La popular cantante acaba de lanzar su nuevo disco, Rancherízate, mientras busca potenciar su carrera tanto en Chile como México. En más de 20 años de carrera, y tras algunos episodios complejos en lo personal, la artista se sincera, hace balances y saca lecciones: “He estado trabajando mucho en mi forma de elegir a las personas”, declara.
“No es un gorro”, corrige de buena gana María Carolina Figueroa Molina (43), sino un “sombrero” ranchero. Enfundada en un body y unas botas fucsia, se mete en su papel de Caro Molina (de alguna manera, un homenaje a su fallecida madre) o “Rancherita” y luce su lado más sexy: posa ante el espejo, detrás una batería e incluso con las piernas montadas en un piano.
La cantante —actualmente avecindada fuera de Santiago— llegó hasta el Estudio Vinilo, en Ñuñoa, para promocionar con La Cuarta su nuevo disco, una deuda pendiente consigo misma, Rancherízate, que son doce canciones de tropical ranchero lanzadas en días de Fiestas Patrias, con temitas como el juguetón “Correcaminos”, el coqueto “Cosquillitas” y el picarón “Botellita de jerez”.
A más de veinte años de su debut discográfico con Prueba de fuego, en conversación con La Firme, la artista repasa su vida y carrera, la que en más de una ocasión se ha visto cruzada con lo farandulero, a veces de manera más agraz que dulce: sus años mozos en Quillota, desde donde viajaba en busca de su sueño; sus coqueteos con el mundo del espectáculo, del formato reality a su viejo pololeo con Arturo Vidal; la muerte de su mamá, un hito doloroso y clave; sus años haciéndose un espacio en México; el regreso a Chile; hasta algunos momentos complejos como una golpiza o el acoso de una expareja:
—Cuando te desahogas, puedes sanar muchas cosas —reflexiona—. Estuve mucho tiempo después de la pandemia bien contenida de las situaciones que me pasaban en lo personal, y las he podido ir cerrando con las canciones, con las letras, y sacar a la luz. Pero no opacaré mi carrera, tengo que seguir y sigo con mi música, que para mí es lo más importante.
Caro también mira hacia el futuro, hace un balance de sus finiquitados emprendimientos fuera de la música, pero también vislumbra hacia dónde apuntar su vida personal… Eso y más, acá.
LA FIRME CON CARO MOLINA
Nací en la vereda del hospital. Tengo mi cabeza muy deforme, porque mi mamá, Victoria, tuvo trabajo de parto toda la noche; y vivía en El Boco (una localidad de Quillota), en un sector rural, y estaba sola con mi hermano mayor. En la mañana, a las 6 AM, se tomó la primera micro; y al bajarse, nací en la vereda, entonces me afirmó. Y ahí me dejó todos los dedos marcados en la cabeza. Tengo el cráneo deforme por eso, jajaja.
Mi primer recuerdo en Quillota: la primera vez que me subí a un escenario a cantar, con un sombrero que pesaba como 50 kilos para mí. Yo tenía siete años, en el Festival del Pajarito que hacía el diario El Observador. Era un gimnasio lleno de gente. Tenía que hacer una performance que mi mamá había inventado. Antes de partir la canción, tenía que tomarme un cortito de menta, que era the real, y yo con siete años, jajaja, ya me estaban alcoholizando; y disparar un revolver de mentira... No pude hacer nada, porque traté de disparar y mi mano era muy flaquita, chica, y la cuestión muy dura... Nunca pude disparar la pistola, pero canté. Fue mi primera vez.
Mi mamá cantaba, desde chica, pero era disléxica, entonces no lograba terminar las canciones. Y le pasó en un escenario, en Quillota, que no logró terminar una canción y fue un fiasco para ella, la vergüenza total, y dijo: “No canto más”. Ella se veía reflejada en lo que yo podía hacer, y los sueños que ella podía cumplir como cantante. Pero yo también lo hice siempre por amor a la música.
En el colegio pasé harto bullying en algún minuto por cantar rancheras. Siempre fui bien canapé de huevo, o sea, hacía todo, no solamente cantaba: bailaba hip hop, tocaba batería y hacía gimnasia olímpica, mis piruetas en el aire. Como cantaba rancheras en un colegio católico de monjas, en la iglesia siempre me tiraban para atrás porque cantaba muy fuerte. Ahí empezó el bullying, también porque cantaba rancheras; se veía como de estatus bajo (sus compañeras la calificaban de “piojenta”, según ha contado en otras entrevistas). En la adolescencia me retraje un poquito, hasta que vi la película de Selena (cantante conocida como “La reina de la música tejana”), que fue mi inspiración.
Como era del campo, me la pasaba en la medialuna Las Pataguas o en Boco, en Quillota, para las Fiestas Patrias. De verdad lo vivía, metida ahí en la tierra y los rodeos. De hecho, a los 16 años fui reina del rodeo oficial de Quillota en El Edén, con los caballos, las botas y el asado. Y desde hace mucho que paso las Fiestas Patrias trabajando; y apenas puedo después me arranco para mi tierra.
