La Firme con Ernesto Belloni: “Creo que se nos pasaba un poquito la mano con las mujeres, pero era lo que la gente quería ver”

Foto: Andres Perez.

”El comediante aborda con La Cuarta éxitos y polémicas de sus casi 40 años de carrera sobre los escenarios. Revela detalles inéditos del polémico fin del Jappenning con Ja, sus décadas de gloria en el Morandé con Compañía, su amistad con Marlen Olivari y también su recordada controversia con Vesta Lugg en Vértigo.

Unas semanas complicadas enfrenta por estos días Ernesto Belloni. El pasado 3 de diciembre sufrió con la inesperada muerte de su hermana, Sara María, quien se convirtió en la cuarta integrante del familión en pasar, como él prefiere pensar, a mejor vida. Antes, sus hermanos Lorenzo, Miguel Ángel y Adriana tuvieron el mismo desenlace debido a diversas enfermedades y complicaciones de salud.

De todas formas, el emblemático comediante nacional, en medio de su dolor, se hizo el tiempo para repasar con La Cuarta sus 38 años de carrera, donde incursionó en el mundo del cine, el teatro, las revistas, la radio y la televisión, entre otras múltiples pegas que tuvo antes e incluso después de saltar a la fama.

A sus 67 primaveras, el humorista se convirtió en todo un fenómeno con su personaje del Che Copete, el cual se fraguó y dio sus primeros pasos en el inolvidable show de Los Años Dorados de la Tía Carlina, espectáculo de transformistas y humor que la rompía en la década de los 80.

De ahí en más, su fama creció como la espumita de cerveza recién servida y nunca más se detuvo. Pasó por televisión y la descoció en los años de gloria del Morandé con Compañía, donde con su humor irreverente ayudó a que el “estelar del pueblo” se convirtiera en uno de los programas más vistos de su momento en la tele a color.

Ernesto Belloni ha brillado con luces propios en sus casi 40 años de carrera. Che Copete es su personaje más reconocido. Foto: Andres Perez.

Eso sí, no todo fueron risas a lo largo de estas casi 4 décadas sobre los escenarios. Con el correr del tiempo, y la llegada masiva de las redes sociales, a Belloni lo apuntaron con el dedo y su nombre estuvo en el ojo huracán. Las mismas tallas puntudas o subidas de tono, y las performances acompañadas de mujeres en trajes de Eva, le pasaron la cuenta y de un día para otro empezaron a dejar la “esposa del zorro”.

Sin embargo, poco a poco Che Copete se reinventó hasta que logró dar un giro de tuerca para seguir adelante con su carrera, la que incluso lo tiene por estos días haciendo shows junto a su equipo y también con su eterna musa, Marlen Olivari. Acá, Belloni recuerda en La Firme sus inicios, sus momentos mas complicados, y también sus grandes éxitos y alegrías.

La Firme con Ernesto Belloni

La verdad es que nunca estuve predispuesto para ser artista. Nunca lo soñé. Desde el colegio salí a trabajar altiro. Me quedé sin pega por una casualidad de la vida y me hice artista. Ahora tomo algo, pero cuando joven nunca tomé, salíamos con amigos y todos tomaban menos yo. Entonces, cuando eran las 3, 4 de la mañana, estaban todos curados y yo los observaba. Y los imitaba después. Todas las cosas que hacía el Che Copete la hacían ellos, poh.

Me fui por el lado del humor cuando me quede sin pega. Ahí una tía me dice ¿y cómo te ha ido, encontraste pega? ‘No’, le dije. Y me dice ‘no busquís más pega, tú tienes que hacerte el gracioso, ser cómico’. A mí nunca se me había pasado por la mente. ‘Tú tienes gracia para eso’, me insistía. Y eso me quedó dando vuelta. Y al tiempo empecé con un espectáculo en Los Años Dorados de la Tía Carlina, que eran transformistas. en esos años, el 84. Yo empecé a ser artista el año 82, cuando me echaron del trabajo por una crisis económica que hubo en Chile y en el mundo. Trabajaba en la Compañía Chilena de Tabacos, era supervisor de ventas.

