Se ha posicionado entre los rostros jóvenes de Mega y tendrá un rol protagónico en Viña 2025. La periodista desclasifica su historia, analiza su presente, y pronostica su futuro dentro y fuera de la TV: “Volví a creer en el amor, en la familia y en todo”, lanza.
Ha sido una jornada ajetreada para Darynka Marcić Marsh (28). En la mañana anduvo donde una doctora en Las Condes para hablar sobre el estrés, luego que Pamela Díaz sufriera una parálisis facial en pleno Hay que decirlo (Canal 13). Después volvió a Mega, en Av. Vicuña Mackenna, y tuvo prueba de vestuario; y luego le toca reunión con el equipo para el Festival de Viña. Entremedio, se toma una suerte de pausa para sentarse frente a un espejo rodeado de luces y entregarse —dando alguna eventual instrucción— a las manos de la maquilladora en el canal.
En un rato debe posar ante la cámara.
Como el tiempo apremia, Darynka sugiere partir la entrevista con La Cuarta durante la sesión de maquillaje. Así, concentrada en su rostro y en las preguntas, la periodista habla. Se remonta a su nómade niñez y asegura que aquel factor de su biografía la volvió “desapegada” en general, y con cierta habilidad para manejar la ansiedad y las expectativas:
—Entonces, hoy digo... Bueno, la “Mari”, que me está maquillando ahora, sabe que soy súper así como: “Ah, ya, piola, puede o no pasar, esperemos a que pase”, porque siento que las cosas, hasta que no pasan, no son reales.
En conversación con La Firme, la reportera recuerda el “antes y después” que marcó su festiva y viral cobertura del Año Nuevo 2023 desde Plaza Sotomayor en Valparaíso. Hoy, a poco más de dos años, la reportera se alista para su rol múltiple en el Festival: como movilera en la Pregala y la Gala del certamen, y en el programa de las tarde Viva Viña, y su participación en el backstage en la Quinta Vergara.
Pero aquel es sólo un fragmento de su historia y presente: su infancia y adolescencia marcada por sus abuelos maternos y vivir en distintas ciudades de Chile y Sudamérica; su sueño de entrar en la tele; sus abrumadores primeros pasos como reportera en el estallido social y pandemia; su admiración por José Antonio Neme y afecto por Rodrigo Sepúlveda; los enroques de rostros en Mega; su futuro matrimonio, anunciado en septiembre pasado; un reciente quiebre familiar que aún la mantiene en un “duelo”; su pronto anhelo de ser madre, y minucias varias.
Ya con más de una hora de entrevista, se asoma en la sala Joaquín Méndez, su compañero de conducción durante el Festival, e interrumpe ante la inminente reunión en el canal de cara a Viña:
—¿Aviso que llegas? —sugiere el argentino.
—Espérame po’ —pide ella con una súplica firme.
Darynka prefiere tomarse las cosas con calma: terminar una, sin apuro, para luego irse a la otra.
LA FIRME CON DARYNKA MARCIC
Nací en Puerto Montt. No me acuerdo de nada, porque me fui a los seis meses a Valparaíso y nunca más volví. Me acuerdo bastante de mi infancia, que siempre lo destaco y lo haga presente también en mi día a día. Crecí con mis papás, pero también con mis abuelos maternos. Me encantaba vivir con ellos; llegar del colegio y que mi abuela estuviera cocinando, convivir con ellos, y que mi abuelo llegara del trabajo. Esa dinámica no muchos la tienen. Crecí con eso. Era como si tuviera cuatro papás. Lo que más marcó mi infancia fue que siempre estuvieron conmigo y me tuvieron mucha fe; me tiraban para arriba en todo. Yo era chica, de siete u ocho años. Me gustaba mucho.
Viví en Viña del Mar, en Valparaíso, Iquique, Río de Janeiro, Viña nuevamente, Punta Arenas y Quito. Mi papá es marino. La dinámica con mis abuelos se perdió un poquito. Cuando me fui a los 9 años a Valparaíso, me desligué un poco porque dejé de vivir con ellos en el día a día; pero estaba la época del Skype, hablábamos todos los días por cámara; era nuestro FaceTime de la época. Todos los días hablábamos, era sagrado por lo menos una vez al día, si no dos. Ellos se compraron un computador de esos grandes, con su escritorio, su silla, y ahí se instalaban. Era un ritual y duró mucho tiempo porque después nos fuimos a Punta Arenas… En fin, fue muy larga esa dinámica.