Cuando chica quería ser monja, como estaba en un colegio de monjas. En esa etapa en que retraje un poco mi personalidad, a la par era seleccionada de gimnasia olímpica, pero también participaba en muchas actividades pastorales como de ayuda social y de reunir alimentos. Ahí tuve una inspiración en ser monja, pero conocí a mi primer pololo y se me pasó, JAJAJA. Mi primer pololo que fue del barrio, a los 16 años, unos pinchazos. Yo pinchaba jugando a la “escondida china” o al “semáforo”, jajaja, que era el mejor.
Mis papás se separaron cuando yo tenía como 17 o 19 años. Yo los separé, jaja, porque se llevaban muy mal, pasaban peleando. No se pegaban el alcachofazo. Yo lo saqué: “´Tú, pa’ fuera” y “Tú quédate acá”... Es algo más personal... Pero creo que fue lo mejor que pudieron hacer. Mi papá, Jaime, siempre me acompañaba a shows, pero hubo una etapa, cuando se separaron, en que dejé un poco la relación con él, tuve bastantes heridas; pero ya están todas sanadas.
A los 19 años tuve una pérdida (de embarazo), ahora tendría 23 años (esa criatura). Yo era gimnasta olímpica y seguí haciendo después que salí del colegio; era seleccionada en Quillota, iba a los campeonatos regionales. Entonces me pegaba mis saltos, caía y son golpes en que uno se saca la cresta. Nunca me quebré un dedo ni nada, pero ahí tuve una pérdida y cuando llegué al hospital fue: “Usted tuvo una pérdida”. Reaccioné con un: “Es que mis papás no tienen idea que ya no soy virgen, ¡por favor no le diga nada”. Y se enteraron. Me tomó por sorpresa, no alcancé a saberlo ni a encariñarme. Pero para mí fue un sentimiento de culpa de “debí haber cachado”, porque cuando tuve un retraso debí preocuparme. En el momento que sentía esa culpa, me imaginaba: “Pucha, ¿cómo habría sido? ¿Qué nombre le habría puesto? ¿Habría sido hombre o mujer?”. Sentía que cada cosa mala que me pasaba en la vida era como: “Chuta, esto fue porque no tuve la precaución o el cuidado”. Sentí ese peso en varias oportunidades. Después me reconcilié con eso, cuando aprendí que debía pedir perdón a esa “energía” que iba a existir y no existió por mis descuidos.
Soy la segunda de cuatro hermanos, de la misma madre y padre, y otros más del lado de mi papá. Soy la única mujer, la menos polleruda; son todos pollerudos menos yo. A pesar de ser mujer, soy la que salió de Quillota, la que ha hecho cosas afuera y ha viajado. Me enorgullece. Agarro para el leseo a mis hermanos, por pollerudos. Tengo esa personalidad más de mi mamá, que era más resiliente y fuerte.
En el 2001 lancé mi primer disco, Prueba de fuego... Oooh, cantaba del terror... pero fue mi primera prueba de fuego. Obviamente me siento orgullosa, porque fue un disco que grabé con mucho, mucho esfuerzo. Fueron nueve meses de insistir todos los días, viajar de Quillota a Santiago, para que el dueño del sello me diera una reunión o entrevista para mostrarle lo que yo quería hacer. Fueron, de verdad, nueve meses, un parto. Me siento orgullosa de ese disco ahora. Fue súper exitoso, la gente lo recibió súper bien a pesar de que cantaba muy mal. Todavía no tenía técnica vocal, no había tomado clases de canto y los músicos que apoyaron fueron Los Tigres de Sonora, que hicieron lo que pudieron hacer a la rápida. Fue bonito, no me arrepiento... Pero no lo escuchen, JAJA.
Nunca trato de tener mala onda con nadie, pero cuando veo que me tiran mala onda, y en público, me corro y me alejo. Me pasó con un compañero, pero no tuve mucha amistad cuando estuvo en Rojo (TVN) conmigo. Obviamente si los veo los saludo. Hay algunos que me siguen, me comentan de repente las redes sociales, y les mando cariño y besitos. Pero así como amistad, no.
Con Arturo Vidal he vuelto a hablar. ¿Si nos caemos bien? La última vez que nos encontramos en un lugar público, no me saludó el desgraciado. Iba con la polola (Sonia Isaza). Debo provocar algo, todavía, jaja. Tengo la mejor de las buenas ondas con él. El pololeo que tuve con él fue muy corto y demasiado mediático, por eso fue tan bullado. Creo que ni siquiera nos alcanzamos a conocer bien, nuestras personalidades.
Cada vez que se me acercaba un futbolista, pensaba que yo estaba pololeando o tenía algo con él. De hecho, el antiguo director de La Cuarta me vetó un año por haberlo desmentido; defendí mi honra en algún minuto, desmintiendo lo que había dicho, que me había ido con un futbolista: (Manuel) Neira... cuando fue todo lo contrario: él me había seguido a mí antes y yo no había caído en esas redes, jajaja. Al desmentir esas cosas que pasaban en farándula en ese tiempo, era como (estar) con la espada contra la pared, porque era: “Chuta, ¿desmiento a un medio tan importante, que me va a vetar, por un año? ¿O defiendo mi dignidad y honra?”. No soy de la facilotas que se van al tiro con un tipo. Defendí mi honra, muy a mi pesar. Ese tipo de cosas de la farándula eran las que me chocaban. O, por ejemplo, cuando decían: “Vino mal vestida a la alfombra roja”... ¿Esperaban que yo fuera vestida de gala si yo soy la “Rancherita”? Tengo mi personaje, soy una persona que vive su personaje. Vivo la música todo el tiempo, me dedicado desde los 7 años; no esperen que fuera vestida como modelo y con joyas auspiciadas por Swarovski. Yo voy vestida con sombrero tejano y con lo que me sienta cómoda, como me gusta vestirme y peinarme. Eso no está en discusión cuando uno es artista. Ese tipo de cosas me decepcionaron harto de la farándula.