En ese momento tenía 24, 25 años. Y se me ocurrió algo que había visto en Brasil que eran los transformistas. Ahí se lo comenté a mi mamá y ella me dijo que conocía un lugar en Vivaceta que se llamaba La Carlina. Y empecé a indagar, no como ahora que te metes al computador y te aparece todo. Ahí conocí a un montón de gente que me aportó hartos antecedentes. Y yo sin tener idea, sin saber, sin nada. Sin ser escritor ni guionista, empecé a crear esta obra que se llamaba Los Años Dorados de la Tía Carlina. Empecé a buscar gente. Habían discoteque muy under, unas discoteques gays, y ahí estaban los transformistas que hacían shows. Los fui a ver, los convencí y empezamos a trabajar con la Carlina. Aportaron libretos, guión, yo la otra parte, y se armó.

Debuté el 4 de julio de 1984. Y nos fue súper bien, fue un éxito porque para la época era muy transgresor el tema. Estábamos en pleno gobierno militar, donde había censura, pero la verdad es que nunca tuve problemas porque yo no incluía política dentro de las rutinas. Tuve buena aceptación por parte del público. Y ahí empecé a cuestionarme sobre qué camino iba a tomar, porque actor no era. Y de repente nació la idea de un cineasta argentino, Rodolfo Tosto, de hacer un video mío. Estaba llegando a Chile el videohome. Y ahí hicimos el video de La Carlina. Y nos fue súper bien. ‘Pero ahora queremos otro, del curaíto que sale ahí, del Che Copete’, me dijo. Y yo siempre veía una película que se llamaba La Fiesta Inolvidable, de Peter Sellers. Les escribí un libreto de ‘La Mansa Fiesta’. Ahí empezaron varias películas. Y ahí como que me hice ‘actor’.

Ernesto Belloni dio sus primeros pasos en el show de Los Años Dorados de la Tía Carlina, en la década de los 80. Foto: Andres Perez.

La primera película en VHS fue hecha por el director de televisión, Rodolfo Tosto. Ellos trabajaban con una empresa que se estaba instalando con el videohome en Chile. Entonces traía películas de afuera, pero quería experimentar con las películas chilenas, los cómicos chilenos. Y la primera fue la mía. Después venían los otros, que eran los cómicos (Jorge) Franco y (Daniel) Vilches. Y después vinieron los de la calle. Probaron con el mío y le fue bien. Y yo vi que pasó mucha plata por debajo del puente. Hicimos la otra altiro y también pasó mucha plata para ellos, debajo del puente. Y después yo propuse la tercera, que era Cartagena Vice. Y me dijeron que no, que era muy caro, porque había que irse a Cartagena con el equipo, con las cámaras de la producción. Me dijeron que no, pero querían que hiciéramos otra acá en Santiago. Así que yo la hice con mi fondo que tenía de la venta de la película anterior, que no era mucho. Y con el apoyo de amigos que eran estudiantes de cine, otro estudiante de sonido. Si había plata la repartíamos. Así hicimos Cartagena Vice. Y ahí nos fue bien y empecé a crear más películas. Pude lograr un fondo para poder trabajar, un capital, y empecé a trabajar con ellos. Y ahí hice otras. Hice Cartagena, El Manso Asao, otra Carlina, ¿Dónde está el chofer?, El Vengador del Hoyo, que era de pistoleros. Hice puras cosas así, medias raras.