Nunca he tenido amigos constantes. Nunca tuve una mejor amiga, nunca tuve amigos de siempre, de toda la vida. Y nunca tuve un colegio con el que me identificara, porque me cambiaba a cada rato. Para mí era como: “Si me quieren bien, y si no, no importa”. Siempre llegaba a un colegio sabiendo que me iba a ir, entonces nunca generaba un lazo con el colegio ni con la gente que estaba. Lo pasaba bien, trataba de sacarme buenas notas y me iba. Pero en tercero medio, cuando sabía que iba a terminar el colegio ahí, sí hice a mis mejores amigas; de hecho, siguen siendo mis amigas hasta hoy.
Vivir en distintas ciudades me hizo ser bien desapegada, en todo; y me hizo también no tener mucha expectativa nunca de nada, porque al final yo me crié sabiendo que nada era para siempre. Entonces, hoy día, soy súper así como: “Ah, ya, piola, bueno, puede o no pasar, esperemos a que pase”; porque siento que las cosas, hasta que no pasan, no son reales. Eso es parte de todo el cambio que tuve en la infancia también.
Siempre veía tele. Mi abuela siempre tenía la tele prendida. Y se instalaba en la mesa del living a hacer zapping, ni siquiera se sentaba en el sillón. Me encantaba la doctora (Ana María) Polo y las telenovelas. Ella siempre me decía: “Ay, mi niña, te verías tan linda en la televisión, ¿no te gustaría trabajar en la tele?”. Yo no entendía nada, pues era chica, tenía siete años.
Veía teleseries y noticieros, y me gustó lo que daban, cómo lo daban y me interesaba cómo se transmitía. Calle 7 (TVN), por ejemplo, me encantaba y lo veía todas las tardes, porque era entretenido y me sacaba (la mente) del colegio. Ahí dije: “Qué ganas de hacer un programa de televisión”, y me pregunté: “¿Cómo puedo hacer para trabajar en la tele?”... Nunca me respondí bien la pregunta.
El Festival de Viña era el panorama de verano con mi familia, principalmente. Nos instalábamos a ver la Gala. Si había previa a las 10 de la mañana, estábamos ahí a las 10 AM con la tele prendida y, con un picoteo, comentábamos quiénes iban a estar, quién no, cómo se vestían… Era el panorama de febrero, realmente... Y todas las noches, sagrado, lo veíamos, de muy chica. Recuerdo muy bien varios shows de Chayanne y Ricky Martin; y me encantó el de Olivia Newton-John. Después nos fuimos a otro país y perdí un poco el resto del festival.
Cuando me fui a vivir a Río de Janeiro me dieron un mes sin calificaciones en el colegio para aprender portugués, que me demoré un mes en aprenderlo; tampoco es tan difícil. Pero para mí Río no fue ir a estudiar; estaba en quinto básico. Fue ir a la playa y disfrutar; era tan chica que no tenía esa preocupación. Río fue uno de los mejores años de mi vida, porque realmente no me exigían casi nada. Salía del colegio como a las 2 PM y después me iba a la playa; para ellos es normal eso. Me encantó.
Cuando en cuarto medio, la semana antes de la PSU, no sabía qué estudiar, mi papá me sentó con mi mamá y me dijeron: “Ya, ¿qué opciones quieres?”. Y se las dije, súper distintas unas de otras. Y me dijeron: “No, creo que para ti te queda bien el Periodismo”, y me dieron sus razones. . Y dije: “Pucha, pero es que no sé, no me tinca”. Y me propusieron: “Tienes la opción de entrar a la universidad, y si no te gusta, salirte; pero pruébalo, que te va a gustar”. Y decidí: “Bueno, ya que no sé qué hacer, me voy a meter a Periodismo, ya que me lo recomienda mi papá. Confío”.
El primer día de universidad me encantó Periodismo y dije: “Esto es lo mío totalmente”. Me quedé. Me fue súper bien en la universidad, trabajé desde chica, trabajaba los veranos para seguir aprendiendo. Descubrí que todo eso que yo decía de pequeña de “¿cómo lo puedo hacer para trabajar en televisión?”, superficialmente hablando, lo podía conseguir acá. Fue todo gracias a que mis papás me sentaron una tarde y me dijeron: “Nosotros te vemos en en Periodismo”. Si no, no estaría en esto.
Pensé estudiar Diseño de moda, Arquitectura, Ingeniería comercial y Fuerzas Armadas… Todo y nada me gustaba. Por eso mi papá me sentó y me dijo: “No, a ver, ¿Relaciones públicas?, porque te llevas bien con la gente, ¿o Periodismo?, porque tienes desplante”. Ninguna me tincaba. Pero Periodismo me encantó. Mis papás fueron guías para mí. Pero eso cambió: hoy no tanto. Se transformó mucho. Pero siempre que me equivocaba en algo me decían: “Ojo con eso, porque tiene esta consecuencia”, y tenían razón. Les hacía caso. Confié mucho en su criterio, ¡me escogieron una carrera!, y tenían toda la razón.
