La Firme con Cecilia Gutiérrez: “No es mi rol cuidar a los famosos de lo que hacen o los errores que cometen”

La periodista Cecilia Gutiérrez fue entrevista para La Firme. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

La periodista de espectáculos se ha consolidado como referente de la farándula, al destapar incluso la vida amorosa del Presidente Boric. En entrevista con La Cuarta, la reportera repasa su vida, carrera e incluso revive grandes hitos del Festival de Viña.

Cecilia Gutiérrez (44) termina de grabar el Sígueme en TV+, pasa a buscar a su pequeña hija, Mila, al jardín y llega a su departamento en La Dehesa a eso de las 17:00 hrs. Entre ejercicios, cámaras, micrófonos, mensajeos por celular y una inesperada maternidad, con los años se ha consolidado como referente en el periodismo de espectáculo, revelando múltiples “bombitas” del mundo farandulero, que cada vez se cruza más con la política.

Así, por ejemplo, hace poco, en noviembre, nos enteramos que el Presidente Gabriel Boric terminó con Irina Karamanos, y hace unas semanas supimos que el mandatario tenía polola nueva. Antes, también nos desayunamos con las furtivas andanzas de Jorge Valdivia con la diputada Maite Orsini; y más hacia atrás, del ya finalizado romance se Pamela Díaz con Jean Philippe Cretton, y el de Cristian Sánchez y Diana Bolocco. O semanas atrás, de la nueva relación de “Chino” Ríos con su joven polola tras separarse de Paula Pavic.

Como resumen, la periodista arrancó su carrera en 2004, en una larga práctica en Chilevisión para el SQP; pasó largos años bajó el rigor de los diarios, reporteando sobre la industria televisiva; tras la trágica muerte de Felipe Camiroaga, en 2013 publicó junto al periodista Cristián Farías la biografía del “Halcón de Chicureo”, que fue éxito en ventas y marcó un punto de inflexión; pasó a la televisión como panelista; durante los tiempos convulsos del estallido y pandemia, con el programa Me Late, de Daniel Fuenzalida, fueron un bastión del espectáculo local; y hoy, ya consolidada como una marca propia, se enfoca en sus propios proyectos.

—Ay, niñita —dice con maternal paciencia la reportera, mientras se las ingenia para que su pequeña retoña se mantenga tranquila sobre sus piernas en el sillón, y logra que vea monos animados en el celular. Así, en entrevista con La Cuarta repasa su propia historia, desde que era niña hasta su anhelo pendiente de vivir fuera de Chile. Entre medio, aborda las polémicas y romances que ha destapado, analiza y adelanta el juicio que enfrenta ante Iván Núñez por presuntas “injurias graves”, recuerda algunos coletazos propios de su labor, como sus cruces con Juan Pedro Verdier y Sonia Isaza; habla de sus andanzas en la comedia stand-up, sobre la maternidad y distintos gajes del oficio y de la vida misma.

LA FIRME CON CECILIA GUTIÉRREZ

Mis recuerdos más recurrentes de chica son los veranos en el campo. Me iba al Sur, a Laja, con mis abuelos, las gallinas, pollos y la típica vida sureña. Sobre todo en el verano, me acuerdo ene de esos tiempos. Lo extraño mucho. Mis abuelos murieron y tengo un par de tíos allá. Me encantaría que la Mila (su hija) conociera, que también pudiera ver eso, tener esa vida un par de meses o semanas: tomar leche de la vaca y todas esas cosas que no sé si se harán todavía, jajaja, pero cuando iba se hacían. Pasaba, además, un lechero vendiendo leche todas las mañanas, e iba a buscar los huevitos al gallinero.

Hasta mis dos años mis papás, Iván y Blanca, vivieron en Talcahuano, y después se vinieron conmigo a Santiago, y me crié entre Providencia y Ñuñoa, hasta grande. Tengo dos recuerdos de colegio; uno en la básica, que lo pasé bien y era súper activa, la típica que participaban en todo, animaba a los eventos del colegio y era presidenta de curso. Después, en la media, no lo pasé tan bien en un colegio muy chico, que era “infierno grande”. Me encasillaron en el grupo de “las desordenadas malas” del curso, y yo era de las desordenadas que se reía y hacía tonteras nomás. Defendía a las compañeras cuando algo me parecía injusto, como la defensora de las causas perdidas; he aprendido a no meterme mucho en las cosas que no me corresponden, pero soy muy así. Siempre fui perseguida por las autoridades, jajaja, pasaba la inspectora por fuera de la sala y era como “ya me viene a buscar, ¿qué hice ahora?”.

La periodista recuerda con cariño su primera etapa escolar, aunque de la sus años en la medio no tiene la misma impresión. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Estudié Derecho dos años en la Universidad Santo Tomás, y lo dejé porque no me gustaba. Siempre tuve claro que quería estudiar Periodismo, porque me gustaba escribir mucho. Y mi papá en ese momento me decía la típica: “Levantas una piedra y salen 100 periodistas, estudia otra cosa”... Los prejuicios con el periodismo, que igual tenía razón, jajajaja, ¡¿por qué no lo escuché?!... Siempre fui humanista, y buscando una carrera que se ajustara a lo que me gustaba, elegí Derecho. Y me fue bien, no me eché ningún ramo. Pero no era lo que me gustaba. En el primer año me puse a escribir al tiro en la revista de la universidad. No era feliz en Derecho, y ahí mis papás me apañaron con cambiarme.

Entré a Derecho con el ideal de la justicia, y entré a Periodismo con el ideal de destapar los grandes escándalos del país y ser un aporte. Cuando estudié en la SEK, se enfocaba mucho en eso y llevaban a periodistas como Julio César Rodríguez, que trabajaba en La Nación Domingo, y que hacía reportajes de corrupción. Uno miraba y decía que “eso es lo que quiero hacer”. Al final terminé en otra cosa.

