La Firme con Constanza Araya: “Soy la historia clásica de que en primer año me dijeron: ‘tú no vas a ser actriz’”

Entrevista a Constanza Araya, actriz de Al Sur del Corazón, para La Firme. Foto: Andres Perez

Aun como personaje secundario, Judith se uno de los emblemáticos de Al Sur del Corazón (Mega). La actriz habla sobre lo que fue grabar este teleserie; pero, sobre todo, repasa su vida y obra, desde los complejos años de estudiante, su giro como madre, hasta las redes sociales y mundo interno: “Me duelen muchas cosas... ¡pero soy una persona feliz!”, declara.

—Afectó mucho en mi autoestima, empecé a dudar de mis capacidades, completamente; de mi creatividad también, si mis ideas estaban bien o mal, y pensar eso es súper doloroso: desconfiar de tu autenticidad.

Así recuerda Constanza Araya Pellegrin (36) parte de sus primeros años estudiando Teatro, cuando le tocó enfrentarse con un mundo que, de entrada, le resultó hostil tras su etapa escolar. Sin embargo, cuando estuvo a punto de cambiar de carrera, vivió un hito que la llevó hasta Oxford, Inglaterra, que “la reenamoró locamente” de lo suyo, relata a La Cuarta.

Rodeada de las floreadas paredes en una sala del Café Casa Juliet, la actriz —que admite que “he dado pocas entrevistas” por cierto temor a “titulares tendenciosos”—, se sincera con La Cuarta a poco de haber terminado las grabaciones de Al sur del corazón, teleserie de Mega en que interpretó a una carismática sureña, Judith Fuenzalida, teniendo como compañeros principales de escena a Pedro Campos y Gastón Salgado.

Sin embargo, en diálogo con La Firme, “Consi” también repasa su vida, obra y lo que vendrá: desde su “histriónica” infancia a su “tímida” adolescencia, siempre marcada por las ganas de actuar y hacer personajes muy distintos a ella, como en su momento fue Marión en Eres mi tesoro (Mega); sus complejos inicios teatrales que debió sortear a punta de perseverancia; su arribo y gusto por las teleseries; las ganas de incursionar en nuevos formatos actorales; el radical cambio en su mirada de la vida el convertirse en mamá; planes de pareja; su relación con la exposición y las redes sociales, teniendo más de 337 mil seguidores en Instagram a pesar de que se esmera en cuidar su intimidad…

Eso y mucho más, largo y pausado, a continuación.

LA FIRME CON CONSTANZA ARAYA

Soy de Santiago, pero lo primero que se me viene a la mente es Los Molles con mi familia y primos; fuimos por quince años a veranear. Somos cinco primos, muy unidos todos; soy la única mujer. Son como mis hermanos, siempre jugando todo el día. Los Molles era el momento del guitarreo, la fogata, la actuación y los juegos. Y mi papá “pescando” en las mañanas, diciendo “voy a pescar”: iba a los botes, donde tenía a su amigo “El Jaiba”, a buscar el pescado fresco, una sierras gigantes.

De chica era muy histriónica, me encantaba organizar cosas, tenía mucha personalidad. Una vez organicé un desfile de moda en el colegio, con todas las niñas en el patio; y una vez me disfracé de Isabel Margarita, de la teleserie Estúpido Cupido (TVN), y gané el mejor disfraz. Me encantaba.

En la adolescencia me fui pa’dentro, me puse mucho más tímida; pero muy matea, siempre he sido ñoña, jajaja. Todavía no tengo muy claro qué lo gatilló, pero hubo un cambio. Pero siempre me siguió gustando la actuación, estuve en el taller de teatro en el colegio desde 8° básico hasta cuarto medio; obviamente eso afectó en que quisiera ser actriz. Siempre quise serlo. Hay unos videos de muy chica en que salgo diciendo que “quiero ser actriz y bailarina”. Y lo mantuve. Siempre me encantó hacer personajes, como para alejarse de uno mismo, de lo que uno es; encarnar otras realidades.

Constanza habla de su infancia y su adolescencia, muy distintas entre sí, pero ambas marcadas por el Teatro. Foto: Andres Perez

Con mi primo, Daniel Arrieta, que es periodista del CDF (hoy TNT Sports) crecimos haciendo grabaciones y entrevistas... Entonces cuando nos juntamos en los veranos siempre actuábamos y grabábamos un montón de casetes juntos. Es como mi hermano, tiene un año ocho menos que yo; nuestras mamás son como mellizas, muy unidas. Con Dani siempre hemos tenido una vida artística, hacíamos escenarios y programas de todo tipo. Siempre nos gustó la comunicación. Es muy gracioso y bacán que ahora los dos trabajamos en esto... Hablando de cosas innatas: él nació siendo periodista, le decían “el periodista” en el colegio; siempre lo fue, no podía ser otra cosa, no había posibilidad, venía muy dentro suyo.

En el colegio me encantaban las teleseries, vi todas las de Canal 13. Y después en la Escuela de Teatro (en la Finis Terrae) obviamente tomé esa distancia de que veía teatro, y por tiempo también, porque uno está todo el día, hasta los domingos en la noche, en las escuela ensayando. Entras en una dinámica súper absorbente, de mucha intensidad, y no vi teleseries.