En mi primera exposición de lo personal, que fue cuando pololeé con Arturo (Vidal), desde ahí vi que el público se me acercaban a decirme: “Mijita, usted es un ejemplo, que defienda su dignidad y trabajo”; y se me acercan cabras jóvenes así como “Hueona, te admiro”. Esto no es una artista que canta nomás, es una artista que tiene vida, personalidad y la gente lo aprecia.
“¿Porque a algunos hombres los desarma tanto estar con una mujer trabajadora e independiente?”, dijo hace un tiempo. Soy la culpable en ese sentido, yo soy la que se fija en ese tipo de patanes, jajaja. Ahora estoy cambiando eso, he estado trabajando mucho en mi forma de elegir a las personas, porque siempre me tocó eso; los compadezco igual, después de terminar conmigo no debe ser fácil vivir sin mí, dijo María Félix, JAJAJA. Porque igual siempre se quedan picados. Siempre el pololo que he tenido, después se quedaba picado, haciendo cosas (en mi contra); no todos pero la mayoría. Siento que tiene que ver con que, a lo mejor, no he sabido elegir, o fijarme en otro tipo de personas, hombres más honorables, no tan abacanados... Ese trabajo lo he empezado a hacer desde hace un par de semanas nomás, en serio. Tengo a mis sicólogos personales, jajaja, mis terapeutas.
En Primer plano (CHV) me operaron, cuando estaban haciendo las operaciones (estéticas). Después sentí bastante pudor. Fui bien inocente: cuando me hablaron de que estaban operando famosos, yo me quería operar los juanetes; bailaba ballet de chica entonces tenía el huesito ahí (salido). “No po’”, me dijeron, “cómo se te ocurre, si tenemos que mostrar algo entretenido”. Me convencieron, yo no tenía mucho la necesidad de hacerlo. Tenía mi autoestima un poquito baja. Había estado en Mekano, donde yo era como el perfil infantil, la más flaquita y chiquita; no me sentía mal con eso, pero sí tenía un toque de baja autoestima por personas alrededor que me decían cosas. Cuando salió la oportunidad, yo estaba súper chica y no caí en cuenta de que después me tenía que desarrollar más, físicamente, crecer. Sentí pudor de haberlo hecho... pero ya está... Me quedó bien, jajaja. Era ponerse pechugas. Pero ellos querían vender así una cirugía con escándalo: “LA TRIPLE CIRUGÍA DE LA RANCHERITA”. Entonces fue como: “Te vamos a sacar grasa”, que no tenía nada, “e inyectarla en los glúteos”. Mucha gente piensa que después me puse silicona, y no. Hago ejercicio, como un poquito más de la cuenta, y me pongo a veces más voluptuosa.
Mi mamá tenía 55 años cuando supo que tenía cáncer, el mismo día de mi cumpleaños. Su muerte no es nada superable, vivo con eso. Soy muy cristiana, tengo mucha fe en Dios. Independiente de mi carácter fuerte, siempre he tenido una espiritualidad muy grande en mi vida y, después de que mi mamá falleció, también fue así, todavía más fuerte. Me dijeron que a mi mamá le quedaba un mes de vida, la desahuciaron.
Mis cumpleaños posteriores no fueron celebrables. Me ha costado mucho volver a celebrarlos. Fue rápido, desde que mi mamá empezó a decaer, fueron tres meses hasta que falleció. Trato de rescatar lo bueno de eso, lo único, que ella no sufrió, no estuvo postrada mucho tiempo. Pero la he necesitado siempre, y cada logro que tengo pienso en ella... Ay, ya me dio pena (Sus ojos se humedecen)... Quisiera que estuviera conmigo, acompañándome cuando fui a México a cumplir la promesa que le hice. Ese tipo de cosas son vacíos que, a lo mejor, he tratado de llenar en relaciones de pareja, y por eso me he equivocado y no me tomo el tiempo de conocer bien a las personas.
La muerte de mi mamá potenció en mi el sueño internacional, porque ella soñaba con que yo fuera a conquistar México, al público mexicano. Antes de nunca lo había pensado en ir, no estaba en mis planes; estaba desarrollándome acá, me iba súper bien en Chile, mi música estaba sonando en la radio, con hartos ofrecimientos en televisión, de aparecer en una cosa y otra. Estaba súper bien, pero un domingo, el último día que la vi, se lo prometí, y me vine a trabajar a Santiago y el lunes me avisaron que había fallecido. Estaba en Fiebre de baile (CHV), nunca me sentí culpable, el contrario: siento que mi mayor consuelo siempre ha sido que le di todo lo que pude y, cuando se enfermó, fui la primera y única que se hizo cargo, y después al final del proceso mis hermanos y papá aparecieron a apoyar. Pero yo me la traje a Santiago, hice todo por salvarla, no solamente en la parte económica, sino en moverla para todos lados, y a la par seguí trabajando porque era lo que me sustentaba, y también lo que ella quería. Siempre me decía que tenía que morir con las botas puestas, que no abandonara nunca nada. Por eso nunca abandoné el trabajo ni los sueños.