Partí haciendo periodismo informativo y siempre me va a gustar porque es la base de todo. Siempre querré lo informativo, porque empecé ahí a hacer pasantías y prácticas, porque uno es periodista. A uno le enseñan a investigar y a reportear, pero siempre me va a picar el bichito de la entretención, y siempre lo he recalcado: “Me gustaría hacer esto y hacer esto otro”. Cuando me propusieron lo del Festival, dije: “Pucha, no me lo creo”. ¡Pero qué buena oportunidad, qué entretenido, qué bacán!
En la universidad no tenía certeza de entrar a la TV. Estaba muy nerviosa por salir de la universidad porque decía: “Entrar a la televisión es muy difícil”. Pero creo que mis profesores veían el esfuerzo que yo tenía por entrar. De hecho, para hacer la práctica, presioné: “Por favor, recomiéndame en Mega. Por favor, habla bien de mí, di cuánto me esfuerzo en la universidad, qué sé yo”. Me gusta la línea que tiene Mega. Se dio todo, y aquí estoy.
Como me gustó el periodismo, encontré una razón para trabajar, por ejemplo, o para seguir los sueños, y dije: “Ya, esto con constancia se logra; si no, no se logra nada”. La televisión es un círculo tan difícil y cerrado que dije: “Tengo que hacer un trabajo previo muy grande para que esto funcione”. Es de largo aliento. En el segundo año de universidad, en el verano, trabajé en una radio; después, al siguiente, también en otra cosa. “Tengo que perseverar porque esto es muy difícil y me gustaría llegar preparada a Mega, que era mi objetivo final”, pensaba. “Me gustaría llegar muy preparada, saber de radio, un poco de tele y qué pasa, por ejemplo, en lo regional, porque soy de Viña y estudié ahí”. Quise ser muy perseverante para que funcionara. No me arrepiento. Sin nada de lo que hice no sería lo mismo ahora.
Llegué a hacer la práctica para el estallido social. Tuve que salir a terreno, nada indoor. Yo ahí, después de toda esta previa que hice, esta perseverancia, dije: “No quiero esto”, porque era muy heavy, la gente quería cosas y tenía una expectativa de los medios en general. Sentí el verdadero peso de estar en un medio de comunicación y pensé: “No sé si soy capaz de cumplir y ser responsable con la gente”. Lo juro. Era un contexto de incertidumbre, pasaban muchas cosas en la calle; el propio vecino lo pasaba mal por las protestas que había. Era un contexto muy hostil para todo el mundo. Salir a la calle era siempre un momento de tensión, y nunca nadie te trataba bien porque el contexto entero del país era muy hostil, difícil. Y se decía que “los medios mentían”, se metían los políticos también a decir cosas y la gente opinaba mucho. Era muy duro, no era como para compartir y reírnos. Eso no existía.
Cuando terminé mi práctica —no sé si lo saben los jefes—, no quise seguir. Me llamaron, me contrataron, y yo estaba al límite porque además llegó la pandemia, la mascarilla, el “no nos topemos” y “no sabemos qué es esto”. Fue doble estrés. “No quiero esto, no quiero estar más acá”, dije, no por el canal, sino por los medios en general. Y ahí mi papá y mi mamá me dijeron: ‘No, porque te has esforzado tanto por esto, y tú puedes con todo, por ti misma, porque te lo mereces y porque has trabajado duro”. Y seguí, con la pandemia, con la cuarentena, y me dio COVID entre medio, recién contratada. Estuve un mes afuera. Durísimo.
Reportear para la TV en terreno siempre me gustó, pero cuando me di cuenta realmente de lo que era, me abrumé y dije: “No sirvo para esto”, y me dijeron: “No, sí sirves, dale”. Me demoré como un año, hasta que dije: ‘No, está bien, me quedo, me gusta, me encanta, lo disfruto”.
Empecé a disfrutar cuando se quitó la cuarentena y las restricciones del COVID. Estaba el fin de semana trabajando y mi editor, Juan Carlos Lepe, me dijo: “Ya, se abrió todo, vamos con la gente, retomemos esa conexión bacán, porque la gente quiere salir, tomarse un café e ir al cine”. Empezamos a hacer los “desayuno de campeones”: íbamos a un local y lo promocionábamos para que la gente fuera a disfrutarlo. Y desde ahí, hasta hoy, me gusta y lo disfruto 100%. La cuarentena también era un contexto hostil. La gente no sabía nada, perdió el trabajo, estaba cansada en la casa y no había ánimo de nada. Se abrió todo y la gente comenzó a disfrutar, y nosotros también disfrutamos. Desde ahí, fue distinto.
