La Firme con Edo Caroe: “Paso de la alegría extrema a la ira, a la nostalgia, a momentos demasiado calmos, en muy poco rato”

Entrevista al comediante Edo Caroe para La Firme por su show Peligrosamente Bien y regreso al Festival de Viña. 

EDO CAROE
FOTO: MARIO TELLEZ / LA CUARTA
Entrevista al comediante Edo Caroe para La Firme por su show Peligrosamente Bien y regreso al Festival de Viña. EDO CAROE FOTO: MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Tras casi una década, regresa al Festival de Viña. Entre medio, el comediante pasó por un cuadro depresivo que, tras una “sanación”, derivó en proyectos que hoy —por ejemplo— lo tienen con el podcast más escuchado de Chile y cinco shows agotados en el Movistar Arena en un año. “Valoro lo que hago, pero tampoco quiero caer en la soberbia o autocomplacencia”, declara.

—Estoy muy calmado, considerando mis otras presentaciones en Olmué y Viña, o cuando iba a hacer la Fiesta del Cochayuyo, que estaba muy nervioso. Y lo dije en varias entrevistas: mi estado mental está mejor, entonces puedo soportar la presión…

Así Eduardo Carrasco Rodríguez (38) —más conocido como Edo Caroe— resumía a inicios de diciembre su presente con la mira en lo que será su regreso al Festival de Viña, mientras conversaba distendidamente con sus compañeros en un nuevo capítulo de Tomás Va a Morir, el podcast más escuchado de Chile.

Tras el hito de agotar cinco shows en el Movistar Arena durante el último año, en el 2025 Edo rematará su rutina Peligrosamente Bien presentándose en Concepción, Valparaíso, Talca, Pucón, Temuco, Puerto Varas, Chiloé, Antofagasta, Chillán, Punta Arenas y, finalmente, en la “Ciudad Jardín”, el 26 de febrero en emblemático festival en la Quinta Vergara, tras tres años sonando como carta para el humor del certamen.

El camino ha sido largo para quien dio “por perdida mi vida a los 23 años” y que “mi década hasta los 31 fue un tormento”, o más bien, una ciénaga de dolor y sufrimiento”, según repasó recientemente con una cuota de humor quien también fue padre muy joven, se casó apresurado y dejó sus estudios de abogado persiguiendo el sueño de abrirse camino en la magia, metiendo la comedia entre medio, y así debutó televisivamente y llegó a la final de Coliseo Romano en el 2011.

Sin embargo, aunque durante años se auto-percibía como más mago que comediante, aquel título le empezó a quedar ajustado, apretado, según cuenta en conversación con La Cuarta. Entendió que las palabras, las historias y, por supuesto, la risa le permitían expresarse mejor, a él, un tipo que ha lidiado con reiterados cuadros depresivos en su hoja de vida y que, a su vez, goza de un refinado vocabulario que coquetea con uno que otro garabato.

En entrevista con La Firme y, aunque en un inicio pareciera distante, trayendo una gafas oscuras y una postura acaso desinteresada o altiva, al poco hablar deja entrever su personalidad “medio nostálgica” —según él mismo ha dicho—, sensible, de sus primeros pasos en Temuco; su arribo a Santiago ya de adolescente; sus altibajos lidiando con la frustración y el manejo de la ira, matizados, cada tanto, con uno que otro chistecito a modo de catarsis; su fórmula para hacer comedia; sus escuchados podcasts; el libro recién lanzado; e incluso su lado más íntimo y familiar.

Eso y mucho más, a continuación, y en extenso.

LA FIRME CON EDO CAROE

Casi todos mis recuerdos de Temuco tienen que ver con las escuelas de fútbol o con scout, del grupo número 7 de Tucapel. Había muchas actividades todos los fines de semana; salíamos de campamento, había muchas áreas verdes y zonas para acampar. Me llevó mi vieja, así como obligado, yo no quería, engañado a Chillán; no quería ser parte. Pero un día me llevó, me dejó ahí, estuve toda la tarde y me encantó, como a los siete años, muy chico. Todos mis grandes recuerdos y amigos de Temuco los hice ahí.