Estuve en Año 0 (reality de Canal 13), entré en las camadas de refuerzos, cuando estaba poniéndose fome, ahí dijeron: “Ya, metamos a la ‘Rancherita’”, JAJAJA... Me estoy poniendo ególatra, JAJAJA. Estuve como dos meses y medio. Había acordado estar un mes, porque tenía que sacar un disco en Argentina y un (Teatro) Caupolicán con Marisela; tenía muchos proyectos en ese minuto. No iba a hacer romances, peleas ni nada; pero como que pauteaban a la gente, sobre todo a las minas, para que me buscaran la camorra, que me movieran las cosas de mi cama y que me dijeran que me puse silicona en el trasero, que me echaran mala onda. Igual tengo mi carácter, me costó mucho contenerme para no sacarle la mugre a alguien. Trato de no ser agresiva nunca, la violencia no va conmigo; pero cuando me sacan los choros del canasto, me contuve harto en el reality, por cuidar mi imagen. No la pasé tan bien. Tuve un lapsus de necesitar salir, extrañaba mucho viajar, salir a cantar y ya veía que no me querían soltar, que no estaba cumpliendo el mes que habíamos acordado. Tuve que dejarme perder muy en contra de mi orgullo; siempre fui gimnasta, era muy competitiva y sabía que tenía opciones para ganar. Lo que más me prendía del reality eran las competencias y me sentí muy decepcionada por no poder lograrlo. Tengo una cosa de orgullo más que nada.
Me llamaron Palabra de honor (el próximo reality de Canal 13), me estaban hablando cuando estaba en México (hace unas semanas); pero no sé si sería el momento para mí, porque estoy en hartos proyectos, y justo en la fecha que más uno trabaja, y tengo un equipo que también trabaja de lo que hago. Entonces medio que peloteé la oportunidad. Pero me gustaría hacerlo en algún minuto.
Viví en México, partí desde cero, años después del fallecimiento de mi mamá, en el 2015; tenía que reunir mis fondos, sola, no estaba conectada con nadie, no tenía un pituto, manager o “palanca” (como le dicen en tierras aztecas), que conociera dónde llegar a trabajar o a mostrar mi trabajo. Me fui con la maleta y la mochila, y aperrada nomás, a la vida. Es un mercado gigante, 50 y tantos países dentro de un país. Nadie me reconocía en la calle, fue un cable a tierra, brígido. Estaba acostumbrada a que en Chile si salgo a un centro comercial o a una feria itinerante, la gente me reconoce; me entrega mucha felicidad y, al mismo tiempo, le puedo entregar felicidad a una persona con mandarle un mensaje o sacarme una foto. Y en México, no. Después de que estuve en La Voz México, ahí la gente me empezó a reconocer, sobre todo por el look de las trencitas. “¡Ella es!”, escuchaba de lejos. “¡La chilena, la chilena!”. Los productores y la gente del medio me decían “La Cachai”, como siempre hablaba con el “cachai”. Fue un periodo corto (de fama), porque después tocó la pandemia, que la pasé en Chile.
Estuve a punto de dejar la música, una fue en Rojo (TVN); y la otra en México, que ahí estuve siete años y pasaron muchas situaciones, y no llegué siendo conocida; entonces me involucré con personas que, de repente, querían sacar más provecho de mí en otro sentido. Era decepcionante. Me sacaron plata, me hicieron ilusiones o querían tener intenciones más en lo íntimo; no sufrí acoso ni nada, pero fueron situaciones incómodas… Estaba con mi pololo de ese tiempo, Jonathan (Jorquera, bailarín), que fue mi pololo eterno, diez años, chileno y se fue conmigo. Me apoyó mucho en esa época, en fortalecerme esa parte de la autoestima de artista: “Tú puedes, cantas increíble, puedes destacar”, me decía, a pesar de que había opciones de irse por el camino fácil.
“¿Qué hago? ¿Tengo que afearme? ¿Ser más machito pa’ mi cosas? ¿No puedo explotar mi sensualidad cantando?”, me cuestioné muchas cosas. También tuve que parar algunos escenarios en México, algunas invitaciones importantes, porque me iba a ver muy bien, iba a ser tentación para alguna para algunos sectores de narcos; preferí no ir a cantar a algunos escenarios que eran muy importantes. Eso creo que tenía más que ver con que yo no estaba con un equipo que me resguardara bien, estaba haciendo las cosas sola. Me deprimí un poquito y dije: “Chucha, ¿qué hago? Estoy haciendo las cosas sola y no voy a caer en recurrir a que soy bonita, sensual o a estar con alguien en intimidad para lograr algo eso”. Eso nunca lo he hecho ni lo haré. “Me va a costar más, mucho más”, decidí. Ese fue mi bajón, pero también la razón para tomar más fuerza y destacar con talento.