Hice mi práctica en Primer Plano (CHV). Estaba urgida buscando, había quedado seleccionada en algunas, pero no me gustaban, porque eran en medios chicos. Una amiga trabajaba en El termómetro (CHV), y un día me llamó y me dijo: “Vente al canal ahora porque en Primer plano necesitan un practicante”. Tomé la micro, fui y me entrevistó Andrés Baile. En el fondo no necesitaban un practicante, sino al medio pollo de él, porque el programa era los viernes y los domingos daban CQC (Mega), donde tenían la sección de “Los top five”, que mostraban los errores de la tele. Y Andrés, fiel a su estilo, para embarrarse a CQC, los tiraba el viernes. Me preguntó si tenía VHS, me pasó una torre de videos y me mandó a mi casa a buscar los errores. Esa era mi práctica al principio, durante un mes.

Cecilia hizo su práctica en Primer plano (CHV) y fue el afecto por su equipo el que la introdujo en el espectáculo. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Un día había pocos periodistas, e Iván Núñez era el editor y me dijo: “Te ganaste (hacer) tu primera nota en Primer plano”; yo creo que de puro perseverante porque nadie hubiese aguantado un mes viendo videos. No me cargaba esa pega, siempre fui de consumir espectáculo y farándula; aunque no era fanática ni jamás pensé que “me quiero dedicar a eso”. Me encanté con el equipo, aprendí ene. Estaba Carlos Valencia, que ahora es jefazo en Chilevisión, y Andrés Mendoza y la Ale Reyes, que eran los tres periodistas. Fueron súper generosos conmigo, me adoptaron. Me encanté con eso. También la gente de SQP me conoció y terminé haciendo ocho meses de práctica. La pelota me fue envolviendo y nunca paré de trabajar. Después, ese año partió En portada (UCV), donde la Ale Valle era la editora, y ella me conocía por Primer plano.

Nunca me he cuestionado el contenido de la información. Para mí era lo mismo estar parada afuera de un canal que de La Moneda, me lo todo con la misma seriedad y rigurosidad. Es entretención, pero para mí siempre fue trabajar, independiente de qué fuera el tema y estuviéramos hablando de algo liviano. Pega es pega. Nunca hubo un cuestionamiento así como “esto es espectáculo, esto no”. Se me dio fácil. Siempre he tenido —no sé si será suerte o un don— la capacidad de que la gente me cuente cosas. De hecho, me ha pasado mucho que me decían “deberías estudiar sicología”, hasta hoy. Cuando hago entrevistas me terminan contando cosas que no quiero saber, jajaja, no necesito saber tanto.

Mi mejor época periodística fue reporteando industria televisiva. Entré a La Tercera haciendo farándula, pero en algún momento dio un giro editorial, eliminaron la farándula y nos vimos en la obligación de cubrir a la industria. Éramos catorce periodistas en la sección y yo cubría todo lo que pasaba en TVN. Era bacán. De reporteo siento que fue mi mejor época, cuando me sentí más plena y desarrollada profesionalmente; además era todo un desafío por lo difícil, había que relacionarse mucho con los ejecutivos y rostros. En esa época teníamos una competencia brígida con El Mercurio; me levantaba y lo primero que hacía todos los días era leer El Mercurio para saber si me habían “golpeado” (revelado antes una noticia) o no; y si te golpeaban era así como “tendré un pésimo día porque partí golpeada”. Esa competencia era muy entretenida, aunque sólo le importaba al Mercurio y La Tercera. Al resto, la gente, no.

Cecilia recuerda que, en lo profesional, sus años has exigentes fueron en su paso por La Tercera, casi sin honorarios. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Trabajar en un diario, en esa época por lo menos, implicaba no tener horarios, ni fines de semana, con turnos de Navidad y Año Nuevo. Había días en que entraba a las 9 de la mañana y salía a las 12 de la noche, y al otro día de nuevo. Ahora es más liviano, incluso se hace de manera remota. Era full disposición. Básicamente vivías para trabajar, jajaja. No volvería a eso. No, no. Agradezco esa época porque por el rigor. Teníamos una reunión de pauta que era terrible. Había días en que pensaba como en el colegio: “¿Y si llamo que hay una bomba en el edificio?”, jajaja. Era súper exigente el nivel. “Que tiemble, por favor, ahora”, jajaja. El viernes teníamos que dejar un tema para el fin de semana y te exigían un golpe (una noticia de algo impacto), y a veces nos quedábamos un viernes hasta las 11 de la noche sin tema. “¡¿A quién llamo a esta hora?!”, pensaba. En esas llamadas, a veces tenías suerte, y otras no, y nos íbamos.

El el 2013, cuando sacamos la biografía de Felipe Camiroaga, La verdadera historia (con Cristián Farías), marcó un punto de inflexión. Yo llevaba siete años en La Tercera y podría haber seguido hasta hoy si no hubiese sido por ese libro, porque me dio la posibilidad de darme a conocer en otros ámbitos mediáticos. Es súper importante, hasta hoy la gente me reconoce por la biografía; te da otro estatus también escribir un libro, y fue el más vendido del año. Permitió que empezara a trabajar en la tele. Me invitaron de programas para entrevistarme, e íbamos a todos, desde el canal más chico al más grande; además a Cristian (coautor) no le gustaba aparecer, así que tenía que hacer todas las entrevistas. Un día, me invitaron a SQP a hablar del libro, le gustó y en un mes ya estaba de panelista.