Soy nostálgico. Creo que lo que más me gatilla la nostalgia es la casa de mis abuelos paternos en Quepe; Temuco; las vacaciones en Licanray; la casa de mis abuelos maternos también, que ahí me crié, y también ahí mi abuelo tenía su distribuidora que era el sustento de toda la familia, y tengo recuerdos de haber estado en esa bodega, jugando, con amigos. Siempre mis sentimientos de nostalgia tienen que ver con las partes aledañas de Temuco, como Villarrica, Lincaray o cuando mi viejo me pedía que lo acompañara a trabajar, a Melipeuco, Carahue y todos esos pueblos olvidados que parecen un nombre de chiste.


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Edo Caroe recuerda su infancia en nostalgia, la cual es para él una alta fuente de nostalgia. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Echo mucho de menos —que hace poco lo hablaba con mi familia en un almuerzo—, esa vida de pasaje, del pasaje San Cristóbal de la villa Santa Teresa, donde cruzaba calle y estaba mi mejor amiga; y para el otro lado, mi mejor amigo. Estábamos todo el puto día en la calle. Atrás había una línea del tren y nos íbamos a jugar ahí, o a la cancha de fútbol. Éramos de estar callejeando todo el día, sin ningún tipo de responsabilidad ni proyecto. Era sólo el día a día, pasarlo bien y hacer travesuras.

Me vine de Temuco a Santiago con todas las costumbres de Temuco. Fue raro igual, porque llegué a un colegio súper pretencioso y nuevo en Peñalolén, que ahí trabajaba mi mamá, era la inspectora general; siempre fui (como) el “hijo del paco”, un poco como un infiltrado en el curso. Me fui ganando la confianza del resto, pero, al mismo tiempo, venía de Temuco; habían códigos de la ciudad que no entendía, o se burlaban de mí por cómo hablaba, que decía “gánate ahí”, que para algunas personas es derechamente flaite, y para otros es simplemente cómo se habla en la zona donde naciste y no tiene que ver con clases sociales, sino algo más geográfico; o a los zapatos de fútbol les decía “chuteadores”. Siempre se burlaban de mí por eso. Y mi ropa realmente estaba pasada a leña; Temuco es una humareda, la ciudad está sumida en una nube grisácea, y el olor es distinto. Me fui acostumbrando al ritmo y a la gente. Pero creo que me persiguió lo temuquense durante dos o tres años.


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"Me persiguió lo temuquense durante dos o tres años", relata Edo sobre su arribo adolescente a Santiago. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

La figura de mi viejo: Fue tan ausente que en un momento que me tuve que armar una imagen de mi papá, construir a mi papá entre realidad y ficción. En algún momento creo que perdí la noción de quién era mi papá. No sé muy bien si es más cómo yo lo describo en los chistes, o si es cómo es... no sé. Es un constructo de mi mente, jaja... Pero creo que me he reconciliado con él precisamente por los chistes, por el humor. No es que estuviéramos peleados, sino que me reconcilié con él en su forma de ser: lo entendí. Y también como soy papá, entendí lo que él pudo haber pasado, o por qué se comportó de cierta manera. Es una relación difícil, siempre difícil, pero que tiene unas luces muy bonitas...

Siempre digo que mi papá nunca estuvo presente, o no me iba a ver a los shows; pero la última vez que fui a Temuco, de repente, sacó una carpeta, la abrió y tenía recortes del 2014, todas mis apariciones en el diario o en revistas, que las había ido guardando. Uno entiende que cada persona tiene sus formas de estar.. Ahí lo perdoné un poquito, o en realidad ya lo había perdonado de antes, uno va entendiendo a los viejos… Pero es muy rara la figura de mi papá... Es complicado en mí... por tantos claroscuros.

Uno intenta hacer las cosas mejor como padre, distintas; pero a veces se nota que hay cosas que uno lo atraviesan y no hay cómo sacárselas y uno dice: “Oh, hueón, soy igual a mi papá”... Somos iguales en el carácter, por ejemplo, en los impulsos, en la expresión de las emociones: cuesta expresar realmente lo que uno siente o en el momento adecuado. O de repente uno dice palabras que decía el viejo... Uno intenta hacerlo distinto.