Estudiar Periodismo era mi segunda opción. En mi tercer año de Escuela (de Teatro) estuve a punto de dejar la carrera, ¡a punto!, estaba en una crisis vocacional, aunque me encantaba: estaba como dolida con la carrera. Estaba agotada, me costó, no fue fácil para mí. Venía de un entorno muy protegido, hasta que uno llega a la Escuela, cuando empiezas a recibir críticas que no siempre son (dichas) de la mejor manera ni de las más pedagógicas. Uno empieza a ponerse muchos candaditos. Me afectó mucho en mi autoestima, empecé a dudar de mis capacidades, completamente; de mi creatividad también, si mis ideas estaban bien o mal, y pensar eso es súper doloroso: desconfiar de mi autenticidad.

Constanza cuenta que estuvo a punto de dejar de estudiar Teatro, pero una persona le marcó un cambió de destino. Foto: Andres Perez

Voy a ser más radical: soy la historia clásica de que en primer año me dijeron: “tú no vas a ser actriz”, jajaja. ¡¿Cómo le dices eso a una persona de 18 años que tiene todo por descubrir?! Que no ha hecho nada. Creo que tiene que ver con el enfoque de la persona que ve las posibilidades, no lo que no puedes hacer, sino lo que sí puedes: ¿por dónde podemos pulir esto? ¿Dónde podemos explotar? ¿Por dónde guio para que esa misma persona descubra cuáles son sus cualidades? Ver que hay algo, que quizá no es perfecto, pero sí se puede pulir, funcionar en ciertos contextos o hay mucho por explotar.

A los 18 años para uno la verdad de los profesores es absoluta, y les das mucho poder... Uno más grande va tomando mucha más perspectiva y entendiendo de dónde vienen las palabras; siempre hay que tener en cuenta quién te las está diciendo y de dónde. Eso me fue ayudando a reconciliarme un poco más.

No soy el caso de el que brilla en el escenario desde la primera vez. Además que soy muy ansiosa, muy nerviosa. Y por ejemplo, en mi primer ejercicio de actuación en mi primer día de Escuela había que hacer un monólogo... Me quedé en blanco...

"Soy muy ansiosa, muy nerviosa", admite Constanza, personalidad que en sus inicios le complicó la carrera. Foto: Andres Perez

No sabía a lo que iba (al entrar a Teatro) y me enfrenté a este mundo más hostil que las pocas experiencias que había tenido a nivel escolar. Obviamente aprendí, sobre todo de oficio y disciplina. El hecho de haber seguido en Teatro, a pesar de toooodo lo que cuento, y que probablemente le ha pasado a muchos actores (y a otros que no, que vienen con un talento innato), me dio la persistencia, que es lo que me hace decir: “Qué bueno que no me compré que no iba a ser actriz”, porque hoy día vivo de esto. Salí de la Escuela a los 21 años, hoy día tengo 36, ¡y vivo de esto! Gracias, gracias, gracias.

Nunca sentí un problema de género en la escuela de teatro; tuvo que ver más con la pedagogía, con la forma de decir y del anular ciertas cosas en las personas, en vez de dar la oportunidad de potenciar y darse el tiempo de indagar. Todos tenemos potenciales maravillosos; quizás no todos van a ser los mejores actores (pero) te diría que de los actores más innatos que había en primer o segundo año, no siguen, y los he visto con corbata y trabajando en cosas nada que ver, y uno dice: “¿Qué pasó con ese talento?”. Los caminos son así, uno no entiende las vueltas que da la vida. Pero tiene que ver con potenciar la autenticidad de cada individuo, no tratar de meternos a todos en el mismo saco; cada uno es un ser único, especial, y hay que respetar eso.

En la Universidad Católica tenían una admisión especial para hacer periodismo en dos años convalidando ciertos ramos. Estuve a punto de irme... y no me fui, jaja... Vino un director de Inglaterra, a Ian Wooldridge, de la British American Drama Acedemy (BADA), a hacer un taller de William Shakespeare, en el que no quedé, y fui a la puerta de la dirección de estudios a pedir que, por favor, me dejaran estar porque quería estar. Ni siquiera pensé en la posibilidad de ir Inglaterra, sino quería estudiar Shakespeare con ese profesor, pasar por la experiencia. Y de todo este taller, como de quince personas, él escogía a una... y me escogió a mí. Creo que había un ímpetu y ganas de hacer, siempre con muchas ganas y respeto por mi trabajo. Me llevó a un intensivo en Oxford con compañeros de Estados Unidos. Hizo que volviera a enamorarme locamente (de la carrera). Me reencanté mucho.

Un profesor visitó Inglaterra y eligió a una alumna para llevar a un intensivo en Oxford: esa fue Constanza, acaso contra todo pronóstico. Foto: Andres Perez

En Inglaterra estuve un mes y medio. Fue volver a darme una oportunidad, sentí que alguien vio algo en mí, como venía un poco dolida. Uno a veces necesita un voto de confianza. No es que le dé todo el poder a lo externo, pero si una persona que ve algo en ti, siempre te ayuda. En mi historia creo que él fue una persona que confío en mí, y otra fue la Moira Miller (directora chilena de casting), que me metió al taller de talentos de Mega. Esa persona que uno necesita que te dé el empujoncito, y que de repente, por una oportunidad, te hace un cambio de vida, por ver eso quizá ni tú mismo viste en ti. Ellos apostaron y confiaron en mí.