Siento que nuestra biografía es súper completa y abarca todas las dudas que las personas pudieron haber tenido respecto a la vida de Camiroaga, y por qué actuó de ciertas formas. Todas las decisiones que tomó tenían una justificación y relación con su historia de vida, que es súper fuerte. Me pasa con Camiroaga que me falta algo audiovisual, la serie o la película de Camiroaga. Se ha hecho de todos los grandes personajes un documental. Pasa el tiempo y está la posibilidad ahí. Me encantaría hacerlo, pero no tengo los recursos, ni tampoco sé hacer películas. Si no la haría yo, jaja.

Cecilia es co-autora de una biografía sobre Felipe Camiroaga, libro que marcó un punto de "inflexión" en su carrera.

No estaba en mis planeas llegar a la tele. Si hay algo que me caracteriza, es que nada es muy importante, visualizo otras cosas en mi vida, pero no que “en un año quiero estar en la tele”. Soy súper abierta a lo que se da. Ahora he aprendido un poco más a visualizarme, pero con cosas más personales; por ejemplo, el podcast Bombastic hace rato lo quería, hasta que se dio la oportunidad. Todos mis proyectos ahora son más individuales. Me gustaría hacer cosas para mí.

Dada las situaciones de los medios ahora, no sé si es tan rentable hacer un sitio web (de espectáculo). En algún momento pensaba hacerlo bajo mi nombre, que la gente supiera que las noticias y “bombitas” estarían ahí. Pero en realidad transformé mi instagram en eso; hice esa variación. Mi instagram es un medio de comunicación en sí; la gente sabe que verá cosas personales, a la Mila y lo que yo hago, pero de repente encuentra noticias.

Durante el estallido social y la pandemia el espectáculo se replegó. Yo estaba en el Me late y Daniel Fuenzalida tuvo la bandera de mantener la farándula como fuera durante ese periodo; y lo aplaudo en eso, porque dimos la pelea a la contingencia heavy, sin desconocer lo que estaba pasando. Tuvimos la capacidad de hacer un programa que mezclaba la entretención con lo que pasaba. Hice móviles desde las marchas y Lucho Sandoval salía a reportar a las calles. Siento que ahí fue un apogeo de la farándula. En vez de replegarse como en los canales grandes, la gente buscó vías de escape. Ahí partí haciendo los lives (El primer plano del pueblo, al que después se sumó Sergio Rojas), y les iba súper bien, porque la gente buscaba salir un poco de las tragedias, muertes y peleas. Fue una oportunidad para renacer la farándula.

Fuimos la compañía de mucha gente que estaba sola en su casa durante la pandemia. En la farándula encuentras una vía de escape a los problemas; también naturalizas a la gente. La Cecilia Bolocco tiene los mismos problemas que la señora en su casa; los vive de otra manera y en escala, pero el problema base es el mismo. El sentimiento es el mismo. Y los problemas son transversales, a todos nos pasa lo mismo: que te vayas a las isla Maldivas a llorar tus penas, y la señora se tenga que quedar en su casa, es diferente; pero el problema es el mismo.

"La Cecilia Bolocco tiene los mismos problemas que la señora en su casa", declara la periodista. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Pensé que la farándula iba a volver más rápido de lo que ha vuelto. Siento que la farándula no volverá a hacer lo mismo de antes. Ahora existe esa farándula disfrazada; como “hacemos un programa de conversación, El purgatorio (Canal 13), donde van dos famosos....”. Pero es farándula y son famosos destruyéndose el uno al otro. Es esa farándula medio hipócrita, como de “ellos se están destrozando, nosotros no”. Van los famosos a La cabaña (Mega), pelan a otro, “pero lo dijo él, no lo dijimos nosotros”. Me da un poco de lata, refleja un poco esa hipocresía de la televisión y del chileno de “yo no empecé, yo no lo dije, lo dijo otra persona”.

La farándula se ha mezclado con la política. Incluso tiré temas del Presiente Boric, cuando terminó (con Irina Karamanos), la polola nueva y todo. Siento que es el paso natural. En los países donde la farándula está mucho más desarrollada, en Gran Bretaña o Argentina, está súper mezclada con la política; en un momento se mezcló con el deporte, con los futbolistas, y sentía que el paso natural era que Pamela Jiles, Maite Orsini o la Marisela Santibáñez sean diputadas, personajes nacidos de la televisión y la entretención; eso habla del vínculo. Siguiendo con la hipocresía, al político le conviene la televisión, el espectáculo e incluso la farándula para saltar a la política, pero una vez en ese mundo, la vida privada es privada; pero para conseguir votos sí te sirvió. Creo que incluso debiese ser aún más, porque, además, el medio acá es tan limitad que acá hay que buscar alternativas de personaje, parejas y conflictos para que crezca un poco, si no estamos hablando de las mismas veinte personas siempre.

La farándula es totalmente un reflejo del país. En Chile, está un poco la hipocresía del placer culpable. El chileno es muy de no reconocer las cosas que le dan vergüenza; la farándula es como cuando la Pamela Jiles dice “no, farándula, caca, caca”, como a los niños. Todos la consumen, a todos les gusta, y a todo nivel, pero nadie lo reconoce. Me pasa mucho que voy a hacerme las manos (manicura) y la niña me pregunta “¿en qué trabajas?”, le digo que soy periodista, y después de un rato: “¿Y la Kenita...?”. Primero no me conocen, pero después me terminan preguntando por farándula y comentan; y eso me pasa muuucho. Eso habla de que les dan vergüenza, que no lo quieren asumir, no sé por qué, ¿qué tiene de malo?, si está a todo nivel de cosas; hay farándula en la familia, “¿supiste que tu prima se separó? Le pusieron el gorro”; y en el trabajo ni hablar... Eso es farándula: es vida privada y a todo el mundo le gusta.