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Caroe suele tirar la talla respecto a la relación con su padre, pero hay un trasfondo detrás. EDO CAROE MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Fui papá a los 19 años, nos casamos y mis suegros se lo tomaron de la peor manera posible... ¿Qué habría sido de mí si no hubiera pasado por todo eso? En el podcast una vez lo hablamos: “Qué bien lo habría pasado en estos tiempos si estuviera soltero”. Esa fue la premisa de la conversación... Pero probablemente si no hubiera conocido a y no hubiera sido papá joven, quizá no estaría ni siquiera pasando por eso (una alocada soltería en pleno éxito). Quizá fueron esas mismas experiencias, o la necesidad imperiosa de sacar una familia adelante, de alimentar a mi hija, que si no hubieran estado no habría llegado a esto. Gran parte de actuar y llenar teatros tiene que ver con que uno trabaja, (que) hay un talento que uno va explotando, pero también están las motivaciones detrás, que son mi hija y . Difícilmente veo esta realidad sin ellas de por medio.

No me habría gustado terminar la carrera de Derecho. Uno de los días más felices de mi vida fue en tercer año y medio de universidad. Me desperté un día y dije: “No voy más a esta huéa, no voy nunca más, y no iré a avisarle a la secretaría de estudios, no voy congelar; se acabó, ¡no voy más a esta mierda! Tendré que pagar este crédito por el resto de mi vida”. Y nunca más fui a la universidad... Jaja, no es que esté aconsejando a la gente que lo haga. Fue lo que a mí me sirvió, porque en ese tiempo estaba pensando en la magia, el humor y trabajar. Mis gustos estaban por otro lado. Fue TAN bacán esa mañana, que a veces cuando estoy mal recuerdo esa mañana en que dije: “¡Se acabó esta mierda! Nunca más”.


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Uno de los días "más felices" para Caroe fue cuando decidió no ir más a la universidad estudiando Derecho. EDO CAROE MARIO TELLEZ / LA CUARTA

“Di por perdida mi vida a los 23 años, mi década hasta los 31 fue un tormento (...) Una ciénaga de dolor y sufrimiento”, dije hace poco en el podcast Valgoio. Jajaja, las hueás que digo... Pero lo mantengo, jaja, porque internamente nunca lo pasé bien; no tenía futuro, no tenía recursos, nada; o sea, en el horizonte más próximo no había nada bueno para mí, ¡nada! No tenía un proyecto, no sabía qué iba a hacer, no tenía trabajo. No me veía a futuro. Tenía que mantener a mi hija, a mi esposa y no tenía cómo. “¿En qué chucha voy a estar trabajando después de los 30?”, pensé, “si no hacer nada”.

En la universidad me estaba yendo como el hoyo, no quería estudiar Derecho, había dejado todo por la magia, que al principio es muy sacrificada. Y bien lo pasaba bien, me divertía buscando ese porvenir, estaba esa depresión de por medio, que no te suelta. Me era muy difícil ver un futuro. No lo pasé bien. Tenía que trabajar de garzón, de mago y hacer un montón de cosas para parchar lo que yo realmente quería hacer. Me separé entre medio, me fui a vivir a Temuco, solo, jaja... Tengo buenos recuerdos porque son los albores de mi carrera, así partí; pero al mismo tiempo lo pasé como el hoyo.


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"Me era muy difícil ver un futuro", admite Caroe sobre los inicios de su carrera, siendo padre y casado muy joven. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

¿Mi peor broma? ¿Cuándo quemé el periódico que Felipe Avello estaba leyendo en el estudio de la radio? JAJA. Ni siquiera es mi peor broma. La de Avello fue muy buena, pero en el lugar incorrecto; estábamos en un estudio de radio, se pudo haber incendiado. Fue muy malo.

Las peores bromas las hice cuando estaba en el colegio, en octavo básico. Era muy molestoso, pero no era “chico bullying”, molestaba incluso hasta a “los bullying”. Como yo dibujaba, todos esperaban mi ronda de dibujos. Dibujada a cada miembro del curso y exacerbada sus pifias y carácter. De alguna manera siempre estaba molestando al resto, y también siempre estaba haciendo bromas, unas que salieron muy bien y otras que salieron un tanto mal... En octavo básico me mandé. La primera, a mi amigo Bruno Baeza, que le enterré un lápiz Bic en la mano. Le pedí que pegara el combo más grande que pudiera a una mochila, detrás puse un lápiz y se lo enterró hasta acá (Señala todo el interior del puño apretado). No sé por qué pensé que podría haber sido chistoso. Y la otra: Estábamos emulando la lucha libre con mi amigo Rodrigo Bascuñán y, entre el frenesí de creerse un luchador, tiré una silla, le cayó en la cabeza, se desplomó y quedó con un hematoma y estuvo dos semanas sin ir al colegio... Todo tenía que ver con hacerse daño... Me perdonaron... Bueno, de Bruno nunca supe, sé que tiene un garfio ahora en la otra mano, jajaja.