Estuve con Rodrigo Sepúlveda en el Meganoticias Alerta. Él no me llevó al noticiero. Pero había una dinámica que faltaba con Rodrigo, que era la distensión dentro de lo informativo. Meganoticias Alerta es un programa informativo de fin de semana en que a Rodrigo Sepúlveda le estaba yendo muy bien; estaba subiendo, pero faltaba una distensión. Entonces, “¿cómo lo hacemos?”, se preguntaron. Estaban abriendo los bares, los restaurantes, los cines, las cafetería, y ahí le dije: “Salgamos a la calle con la gente de nuevo”. Y él me dijo: “Ya, Dary, inténtalo”. Y funcionó.
Con “Sepu” nos llevamos bien de inmediato, porque es una persona muy fácil de querer. La lógica de humor entre el movilero, persona en la calle y Rodrigo, funcionó muy bien y de forma natural, y así se quedó esa dinámica que se mantuvo por al menos dos años, y él se quedó el fin de semana. Luego, él pasó a la semana, a Alerta de lunes a viernes, y se intentó hacer la misma dinámica, pero obviamente el contexto era muy distinto y no funcionó, porque de lunes a viernes es otra cosa, es más informativo; un fin de semana es más distendido, la gente está tomando desayuno en su casa, o yendo a trabajar, pero en un ambiente más relajado. Ahí se dio la oportunidad de hacer cosas más entretenidas con Rodrigo, y nos queremos mucho obviamente.
¿Qué opino del periodista-conductor opinante? (tipo Rodrigo Sepúlveda, Neme y JC Rodríguez). Me encanta que la gente tenga su opinión, pero cuando opinas mucho sobre un tema tiendes a hacer que la gente piense igual que tú y se genera un debate en torno al periodista. Me gusta el periodista que opina, pero no sé si en un noticiero. Yo creo que en un matinal está perfecto, pero en un noticiero, no sé si tanto. A mí, de hecho, me cuesta opinar. Creo que hay instancias y espacios para eso, y un informativo no sé si lo es.
El rol de “Sepu” en Meganoticias Alerta nació opinante. Fue una decisión del programa ponerlo en un informativo; es un producto. Pero “Sepu” es así y siempre lo va a ser, en cualquier formato, en cualquier parte. Él es así. Pero no sé si me gusta la opinión en un informativo.
Mi performance en el Año Nuevo del 2023 fue muy divertida. Me dijeron: “Dary, ¿quieres hacer el Año Nuevo? Acompañemos a la gente en la cena, a pasar las 12, ¿te gustaría?”. “No”, respondí, “porque soy muy de familia y me gusta cenar con mi familia”. Y el editor me dijo: “Creo que lo vas a pasar bien, dale una vuelta”; y le contesté: “Ya, si tú me lo dices, démosle”... Comenzó la transmisión, una transmisión que dura 15 minutos nada más, como todos los años; 15 minutos para desearle un “feliz año” a todo el mundo. Pero resulta que estaba buena la fiesta… y de 15 minutos pasamos a una transmisión de una hora y media; en el canal me estaban viendo en la transmisión y se dieron cuenta de que la gente estaba prendiendo la tele, se entretenía y lo comentaba en redes sociales. Estaban muy contentos y dijeron: “Sigamos, sigamos, sigamos al aire; vamos, vamos, vamos, acompañemos más a la gente”. Yo no entendía nada porque miraba el reloj y me preguntaba: “Pero si llevo 20 minutos, ¿cuándo me van a decir que ‘ya no más?” Hasta que una hora y media después me avisaron: “Ya, Dary, despidámonos, feliz año”. Y yo: “Pero si pasó una hora y media, amigo, ¡cómo tanto?!”... Y de ahí ya lo he hecho tres veces.
Me empezaron a reconocer después de mi primer Año Nuevo. Fue muy viral. Había gente que veía Meganoticias Alerta los fines de semana y decía: “Esta chica hace las mañanas con Rodrigo Sepúlveda en los ‘desayunos de campeones’”. La gente se empezó a fijar más. De ahí en adelante fue otra cosa, nada que ver. La gente se acuerda muchísimo de esa instancia. Definitivamente fue un antes y un después. Y también, quizás, uno deja de ser sólo “la que informa”; a los periodistas a veces no se les asocia con un nombre. Ahí se rompe ese esquema, ya no era “la periodista de Mega”, era Darynka Marcic igual. Fue muy lindo; que te asocien como persona es bacán. Detrás del trabajo que hacemos hay también una persona que tiene humor, familia y personalidad.
No sé cuánto tiempo seguiré haciendo los años nuevos… Lo que el jefe decida. ¿Me gustaría mantener esa “tradición”? Soy de la idea de que, ya que esto es una gran oportunidad, el resto también tiene que tener oportunidades. Si hay alguien que tiene simpatía, que puede hacer más y dar lo mejor de sí, pónganlo. No tengo ningún problema. Me gusta el concepto de “dar oportunidad” y, si no estoy en esa transmisión, no tengo problema. Si esa persona se va a lucir, feliz.