Más allá de mi experiencia (estudiando Teatro), es importante apuntar a que se propicien espacios de confianza y relajación en que uno pueda equivocarse con tranquilidad; en ese estado el potencial creativo crece de mejor forma... Y haciéndome cargo, si volviera a pasar por la carrera, con más de herramientas emocionales que uno va adquiriendo con el tiempo y mucho trabajo personal, creo que la viviría de mejor forma, y la disfrutaría más.

El teatro te da el trabajo en equipo, el abrirte a otras opiniones, a crear en conjunto para lograr un objetivo. Tiene disciplina, belleza y persistencia más allá de la poca compensación económica (del teatro como tal). Además, yo trabajé desde otro lado en el teatro: mis primeros años fueron como productora teatral; me ha tocado estar ahí, ver cómo funciona, que también es alucinante, de mucho empuje. Cuesta hacer teatro en Chile, jajaja.

Trabajas con lo que traes dentro tuyo en el teatro; obviamente están todas las contradicciones, los miedos y las inseguridades, que se ven expuestas, hay que sacarlas, a veces hay que potenciarlas y explorarlas. Son procesos. No creo que el teatro sea una terapia, no lo es; pero sí uno es el material.

"No creo que el teatro sea una terapia, pero sí uno es el material", reflexiona Constanza. Foto: Andres Perez

La respiración tiene ciertos patrones a través de los cuales uno puede llegar a ciertas emociones, que es una técnica. Pero además tiene que ver con los tiempos, con la verdad y con el presente, con conectarse con el con el aquí y ahora, de la escena y con uno mismo, no con los pensamientos que te sacan de este presente, de ese personaje y esa energía.

Mis primeras experiencias audiovisuales fueron bien terribles. Me pasó que era muy teatral, ¡muy teatral para lo audiovisual! Y me costó mucho entender el formato, jajaja. Mis primeros castings obviamente fueron muy teatrales. Lo audiovisual es mucho más contenido. Encontrar mi naturalidad en lo audiovisual fue un tránsito, fue un tiempo de muchos errores en los castings, jajaja. No funcionaba. Tuve que hacer el click, el clásico “menos es más”.

Las teleseries son un lenguaje en sí mismo, porque no es teatro ni cine; es otro lenguaje. Pero, la verdad, creo que en las teleseries encontré un espacio en que me sentí cómoda desde el principio, lo que no me pasó con el teatro y cine he hecho poco. Las teleseries fue algo que desde mi primer personaje fluyó mucho, en Eres mi tesoro (Mega). No sé si algo pasó dentro mío, que se alinearon los astros y entendí cosas desde el instinto, o que tuve un buen director también, Nicolás Alemparte. Sentí además el voto de confianza de Moira y de Quena Rencoret. Me sentía apoyada y creo que eso me dio cierta confianza y enganché muy bien con el personaje (Marión Lizama, antagonista), que tenía una energía muy lúdica, dinámica y entretenida.

"En las teleseries encontré un espacio en que me sentí cómoda desde el principio,", asegura Constanza. Foto: Andres Perez

Marión sigue siendo mi personaje favorito en teleseries, porque era muy activa, con mucha chispeza, rápida, inteligente y ganadora. Creo que es muy distinta a mí y fue el gatillante de descubrir que uno funcionaba en el formato, que me gustó mucho. Es un buen personaje femenino, porque no solamente se quedaba en la historia de amor, sino que le pasaban muchas cosas y siempre lo solucionaba de una forma muy ingeniosa. Estaba súper bien escrita. Fue muy gracioso, porque ella era muy confrontacional; y yo no lo soy. Pero me pasaba que estaba todo el día como confrontando y bien parada, que llegaba un poco así a la casa después, o con mi familia me relacionaba un poco así, jaja.

La primera vez que canté públicamente fue en Yo soy Lorenzo (haciendo a Gloria Arancibia)... ¡Me encanta el trabajo vocal! Siempre ha sido la actuación, la voz y la escritura lo que me alucina más. No creo que el canto sea un talento innato mío, lo he tenido que trabajar; pero la liberación cuando uno canta me encanta. He podido sacar adelante escenas, he disfrutado los procesos también, pero con mucho trabajo, nervio y pudor. Pero el doblaje y la locución encuentro que son trabajos preciosos; he hecho ciertas cositas, pero no me he dedicado a eso. El otro día escuché este podcast Caso 63 —súper atrasada yo—, de Antonia Zegers con Néstor Cantillana, y lo que logran sólo con la voz, y un guion entretenido, me pareció alucinante. “Quiero hacer esto”, pensé. Me encantó.

Qué triste, pero volviendo a la escuela de Teatro: una vez hicimos una obra, El enfermo imaginario, y me tocaba cantar. Tengo una voz con pánico escénico, se desafina en vivo; por eso me acomoda mucho el formato de la teleserie, porque uno va a un estudio, graba y puedes editar. No tengo mala voz, pero me pongo demasiado nerviosa y me desafino. En ese examen me desafiné y la comisión me dijo: “Cantas pésimo”, jajaja... Después mis compañeros me decían que “en verdad no cantas tan mal”. En el canto la voz es demasiado sensible; cualquier cosa alterada se ve se nota en la voz. La relajación es demasiado importante.