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"Sin duda hoy me siento más comediante que mago", declara Caroe. EDO CAROE MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Me alejé de la magia de manera pública, pero sigue siendo un pasatiempo. Pero en el 2015 —¡mucho tiempo atrás!— me sentía mucho más mago que comediante. Actualmente me siento mucho más comediante que mago. Partí en la magia, entonces la magia era mi lenguaje y estaba recién aprendiendo a hacer humor estilo stand up comedy. Pero en un momento me di cuenta de que para lo que yo quería expresar y comunicar, la magia era súper limitada; iba a encontrar pronto las fronteras de hasta dónde podía llegar. De a poco me fui pasando al humor con el stand up, que me abrió otras puertas y formas de expresión. Me empezó a llenar más la reacción del público, es decir, la risa mucho más que el asombro. Lo encontré tan desafiante él sólo reír, que me fui por ahí y no he parado hasta hoy. Sin duda hoy me siento más comediante que mago.

Tampoco era un buen mago. Creo que también tiene que ver una cosa de habilidades y de concepción de la magia. Me gustaba mucho la magia, y era muy bueno haciendo cosas específicas, pero también uno quiere resaltar, y en un mercado como el chileno la magia ya no tiene mucha cabida; no es como en Estados Unidos o Europa, que uno puede ser mago y repletar teatros y llenar por años un show en Las Vegas. Acá no: la tecnología es distinta y el público que le gusta la magia es distinto. Lo fui dejando de lado de a poquito.

Me encanta la magia de las palabras. Me acomoda mucho más hablar que estar ejecutando algo con las manos, por la torpeza, las habilidades son limitadas y porque las mismas palabras me permiten expresar mucho. Por eso creo que me fui por ahí.

Edo Caroe
Entre el 2023 y 2024, Caroe ha logrado llenar cinco shows en el Movistar Arena. Foto de archivo

“Fuimos criados bien en el silencio, la emocionalidad del hombre se bloquea”, dije hace poco en La Junta… Creo que la comedia es la herramienta que más uso para expresarme; si no es en el escenario, de alguna manera me expreso a través del humor o de chistes en mi día a día. Intenso apaciguar momentos difíciles con humor. Es por lejos la herramienta que más me ha ayudado a expresarme y comunicar, incluso más que la magia, que fue mi lenguaje durante mucho tiempo. Y al mismo tiempo me ha permitido hablar sobre este tipo de cosas, sobre la salud mental, las emociones, lo que decimos, cómo fuimos criados, y hay gente a la que le hace sentido. Me ha ayudado harto.

Con terapia empecé a entre asombrarme e impactarme con lo que encontré en mí: cómo pequeñas situaciones de mi pasado, de mi infancia, me afectaron hasta el día de hoy, cómo eso atravesó toda mi trayectoria vital y explota ahora; todo ese trayecto desde que uno es niño o joven, cómo influye en el comportamiento cuando detona, en las cosas que uno hace, me causó mucha curiosidad. Primero me impactó, me asombró y, como tengo una curiosidad de investigación y cuestionamiento, empecé a cuestionarlo, y me permitió escribir chistes más cercanos a otros temas, no tanto al acontecer nacional o la noticia, sino a temas un poquito más trascendentes.


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Caroe analiza cómo la terapia sicológica ha derivado un cambio en los temas que toca con su humor. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Hasta hace tres años me costaba controlar la ira. Fue una terapia de cuatro años. Todavía sigo trabajando día a día; no sólo la ira, sino mis emociones en general; soy muy inestable emocionalmente, entonces paso de la alegría extrema a la ira, a la nostalgia, a momentos demasiado calmos, en muy poco rato. Me hace muy mal a mí y a los que me rodean, porque es impredecible. Empecé con esta terapia a conocerme, a conocer mis emociones, a hacer más deporte, cambiar mi estilo de vida, mis hábitos, para estar más tranquilo, considerando todas las personas que enfrento; o sea, llego a este estudio (Neverland, en Providencia), y no me dejan tranquilo, jajaja.