"El chileno es muy de no reconocer las cosas que le dan vergüenza", plantea Cecilia. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Hay mucha gente que me tiene miedo. Es chistoso. Y a veces es por tonteras. Un día llamé a la Millaray Viera por una campaña publicitaria, y lo primero que me dijo fue: “¿Qué hice?”. A veces llamo para preguntar a alguna famosa si irá a la Gala (del Festival de Viña), y me responden: “¡¿Qué hice? ¿Qué pasó?!”. Ahí me doy cuenta que me tienen miedo. Y la Daniela Aránguiz un día me dijo “Ceci, te tienen miedo, de verdad”, jajaja. ¿Pero miedo de qué? Y me doy cuenta.

Hay gente con la que uno termina teniendo un grado de cariño. También me pasa que, trabajando con gente, uno genera un vínculo que es inevitable, como en paneles con la Daniella Campos, Adriana Barrientos, Daniela Aránguiz o la Kenita Larraín. Se genera amistad y compañerismo; después hablar de esas personas genera cierto conflicto. No lo niego. Y me ha pasado con hartos famosos, sobre todo mujeres, que uno termina conversando harto rato. Trato de separar ambas cosas, y no dejo de dar noticias porque sean personas que conozco. Lo que hago es tratarlas de manera diferente, y avisar siempre. Nunca lanzaré un tema de alguien que conozco sin que esa persona no sepa antes, como “voy a sacar esto, mejor que salga por mí que por otro lado”. Y en general tengo pocos amigos también. Una cosa es conocidos y compañeros, pero amigos-amigos, muy pocos.

No voy a eventos. Es súper heavy, pero igual soy media perseguía en eso: a veces mi presencia pone incómodo, que es súper ridículo, porque tengo súper separadas las cosas: si me invitas a un cumpleaños, no voy a andar reporteando, no cuento lo que pasó en ese cumpleaños. Pero para no poner incómodo, evito todas las cosas que tengan mucho famosillo y muchos rostros. Trato de no ir a nada, nunca. Me invitan a eventos, premieres, fiestas y lanzamientos, y no voy. He visto hartas cosas y no voy a contar, porque es otro el contexto, si me invitan a una inauguración o cumpleaños. No voy. Me da lata.

El arquetipo farandulero por excelencia es el modelo-futbolista; ahora, se ha trasladado al mundo de los influencers, pero igual es la chica bonita que, quizá en circunstancias normales, no estaría con ese hombre, jajaja; como que uno los ve y son súper dispares. Pero sigue el mismo tipo de pareja. La Kenita con (Iván) Zamorano han sido el máximo símbolo, porque, además, la historia terminó mal; tiene los ingredientes de una novela. Las que terminan bien son más fomes, porque hay muchos futbolistas casados con modelos, promotoras y chiquillas hace años, con hijos, y no dan qué hablar, porque han sido piola. Pero Zamorano era el número uno, el más querido y el soltero más codiciado, y la Kenita prácticamente lo dejó plantado en el altar unos días antes. Y después ya hay varias más como la Gissella (Gallardo) con (Mauricio) Pinilla, la Coté (López) con el Mago (Jiménez)...

Tiempo atrás, Cecilia Gutiérrez durante el Sígueme contó que Fernando Solabarrieta estaba "viviendo solo en un departamento"

Kenita Larraín debería ser objeto de estudio en las escuelas de periodismo. Y ahora, que trabajo con ella (en el Sígueme de TV+) lo pienso todavía más. La Kenita ahora ha cambiado un poco, pero tenía esa facultad de hablar mucho sin decir nada. Y pone muy en jaque a los periodistas cuando la entrevistan; es muy difícil entrevistarla, porque obviamente cuando formulas las preguntas te haces una idea por dónde quieres que vaya, qué te diga, la cuña que quieres o con qué titular. Pero la Kenita no te da nada. Habla, te dice cosas y todo es bonito, nice y toda la gente es buena, y tú quieres un poco de maldad, porque es farándula, y esa maldad no aparece nunca... Ahora no tanto; de hecho, en el programa habló largamente de su quiebre con Zamorano y contó cosas que no había contado; en eso se está soltando mucho. Es de esas personas que habla mucho sin decir nada.

De los romances que he destapado el más me ha gustado reportear fue el de la Pamela Díaz con Jean Philippe Cretton, porque era una pareja que nadie se imaginaba que estaba junta. Me llegó el rumor de Chilevisión y empecé. Ellos se cuidaban mucho al principio, porque venían de quiebres muy recientes. Hice todo un trabajo casi de PDI, de ir calzando y cuadrando. De hecho mostré que ellos habían ido juntos a la casa de los papás de Jean Philippe al Sur. La Pamela hizo un live escondida en una pieza, e hice el trabajo de ver que el sillón, la cortina y que todo correspondía a la casa de la mamá de Jean Philippe. Además fue uno de los romances más mediáticos y emblemáticos del último tiempo. Y ellos lo negaban, hasta que ya no quedó otra que asumir que estaban juntos.

Hay periodos de abundancia, en que llegan muchos temas (para reportear), y hay otros como ahora, en el verano, que se pone flojo, y me toca reportear más. Reporteo harto, y aunque tengo el rigor de La Tercera, donde estaba todo el día llamando, ahora es hacer un par de llamados y escribir por WhatsApp... como que con lo digital pareciera que no estás haciendo nada, pero en realidad estoy todo el día pegada al teléfono.