Grabar películas era más piola que ahora. No teníamos los fondos, ni los medios para contratar un equipo completo. Entonces nosotros mismos hacíamos de productor, barríamos, preparábamos los sandwiches. Y a una pura cámara nomás, entonces no se notaba. Pero todos ayudaban, hasta el actor ayudaba con el micrófono. Ese fue el primer salto. De ahí la gente empezó a ubicar al Che Copete, por las películas. Se vendía un cassette a los videoclubes. Y ahí se dieron cuenta que todas las películas que hacía estaban agotadas. Entonces empezó a ser más popular el Che Copete y empezó a rendirme fruto en los shows presenciales. Pero muy under, no era muy masivo. No era algo que te reconocieran en la calle, no. No ganaba tantas lucas tampoco, pero ganara lo que ganara, para mí era mucho. No tenía ingresos de ningún tipo. Y me servía para invertir en otras películas.

Después cuando me llamaron de nuevo, porque me fue bien con Cartagena Vice, les dije que no, mejor las hago yo. Aprendí a hacer más baratas las producciones. Ellos arrendaban camiones para hacer la película. Arrendaban esos estudios y esos camiones donde está el director, subdirector, el sonidista, el asistente sonidista, el iluminador, el escenógrafo, el maquillador. Pero cuando yo hacía las películas, entre nosotros nos maquillábamos, nosotros hacíamos todo. Entonces ya era otro costo, y nos ahorrábamos el alojamientos. Siempre había alguien que tenía un tío en San Antonio, o un amigo que vivía en Cartagena. Y ahí dormíamos.

Mi llegada al Japenning con Ja surgió trabajando una noche en Viña. Llegaron integrantes del programa porque se iban a presentar en el Festival. Y la noche anterior llegaron a ver el espectáculo mío. Les llamaba la atención lo de La Carlina, y ahí me dejaron una tarjeta. (Jorge) Pedreros me dijo que cuando termine la temporada lo llame para hacer algo en la tele. Yo decía ‘qué vamos a hacer en la tele’. Si yo era desconocido, no tenía nada. Y más encima en el Japenning, que era el primer programa de humor que había en la televisión. Era muy difícil. Pensé ‘me están hueveando’. Y después a Pedreros lo llamo en marzo y me dice ‘vente pa’ acá para que hablemos’. Yo ya estaba casado. Le digo a mi señora que me llamó y fui esa misma tarde. Necesitaban al personaje que habían visto del Che Copete. Lo necesitaba para La Oficina del Japenning, para esa temporada. Y quedé, me dejaron. No me acuerdo de las cantidades, pero yo con 200 mil pesos estaba feliz. Y me dieron 800. Casi me cagué, pero me hice el hueón. ‘Si te va bien, arreglamos’, me dijeron. Me fue bien y ahí comenzó la carrera en TV.

Cuando estaba en el Japenning, Chilevisión me levantó. Me fui a trabajar a un programa que se llamaba Lunáticos. Era en la noche, pero me tenían para los estelares y también para el matinal. Era comodín porque me iba bien. Y de repente pasaron como dos años y me llama (Eduardo) Ravani de nuevo y me dice que se le estaba desarmando el buque. Me dice ‘¿Por qué no vuelves?’. Y volví. Y ahí estuve hasta que el mismo Mega me dice ‘queremos sacar el Japenning, porque la gente no lo está viendo. Y queremos poner ‘El Show de Che Copete’. Ya estaba el Kike (Morandé) al aire, como programa aparte (el Morandé con Compañía). Y me dan un horario prime los viernes, a las 10 de la noche. Y el Kike iba a las 12 de la noche del mismo viernes, entonces después de un par de meses me propusieron que ‘El Show de Che Copete’ lo hiciéramos dentro del programa del Kike. Y poner el Kike a las 10. Y así potenciábamos al Kike, a mí y ocupábamos todo el prime.

El final del Jeppening no fue mi culpa. Ellos recurrieron a mí porque la gente estaba más exigente en cuanto al tipo de humor, que fuera un poquito más para adultos, porque estaban haciendo un programa que era como para niños, familiar. Que era muy legítimo, porque lo hicieron con mucho éxito por años. Pero los tiempos habían cambiado. Entonces la gente estaba pidiendo otra cosa. Entonces encontraron en mí el personaje más irreverente que les podía, digamos, avanzar al paso de hacer un programa más para adultos.