Me reconcilié con el canto tomando clases con una profesora maravillosa, Pamela Carreño, que humanamente me expandió, con enfoque muy distinto, desde lo que yo soy. He llegado a llorar y a sonidos impensados, guturales, dentro de mí, a partir de ejercicios y respiraciones que te sacan vozarrones, desconocidos... Si llegara a tener un entrenamiento metódico hasta podría interpretar a una cantante; el cielo es el límite, jajaja.

Judith (Fuenzalida, de Al Sur del Corazón) tiene en común conmigo lo trabajadora, JAJAJA. Es muy ordenada en su espacio laboral y le importa mucho su trabajo... Es entretenida la Judith, es un buen personaje, el primero después de ser mamá. Estuve un año y dos meses de madre, absolutamente entregada a la crianza y a la maternidad. Tenía muchas ganas de volver. Por suerte hubo un diálogo muy fluido que fue: “Quiero volver” y “justo tenemos este personaje”. Creo que confiaron mucho en mi propuesta del personaje, que estaba escrito muy entretenido y de comedia, pero me dejaron meter harto de mi cosecha. Le agregué los dichos (populares), potencié esa idea. Me puse a buscar y anotar; tengo un montón de hojas escritas con todos los dichos, “parando la oreja”, cada cosa que escuchaba la metí en el personaje. Y de a poco se ecualizó, en un momento fue mucho. Pero me sentí bien, lo disfruté mucho.

Es súper importante en las teleseries darle identidad al personaje con alguna particularidad, alguna cosita que tenga, que se repita en el tiempo y que haga que ese personaje sea especial porque lo hiciste tú: la autoría del actor.

La actriz cuenta cómo armo a su más reciente papel en teleseries, Judith, nacida y criada en Puerto Octay. Foto: Andres Perez

El acento (sureño) de la Judith, para mí, ha sido quizá lo más polémico, jaja, porque he recibido ambas cosas: gente que encuentra que está muy bien logrado y gente, obviamente del Sur, que cree que es un poco pasado (caricaturesco). Tengo mi postura personal: Estoy muy de acuerdo con que quizá no está 100% logrado, porque el proceso de investigación de un personaje es muy largo, y yo realmente pude escuchar (el acento) cuando fuimos al primer viaje al Sur, y ya había grabado algunas escenas antes (en Santiago); pero lo que me alucina es la oportunidad de retratar que Chile tiene muchos acentos distintos, y en el campo se habla distinto. “En el Sur no se habla así”, me dice la gente. Claro, pero en el Sur hay muchos acentos distintos; te vas moviendo por localidades y hay unos que tienen mucho más o menos acento (cantadito)... Aunar eso en una propuesta es difícil, pero tiene que ver con mostrar la riqueza de la diversidad que tiene Chile. Quizá no está perfectamente logrado, pero es decir: “Chile tiene riqueza de acentos y cultural”. Y ahora está en Netflix y la gente de afuera dirá: “Suena distinto”.

Voy a hablar de mis dos compañeros de Al sur del corazón: Haber estado con Gastón (Salgado) y Pedro (Campos) fue lo máximo, excelentes. Obviamente no siempre se da que uno tiene esa confianza. Con Pedro nos conocimos a los 21 años en una serie que se llamaba Amar y morir en Chile, súper chicos, y nunca habíamos vuelto a trabajar juntos. Con Gastón nos conocimos en Sitiados, donde yo hacía una princesa inca y él tenía un tremendo personaje (Nahuén); y tampoco habíamos vuelto a trabajar. Y me pasó que eran mis amigos como si los conociera de toda la vida. Me sentí muy cómoda, tuvimos lindas conversaciones y mucha confianza. Creo que esas cosas se traspasan en la pantalla, en esta amistad que tiene (Judith) con “Pablo” y amor con “Rodrigo”, y nutren las relaciones que se muestran.

En Al Sur del Corazón mis referentes fueron Pancho Melo, que es un gran, gran actor. Me gustó mucho el trabajo de la Feña Salazar, muy, muy graciosa. Me gusta el trabajo que está haciendo Mariana (Di Girolamo) en la teleserie y la carrera que ha construido; es de mi generación, entonces he seguido de cerca el proceso, nos conocemos hace varios años... Y otras carreras que admiro de mi generación son la de la Carmen Zabala y de la Fran Walker; creo que soy actrices MUY completas, y diría que a nivel internacional. Creo que actúan increíble, bailan y cantan excelente, son camaleónicas... Tengo mis referentes de actrices más grandes —Paulina Urrutia, Pali García y María Izquierdo—, pero de mi generación diría la Carmen y la Fran.

Naturalmente no sé por qué me llevo muy bien con los actores mayores. Me gusta mucho escuchar las historias de gente que lleva tanto tiempo persistiendo en este camino, y no solo para hablar de actuación, sino de su vida más personal. Es gente que lleva muchos años en la vida y me encanta escucharlos, y sus puntos de vista me refrescan mucho, escucharlos, con calma. Me tranquiliza mucho. La gente de 60 años le quita poder a muchas cosas por las que han pasado, llegando a conclusiones mucho más trascendentales. No es que me acorte el camino, pero me amplía el enfoque.