Tuve un cuadro bien depresivo (previo a partir con Tomás va a morir, en el 2019) y mi hija, Fer, también estaba con una depresión, pasamos ese proceso en paralelo. Nos potenciábamos en la pena, jaja. Fue pal hoyo, porque se suponía que yo debía ser el papá contenedor, el que estuviera para apoyarla, quererla en su momento, y muchas veces yo estaba peor. Ahí fue cuando busqué ayuda de forma muy seria, porque tenía que estar para ella. Fue bien difícil ese tiempo, que creo que el que más miedo tuve de lo que podía provocar una depresión tanto en mí como mi hija... Sí, lo recuerdo como un tiempo de mierda, pero ya pasó. Fue muy difícil.


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Caroe recuerda un cuadro depresivo con el que debió lidiar, mientras su hija enfrentaba una situación similar. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Alcance una estabilidad, como dice el refrán: después de la tormenta viene la calma, una calma que aproveché para empezar a desarrollar algunos proyectos, y después de esos proyectos vino toda esta vorágine del éxito del podcast, un éxito nuevo, escribí mi show nuevo, hice giras y actué fuera de Chile. Hubo un gran periodo de sanación, después de hacer muchas cosas; y ahora (estoy) esperando a caer en la mierda otra vez, porque así es, jajajaja. Esa es la vida... Lo Que Salga fue el show que escribí mientras estaba en el abismo y fue medio catártico. Vaya que sirvió. Y después vino Peligrosamente Bien.

Estoy en un momento de calma, de mucha tranquilidad y de alegría conmigo mismo. Estoy aprovechando para desarrollar algunos proyectos bajo esa tecla, porque, cuando no tenía esa calma, igual tenía que hacer cosas para vivir, sólo que el prisma era otro. Por eso Lo Que Salga es un show más nostálgico y crudo, porque escribí bajo ese prisma. Ahora, Peligrosamente Bien es un show en el que me siento mejor y escribí con esa idea: comunicar y mostrar que estoy mucho más lúdico y alegre... Pero siempre vuelven esos momentos (depresivos); uno puede controlar esto, pero no se va. Los cuadros depresivos y la angustia a veces vuelven súper fuertes, pero el último tiempo ha sido menos; no he tenido grandes bajones ni nada, muy chiquitos.


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"No he tenido grandes bajones ni nada, muy chiquitos", destaca Edo sobre su presente. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

En la vida soy muy llorón en general. ¿Qué tipo de cosas me hacen llorar? No sé, es impredecible, sí. De hecho, lo hablaba con mi sicólogo, que uno de los síntomas que tenía es que, de repente, me ponía a llorar, de la nada; como esa película de Adam Sandler en que dice: “Estoy mejor porque ya no me pongo a llorar de la nada”... y se pone a llorar. De repente, es una canción, o me acuerdo de algo, de un momento con mi viejo o mi abuelo, algo que le dije a mi hija, y me pongo sensible; o con un video de un perrito rescatado, y me pongo a llorar.

“¿Qué he ganado yo que requiera ese nivel (tan grande) de esfuerzo?”, me pregunté retóricamente en el podcast con Tomas (Leiva) y Darinka (González, comediante invitada en una ocasión), quienes me recordaron que dos gaviotas (en Viña 2016) y cinco shows llenos en el Movistar, jajaja. Hay algo de síndrome del impostor ahí, que me ha perseguido toda la vida. Lo he ido superando de a poco. Cuesta sopesar las cosas que uno hace, realmente considerar esos logros. Eso pasa porque no siempre uno se quiere lo suficiente... tampoco es que uno se odie... pero a veces uno no se quiere lo suficiente y es incapaz de valorar esas cosas que hace. Pero el último tiempo he hecho el ejercicio de hacerlo, porque uno camina en ese límite: valoro las cosas que hago, pero tampoco quiero caer en la soberbia o en la autocomplacencia.


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"Cuesta sopesar las cosas que uno hace, realmente considerar esos logros", sincera Caroe sobre su carrera. EDO CAROE MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Al ser comediante, uno nunca puede estar muy conforme con las cosas que hace, porque si uno está conforme lo chistoso va perdiendo lugar. Es casi deformación profesional, es parte de la esencia del comediante estar muy disconforme o no reconociendo lo que hace.