Yo ya trabajaba con un humor un poquito más fuerte, más soez, más irreverente, y además ya trabajaba con mujeres. Entonces empezamos a poner mujeres dentro del espectáculo, dentro del show del Japenning, y les empezó a ir súper bien. Ahí estaban felices. El programa se dividía en dos: los segmentos míos de Che Copete, y los que hacían ellos con la Gladys del Río, Ravani y Pedreros. Ellos seguían con su tipo de humor, y yo seguía con el mío dentro del programa. Y empezaron a darse cuenta de que cuando hacían el Japenning, no pasaba nada. El rating no marcaba. Y cuando salía el humor mío, subía. Entonces ahí fue cuando el canal dijo vamos a sacar del Japenning y lo vamos a hacer todo con Che Copete. Ahí hice el programa El Show de Che Copete.

Me culparon, pero ellos me llamaron para eso. Es como ese chiste ‘¿Para qué me invitan si saben como soy? A ellos ya le habían pedido que hicieran un cambio de humor, un poquito más atrevido, más vulgar, pero no sabían cómo hacerlo. Habían llevado a Daniel Vilches, a otros humoristas en otras temporadas para ver si subían... y no pasaba. Entonces ellos seguían con los bailes, los musicales, las imitaciones, y las parodias. Y parece que el público estaba pidiendo otra cosa. Y cuando yo voy, hice lo que yo sé hacer: la irreverencia, las mujeres. Y dio resultados. Hubo muchos roces. El ego de los artistas es súper grande. Hubo mucha envidia, muchos roces también conmigo. O sea, no teníamos el mismo trato de amistad como al comienzo. Entonces igual fue complicado. Pero yo les encuentro razón, porque ellos llevaban 30, 40 años haciendo Japenning con Ja, y de repente vienen y ellos mismos meten a un desconocido, les robó a toda la audiencia y se terminó el programa. Igual para ellos fue fuerte, yo lo entiendo. Pero no era culpa mía.

El comediante hizo reír a la barra en dos programas emblemáticos de la TV a color: el Japenning con Ja y el Morandé con Compañía. Foto: Andres Perez.

Al Morandé con Compañía salté cuando estaba con el Japenning y con El Show de Che Copete. Iba un par de veces al programa de ellos, como invitado, y nos iba súper bien, entonces por eso nace la idea de sumarnos al programa. A mí me estaba yendo mal un poquito, no en audiencia, sino que en auspicio comercial. Yo no tenía auspicio porque en esos años, un país medio cartuchón, Che Copete era prácticamente prohibitivo para una Coca-Cola, para un auspiciador. Entonces, al unirnos, mejoró la audiencia y mejoró también la comercialización para todos. Ahí empezamos con el Kike, y después yo seguí con él 20 años casi. Entablamos una buena sociedad entre compañeros de trabajo. Fuimos muy compatibles, con el productor con el que me tocaba trabajar pensábamos lo mismo, así que nos empezó a ir súper bien.

Mi amistad con la Marlen se dio en esa época. Llegué y también llega la Marlene. Yo ya la conocía. En ese tiempo se hacía todos los días el programa, de lunes a viernes, entonces empezamos a idear cosas juntos con el productor del equipo con el que yo trabajaba con la Marlene, y empezamos a ser parejas, parejas de humor. Y ahí Roberto (Dueñas) me dijo ‘oye, si nos va tan bien, ¿por qué no aprovechamos esta pareja de humor, y hacemos una revista? Y ahí nació una amistad con la Marlene y con él, en la tele y afuera.

La gente dejó de valorar ese tipo de humor porque la tele es súper cíclica. Pasamos por distintas etapas. Hoy día yo creo que el humor ya está volviendo a sus inicios. La otra vez fui a un programa de Canal 13, El Purgatorio, con la Paty Cofré, y los garabatos que tiró… yo le pregunté al director si hubo quejas y me dice que ‘no, ganamos toda la noche. Ya está pasando, ya dio la vuelta ya’. Y yo creo que es así.