Me metí al agua a entrevistar veraneantes en el Radal Siete Tazas. Me quería meter al agua porque las mujeres nunca se meten al agua. Siempre es el hombre reportero el que se mete a la piscina; la mujer, nunca. Hay muchos porqués para eso, pero cada una tendrá el suyo. Yo dije: “Hay que romper ese esquema un ratito”. Me puse traje de baño, blusa y me metí. Que no sea siempre el hombre el que se meta.
¿Cuál es mi límite en terreno? Es peligrosa mi forma de trabajar. A medida que me sienta confiada con el equipo que hay detrás, voy a seguir haciendo cosas. Mi límite en realidad es mi equipo, no yo; muy rara vez soy yo. Si me siento cómoda en una transmisión, puedo hacer muchas cosas sin afectar a los demás. Pero cuando no me siento cómoda, no hago nada. Mi proceso creativo no existe. Por eso digo que es “peligroso”. Cuando me siento cómoda con el equipo, voy a todo y más. Nunca haré nada que afecte a la gente que esté a mi alrededor. Pero es peligroso, técnicamente, meter un micrófono al agua o que una mochila se caiga por un barranco; peligroso en ese sentido, en que el canal tenga que asumir costos técnicos.
Natasha Kennard es muy talentosa. Este canal tiene una particularidad muy bacán: si ven un diamante en bruto, lo trabajan. Y no solo Natasha y yo; hay mucha gente más que están puliendo y que quizás se van a ver durante el año. En este canal, si tienes talento, te lo explotan. Natasha tiene un talento informativo impresionante; estudia todas las noches, sabe perfectamente el tema político, económico e internacional. Ese talento no todos lo tienen; no es solo leer un teleprónpter: es comunicar. Y eso lo tiene Natasha.
Soy todo lo contrario a Natasha, en el buen sentido. Me gusta la espontaneidad, porque la televisión ha estado en los livings de las casas y ha sido históricamente un punto de reunión para la familia. Me gusta la libertad de ser espontánea, de sentir que la gente conversa conmigo, no sólo que les informo, que les cuento algo, que son mis amigos, que los conozco. Distinto a Natasha, y todo perfecto; yo no soy tan estudiosa.
No tengo ningún problema con desperfilarme. ¿Qué es “desperfilarse”? Cuando tienes un objetivo de informar y quieres ser un periodista conductor de noticias en horario nocturno, político o económico, obviamente no puedes “desperfilarte”, porque hay una creatividad en lo que estás hablando. Pero en mi caso, que no quiero lo informativo, ¿de qué me voy a desperfilar? No pierdo nada desperfilándome, me estoy perfilando; lo informativo no es mi objetivo. Pero entiendo al colega informativo que no quiere tirarse a la piscina o no quiere comer un completo en vivo. Lo entiendo absolutamente.
Salí tercera en los Premios Cordillera a mejor movilera. Son excelentes periodistas los que ganaron, Rodrigo Pérez y Lucho Ugalde. Me lo tomé demasiado bien. Sólo estar nominada ya es un premio, un reconocimiento. Luis y Rodrigo son dos periodistas que lo dan todo en la calle y tienen años de trayectoria ¿Qué hacía yo después de ellos? Nada.
Luis Ugalde ahora está en Mega. Win-win. Soy cero competitiva, que gane el resto también está bien, jaja. Aprendí mucho de él cuando trabajábamos en la calle como competencia. El compañerismo, apoyarse entre canales, porque en la calle estamos solos, es una particularidad de Luis Ugalde, que no voy a dar nombres, pero el resto no lo tiene. Él es súper tranquilo, compañero y dice: “Saquemos todo esto adelante”, y lo encontré notable porque un periodista con esa trayectoria y templanza, es un ejemplo a seguir. La dinámica en la calle es pegarse codazos, es el roce, competir por la entrevista. Luis, en cambio, es de decir: “Ordenémonos, todos vamos a tener la cuña”. Tranquilo. Ese nivel de templanza y compañerismo tenía él. No he conversado con él sobre su llegada a Mega, pero lo que me deja él de su reporteo es su compañerismo.
En la Gala y en Viva Viña estaré en el móvil, no estaré en el panel. La idea es estar con la gente, en la fila, en la galería: conexión total. He estado con la conductora, Fran García Huidobro, breves lapsos, nada profundo.
Para el backstage del Festival el equipo es exigente y tengo que saber todo de los artistas al revés y al derecho, seguirlos en redes sociales, ver qué publican, qué opinan, para que cuando los entreviste en el backstage no esté perdida en qué preguntar; si le pasó algo malo, algo leve, que se quemó tomando sopa, por ejemplo, eso le da sazón, humanidad al artista; no sólo saber su fecha de nacimiento, sino también sus gustos, si recorrieron Viña, si tuvieron algún show donde les fue muy mal o bien, la crítica… le da cercanía. Cuántas veces les preguntan cosas obvias a los artistas. La idea es que sea una conversación fluida.