¿Qué es para mí ser alguien, por ejemplo, en la comedia? Creo que todos estamos en lo mismo: el reconocimiento social es lo que nos mueve, que el resto nos vea como nosotros (mismos) nos vemos. Más allá que el reconocimiento, creo que lo mío tiene que ver con hacer las cosas bien porque es lo único que sé hacer; o sea, esto no es sólo lo que más me gusta hacer —la comedia, la magia, el show y el podcast—, sino que es lo único que sé hacer, y es el sustento de mi vida. Uno siempre está buscando hitos para mantenerse en ese lugar que te permite solventar tu vida y mantener a tu familia. Y uno siempre también quiere tener el reconocimiento de los pares, de la prensa y del público. Es una maquinaria que mantiene andando el ego, que controlado puede lograr muchas cosas, y descontrolado te puede arruinar.

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"El ego controlado puede lograr muchas cosas, y descontrolado te puede arruinar", analiza Edo. FOTO: MARIO TELLEZ / LA CUARTA

En mi segunda vez en el Festival de Viña, estoy calmo con respecto a cómo veo a futuro, voy planeando de a poco, porque ahora no estoy solo; tengo mi equipo. Tampoco soy muy ambicioso, no me planteó cosas demasiado grandes que no podamos hacer; se van dando, vamos viendo nuestras capacidades y decimos “ya, tomemos este desafío”. Pero es porque ahora tengo gente que me rodea y me ayuda a tomar decisiones. A diferencia del primer Viña, que me bajé del escenario y había que tener un show (nuevo) inmediatamente para hacer una gira porque había que aprovechar el vuelo para asegurarse el año y ganar muchas lucas en los eventos de empresa... No estoy pensando NADA de eso... Quiero hacer el Festival, pasarlo bien, que la gente se ría y después tomarme mi tiempo para escribir otra cosa, ir a actuar a los bares y hacer otros proyectos. No hay nada que me apure, hasta ahora.

Uno como comediante fantasea con hacer esa rutina que va a pasar a la historia y que tanto el público como los comediantes van a tenerte como referente de lo que hay que hacer en el Festival (tipo Coco Legrand 2006, Stefan Kramer 2008 o Bombo Fica 2012). Pero en los festivales es súper impredecible, y son cincuenta minutos los que uno tiene, muchas cosas se tienen que alinear para que uno llegue a una rutina así. Tampoco creo que sea muy acertado buscar la perfección; creo que es demasiado soberbio, querer demasiado. Quiero que la gente se ría y que el trabajo de los últimos ocho años se noté, que digan: “Oh, este hueon efectivamente en estos ocho años trabajó, trabajó su dicción, la escritura de chistes, sus puntos de vista y su forma de ver la comedia; se nota que este hueón está haciendo la pega, muy bueno”. A eso aspiro.


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"Quiero que la gente se ría y que el trabajo de los últimos ocho años se note", manifiesta Caroe con miras a Viña. EDO CAROE MARIO TELLEZ / LA CUARTA

“No le crea nada a estos programas y a esta gente”, escribí sobre el programa Zona de Estrellas luego que dijeran que no había llegado a “acuerdo” con el Festival... El periodismo de espectáculo no es algo que consuma mucho, tampoco pertenezco al mundo de la farándula; no es una relación muy cercana. Hay gente que lo sigue y le gusta; no es lo mío. Ahora, esa historia (que publiqué fue) porque se vieron muy ridículos: un día asegurando que yo no iba al Festival y esgrimían razones de una “buena fuente”, y justo en la tarde todo quedó desmentido. Lo que me preocupa es que se publiquen mentiras, cuando saben que son mentiras. Eso me preocupa de cierto periodismo, el poco cariño a su público. Están viendo tu programa, están destinando en lo que estás haciendo, ¿por qué quieres tan poco a ese público y los llenas de mentiras?... Quizá ese público busca esas mentiras, jaja, entonces se retroalimenta todo y finalmente uno no sabe si la farándula existe porque el público lo pide, o es lo que la televisión da y es lo que el público recibe... Mi punto es que no consumo mucho este tipo de material, está bien que a alguna gente le guste —igual el mundo del espectáculo es entretenido y tiene sus cositas—, pero creo que el gran problema es directamente la mentira.