Hay dos actrices con las que me encontrado en varios proyectos: Carmen Disa y la Pancha Gavilán (con ambas hoy en Al sur del corazón). Las adoro, son amigas y personas con las que tengo mucho cariño, confianza, respeto y admiración.

Acabo de destetar a mi guagua, estuve en lactancia hasta sus dos años de vida, y eso también te consume mucha energía y mi guagua se despertaba cada dos horas. Entonces para llegar al otro día a trabajar y estudiar se necesita mucha energía y muy buenos compañeros... Fui con mi hija a los viajes a Puerto Octay. Por eso esta teleserie fue muy importante. Es un gran avance en la industria, que te den ciertas facilidades para que uno pueda maternar de la forma que quiere. Siempre quise amamantarla, y tuve la suerte de que mi mamá me acompañó a todos los viajes. Y mi hija creció, partió con un año y cuatro meses y terminó con dos años, viajando. Es un regalo que tendrá para toda la vida. Y ahora le encanta viajar y los aviones, jajaja. Además tengo familia en el Sur, en Osorno; pude llevarla al campo, a estar con las gallinas y los pollitos.

" Fui con mi hija a los viajes a Puerto Octay", cuenta Constanza sobre las grabaciones de Al Sur del Corazón, ya terminadas. Foto: Andres Perez

La gente se me acerca para saludarme por la Judith, y en el Sur sentía un cariño (grande). De repente, por el acento (sureño), tenía cierto nervio de que la gente no se me acercara; pero la gente en el Sur es maravillosa, son demasiado cálidos. Y están tan contentos de que se haga esta teleserie allá, se muestren sus espacios, paisajes, cómo se potencia el turismo y lo que significa para quienes trabajan en vans, que llegue toda esa gente que tienen que trasladar y llevar al aeropuerto. Cambia un poco la dinámica, que es súper bueno. A veces la gente nos esperaba fuera del hotel. Me impresiona la fidelidad. Esa es la parte social que tienen las teleseries, que me gusta mucho: son parte de la rutina de la gente. Uno igual incide en la gente y es también una responsabilidad. Es bonito.

Estoy al debe de un personaje —no sé si en teleseries, o en cine— en que me toque la experiencia de inmersión total. No la he vivido, y me gustaría mucho hacerlo. Me gustaría mucho encarnar un biopic (película biográfica), o un personaje ficticio, pero vivir ese proceso un tiempo de meterse completamente, investigarlo y crearlo, y que ocupe mucho de mí: la inmersión absoluta. Tendría que surgir un proyecto. Me encantaría, en cine o en una serie, porque hay más tiempo... Las teleseries igual son rápidas, las amo, la bendición que es poder actuar todos los días. ¡Actuar todos los días! Es alucinante.

Partí haciendo series chiquititas, pero cuando entré a las teleseries dejaron de llamarme a los castings y he tenido pocas oportunidades para cine y series, y no he quedado. Me interesa mucho. Tengo esas ganas de meterme realmente en una historia, investigar y estudiarlas: la experiencia de tirarse en esa piscina. El cine te permite un desarrollo y una previa de preparación que las teleseries no te pueden dar por cómo funcionan... Todavía tengo mucho por aprender para el cine y la única forma es explorando. Va a ocurrir en algún momento... va a ocurrir.

"El cine te permite un desarrollo y una previa de preparación que las teleseries no te pueden dar por cómo funcionan", reflexiona la actriz. Foto: Andres Perez

“La cámara no quiere a todo el mundo, y hay gente que la ama”, dije en otra entrevista. ¿Cómo me siento yo con la cámara? Tenemos una relación de que vamos en proceso, conociéndonos. Fue todo un proceso de aprendizaje, porque pasé de la actuación shakesperiana a empezar a achicar, y de a poco voy encontrando: dosificar gestos, por ejemplo, es un trabajo constante... Todavía no sé cuál es mi mejor ángulo... tampoco es que haya que estar pensando en eso, pero hay gente que tiene un dominio mucho mejor. Todavía creo que es muy instintiva mi actuación. Es un proceso... Además, antes se trabajaba con cámaras fijas, y ahora con cámaras en constante movimiento, que es mucho más cinematográfico, y otra forma de relacionarse con la cámara.

Tengo una ética de trabajo muy fuerte y, ante todo, creo que eso lo que me puede caracterizar. Probablemente si le preguntas a alguien que ha trabajado conmigo qué me caracteriza: en general siempre he sido muy entregada al trabajo y el estudio. Me gusta mucho.

“Hay ciertos prejuicios, y yo no soy ni tan alta, ni tan flaca y soy morena”, dije una vez sobre las teleseries. Por lo que recuerdo de eso, fue como por “qué bueno que me permitieron entrar siendo un prototipo muy normal”. Me llamó la atención y me pareció que estaba muy bien.

"Me duelen muchas cosas... ¡pero soy una persona feliz!", asegura Constanza sobre su "hipersensibilidad". Foto: Andres Perez

En mí había una tendencia hacia los personajes populares; dentro de toda mi historia, me ha tocado siempre, lo cual disfruto, me gusta; pero siempre uno quisiera probar los opuestos. Imagino miles que me gustarían. Me queda mucho rato todavía para explorar, pero me encantaría hacer personajes con historias que vengan de atrás, mucho más interesantes más allá de la historia de amor; hacer una policía o cosas que uno ni siquiera se me ocurren. En la vida hay tanta particularidad, personas tan alucinantes que a uno ni se le llegan a ocurrir y dices “la realidad supera a la ficción”, jaja. Ese personaje, quiero hacer yo, que tiene una historia que uno no puede creer, pero que está en la vida cotidiana, en el anonimato, viviendo este drama o comedia.