Estoy super de acuerdo con lo que dijo Neme de que “no porque seamos el canal organizador del Festival vamos a seguir la latera y latiguda tradición de encontrar todo bueno”. En mi perspectiva, está bien decir que algo no me gusta o algo que pasó mal, porque con eso eres más real, auténtico: estás conversando algo que pudo haber salido bien o mal. Es normal que cosas buenas y malas pasen. No todo es perfecto. Esa cuestión de “hicimos todo bien”, me carga. Tener un poco de autocrítica te hace más humilde y aprender de los errores. Eso debe ser base para todos. Creo que está el apoyo de la organización para eso; es un equipo bien humano y abierto a las ideas. Creo que no tienen ningún problema con eso.
Animar el Festival de Viña no es un sueño. Yo diría que sí, obvio. La persona que te diga que no quiere animar el Festival de Viña, creo que no está diciendo toda la verdad. Pero no es mi sueño. Creo que es mucho futuro y mucha agua tiene que correr bajo el puente. No es mi sueño.
En cinco años me gustaría estar en el área de producción de entretención del canal; no prensa, sino en el departamento de producción que hace programas. Me encantaría, lo que sea, me da lo mismo en cámara o detrás de cámara: quiero ser parte.
No me gusta la farándula. El trabajo que hacen los colegas de farándula es espectacular, pero me cuesta meterme en la vida del resto: me cuesta perseguir a alguien, me cuesta invadir su metro cuadrado. Esa es mi piedra de tope. Aunque sea un tema contingente, me cuesta. Y en prensa también me costaba. Me costaba estar, por ejemplo, parada afuera de la casa de alguien esperándolo. Me cuesta, sí… eso es algo muy mío, personal; siento que invado totalmente su privacidad y que tienen derecho a ella. Por eso yo no quería estudiar periodismo, porque de verdad me cuesta. Y la farándula estar dentro del metro cuadrado de la persona. No podría. Pero entiendo que el trabajo es súper difícil y que la gente que lo hace es muy talentosa; o sea, enorme, están 24/7 trabajando, no tienen horario, no tienen fines de semana; es lo más sacrificado que hay, más sacrificado que prensa incluso. Pero yo nunca lo haría.
Me gusta la entretención, hacer reír a la gente, ya sea en un programa cultural o en uno de entretención como los de antaño, donde la gente diga: “Ay, qué risa lo que dijo”. Un programa de competencia, hacer algo que saque a la gente un poco de la hora, de lo malo que están viviendo.
Entretener es mi sueño ahora. Es un sueño súper pequeño: hacer algo que aporte a la alegría de las personas, que las saque del ahora, porque el diario vivir de la gente es muy brutal, y creo que aportar en eso es mi objetivo principal.
El año más feliz de mi adultez creo que fue el año pasado. Este último año ha sido bien difícil para mí en general, entonces no sabría decir si ha sido el más feliz, pero sí he tenido muchas cosas buenas: el matrimonio de mi hermano, nació mi sobrino y conocí a mi pareja también. Esas cosas, la familia y todo eso, que me hacen feliz. Si tuviera que elegir un año, podría decir que el 2024 ha sido mi año más feliz desde que salí del colegio.
Hablé de que nunca espero nada de las cosas. Nunca sentía que los lugares eran seguros, por ejemplo; y mi lugar seguro era mi familia. Y eso tuvo que cambiar muy rápidamente, de la noche a la mañana, literal, y entendí que eso tampoco era seguridad. Tuve que entender muchas cosas, y creo que el 80% de lo que sucedió todavía no lo entiendo muy bien. Estoy en un proceso muy difícil de dejar un poco la rabia de lado, por decirlo así, en base a esa situación y seguir adelante; entender que nada es para siempre. Creo que ese es el concepto: que nada es para siempre. Pensaba que mi familia era para siempre y no lo fue. Y que cambia, que se transforma, que no es lo mismo, que mi gran pilar ya no es lo mismo: se transformó. Me quedé sola entendiendo toda esta información. Por eso te digo que no sé si ha sido mi mejor año. Ha tenido elementos muy importantes para mí, muy bonitos, pero también estoy viviendo un proceso de duelo que es muy profundo.
Estoy en contacto con mis padres (tras fractura familiar), pero hay cosas que cambiaron y entendí que la vida cambia nomás y que hay cosas que cuesta entender, pero que hay que seguir adelante... Ahora el consejo lo busco en mí misma, no más: miro todo en perspectiva y encuentro la respuesta en mí misma.