El estallido social y las funas en su contra obligó a Ernesto Belloni a modificar sus rutinas de humor. Foto: Andres Perez.

Nosotros íbamos súper bien hasta un poquito antes del estallido social. Veníamos con muchos altos y bajos, porque ya se notaba que venía un cambio, la gente pedía otra cosa. ‘Ya vi minas, ya vi que el Che Copete les hacía cariños, que se cura. Denme otra cosa’, decían. Y es lo lógico. Y no tuvimos la capacidad de reinventarnos. Quizá el otro equipo se reinventó con El Muro, hizo algo distinto. Y yo más o menos seguía en lo mismo, pero igual me iba bien. Pero sí, lo que hice fue sacar un poquito al Che Copete. Y lo hice más como actor, más como comedia. Me fui por ese lado, porque había que acostumbrar al público. Me fui por ese lado y nos fue bien. Y después del estallido, yo era empleado del Mega, entonces el Mega me pagaba a mí.

Un día del canal me dicen, ‘¿sabes qué? nosotros nos vamos a ir por otro lado. El programa del Kike va a ser uno de los programas islas de la programación nuestra, pero nosotros nos vamos por otro lado. Con más deporte, más noticias, y más teleseries. Entonces no habrá cabida para que te contratemos para un programa de humor, pero no te vamos a soltar. Te vas a quedar con el Kile, el Kike te va a pagar. Y ahí estuve un par de años más en el programa hasta el estallido social, donde ya la cosa se venía muy mal. Y yo como venía del canal, era un poquito más caro. Me dicen que hay que hacer unos cambios, que no pueden seguir pagando, pero que me pueden acomodar. ‘No, yo estoy bien, yo creo que ya cumplí’, les dije. Y el Kike estaba de acuerdo con eso. ‘Yo creo que ya cumplí. Ya cumplí contigo, cumplí con el Mega, cumplí con las dos compañías. Dejémoslo hasta aquí’, les insistí. Y después vino el estallido social. Y ahí ya la cuestión murió totalmente. Murió ese tipo de humor, el Kike, el programa, los artistas, yo, todo.

Las críticas inician con las redes sociales. Cuando se empieza a decir que la mujer está siendo utilizada. Empiezan a encontrar los detalles, a polemizar, a criticar mucho. Y con el estallido se manifestó totalmente todo. ‘Que las mujeres no pueden hacer esto, que no se puede trabajar con enanos’. Todo era malo. Pero antes, poquito antes, era el asunto principalmente de las mujeres. A mí en una oportunidad, me dicen los niños míos, que estaban en las redes sociales empezando a manifestarse en mi contra.

Me dicen que están criticando un poquito mi trabajo, sobre todo las mujeres. No los hombres, las mujeres estaban criticando que yo era un viejo degenerado, que tocaba a las mujeres. Y eso también me hizo ver un poquito. Yo antes del estallido ya había cambiado el sistema, y había empezado a hacer más sketch, más comedia, y que el humor no pasara tanto por las mujeres. Antes eran puras mujeres, que el avión, que las manoseabas entera. Pero en ese momento era súper aceptado, y además era lo que la gente quería ver, por eso marcabai lo que marcabai. Y después con el estallido empezó a quedar la hecatombe. Pero a las mujeres nunca las abusé ni toqué. Era para la tele. Se apagaba la cámara y esa hueá no existía más.

Jamás le dije a una niña ‘oye después del programa vamos a comer’. Porque de eso estábamos muy, pero muy preocupados, sobre todo la producción, de que entre los artistas no hubiera ese relación entre nosotros. Se cuidaba mucho la imagen. Pero nosotros estábamos súper bien, con ellas había respeto.