Estaba yendo y viniendo entre Chile y México. Vivía allá y no me mandaba mucha información de lo que hacía, porque no tenía equipo de trabajo. Me pasaron hitos muy importantes, me premiaron del círculo Nacional de Periodistas, me hicieron reconocimiento como “Artista Revelación”; hice gira en Estados Unidos y México y hasta fui a Costa Rica a cantar al Teatro de San José; participé en musicales como protagonista, que lo cubrieron Televisa y TV Azteca, y era muy llamativo, así como: “¿Por qué una chilena abre el musical de ranchera?”, “porque es la Rancherita de Chile” y “¿por qué es la Rancherita de Chile?”... Era muy interesante para ellos saber de dónde venía esta “Rancherita”. Hice cosas tan importantes y tan bonitas de las que acá no se enteraron mucho, solamente del cahuín de que me había quitado unos añitos en La Voz México; me habían aconsejado bajarme un poquito la edad: “Di que tienes menos, pareces de menos”. Acá tomó más fuerza la copucha que las cosas artísticas y bonitas que hacía.
La edad no es tema para mí. Tengo 43. En La Voz México me dijeron que me bajara la edad, porque la industria musical es muy cruel con la mujer, sobre todo cuando tiene más edad. No le iba hacer daño a nadie con bajármela, no es un delito o pecado; me bajé la edad nomás... ¡Y pusieron el grito en el cielo! A mi edad me siento súper orgullosa de verme cómo me veo y sentirme cómo me siento. Creo que no es una traba para uno como mujer, ni la edad ni tener hijos ni quedar embarazada, como pasaba antiguamente, que frenaba tu carrera. Uno puede todo.
Estoy retomando México, estuve hace tres semanas e hice un tour de medios de entrevistas. Estoy planificando mi carrera internacional y las canciones que lanzaré afuera, que no es lo mismo que el Rancherízate, porque allá no conocen el tropical ranchero; aunque lo aproveché de mostrar en radio, en una bien importante, La Z, y lo encontraron súper llamativo, interesante. Podría ser una pionera en eso... Capaz po’, en una de esas... Pero lo que quiero hacer allá es cumbia urbana. Allá tengo un departamento donde llegar, que me lo proporciona el sello discográfico. Tenía casa cuando vivía allá; en la pandemia estaba pagando y se me estaban yendo muchos recursos.
Cuando volví a Chile, la gente me veía como “una mina de la tele”, porque ya había una generación de recambio, conocían a la “Rancherita”, pero era como la mina de la tele, no sabían de mi historia, de mi vida, que empecé de abajo. Mucha gente pensaba yo vendía la pescá con que soy del campo. Nací en El Boco, en Quillota, y me crié también con el “¡uyui!”, jajaja, y el “¡arre!, y todo eso. Mucha gente piensa que la “Rancherita” es porque las rancheras venden... ¡Y no po’! Vengo yo de esa esencia. La gente no cacha mucho de mi esfuerzo, que vengo golpeando puertas de chica y que la hice sola. Quisiera que la generación nueva conociera un poquito eso.
Muevo harto las redes sociales. Se ha dado una bonita amistad porque me he encontrado con artistas en escenarios, con gente nueva como el Cris Mj, El Jordan 23 y Pailita, y han sido muy buena onda conmigo; han mostrado mucha admiración. Yo también siempre he sido más urbana, en el look, en las canciones y en hacer fusiones de sonidos. Me han propuesto (colaboraciones); de hecho, El Jordan me lo dice mucho cuando nos encontramos: “¿Se vienen cositas? Tenemos que hacer algo”. Podría ser, me gustaría. Al principio para mí eran fuertes las letras que ellos cantaban; por ese lado me daba bastante pudor. Pero si hacemos un término medio, todo el rato.
Con Rancherízate siento que hay un check, logrado, porque hace rato que no grababa un disco completo, estaba lanzando canción por canción, single por single. No dejaba de lanzar música, hasta en pandemia, cada dos meses. Pero trabajar un disco era un desafío que me tenía con la bala pasada, una deuda que hace rato me la estaba pidiendo el público, la ranchepeople... ¿Cómo la Rancherita no va a tener un disco de tropical ranchero? Siempre soy bien rebelde, trato de no seguir a las masas, o que no se vea que me estoy colgando de alguien. Siento pudor de que piensen que me estoy colgando de... Pero me aconsejaron harto, el productor musical también, con que “hay que hacer un disco” y “ya, démosle”. Y en el disco sale una colaboración Los Charros de Luchito y Rafael, que para mí son los papis, los creadores de la movida tropical ranchera.
“Correcaminos” (una reversión de la icónica canción del dibujo animado de El Coyote y el Correcaminos), me encantaba esa canción y quería cantarla algún día, pero no sabía cómo. Y ahora se dio que encajó en el concepto de tropical ranchero.