Cecillia recuerda el romance que más pega le ha significado desentrañar: el de JP Cretton y Pamela Díaz. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Trato de seleccionar, siento que hay personajes que no valen la pena o no tienen la repercusión. Con personaje de reality me meto muy poco. Encuentro que son esos famosos que andan pululando, pero que no tienen un súper futuro en la televisión, excepto algunos. Me preocupo de famosos más conocidos. Y con los cantantes urbanos no me he metido nada, porque no los cacho, cero, no tengo idea quiénes son; cacho a Marcianeke y Pailita, con suerte.

Intento no reclamar cuando en otros medios no me dan los créditos por una noticia que di. He peleado sólo cuando son temas relevantes, como cuando pasó lo del Presidente Boric (la ruptura con Irina), que era importante porque, además, tuvo que hacer un comunicado, a raíz de una noticia que di; para mí eso era muy relevante. Que medios importantes como La Tercera no me citaran y dijeran que había “aparecido en medios de espectáculos”,eso me molestó porque, además, trabajé siete años ahí y conozco al equipo; era algo más personal, como diciendo, “esto no salió en cualquier parte, no lo dijo cualquier persona, lo dije yo”. Esos temas puntuales me molestan mucho, porque, además, no son “rumores”, es información que di. Pero cuando desmienten es: “Desmienten a Cecilia Gutiérrez”, ahí es con nombre y apellido.

En 21 años de carrera, “tengo demandas, enemigos y me han amenazado, por hacer farándula con nombre y apellido”, dije una vez. Y el episodio más complejo ha sido el de la demanda de Iván Núñez, porque no es un juego. Es bien distinto a cosas por las redes sociales, enfrentamientos, que te escriban y emplacen; pero otra cosa es una demanda. Nunca me había enfrentado a un juicio; había ido a reportear juicios, pero nunca me había enfrentado a uno, a lo desgastante que es. Es horrible. Al menos el nuestro, fueron tres días y cinco horas sentada en el tribunal, escuchando, además, que decían cosas que no eran, y es heavy, porque yo miraba a Sergio (Rojas) y a mi abogado, y pensaba: “¡Pero eso no es así!”. No tienes la libertad de pararte para defenderte y decir “no, eso está mal”. Todo es un proceso en que, si no se hizo a tiempo cuando se presentaron las pruebas, perdiste. Es horrible no tener la posibilidad de defenderte cuando escuchas cosas que no son reales.

Recurrí a la Corte de Apelaciones y lo declaró admisible (en el juicio contra Iván Núñez). No sé cuándo se hacen los alegatos, porque eso lo hace sólo el abogado. No sé para cuándo tiene fecha, no me ha avisado. Pero es un proceso en que, yo lo dije desde un principio, me defenderé, y lo seguiré haciendo. Perdimos en una primera instancia, pero seguiré acudiendo a las que sean necesarias para que eso se revierta. ¿Quedan instancias? Las agotaré todas. En un momento tomé una actitud súper a la defensiva, pero igual es medio imposible que no perdiera un juicio frente al conductor del noticiario central del canal estatal. Eso sentaría un precedente muy relevante; que el conductor de noticias central del canal público perdiera un juicio frente a dos periodistas de farándula, era una señal que no sé si se quiera dar. Pero la pelea la seguiré dando. Y después de escuchar el juicio y los testimonios, me parece aún más relevante que tenga otro resultado. Generalmente, los juicios de injurias terminan en disculpas públicas con la primera audiencia. Y no acepté. Eso hizo que llegáramos a un juicio.

Cecilia Gutiérrez llegará hasta la última instancia en el juicio ante Iván Núñez. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Siempre he sido súper cuidadosa con temas que involucren hijos. Y ahora más. Mucha gente me lo decía, pero yo no lo creía: es real que cuando tienes hijos empatizas más. Obviamente ahora me cuido mucho más. Pero no por eso dejó de dar la información, porque siento que el que se tiene que cuidar es el personaje público, porque su vida es de interés público; si alguien es conocido tiene que asumir que su vida es de interés público, y tiene que cuidarse; no es mi rol cuidar a los famosos de lo que hacen o los errores que cometen. La gente suele hacer eso, culpar al periodista, pero no mates al mensajero. Y eso suele ocurrir mucho. No soy culpable de que esa persona hiciera eso; yo lo di a conocer, pero no me puedo hacer responsable de sus actos.

Cuando me sacaron del Me Late no terminé bien con Sergio Rojas ni Daniel Fuenzalida. Con Sergio nos reencontramos en el juicio (de Núñez) y lo noté muy nervioso con el encuentro, pero lo que traté de transmitirle es que ambos estábamos en una situación muy difícil y que, de verdad, es muy penca enfrentar un juicio, y estábamos todo el día sentados al lado el uno del otro. Enfrentar ese juicio enojados no era ni un aporte. En cuanto llegó, traté de ser lo más amable y acogedora posible, que notara que estábamos juntos, a pesar de que no volvimos a ser amigos ni a tener la relación de antes. Y él lo entendió así, conversamos harto. Todavía quedan asuntos pendientes, obviamente, pero al menos siento que ese episodio sirvió para que, sin decirnos, nos dijimos que nos apoyábamos. Y con Daniel nunca conversamos, pero también nos encontramos inevitablemente en Zona Latina, cuando llegaron con el Me Late, y es una relación cordial y nos saludamos. Nos encontramos en la radio después de que estuvo internado, le pregunté por su salud... No me aporta estar peleada con ellos. Una cosa son los problemas que tuvimos, y otra es la industria, y aplaudo que existan más programas de farándula. No tengo la política de la cancelación. Que les vaya bien.