Yo creo que hay algunas críticas que fueron súper aceptadas. Creo que se nos pasaba la mano, yo reconocí que se nos pasaba la mano un poquito con las mujeres, sin abusar de ellas, pero era lo que la gente quería ver. El humor también estaba un poquito fuerte con personajes de homosexuales, muchos personajes de homosexuales hacíamos, muchos personajes de gordos, de flacos, de enanos, entonces a la gente ya con toda esta nueva modalidad le empezó a molestar. Por eso ahí se acabaron los enanos, los flacos, los gordos, todo eso se murió.

Ernesto Belloni y Marlen Olivari en una de los tantos sketch subidos de tono que han realizado en sus carreras.

Después de eso yo volví con el Che Copete, pero suave. Y al volver suave, la gente que me iba a ver al teatro, a las carpas, me decía ‘yo vengo a ver al Che Copete’. Y yo les explicaba que no se podía con todo el cambio que hubo. Y me decían ‘ese no es el Che Copete’. Y la gente se empezó a dar cuenta que ese no era el antiguo Che Copete, no era la esencia del Che Copete. Porque yo había cambiado mucho. Ya no habían mujeres… entonces de a poquitito tuve que ir acomodando y volviendo. Y el día de hoy estamos absolutamente normal, siempre y cuando no pase el humor del Che Copete por las mujeres. Ahora trabajo con mujeres pero en calidad de actrices o bailarinas.

Tuve pocos amigos en el Morandé con Compañía, pero no por una decisión mía. Yo llegué a trabajar ahí con mi segmento, con mi gente. Desde el comienzo empecé a trabajar con un tipo de gente. Por ejemplo la Marlene era una de ellas. Pero me acuerdo que el Tony Esbelt con el Mauricio Flores tenía su equipo, entonces cada uno empezaba a trabajar con su gente. No había mucha relación con los demás. Y los otros se empezaron a juntar, se reinventaron bien. Hicieron El Muro, entonces ahí trabajaban todos juntos y yo no trabajaba ahí, no pertenecía a ese grupo y no teníamos relación. Pero con mi grupo sí, de hecho fuimos más amigo con la Marlene, con El Poeta, que no fuimos grandes amigos, pero hasta el día de hoy trabajamos juntos. Me hizo padrino de su guagua, de su primer hijo, porque trabajábamos dentro del equipo. Pero con los demás no.

Con el Kike no hubo relación de amistad, de buena onda sí, pero no éramos de ir a comer juntos ni a almorzar. Me acuerdo que tenía una restorán en La Dehesa y lo invité para la inauguración y fue con la señora. Ahí estuvimos juntos fuera del canal. Y después una vez que lo invité al campo. Yo tengo casa en el Lago Rapel. Y él quería ir para allá, conocer el lago, andar en lancha. Y ahí estuvimos un día también, pero más que eso no, nunca. Tampoco mala onda, al contrario. Siempre lo encontré un tipo exitoso, solidario, con buenas intenciones. No era un tipo de malas costumbres, siempre muy familiar. Siempre estaba con la señora, los hijos... Y con la Marlene sí se dio esa amistad porque trabajábamos y pasábamos mucho tiempo juntos por los viajes. Con Roberto. Y viajábamos los tres, más todo el equipo. Si en la revista trabajábamos más de 20 personas, entonces con ellos instalamos más amistad. Estaba entremedio la Paty Cofré, pero tampoco éramos tan amigos por la diferencia de edad. Ella se acostaba temprano y nosotros queríamos salir a comer después de una función. Entonces te vas como aislando un poquito.

