largos para hacer más cosas.
Mi placer culpable es el chocolate, es un vicio. Lo escondo de mí misma, me gusta el bitter sin leche, sin nada. Bernardo está siempre tratando de adivinar porque yo lo escondo para que no me lo coman, y me gusta una marca en especial y un cuadradito que es liso, sin nada. Me encanta sacar uno y dejarlo que se derrita en la boca. No me dura tanto como yo quisiera porque voy comprando siempre, compro y lo voy escondiendo en mi closet. Bueno, eso y las calugas de leche. Los dulces definitivamente son mi placer culpable.
Si pudiera invitar a tres personas a un asado, primero sería a Gabriela Mistral. La admiro profundamente ¡qué ganas de haber nacido en la época de ella y haber conversado tanto! Una precursora feminista, fuerte, valiente y maravillosa. Invitaría a Mistral sí o sí. Traería de vuelta a mi mamá, para invitarla también. Y traería de vuelta a un gran filósofo que también admiro mucho, que es Rousseau, porque él tuvo la visión de entender nuestra sociedad de una manera distinta, y empezó a cambiar el mundo para siempre. ¡Y que el asado lo haga Bernardo!
Carmen Gloria Arroyo es una mujer común y corriente en un trabajo.