En la pandemia la gente me mandaba correos pidiéndome canciones y yo les mandaba un video cantándoles una serenata virtual, dedicada a alguien. Todavía lo hago; de hecho, tengo una pendiente para el 24 de septiembre, un cumpleaños. Canto la canción que me pidan; en pandemia era lo que fuera, desde Whitney Houston hasta Ed Sheeran; y ahora me piden canciones mías netamente, “Botellita de jerez” y “Libre, solterita y sin nadie”. Me llama la atención que hay muchas mujeres muy empoderadas, que piden una serenata para su esposo.
Tenía muchos cuadernos con letras (de canciones) y escribía lo que sentía como con “Maldito galán”, que claramente fue para Arturo (Vidal) esa canción, JAJAJA, que fue en el tiempo que había terminado con él. Era como un libro abierto contar mi historia. Pero ahora las letras que escribo tienen que ver con las cosas que escucho de la gente, historias de las personas, pongo mucha atención a las anécdotas que me cuentan; y también lo mezclo con sentir personal. “La brígida” es totalmente personal. Ya no tengo tanto pudor. Este disco tiene algunas canciones de mi autoría, pero son más en el contexto de la picardía y de la pretensión del baile; no es tan de desamor ni tiene tanta tiradera. Este disco tiene más que ver con que la gente baile y que queden con la lengua afuera.
No es conocido el tropical ranchero afuera y cuando estuve en México haciendo cumbia me resultó muy bien. La canción “No me llames más” tiene más de 10 millones de reproducciones, que la lancé sólo para promocionar en México; de hecho, las reproducciones son el 80% de México. Todas las canciones que tengo escritas y guardadas en ese cuaderno están en ese concepto. Pero estando aquí en Chile retomé y mostré un poquito para que no se perdiera la “Rancherita” que conocían desde antes de la pandemia, y dije: “Ya, démosle con tropical ranchero, que es lo que suena fuerte”.
Ahora no abandonaré ninguno de los dos lugares (Chile ni México). Tengo un proyecto en México que está empezando a realizarse, estoy grabando, componiendo y produciendo música. Tengo esta doble vida, como dos maridos: uno cada y otro allá... pero que al mismo tiempo se conocen y se llevan bien, JAJAJA.
“Hay muchas puertas que se van cerrando por circunstancias de la vida, algunos prejuicios, y lo tengo súper claro”, dije hace unas semanas en Radio Agricultura. En una sesión de fotos me sale toda mi sensualidad, pero soy un poco más del “Club de Toby”, con mis amigos. Y cuando hay que sacarse una foto más sexy, no me cuesta, pero es porque me agarro del personaje; siento que eso fue muy perjudicial en algún minuto, como que mucha gente (decía): “¿Qué? ¿Ella canta o es modelo?” o “¿Por qué tan sensual en Instagram?”. Cuesta más demostrar que eres cantante y que puedes ser un artista completa: actuar, ser sensual y explotar esa sensualidad de mujer.
En el 2021 ingresaron dos mujeres a mi casa y me golpearon, además de robar algunas pertenencias. Todo fue muy injusto, porque se malinterpretaron muchas cosas, que yo había exagerado lesiones, y en realidad no hice eso, jamás haría algo así; estaban todas constatadas. Se habló de que yo había sido una “rompehogares”, que me había metido en un matrimonio... ¡Mentira¡ ¡Jamás! Siempre ha sido una regla de oro no involucrarme jamás con un hombre casado. No hablé más del tema, porque sentía que le daba importancia a gente que no tenía por qué tenerla. Siempre hice las cosas bien, por eso mi sensación fue de injusticia. Dios es el que juzga y tengo la verdad a mi favor. Creo que siempre he tenido un crecimiento y un cariño de la gente porque llevo la verdad y a Dios siempre adelante.
El caso de mi expareja y exmánager (Juan Chacón) sigue en los procesos judiciales. Me vi forzada a hacerlo público (en mayo), porque ya era mucho tiempo de acoso y de intentar desprestigiar mi imagen como cantante y mujer. Trató de hacer muchas cosas de las cuales tengo muchas pruebas, que ya no voy a exponer públicamente; pero en un momento tuve que dar el grito porque había que ponerle un freno. Yo le había puesto todos los frenos con demandas judiciales, pero desgraciadamente eso no avanza mucho hasta que matan a una mujer, y lo hemos comprobado. La justicia está para cosas un poco más delicadas, y a lo mejor se podía ver menos delicado que esto simplemente fueran acosos y amenazas; pero son reales. Tuve que dar ese grito. Ahora sigue el juicio, aunque trato de enfocarme en mi carrera y que no me no me desenfoque ni (afecte) mi ánimo. Por eso he tratado de evitarlo y que mi energía no esté en personas y situaciones que no valen la pena. Pero por supuesto que sigo con la parte legal.
Estoy más tranquila (respecto al caso), que era lo que buscaba, y apareció el Ministerio de la Mujer también, se hizo notar para protegerme ante cualquier cosa. Sentí que mi competido que era mi seguridad, está logrado. Y se me estaban cerrando puertas por prejuicios que él había generado hacia mí, como cantante y mujer; para que estamos con cuestiones, en la interna igual hay machismo.