¿Internacionalizar la carrera? Estuve presentándome durante marzo en España. Me gustaría que me conocieran en otros países, actuar y que el resto de Latinoamérica sea un escenario más en una gira. Pero radicarme en otro lado, no. Ir a Estados Unidos, Europa o vivir en otro país nunca fue mi anhelo, mi sueño; de chico ni de joven ni ahora soñé con brillar en otro país. No es mi sueño. Siempre quise vivir y triunfar acá, hacer reír a la gente que me va a ver al teatro y, si es que surge la oportunidad de actuar en otros países y después volver, la raja; pero no soy muy viajero, no soy muy turista, soy más bien pajero, me gusta mi casa y mi gente, no soy de aventuras como “oh, me gustaría ir a vivir un año allá a la conchesumadre y vivir como la cultura (local)”... No, me gusta este entorno y visitar las ciudades de vez en cuando, un ratito.


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"Siempre quise vivir y triunfar acá", declara Caroe respecto a la chance de internacionalizar su carrera. EDO CAROE MARIO TELLEZ / LA CUARTA

El libro Ecos en un pueblo fantasma está basado en el podcast, que es de sicología, filosofía y temas afines, entonces me daba mucho pudor que primer libro aborda esos temas siendo yo un sujeto que con cuea tiene cuarto medio. Un comediante debería sacar un libro de chistes, algo más entretenido, y yo estoy metido en estos temas que no manejó; pero creo que el formato del libro deja claro lo que buscamos: una conversación que permita a la gente reflexionar sobre esos temas, y las dos visiones están súper definidas: la de academia, del hueón que efectivamente sabe, que es Manuel (Ugalde, sicoanalista) y está la mía, que es la de una persona más bien curiosa, que maneja algunos conceptos, pero que con ese mismo tono liviano hace que esa información llegue a la gente de forma más comprensible.

Buffy (Alejandro Barros) y Tomás (Leiva, sus compañeros del Tomás va a morir) son amigos desde primero medio, igual que Manuel (Ugalde), que con ellos hago la mayor cantidad de proyectos, y mi hermano es mi productor ejecutivo. Eso puede hablar muy mal de mi capacidad para hacer amigos (nuevos), jaja... o bien para mantener los que ya hice en su momento. Pero soy muy amigo de mis amigos y me gusta, no incluirlos en mis proyectos porque nunca son proyectos, siempre juntarme (con ellos) a algo para jugar y pasarlo bien; después se transforman en proyectos; nunca es con la idea de “oye, podríamos tener un podcast”. No, es: “Juntémonos a conversar, reír y pasarlo bien”. Quizás ese mismo interés o las pocas pretensiones que hay al hacer las cosas van haciendo que vayan funcionando y se transformen, de repente, en proyectos grandes.


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Caroe tiene un par de podcasts con tres amigos (Tomás Leiva, Alejandro Barros y Manuel Ugalde) que conserva desde el colegio. EDO CAROE MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Ahora estoy muy metido en las redes sociales por el anuncio de Viña y haciendo mucha prensa, que es algo que no hago frecuentemente. El contexto me obliga a estar más presente en redes. Hace tiempo que las manejo súper bien, no afectan mucho mi vida, tengo mis horarios, logré ordenarme con mis cuentas, lo paso bien y tengo unos seguidores bacanes.

“Mientras más uno está en redes sociales peor está (por dentro)”, dije en una entrevista a La Tercera el 2023... Eso lo dije porque creo que cuando uno está demasiado en redes sociales, de alguna manera, está buscando esa atención, le está dedicando demasiado tiempo a una narrativa virtual. Por primera vez en la historia de la humanidad estamos compelidos a tener dos narrativas: la real y la virtual. Hay que equilibrarlo. Si estás mucho rato en redes sociales es porque estás enamorado sólo de esa narrativa; quiere decir que algo está pasando con tu vida real. Siempre he pensado que cuando uno está bien con las cosas que hace, con el deporte, con la familia y etcétera, no necesitas estar buscando esa atención. Me pasa, por ejemplo el fin de semana, cuando me voy al cerro a andar en bicicleta, y estoy todo el día hueveando en el cerro, voy a comer, después vuelvo a subir, agarro el celular y digo: “Oh, ¿a ver qué pasó? No estuve en todo el día en esto (en redes sociales)”. Y es bacán porque digo: “Hoy no estuve viviendo aquí, estuve en otro lado”. Eso es bueno. A veces esos estados de flujo que uno logra en la vida real es precisamente porque uno no está en el celular.