Me parece que el canal hizo una radiografía de lo que había que comunicar en pantalla (Opina sobre el cambio de rostros en el canal), eso se traduce en los cambios que hicieron. Me encanta ver al “Sepu” en otra faceta (conductor del Mucho gusto), creo que es un espacio muy libre, opinable y entretenido. Y yo no le tengo miedo a ese cambio para nada.
Neme queda perfecto donde tú lo pongas, al parecer él quería incursionar en otras cosas (estará en Meganoticias Prime y saldrá Juan Manuel Astorga), ya llevaba años en el matinal y tener otro aire siempre es bueno, yo tengo mucha expectativa de lo que se va a armar en la tarde noche con José al mando de ese buque.
Jose (Antonio Neme) es un rostro referente para mí en el canal. Siempre he dicho que me encanta, que sea un hombre informado al 100%, que a la vez opine y que a la vez sea chistoso. Nadie tiene eso en la televisión chilena. Nadie. Y tiene control absoluto de lo que hace.
Estoy comprometida con el periodista Mariano Serce (de TVN). El flechazo fue inmediato. Lo vi entrar a un cumpleaños y fue amor a primera vista. Qué cliché. Él ya me había visto antes porque trabaja detrás de cámaras, viendo las pantallas de todos los canales. En la oficina de prensa están todas las pantallas, y él siempre me veía en una, en un cuadrito chiquitito de Mega, y siempre decía: “Oye, qué linda es, la quiero conocer, ojalá algún día topármela”. Pero era imposible porque hacemos trabajos muy distintos. Hasta que nos encontramos en un cumpleaños. Yo no sabía quién era, pero él sí sabía quién era yo. De hecho, cuando entró, no me vio, pero yo sí lo vi y me encantó su presencia. “¿Quien es?”, pensé. Caché que era amigo de una conocida mía; le pedí que me lo presentara y desde ahí no nos separamos más, nunca.
Con Mariano empezamos a hablar por WhatsApp inmediatamente, ya llevamos año y medio juntos. Nos vamos a casar, fue rápido, porque cuando las cosas se dan, se dan nomás. Antes criticaba a la gente que se casaba inmediatamente, pero ahora lo entendí. Pasa nomás. Son cosas positivas que pasan. Siempre fue intenso, nos bromeamos con eso. Somos el meme de la intensidad y yo también soy así. Lo vivimos todos los días y nos reímos de eso.
En la primera cita le pregunté a Mariano si quería tener hijos, si tenía la onda de querer o no querer. “Si lo asusto, no es el indicado”, pensé. Me abrió los ojos y me dijo: “Sí, quiero”. Creo que es una pregunta válida hoy en día. Si no compartes el mismo proyecto, no tiene mucho sentido. Nadie dice que (tener hijos) tiene que ser ahora, pero necesitaba saberlo. Ese nivel de intensidad tuvimos desde el inicio, por eso todo se dio tan rápido.
He pololeado dos veces. Mi primera relación fue larga, duró cuatro años, a los 18 o 19 A los 15 tenía ese sueño de casarme y tener hijos, pero después lo perdí. Me iba bien en el trabajo, estaba bien sola y pensaba que no necesitaba esas cosas. Hasta que apareció Mariano y dije: “Oh, esto va a doler”. Ahí volví a creer en el amor, en la familia y en todo. Y a él también le pasó lo mismo. Nunca había querido casarse antes, pero conmigo sí le nació, proponerlo y vivirlo.
La propuesta de matrimonio fue en Versalles. No sacamos ninguna foto en realidad. Lo teníamos conversado, él ya me había pedido la talla del anillo, pero nunca me dijo cómo cuándo ni dónde lo haría. No hemos visto nada aún de la celebración de matrimonio. Terminando el Festival de Viña me pondré las pilas.
¿Qué pienso de la monogamia y las relaciones abiertas? Mientras haya acuerdo de la pareja, está perfecto; cualquier cosa, pero tiene que haber un acuerdo. O sea, la otra persona tiene que saber lo que tú estás haciendo o no haciendo. Si no, no sirve, es infidelidad. Si hay un acuerdo de la pareja, está muy bien. Yo no tendría una relación abierta.
Ser madre lo veo bastante cercano, de hecho, muy cercano. En uno o dos años más. Lo laboral es un tema para mí: me da miedo irme y perder la continuidad de mi trabajo, y creo que para todas las mujeres es difícil. Es impresionante ese tema, le tengo mucho miedo a eso. Pero también sé que nunca es buen momento ni mal momento. Me voy a relajar, lo voy a “tomar con Andina” (con calma) y vamos a decidir.