Con muchas cosas que me han pasado en lo personal me ha costado defenderme como corresponde, públicamente, porque está el prejuicio de “se quiere victimizar”, “utiliza el recurso de las cosas que le pasan para hacer canciones” o “quiere tele”, cuando uno en realidad lo que quiero es mostrar una realidad que no solamente me pasa a mí; yo también soy mujer, no solamente artista. Me han pasado situaciones que yo quisiera mostrar y ejemplificar para muchas mujeres que les puede estar pasando. Tengo ese pudor y me contengo un poquito por el prejuicio de algunas personas. Siento que no es tanto el público, sino más que nada la parte oculta y secreta de las producciones y la gente que toma decisiones importantes en productoras.
Siempre he sido muy alegre, trato de vivir muy feliz y de mostrar lo mejor de mí; pero si tengo que defender el género femenino, y que mi rol como mujer sea más grande que artista, no tendré nunca problema en hacerlo. Me contengo, por mi equipo, que lo que más quiere siempre es que me enfoque y hable de mi trabajo siempre en primer lugar, y no se destaque tanto lo otro, a pesar de que existe una vida personal en la me ha pasado cosas muy fomes. Pero trato de ser un ejemplo: la cantidad de de mujeres que me han escrito al conocer mi historia, que se sienten inspiradas, motivadas a tomar fuerza, y hasta me piden consejo. No pretendo tener una bandera de lucha, pero ya que me han pasado cosas, trato de no enterrarlas ni dejarlas así como “filo, da lo mismo”. Seguir adelante, y que le sirva a otras mujeres.
Nunca he cantado en el Festival de Viña, ¡claro que sí me interesaría! Creo que es viable, se puede dar, ahora que he estado ordenando este desorden que me provocó la vida personal. Con mi equipo de trabajo siento que estoy mucho más fortalecida en muchos flancos: técnica, producción y me siento mucho más sólida en lo vocal. Y desde chica que he enfrentado públicos masivos, y estoy trabajando fuerte para ese tipo de instancias como el Festival de Olmué y de Viña. Hay que posicionarnos, que eso lo dice el público. Hago el llamado a la gente escuche mis canciones y me puedan impulsar a lograr ese tipo de escenarios. Tuve un acercamiento al Festival de Olmué cuando estaba viviendo en México, y andaba en la gira de Estados Unidos. Había olvidado un poquito a Chile, lo había dejado de lado.
De los pololos que he tenido, el 80% ha querido formalizar (pedir matrimonio); algunos han querido formalizar a los dos meses de pololeo, muy apurados, pero creo que ha sido por el entusiasmo del comienzo po’. En ese sentido, siempre he tenido la claridad de que no me voy a casar... pero me gustaría, JAJAJA. Me asusta pero me gusta. Siempre, de chica, tuve la visión de que sería soltera, toda la vida, quizá por cómo se llevaban mis papás. Pero si lo vemos como un “error”, me gustaría cometer ese error.
La maternidad me interesa. No he tenido todavía la bendición de tener un hijo, pero tampoco algo que me quita el sueño. Si tengo que ser honesta: si no sucede, no sucede, y seré feliz igual; y si sucede, ojalá sea con la persona indicada, con el hombre ideal, no perfecto, pero ideal. Dentro de mi crianza y valores está la cursilería, más a la antigua, como “quiero estar casada con el papá de mi hijo, y seguir hasta abuelitos”, no criar a un hijo separados.
Tengo un gato, Huasito, que era del Olmué. Ese es mi hijo, que es la energía que necesitaba, esa compañía y ternura. Nunca me lo esperé. Me cargaban los gatos. Era más de tener perros, recogí perros en la calle; de hecho, quisiera tener una fundación de perros en algún minuto. Dicen que los gatos te eligen. Llegó a mi vida en un momento en que necesitaba mucho afecto y él vino a llenar ese espacio, muy fuerte mi conexión con ese gatito.
Ya no sigo con mi emprendimiento de vinos, pasaba muy curada con esa hueá, JAJAJA... No, mentira... Se me acercaron para ocupar mi nombre en una viña, y me ganaba un porcentaje; no estaba yo pisando la uva. Era una sociedad para usar mi marca (su nombre). Me fue bien, más menos un año. Estuvo entretenido.
El emprendimiento de los colchones fue una decepción, no fue una estafa de plata. Tenía la idea yo de entregar mi nombre como marca, sin ganar, pero sí con él fin de que ayudáramos a la gente y se repartiera una cantidad de colchones a una fundación o gente que tuviera necesidades. Era el trato que tenía, porque no tenía interés en ganar plata con poner mi nombre en la marca de los colchones... Y eso no pasó.
No he pensado en algo diferente a la música. Me dicen mucho que tenga OnlyFans, jajaja, y cosas así. Tuve en pandemia un OnlyFans, pero soy media floja para sacarme todos así (al descubierto), me da frío...
Me gustaría mucho motivar a niños de regiones a cantar, hacer festivales o llegar a lugares les cuesta más a los cabros chicos desarrollarse y venir a un programa de televisión a Santiago. Yo también empecé a golpear puertas viniendo a Santiago, pero estaba dos horas en bus; hay niños que son muy talentosos y, en el campo, muy lejos, no tienen la oportunidad de sentir su voz grabada. Algo así me gustaría, no sé si como emprendimiento; igual tiene que haber un lucro, porque habrán gastos, pero más que nada me gustaría hacer cosas por la parte social.