Soy hipersensible... Imagínate que todavía cuento mi paso por la universidad y pienso en ese dolor... Me afectan mucho las cosas. Es eso. Soy Piscis, jaja. Mi pareja es Piscis. Vivimos en un mundo de las aguas, sensible... Me duelen muchas cosas... ¡pero soy una persona feliz! Absolutamente, jaja. Todo me afecta: las formas, los entornos, las noticias, la actualidad... No está fácil el mundo. Si uno se empieza a conectar con las noticias, cuesta; pero también ya he desarrollado muchos más mecanismos para enfrentar el día a día, la vida de adulto digamos, jajaja, laboral y social. Y tiene que ver con respirar también, y el aquí y el ahora, mantenerse en meditación activa, presente, y empezar a ver lo luminoso de las personas, de los entornos, y la luz en los conflictos y las cosas diarias a las que uno se enfrenta.

" ¡Estoy totalmente maravillada con la existencia! ", declara Constanza sobre maternidad en que está envuelta hace dos años. Foto: Andres Perez

La maternidad ha sido lo que me ha hecho todo este cambio de perspectiva absoluto. ¡Estoy totalmente maravillada con la existencia! Jajaja. Más vulnerable que nunca, obviamente, porque el amor que siento por mi hija no cabe dentro mío; es algo que en verdad no puedo creer. Pero ella me hizo un cambio de perspectiva porque le quité poder a muchas cosas que antes tenían poder sobre mí; ahora ella es mi jefa. Mi hija me remeció. Cumplió dos años y, más el embarazo, todo ha sido muy transformador. Cada uno dice que su hijo es el mejor, jajaja, pero nosotros somos dos Piscis y ella es Leo, la reina de la sábana, jaja: tiene una energía muy activa y muy ávida. Yo soy súper pasiva, tranquila y me gusta el silencio. Mi casa era casi un santuario antes, ¡y ahora es una energía maravillosa, activa! Se duerme a las 11 de la noche, no para. Y ahora que habla, es alucinante; ya tiene sus gustos definidos; tiene clarísimo lo que quiere y no. Todo esto hace que me alucine de la vida, la creación de una persona, de cuánto uno puede incidir en ella, y de todo lo que trae en su ADN... Es alucinante.

Partí haciendo un bolo en Pituca sin lucas (Mega), que fue la primera teleserie, y llevo ya casi diez años. La exposición todavía es un gran trabajo que tengo que hacer, de hecho, he dado muy pocas entrevistas... Creo que es complejo dar opiniones que pueden ser utilizadas en un titular tendencioso. La exposición es compleja y en este momento me gusta cuidar mucho mi mundo privado, que es lo que me alucina: mi familia y espacios. Siempre he sido así, muy de cuidar mi vida. Con Instagram lo mismo: prefiero vivir mi vida íntima más que estar mostrando una vida que no es real. A veces me impresiona y agradezco todos los seguidores que tengo, porque han sido súper fieles siendo que no soy una creadora de contenido constante. Y lo que he hecho con marcas ha sido porque me han resonado y hecho sentido; creo que es un muy buen elemento, económicamente también; antes la actriz no tenía eso: se terminaban los contratos y te quedabas así (sin ingresos).

"Prefiero vivir mi vida íntima más que estar mostrando una vida que no es real", plantea la actriz sobre las redes sociales. Foto: Andres Perez

Me duele el qué dirán, he aprendido a distanciarme de las redes sociales. No deja de impresionarme el nivel de violencia que hay ahí, no sólo a mí, sino que en general. El sólo hecho de pensar en esa persona que tiene tiempo para descargar su odio hacia otra persona en redes me cuesta mucho entenderlo; por otro lado, y es muy extraño, también me alucina ese personaje, jajaja. ¡¿Qué hay detrás de esa persona que tiene tal nivel de tristeza en su vida que se está desahogando acá?! ¿Qué busca en ese espacio? ¿Por qué llega a eso? ¿Qué le pasó en su vida? ¿Quién lo dañó tanto?... Pero mentiría si digo que no me importa nada de lo que digan. He leído cosas que me duelen y que no; me importa, pero trato de leer menos. A veces uno lee comentarios hacia lo físico que son terribles. Ha sido una evolución: al principio leí bastante Twitter (hoy X) y ahora no. Ha sido un trabajo y una decisión de poner la energía en mejores lugares, porque es un desgaste y te drena. Nunca les puedes gustar a todos, y esa es una gran lección.

Le quité poder a las opiniones externas, a la dependencia de tener un trabajo como forma de validación, entender que uno es realmente es mucho más que un trabajo u otras cosas que te pueden identificar.