Uno perfectamente puede no odiarse, pero tampoco quererse, jaja... O sea, no significa que porque no te quieres te odies... Mi relación con el vitíligo (condición que implica la pérdida del pigmento de zonas de piel) ha sido bien difícil, porque tengo desde chico, que ahí me afectaba más, por las burlas, porque pensé que no iba a tener polola y que me quedaría completamente blanco. Todos tienen sus pesadillas con el vitíligo cuando comienza. Después en la etapa de desarrollo de la autoestima, en la adolescencia, es más brígido todavía. Pero uno se va dando cuenta de que absolutamente no influye, más allá de ser un potencial riesgo de cáncer a la piel... Y tampoco me preocupan los chistes, porque los mejores chistes de vitíligo ya los escribí yo, jajaja... Me da igual, me cuido obviamente, porque es una enfermedad que tiene otros riesgos si uno no se controla; pero en cuanto a la estética, es algo que con la edad te importa menos. Me da exactamente igual; por el contrario, creo que me ha ayudado a hacer chistes.

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido comediante o mago me habría gustado ser deportista. El descenso (en bicicleta) lo descubrí ahora, pero me acuerdo que desde chico me gustaban los X Games, acrobacias, saltar y ese tipo de hueás.

En mi época de estudiante de Derecho era bueno; había ramos en los que me iba muy bien, pero era muy distraído y en ese tiempo descubrí la magia, entonces toda mi energía estaba en eso. El poco tiempo, que fue como un año y medio en que estuve concentrado en mi carrera de Derecho, era bueno. Después no pude retomar ese foco.

¿Un apodo? Me decían “Caco”, “Lalo”, “Lara”, “Peti” y “Pelé”. Esos cinco.

El día más feliz de mi vida fue cuando nació mi hija.

Un sueño pendiente es cruzar Estados Unidos en moto por la Ruta 66.

No tengo cábalas, soy lo más terrenal posible.


EDO CAROE
Edo recuerda que, en sus inicios para con convertirse en abogado, tuvo un buen rendimiento, hasta que perdió el interés. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Mi frase favorita, y con la que intento guiar mi vida, es una de (Jean-Paul) Sartre, que dice: “Soy lo hice con lo que hicieron de mí”. Me encanta.

¿Un comediante chileno que admire? ¿Uno solo?... Felipe Avello, Pedro Ruminot y Luis Slimming.

Un trabajo mío que no se conoce es que escribí diplomas para mi colegio. En ese tiempo dibujaba y estaba muy metido en el black metal, entonces copiaba la tipografía de los discos.

Mi primer sueldo lo gasté en muchos discos de metal y le compré un regalo a , que en ese tiempo era mi polola: un disco de Lenny Kravitz, en un Falabella parece.

Un hobby escondido es dibujar, dibujo harto en mi tiempo libre. Dibujo peladas de cable o de repente tomo como referente el dibujo de algún cómic, que me gustan harto, o animé también.

Un talento oculto es (tocar) el bajo... O sea, creo que tengo talento para el bajo, pero no lo he desarrollado, entonces soy pésimo, jaja.


EDO CAROE
El comediante habla de algunas de sus facetas anexas en lo que respecta a sus pasatiempos y la música. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Un cantante favorito es Sam Fender.

Todas las películas me hacen llorar. Yo hasta lloro con videos de TikTok. Pero hay una serie que me hizo llorar en cada capítulo: This is us.

No creo en el horóscopo, pero lo uso harto. Lo uso de broma. Soy Cáncer.

Si pudiera tener un superpoder me gustaría el “polvo de diamante” de Hyōga, de Caballeros del Zodiaco: congelar.

Como dijo Jorge González, no hay placeres culpables: te gusta o no te gusta, jajaja.

Si pudiera invitar a tres personajes de la Historia a un asado, una sería María Magdalena, porque me intriga harto, JAJAJAJA; Arturo Prat, porque tenía una afición por el espiritismo; y Steven Spielberg.

Edo Caroe es el seudónimo del comediante.

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