Tengo muchos fans en redes sociales, unos muy románticos y otros más eróticos, jajaja, con propuestas muy extrañas. Trato de entender el punto de vista de todos los fans. Sobre todo la fanaticada de las mujeres, es mucho más potente, porque son muy apoyadoras. Mis letras que escribo o elijo cantar siempre son como más de apoyo a las minas. Me llama mucho la atención cuando me escriben como si fuera una motivadora, que para mí es muy gratificante, de verdad, no por ego ni nada. “Voy a dejar una huella”, digo. Al final todos nos iremos de este mundo y no quiero ser la mina que cantaba nomás, también quiero ser la persona a la que en algún momento le preguntaron: “¿Cómo superaste la muerte de tu mamá? A mí se me murió mi mamita hace tres meses”. Es bacán dar un punto de vista y experiencia de vida. Sentir que dejaré una huella.
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido cantante me habría gustado ser auxiliar de vuelo; creo que tenía pasta para ser sicóloga, pero creo que habría sido como la Doctora Cordero, medía locochona. Pero (me quedo con) auxiliar de vuelo, porque viajan mucho.
Un apodo es “Totito”, que toda la familia me dice y en Quillota toda la gente me conoce así... Por el poto, porque de chica era flacuchenta y tenía la colita parada.
Un sueño pendiente es el Festival de Viña y lograr escenarios bacanes. A pesar de que mi nombre ya es una marca conocida, y en el medio todos me conocen, siento que me ha faltado que me den oportunidades de no ser solamente la “Rancherita” como personaje de la tele por farándula, sino de darme a conocer y mostrar mi trabajo, en la cancha, en el escenario.
Una cábala que tengo es tocarme el tatuaje que me puse atrás con el nombre de mi mamá, cada vez que salgo a cantar.
Un trabajo mío que no se sabe fue en un packing de tomates... Me va a decir que soy la “Pelatomates”, jaja... Como a los siete años. Era como temporera y también seleccionaba los tomates. Trabajé por rebeldía, de chica, como por decir “yo puedo”. Nunca le pedí a mi papá que me comprara un desodorante, en la vida.
Una canción favorita escrita por mí es “Niña mala”, porque siento que es muy empoderada; aparte que me ha dado muchas satisfacciones, ha llegado a un público LGBT que la ha adoptado como un himno.
Un cantante favorito siempre es Marc Anthony, inmediatamente; y muerto, Juan Gabriel. Y uno chileno que admiro, que era de La Sociedad, Pablo Castro; hizo una trayectoria muy bonita aparte de ser artista, tuvo la capacidad para no tener el ego de un artista y ser un productor musical que hace artistas, trabajando afuera en Estados Unidos y México.
Mi primer sueldo fue trabajando de payasita, pintaba caritas, en shows infantiles. Ese primer pago, que eran como 10 lucas, me lo entregaron en un sobre morado. Lo gasté en invertir en cosméticos de Avon, jajaja, la loca emprendedora, y me puse a venderlos y juntar plata.
Un pasatiempo es cocinar, me gusta caleta, mucho; y las clases de baile o CrossFit, que me encantaría tener más tiempo. Por eso me llamaban tanto la atención los realities: más que por el cahuín que se pueda dar, me gusta mucho la competencia.
Una película, que no sé si me hace llorar, pero me gusta mucho, es: Paseo por las nubes, de Keanu Reeves. Es muy mexicana. Y con la de Selena siempre lloro.
Si pudiera tener un superpoder sería ser invisible. De chica pensaba en ser invisible para meterme en las reuniones de la ONU, o de la gente de la guerra para sabotear las guerras.
Creo en el horóscopo, JAJAJA, creo mucho. Le pregunto a todos qué signo son. Siento que no todas las personas están tan designadas en su signo, pero sí hay un patrón muy cercano de personalidades. Soy Géminis.
Un placer culpable es comer, ¡todo! ¡Todo me gusta! Tengo la virtud de que no engordo; mucha gente piensa que me opero a cada rato, y yo la verdad es que no engordo. Como caleta, mucho y a cada rato, y no tengo que ponerme a dieta constantemente ni nada de eso. Pero es culpable porque obviamente tengo que mantener la salud, cuidarme; tengo el colesterol alto y el hígado graso. Debo cuidarme.
Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, uno sería Juan Gabriel; a Beyonce, todo el rato, para cachar cómo es; Jennifer Lopez, que me encanta; y a Selena. Es toda gente que admiro musicalmente o por la historia de vida.
Caro Molina es prácticamente María Carolina. Mucha gente dice: “Quiero conocer a la María Carolina, no a la Caro Molina”... Es la misma... Es cantante desde los 7 años, para ella no hay una diferencia. La persona que quiera conocerla primero debe conocerla como artista y su mundo en casa. La persona que la quiera, así toda fodonga, es la persona correcta, la que la quiera y acepte sin maquillaje. Lleva una vida siendo el personaje. Solamente, la gente la ve más tierna y dulce como la “Rancherita”, y ha sentido la necesidad de que conozcan su carácter más tajante.