Mis seguidores en Instagram son lo máximo (más de 337 mil), cada cierto tiempo aparezco y me sorprende la fidelidad que han tenido todo este tiempo. Son muy cariñosos y, viendo estadísticas, entiendo que son más mujeres; pero siempre lo que opinan son más hombres, jajaja. Pero siempre son muy cariñosos, uno que otro mensaje pasado para la punta, mensajes raros, incoherentes y todo tipo de cosas. Y no falta, obviamente, el marido con la foto de la familia en su instagram que te escribe cosas bien pasadas jajaja. Pero en general son súper amorosos; quiero mucho a mis seguidores, de verdad, jajaja, juro que siento que son muy fieles, siempre tirando buena onda... Ahora, la persona que te escribe mala onda y te manda un mensaje interno para escribirme cosas pesadas me sorprende como: “¿En serio me buscaste para escribirme esto? Wow”... No los bloqueo, dejo que pase nomás; a menos que sean obscenos, porque da un poquito más de miedo.

Constanza asegura que sus seguidores en Instagram son bien buena onda, aunque hay algunos medios desubicados. Foto: Andres Perez

No puedo contar si viene algún proyecto para mí en Mega. Acabo de terminar Al sur del corazón y estoy abierta a lo que venga... Lo bueno de estos periodos es volver a la oportunidad del casting, que lo estoy buscando ahora; más allá de que salga el proyecto, es el probar en otros formatos y personajes.

El cuerpo es un tremendo tema en la actuación, porque está al servicio del personaje. Mi relación con mi cuerpo, por suerte, es sana. No he sido tremendamente exigente, pero tiene que ver también con mi percepción de que todas las historias y personajes necesitan representatividad: siento que estoy dentro de un casting de persona “normal”, entonces nunca me he autoexigido estar extremadamente delgada y nunca me he sentido sobreexigida por la tele... Ahora, si un personaje lo requiere, es parte de lo profesional y habrá que hacer todos los ajustes necesarios; si es algo más extremo, hay que evaluarlo siempre... No sé me ocurre algo que no haría, al contrario: pienso en todo lo que quisiera hacer... En cuanto a los desnudos, creo mucho en el diálogo y los acuerdos, y me ha tocado dialogar y conversarlo, y si es un entorno respetuoso se harán todos los ajustes necesarios para que las dos partes estén contentas. Si no es así, no es el lugar donde hay que trabajar.

Mi pareja es director de cine uruguayo (Guillermo Amoedo). Nos conocimos por un amigo en común, por eso viajo seguido allá. Él vive acá hace seis o siete años, que vino a estudiar un máster en guion. No estamos casados. No me llama el matrimonio, me encanta el constante pololeo, es lo más entretenido que hay. Nos une el amor y las ganas de estar juntos, y ni una otra cosa.

Siempre quise ser mamá. Ha sido muy entregada, un despertar en mucho sentidos y bacán para mi autoestima. Ha sido encontrar algo que se me da fácil; o sea es heavy ser mamá, pero me es muy natural. A veces sus potencialidades uno no las conoce y encontrar un espacio así es súper bonito cuando ocurre, en distintos aspectos, y encontrarlo en la maternidad ha sido alucinante. Por el trabajo esperé un tiempo, y siempre estaba el “no es el momento”, y es verdad que nunca será el momento perfecto; pero creo que se dio en el momento perfecto. Ocurrió. En mi embarazo estaba grabando Verdades Ocultas (Mega) y terminé como con cinco meses.

Hoy diría que no tendría más hijos... ¿Mañana? No sé, jajaja.

Escribo todo. Mi hobby es la escritura caótica, jajaja. De repente voy a la casa de mis papás y me dicen: “Oye, esa caja es tuya”. Y encuentro cuadernos de cuando tenía ocho años, ¡escritos con una intensidad tan graciosa! “¿Esa fui yo en algún momento?”, pienso, como si fuera el máximo drama. Es súper heavy estar dejando testimonio, que los dejo en todas partes, soy súper poco cuidadosa con mis registros súper personales... Tengo todas estas escrituras que son como mi ejercicio de terapia, siempre me estoy “auto-analizando”.

"Escribo todo. Mi hobby es la escritura caótica", cuenta la actriz sobre su forma de "terapia". Foto: Andres Perez

He ido una vez al psicólogo y al psiquiatra, y no me funcionó. Estoy abierta a que funcione; la terapia psicológica, psiquiátrica, holística, es fundamental, la que haga sentido y sane. En mi caso, en las terapias alternativas he encontrado muchas luces y la escritura es una forma de” auto-analizarme”, pero es muy importante saber buscar la ayuda de especialistas. La escritura ha sido mi forma de canalizar. También me escribo cartas a mí y a mi hija.

Lo único que ha tomado forma fue el guion que escribí para una película, La soprano, y fueron dos años de escritura y mucha entrega después de Perdona nuestros pecados (Mega). Tengo la suerte de tener a mi lado un guionista brillante (su pareja), que me ayudó a encausarme y a potenciar las ideas. Y las productoras me decían que les encantaba la idea, pero que “es muy cara” (la historia); empiezan las excusas y pueden pasar muchos años para que vea la luz. Pero fue un lindo proceso, de mucha investigación.

Ya tengo una idea para volver a escribir, creo que hay mucho que aportar en términos de guion, a pesar de que esté la Inteligencia Artificial.

Cuestionario Pop

Si no hubieras sido actriz, antes habría dicho periodista, pero últimamente he pensado que podría haber sido una buena sicóloga... Yo creo que a veces uno encuentra personas con las que conecta, y personas que no, y no ocurrió nomás, no tuve la suerte (cuando fui a terapia). Simplemente no ocurrió.