¿Si tengo un sueño de familia? Lo que vaya dándose. Cuando uno es chico sueña más con eso, pero ahora entiendo que la vida es más compleja. No es fácil traer a alguien al mundo, implica mucha responsabilidad, tiempo, dinero, paciencia y cariño. Por eso hay que estar preparada. Sí, me voy a estresar al irme un tiempo de la pega, pero confío en que volveré y habrán cosas que hacer. Se suele postergar mucho la maternidad. Por eso digo que nunca es bueno momento ni mal momento. Si te vas, te vas a ir hoy o mañana; entonces decide tú cuándo quieres irte, que no te decida el contexto.
Siempre estuvo presente en mí ser mamá. Con o sin pareja, casada o no casada. Si no hubiese tenido pareja, habría buscado otros métodos más adelante; pero siempre tuve el anhelo de ser mamá.
“Hay un cierto placer en la locura que solo el loco conoce”, escribí una vez en mi instagram, hace mucho tiempo. Me siento “loca” en el sentido de que me gusta salir de lo cotidiano, aunque sea un poquito. Y sólo yo me entiendo, y necesito que me entiendan, algo, para hacerlo. ¿En qué sentido? Es como “mira, tengo esta idea, hagamos esto”, propongo, y que me contesten: “¡Ah, ya!, hagámoslo”. ¡Perfecto!... Un ejemplo muy básico y rutinario: si estoy cubriendo una fiscalización, y hay una persona que está muy alegre, que está contándome algo muy anexo a la fiscalización, y está muy simpática esa persona, “vamos con esa persona”, digo. No es tan aceptado. No siempre lo entienden. Es lo último que pasó.
En diez años me imagino ojalá animando un programa, no un noticiero. Sola o acompañada. Me llevo bien. Sé trabajar en equipo, no tengo problema, sola, con alguien, o en equipo.
Cuestionario Pop
Si no hubieras sido periodista... me habría gustado ser cantante, modelo, JAJAJA, no, típico que uno cuando niña decía eso. Me hubiese gustado ser piloto de avión. Me gusta manejar, las máquinas y viajar.
En mi época en la U. Adolfo Ibáñez había ramos que me cargaban, no los pescaba y no estudiaba nada; no estaba ni ahí. Y a los ramos que me gustaban les ponía mucho empeño y me sacaba muy buenas notas. Era muy selectiva con los ramos. Si no me gustaba un ramo, me daba lata ir. Así de sencillo. Y para mis amigas era difícil, porque me tenían que arrastrar con ellas. “Ya, bueno, ya”, decía yo.
¿Un apodo? Me dicen Dary.
Un sueño pendiente es incursionar más profunda y establemente en la entretención. Ahora el Festival de Viña es algo puntual.
¿Una cábala? No soy cabalera. Me gusta mucho tener higiene de sueño. Necesito descansar: apago celular y luces. Empiezo a desconectarme absolutamente para poder descansar. Eso hago, siempre.
Una frase favorita es “regio”, siempre lo digo. Puede estar pasando todo lo malo y yo digo: “Regio”.
¿Otros trabajos en mi vida? Siempre han sido en Periodismo.
Con mi primer sueldo le compré un regalo a mi expololo, Joaquín, unas zapatillas... Owww, que era buena persona, ¡qué tierna!
No me arrepiento de nada, ¡me carga arrepentirme! ¡Me siento mal arrepintiéndome! Entonces no me arrepiento y digo: “Por algo pasó”. No me arrepiento de NADA.
Un cantante favorito: me gusta Andrea Bocelli, Daddy Yankee, Pailita, Myriam Hernández, Laura Pausini... ¡No hay ninguna relación!
Un periodista que admiro es José Antonio Neme.
Un talento y pasatiempo oculto es que soy gamer, lo juro por Dios. Me gusta pasarla bien jugando videojuegos, y ojalá en equipos. Ese juego de cocinar, en parejas, Overcooked.
Evito las películas con las que lloro, que son las de animales, perritos. Si sé que es algo muy sensible, no la veo, porque no me gusta llorar. No quiero llorar.
Creo en el horóscopo, pero no en el semanal o en el mensual. Pero creo en el perfil de Acuario, Capricornio... Nada más que eso, muy genérico.
Un superpoder que me gustaría tener es controlar el fuego y teletransportarme, más que el fuego, ¡lo disfrutaría mil veces más! Porque podría llegar a la playa inmediatamente, JAJA, o a la parte que quiera, ¡sin taco!
Un placer culpable son los wafles, ¡porque hacen tan mal! Wafles con fruta, chocolate, caramelo y/o nutela... ¡Como tanto wafle! Compro y hago: tengo waflera, compro los congelados y pido por delivery.
Si tuvieras que invitar a tres personajes de la Historia a un asado, uno sería mi pololo; Michael Jackson, que no escucho mucho su música, pero quiero saber cómo es él, cómo piensa, qué me conversa y todo; y Cristian Ronaldo, porque lo encuentro top.
Darynka Marcic es una profesional con alma de niña, todavía.