Una vez Juan Pedro Verdier se enojó conmigo. Se enojó solo. En ese momento le di importancia porque yo con Karen Paola (su esposa) había sido especialmente cuidadosa, no sé por qué, porque no la conocía, pero empatizaba mucho con su historia, la encuentro una mujer súper valiente con dar sus testimonios de abuso y todos los problemas que tuvo; de hecho supe que estaba internada por problemas psiquiátricos, y no lo conté, precisamente por cuidarla… no sé por qué. Y así ocurrió en varias oportunidades en que tuve especial cuidado, y me lo agradeció un par de veces y hablamos por Instagram. Y cuando salió la demanda de Iván Núñez, Juan Pedro puso una historia muy agresiva en mi contra, como que “por fin alguien se atrevía…”. Y pensé, primero, “qué gratuito, porque no tiene pito que tocar; y segundo, qué mala onda, porque he sido especialmente cuidadosa con Karen Paola”. Me conseguí su número y le escribí como “qué lata esto, no te conozco y tú no me conoces...”. ¡Y me respondió una bomba atómica! El triple de agresivo que en su historia. Me di cuenta que es una persona con la que no se puede dialogar y que, a raíz de esa polémica, a la semana siguiente estuvo invitado a Podemos hablar y La divina comida (CHV). Quizá lo necesitaba para aparecer en televisión. Si eso le sirvió para que lo invitaran a la tele, bien por él. Eso me molestó. Él tiene un tema de manejo de ira terrible. Yo le puse “Ok” y no seguí hablando, porque es de esas personas a las que puedes darle todos los argumentos y motivos del mundo, y no lo sacas de su agresividad.

“En temas de violencia de género y contra la mujer, siempre le voy a creer a la mujer; prefiero equivocarme en eso a no darle visibilidad a una persona que puede necesitar ayuda”, dijiste hace un par de años. Y lo sostengo, sobre todo después del caso de Iván Cabrera y la chica que lo denunció (Antonella Muñoz), que retiró la denuncia, y después lo volvió a denunciar. Están en un proceso. Ellos volvieron (a pololear) y volvieron a tener un episodio (de presunta violencia), de hecho me pidieron unos antecedentes desde la Fiscalía, y se los mandé en privado. Eso reafirma que seguiré creyéndole a las mujeres, aunque eso signifique que me traten de mentirosa y que muchas veces las mujeres se retracten, y lo entiendo, porque las víctimas se demoran muchos años en asumirlo. Pero en ese caso en particular, el tiempo me terminó dando la razón. Lo seguiré haciendo, pero soy mucho más cuidadosa que antes en entregarle la vitrina en vivo a una persona sin saber qué puede pasar. Con ella hablé harto antes, pero no me detalló las cosas que dijo en vivo, entonces me sorprendió ahí mismo; lo acusó de cosas muy fuertes que no me advirtió.

Cuando a Cecilia le llega la denunciar de parte de una mujer, se lo toma con especial sensibilidad y relevancia. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Me siguen contactando muchas mujeres en general, trato de ayudarlas. Como que en algún momento me convertí en la vía de escape de muchas mujeres que querían denunciar abusos, maltratos, no pago de pensiones y violencia económica. Les decía “anda a la Corporación de Asistencia Judicial, haz esto”. Habían tantas mujeres necesitando ayuda y, en algún momento, era como el estandarte de la mujer violentada.

Veo cada vez menos redes sociales porque me pico mucho. Pero también hago el ejercicio de poner en una balanza. Mi instagram es muy activo; recibo 200 mensajes diarios y de ellos 198 son en buena y dos son negativas. He aprendido que me tengo que quedar con los 198; y a los otros los bloqueo. Tengo como cinco mil personas bloqueadas, jajaja. Tendría muchos más seguidores si no tuviera tantos bloqueados, jaja.

Me gustó mucho hacer stand-up comedy, pero también soy responsable con lo que uno hace. Quiero seguir explotándolo, pero me quiero preparar más. A pesar de que la gente que me fue a ver me dijo “qué bueno” y “lo pasé tan bien”, haciendo el análisis a posterior, saqué todos los comentarios de la gente que me quiere, y siento que me tengo que preparar más y tengo en mis pendientes hacer un curso de stand-up. Sentí que me faltaban cosas. Tenía un libreto que igual era robusto y no tengo problemas para pararme frente a un público y hablar; en eso estaba súper cubierta. Pero vi muchos vídeos y fui a mucho stand-up para prepararme, y hay algo que tienen los standaperos, que es chiste rápido y la interacción con el público, que me encanta, y todavía no logro dilucidar si es galleteado o no, porque en algunos es: “¡¿Cómo de esa respuesta que le dieron el tipo hace casi una rutina?!”.Eso me falta, interactuar. Totalmente que quiero seguir perfeccionándolo.

Siempre estoy pensando cosas. Quiero hacer un show, un encuentro con seguidores, como un podcast Bombastic en vivo y sin censura. Que la gente me pregunte y yo responder. Pero todavía no sé cómo lograr que eso quede ahí, no sé si quitar los teléfonos o qué. Que sea una dinámica entre yo y mis seguidores, pero que quede ahí. Ese es mi plan para este año. Estoy craneando cómo lo hago. Pero lo haré.

El gran pendiente que tengo ahora, y que fue un plan que tuvimos que retrasar con mi pareja (Salvador Kochansky) producto del nacimiento de la Mila, fue que queríamos vivir fuera. Lo sigo teniendo como un proyecto de vida; me estoy perfeccionando, estudiando, haciendo cursos. Me gustaría que la Mila se criara al menos un par de años fuera, para que tuviera otra mente. En algún momento estuvo la posibilidad: me ofrecieron trabajo en Argentina en la Revista Gente, hace muchos años cuando estaba en La Tercera, y no me quise ir, de pava y miedosa. No me atreví. Siempre me quedó dando vuelta que debería haber aceptado... Qué hubiese sido de mí. Obviamente no me arrepiento, porque quizás no tendría a la Mila o qué sé yo. No es que me iré el próximo año, pero no quiero dejar cosas sin hacer.