El personaje del Che Copete me trajo algunos problemillas en la casa. Obviamente fue sorpresa cuando me empezaron a ver en la tele con las mujeres y dejándolas en ropa interior. Cuando hacía sketch donde te revolcabas en el suelo, con las escenas de cama. Con mi esposa se producía cierto roce. Pero mi excusa era que yo tenía que hacer lo que decía el libreto, pero mi señora insistía que el libreto lo hacía yo, que era la verdad, jaja. Pero nunca pasó algo tan serio. Y cuando se enojaba en serio yo llegaba con un buen regalo y listo. Pagaba una multita. Con la Marlen son amigas y nunca hubo ningún tipo de celos. Además no se despegaba nunca de Roberto. Trabajaban juntos, vivían juntos. Fuimos al matrimonio, yo fui testigo del matrimonio por el civil. Así que no había motivo de celos ni mucho menos. Y teníamos mucha confianza con la Marlene. A veces nos cambiábamos en el mismo lugar cuando hacíamos los eventos. Estaba desnudo y estaba desnuda ella, pero no pasaba absolutamente nada.

Estoy súper tranquilo por el tema de la casa de El Poeta y su reclamo en El Purgatorio. Eso surgió porque yo hice una película de cine, en la que él también trabajó. Estábamos en el programa del Kike. Y el Kike dice ‘¿qué le vas a regalar a tu compadre para el matrimonio?’ Y yo le dije, no sé, no me acuerdo, una tele de color, un plasma, que había en ese tiempo. Y me dice ‘noo, pero es tu compadre, yo le voy a regalar la cocina’. Y ahí dije ya ‘yo le voy a regalar la casa’. Pero siempre y cuando, como estábamos haciendo la película… Si llegamos a los 500 mil espectadores le regalamos altiro la casa. Y llegamos a 300 mil. Entonces no correspondía. No quedaba plata.

Eso se utilizó siempre hasta el día de hoy en las rutinas. Porque sale El Poeta gritando ‘la casa, la casa’. Y jugamos un poquitito. Y ahí dice ‘me la regaló mi compadre’ y la gente aplaude. Pero después aclara que se la regalé en Chaitén, donde estaba la hueá del volcán. O en Temuco, donde habían quemado unas casas. Pero lo llamaron al Poeta, por iniciativa mía, yo quería que fuera también porque así lo ayudamos económicamente. Estaba sin pega, le idearon una historia, pero no de mala onda. Nosotros jugamos con eso en los shows. Igual siempre estoy apoyándolo dentro de lo que puedo, si le pasa algo grave. Para la pandemia con el equipo lo ayudamos harto porque también estaba sin pega. Pero hay buena onda. Lo del programa fue teatro. La televisión es pura mentira.

El comediante enfrentó algunas polémicas en los últimos años. La más recordada fue con Vesta Lugg en Vértigo. Foto: Andres Perez.

La polémica con Vesta a mí no me pareció grosera. Era mi tipo de humor, mi esencia. A mí no me parecía grosero. Cuando la (Diana) Bolocco le dice ‘eres tan dulce…’, ahí digo ‘como ‘pa’ chuparla’. Pero porque lo dulce se chupa. No dije ‘yo la chuparía, la pondría…’. No, estaba dentro del contexto. Ahora, el director fue súper zorro. Y me pincha a mí justo cuando hago un gesto y la Raquel Argandoña dice ‘oh, qué desubicado’. La cabra no vi que se haya molestado. Y segundo, yo no la conocía. No sabía si era modelo, actriz, cantante o si era chilena. Se le dio un poquito, la gente reaccionó. Algunos dijeron que había sido una grosería, o algún tipo de acoso. Mi señora se enojó un poquito, pero qué tiene de malo haberle dicho eso… no fue en un contexto de degeneramiento, fue dentro de un contexto de humor. Ahora igual la cabra anda en bikini, en ropa interior. Es frívola. Después fuera de pantalla yo le ofrecí mis disculpas. Y lo hice públicamente en mis redes sociales, aunque no encontraba que tuviera algo malo, pero si la hice sentir mal, para que me disculpara. La tele le sacó partido y lo aprovechó. Si hasta el día de hoy sale el tema a veces por ahí.