En mi época de estudiante de Teatro en la Finis Terrae siempre fui muy estudiosa, matea y ordenada... A veces el hecho de ser “correcta” es lo que quizá hacía que mis ejercicios, o los que mostraba, no fueran lo suficientemente profundos. Creo que lo peor que te pueden decir es que algo está “correcto”, o sea, “están bien, pero falta algo”. Es algo que he tenido que ir trabajando, encontrar un poco eso otro más allá de lo correcto, quizá ensuciarse un poco y entrar en terrenos más oscuros o profundos.

Un apodo es “Consi”, todo el mundo me dice así. Es bien poco marketero, porque mucha gente no sabe mi nombre, entonces tengo amigos de años que piensan que me llamo “Consuelo”... En mi curso del colegio éramos ocho Constanzas, entonces mis mejores amigas son todas “Constanza”. Mi abuela me empezó a decir “Consi” y lo adopté desde el colegio. Y así quedé. Pero a nivel profesional igual ha sido difícil, porque a veces hago escenas con colegas y no saben cómo me llamo, piensan que me llamo “Consuelo” o “Concepción”, jaja.

Un sueño pendiente es entrar en un personaje y sumergirme en él.

Una cábala es que practico una técnica ancestral (hawaiana) hace muchos años, “Hoʻoponopono”, que trabaja con frases como “gracias”. Estoy constante e inconscientemente diciendo “gracias” y agradezco todo, y esa es una meditación muy activa. Y cuando las cosas se ponen muy difíciles, “suelto y confío”, que es lo que me sirve cuando no sé solucionar algo, y entiendo que de repente a veces al no hacer nada se están solucionando solas las cosas.

Una frase favorita es que “todo tiene matices”, en general me cuestan mucho las radicalidades y los absolutos. Los grises son mi zona, jajaja.

Un trabajo mío que no se conoce es que fui “Pascuerita” en una Navidad; fui secretaria también en un verano, ya había salido de las Escuela.

Constanza comenta cómo su nombre ha derivado en cierto problema de "marketing" en su marca personal. Foto: Andres Perez

Un cantante que últimamente me tiene muy alucinada, muy joven, Willow Smith, que es la hija de Will Smith. Aparte de que tiene una energía, una voz y un talento heavy, tiene un álbum devocional que es precioso. Me gusta cómo se maneja en los distintos estilos, como en el jazz y en el rock. La encuentro muy completa.

Mi primer sueldo —soy tan fome, jaja— lo invertí. Ahorré todos mis sueldos hasta que pude hacer una inversión. Soy muy ordenada, jaja.

Un hobby es la escritura constante de lo que venga, de dejar registro.

No sé si es un talento oculto, pero de chica iba en la micro y la señora que se sentaba a mi lado me contaba (su vida); o me subía a un avión y la persona a mi lado me contaba todo. Siento que soy una buena oyente, entonces la gente tiende a contarme cosas muy profundas en muy poco tiempo. Tengo muy pocos amigos, tampoco soy muy sociable; soy más introvertida, pero cuando conecto, conecto muy profundo. Igual es un talento que la gente te abra su corazón. Además tengo tan mala memoria que se me olvida todo, jaja, entonces está todo a salvo.

Una actriz chilena que admiro es Pali Garcia; y un actor, Néstor Cantillana.

Cualquier película que sea de niños sufriendo me hace llorar, como Cafarnaúm o Lion. Y la última chilena que me hizo llorar mucho fue el documental de la Maite Alberdi, La memoria infinita; lloré a moco tendido, aunque no es de niños.

Creo en el horóscopo. Leo cosas, pero no lo predictivo, que no me interesa; pero sí creo que hay ciertas características o arquetipos de los signos que me gusta saber; me hacen sentido y me funcionan. Mi hija es Leo absolutamente, quería que fuera Leo, para que hubiera esta energía opuesta en nuestra casa.

"Mi hija es Leo absolutamente, quería que fuera Leo, para que hubiera esta energía opuesta en nuestra casa", asegura la actriz. Foto: Andres Perez

Si pudiera tener un superpoder, elegiría tres: primero, viajar en el tiempo-espacio, más al pasado para entender muchos contextos y realidades; otro sería, leer la mente, que siempre he pensado “qué interesante trabajar para la Justicia”, porque hay gente que miente tan bien, y así desentrañar casos en que son dos “verdades” opuestas tan bien contadas y uno de esos dos miente; y la tercera es que mi hija está obsesionada con viajar a Júpiter o Plutón, entonces (me gustaría) poder volar y llevarla allá.

Un placer culpable es la leche condensada, me tomo medio tarro; tengo un problema con la leche condensada. Y me gustan los libros de desarrollo personal, que no sé si es un placer culpable, pero es una forma de recetarse constantemente, y siempre trato de escuchar un podcast; creo que es importante para escuchar la mente que a veces traiciona.

Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, me gustaría juntarme con Margot Robbie, Reese Witherspoon y Salma Hayek, porque son actrices que han logrado producir. Me interesa que han podido generar estas productoras de contenido que me parece que son un súper aporte a la industria. Me encantaría conversar con ellas cómo lo han logrado, que obviamente ha sido muy difícil, y a escala de Hollywood.

Constanza Araya es la manifestación de 36 años de creencias y pensamientos.

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