No quería tener hijos, pero quedé embarazada, jajaja. Estaba cero en mis planes. La Mila llegó en el momento que tenía que ser. Yo estaba súper resuelta y muy en otra, entonces llegó y fue como “uy, estoy embarazada, pero ya no es un condoro”; no estás en una etapa de la vida en que “oh, todos mis planes se fueron a la cresta, ¿qué haré? No he hecho todo lo que quiero hacer”. Ya había hecho todo lo que quería. Me lo tomé como un regalo de la vida, y así lo he disfrutado. Obviamente te cambia la vida, pero yo y Salvador nos lo tomamos muy “ya viene, ya está, nada malo puede pasar de esto”. Sólo tenemos que hacer que sobreviva, jajaja, porque es una vida que depende de ti. Qué heavy. Uno no le toma el peso a la responsabilidad de la maternidad y paternidad con una guagua de tres días. Ese ha sido el aprendizaje. Pero bacán, estoy feliz.

Siendo madre tienes otra sensibilidad. Me guardo muchos detalles de las noticias precisamente porque hay niños (involucrados), que leen. Insisto, no me hago cargo de las responsabilidades de los otros, pero trato de ser más cautelosa con las informaciones y con los detalles. Cuando hace un mes conté que le Cote López se volvió a separar, alguien cercano a ella me dijo que “no lo han contado porque los hijos no saben”, y pensé: “Pucha, yo no sabía, qué lata igual si los hijos no sabían y lo conté”. Pero tampoco son mi responsabilidad las decisiones que tomen con sus hijos. Si hubiese sabido que sus hijos no sabían, no lo hubiese dicho. Antes me hubiese importado menos.

Trato de que la Mila no resienta la mala onda, porque igual hay mucha, y ella es súper sensible al ambiente. Trato de mantenerla en una burbuja y que no se relacione con lo que hago. Con la Thais (Jordao), la ex de Iván Núñez, cuando aún estaban juntos, en el Festival de Viña, yo estaba con la Mila en el mismo hotel que ellos. Me encontré con ella y se acercó a hablarme, como a saludarme. Fue muy incómodo. Ella fue súper educada, pero encontré muy raro que se me acercara; sentí que quería decirme algo, pero que no me lo dijo porque estaba con la Mila.

Para la Navidad recién pasada, me encontré en un mall con la Sonia Isaza (pareja de Arturo Vidal), y también iba con la Mila. Muy incómodo. La Sonia me habló: “Oye, tú que me has dado tantos años, y yo no soy una mala persona...”. Y yo le dije: “Sonia, nada es personal, no te conozco, sólo hago mi trabajo, y no me cabe duda que seas una buena persona”. Y ahí me dijo “qué bonita tu hija”. Pero fue muy incómodo. Creo que la Mila me ha salvado de situaciones que podrían ser peor, jajaja. Una vez también estábamos en una heladería y me encontré con Iván Cabrera, al lado mío, aunque ni siquiera me saludó.... Son improbables, pero me pasan esas cosas.

Hace dos años manifesté que “quiero ser una referente en la farándula”. Y yo creo que ya me convertí un poco en eso. Lo he logrado, check, jaja.

Sección festivalera

Con el Sígueme, vamos como programa a Viña del Mar para el Festival, el viernes ya vamos a estar desde allá. Grabaremos en un hotel en Reñaca, el Montecarlo. Yo no me quedaré con ellos, porque me iré con la Mila a un departamento.

El romance más interesante que se ha formado en Viña es el de Yuri con Rodrigo (Espinoza, músico chileno), porque siguen hasta el día de hoy. No fue algo de verano. El Festival se prestaba mucho para esos romances medios estacionales, pero este ha perdurado en los años, y además significó que él dejara su carrera. Y el otro, la Lucero con Felipe Camiroaga, por el contraste de figuras: ella era “la novia de México”; y él, el soltero más codiciado de la televisión, el chiquillo de oro. Y los detalles del romance: debían andar escondidos, él la sacaba a caminar en la playa y nadie los veía. En estos tiempos sería impensado; en 1992 se podía dar que “Lucerito” caminara por la playa de Concón.

Cecilia cuenta sus romances, bochornos, polémicas, animadores y shows favoritos del Festival de Viña. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

El episodio más vergonzoso sería la Marlen Olivari cuando mostró la pechuga (2007), porque no fue un accidente, fue deliberado.

Excluyendo a Antonio Vodanovic, el mejor animador ha sido Sergio Lagos. Me gustó mucho porque le puso su estilo a la animación; era Sergio Lagos siendo Sergio Lagos pero en la Quinta Vergara. Todos se empaquetan, pero él siguió siendo el mismo en ese escenario; no le quitó seriedad y encuentro que soltó a la Tonka (Tomicic). Y como animadora me gustó mucho la Carola de Moras, a pesar de todos los errores que tuvo el primer año; por la imagen de Carola sobre el escenario, cómo se ve ella, como una artista más; y es súper tercermundista lo que diré, pero que un animador hable así inglés, para nosotros era heavy, porque Chile es un país donde no se habla inglés, jajaja. Y Myriam Hernández, por el estilo, porque también era muy ella, muy suelta, muy poco animadora pero lo hizo bien.

Una de las polémicas que más recuerdo fue cuando Américo se bajó del escenario e hizo pebre al Rafa Araneda (2011). Me acuerdo de haber estado en esa conferencia de prensa y pensado: “¿Qué pasó acá?”, porque llegó Américo, enfurecido: “Y quiero denunciar al animador de este certamen...”. Nadie lo entendía mucho. Y Américo enojado, acusando al animador de que lo había bajado por otro artista. Y Ana Torroja, cuando se fue antes y la gente pifiada y pifiada, Sergio Lagos con la Tonka estaban así como “¿qué hacemos?”, y la Ana Torroja ya estaba en el hotel, ya se había ido hace mucho rato. Son esas descoordinaciones que nadie entiende.

Hubo un año, el 2010, cuando estaba Camiroaga con la Sole Onetto, que lo pasé muy mal, porque se habían instaurado las persecuciones. Y justo llegaron muchos artistas en avión privado a ese aeropuerto de Torquemada, en Concón, y recuerdo haber hecho persecuciones a artistas pasándolo pésimo. “¿Por qué estamos haciendo esto?”, pensaba. Un día llegando al hotel, la van que estaba adelante chocó a la de Marc Anthony, y nosotros veníamos en la de atrás; nos salvamos por centímetros de ser los terceros en el choque. Y dije: “Ven, no hay que hacer persecuciones”. Súper peligroso. No pasó a mayores porque era una van de Canal 13 que chocó a Marc Anthony, cuando ellos hacían el Festival, por eso quedó medio en nada; pero era súper peligroso y grave que pasaran cosas así.

El reinado más icónico fue el de la Tonka, porque la Rocío Marengo (su rival en esa competencia) le arruinó el piscinazo (2006). Nunca nos vamos a olvidar de eso, cuando le tiró a los cabros chicos a la piscina.

Un show inolvidable festival, no siendo de mis artistas favoritos, y que me gustó mucho, fue Daddy Yankee un año que vino (2006). Fue espectacular, porque instauró el tema de los celulares. Me acuerdo que apagaban todas las luces y él hacía prender las luces del celular y hacer juegos de luces. Encontré que el show era muy, muy bueno. Y Chayanne también. No había visto nunca un tipo que diera tanto sobre el escenario; y además andaba con unas zapatillas que tenían ruedas (2008), cruzaba de un lado para otro como en patines.

Cuestionario pop

Si no hubiera sido periodista habría sido profesora de niños. Me hubiese encantado ser profesora de básica. Cuando estaba en la universidad le hacía clases de castellano a niños; le enseñé a leer a varios. Me gusta esa veta docente.

En la universidad era matea, no faltaba a ninguna clase, era a la que le pedían los cuadernos.

No tengo apodos. “Ceci” nomás.

Tengo hartas cábalas, pero soy mucho de prender velas para los santos, ando trayecto agua florida en mi cartera. Soy como la Helhue (Sukni) de la protección, llena de pulseras.

Una frase favorita es que ocupo mucho que “tengo una bombita”, jajaja.

Una comida favorita, pero que no la como porque me cuido harto, es la lasaña.

A Cecilia le habría gustado ser profesora de básica, de no haber elegido el periodismo. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Un trabajo mío que no se sabe es que fui cajera en supermercado, envolví regalos y trabajé en la parte de jardinería del Homecenter, así que sé mucho de pasto y de cuidado de plantas.

Mi primer sueldo lo gasté en comer. Fuimos con una amiga a comer comida rápida.

Escucho mucha balada en español: Alejandro Sanz, Ricardo Arjona, Luis Miguel y Ricky Martin.

Un talento oculto es que salto súper bien la cuerda, jajaja. Lo descubrí con los años.

Una periodista que admiro es la Alejandra Matus, de hecho, en un momento dije que “quiero ser como la Alejandra Matus de la farándula”, jajaja... Pobre, se va a sentir ofendida.

Todas las películas me hacen llorar. Mal. Salva me dice: “Ya estás llorando”. Evito ver películas con las que sé que lloraré. No he visto La memoria infinita (de Maite Alberdi); he visto extractos sólo por pega, pero no más porque sé que lloraré. Además, me quedó pegada.

Un placer culpable es (Ricardo) Arjona, totalmente, me encanta, y todos como que lo odian. Mi favorita es “Asignatura pendiente”.

La reportera de espectáculos admite que su placer culpable es Ricardo Arjona. FOTO: BASTIAN SEPULVEDA

Creo en el horóscopo. Reviso páginas de Instagram. No es que ande buscando, pero si pillo un horóscopo obviamente lo leo. Soy Libra. Soy sociable; en general soy muy equilibrada y cuando la balanza se desequilibra se nota; soy muy de preocuparme del resto. Tengo muchos rasgos Libra. Y acá, en mi casa, con mi marido y la Mila, somos todos Libra.

Si pudiera tener un superpoder me gustaría ser invisible. Ay, podría ver tantas cosas y la gente no se daría cuenta.

Si pudiera invitar a tres personajes de la Historia a un asado, serían Salvador Allende, sí o sí, por su historia de vida; leí su biografía romántica y me interesó mucho su veta más de hombre que de político. A Felipe Camiroaga, porque después de hacer el libro me quedó la sensación de que me hubiese gustado conocerlo a nivel más personal, aunque lo entrevisté muchas veces. Y Pepe Mujica, porque me encantaría aplicar el 2% de su filosofía, de “soy rico porque no necesito nada” y todas esas cosas que uno se las dice, pero que no hace.

Cecilia Gutiérrez es mucho más simple de lo que parece, es mucho más buena persona de lo que creen. La gente se imagina que es más dura y severa, pero es todo lo contrario a la idea que la gente se forma de ella. Es muy familiar, muy de no salir y estar en su casa con su hija. Es muy de prioridades que no tiene nada qué ver con el mundo de la tele y la farándula. Su vida está en otro lado.

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