Tengo varias diferencias con Che Copete. El Che Copete es principalmente tomador... Y mujeriego. Esas dos cosas yo no las tengo. Nunca fui tomador. Bueno, ahora sí me tomo algo si como o, si voy a un asado, me tomo unas copitas de vino. O si salgo con mi señora, no tengo problemas. Pero antes nada. Pero el Che Copete no, se toma hasta el agua del guater. Y nunca fui mujeriego. Yo en mi vida he tenido 2 o 3 pololas. Y con mi esposa llevo 33 años. Entonces tenemos una gran diferencia. Además yo no tengo ese desplante del Che Copete, soy más bien tímido. Me cuesta mucho enfrentar una conversación, con las mujeres especialmente. Yo me escudo en el Che Copete para hacer las cosas que él hace, porque yo soy incapaz de hacer. Como por ejemplo tirarme un chancho. O desvestir una mujer como lo hace él. No tengo esa facilidad. Entonces todo lo que me gustaría hacer como Belloni, no lo hago porque me da miedo, pero lo hago a través del Che Copete. Ahí no importa tanto, es otra persona.

Los fallecimientos de mis hermanos pegaron fuerte. La muerte del primero, Lorenzo, dolió harto porque era muy joven, tenía 39 años. Era muy bromista, muy simpático. Bueno pa’l leseo. Siempre haciendo reír. Bueno para la talla. Le dio cáncer a los huesos y murió muy rápido. Fue muy agresivo el cáncer. Y después vino mi hermano mayor, Miguel Ángel. Ninguno de nosotros fue diabético ni teníamos antecedentes de este tipo, pero él nació con un problema al páncreas. Y eso le produjo desde los 20 años una diabetes. Y nunca pensamos que cinco años después a mi hermana Adriana también le daría un cáncer, pero pulmonar. Y ahora lo de la Sara María, que aparentemente murió de un ataque al corazón. Igual es fuerte, como italianos siempre fuimos muy aclanados. Prácticamente todos los viernes y sábados nos juntamos en la casa de mi mamá a almorzar. Duele, da pena, pero es parte de la vida. Yo creo que pasan a una mejor vida. Yo supongo, porque nadie sabe. Pero como Católico pienso que vamos todos a una vida mejor. Uno echa de menos, duele ver sufrir a los demás, pero son procesos de la vida.

Si no hubiera sido humorista, me hubiera gustado escribir. Ser escritor. Escribir un libro con experiencias. Cosa que hasta el día de hoy nunca he hecho. Creo que voy a escribir mi propia historia. Me hubiera gustado ser eso o arquitecto. Era mi sueño cuando joven, pero artista no.

Un apodo que no se sepa públicamente es El Guatón Loyola. Me decían así desde chico en la familia por la cueca. Y hasta el día de hoy los más viejos me siguen diciendo así. En vez de decirme gordo, gordito., guatoncito, me decían El Guatón Loyola... Y en el colegio Bellota. Por Belloni.

Uno de mis sueños pendientes se me está cumpliendo, que es ver a mis hijos con sus hijos. Mis nietos. La novia de mi hijo mayor ya está esperando guagua para enero, febrero. Pero sueños míos personales no. Nada de eso de ‘quiero internacionalizar mi carrera’. Yo viajo harto para trabajar afuera pero con los chilenos. Hice cine, radio, teatro, televisión… todo con éxito. Salir afuera para el humor es difícil, hay muy pocos. Lucho Navarro, que es más antiguo. Si hay algo pendiente, es esperar que nazcan mis nietos. Lo otro lo hice todo.

Una de mis cábalas es siempre persignarme cuando me levanto y me pongo los calcetines. También me persigno siempre antes de subir a un escenario. Y siempre el pie derecho adelante, nunca atrás.

No tengo una picada favorita. Yo soy súper chancho para comer. La verdad es que todo me gusta, pero me gusta mucho el pescado, bueno, las carnes también, pero el pescado y el marisco me gustan mucho. Las picadas de carnes, de marisco, de pescado chileno, no el plato peruano, el pescado chileno me gusta tanto, pero hoy día hay tantos que no tengo uno preferido que me repita.

Fuera del humor trabajé en La Compañía de Tabaco y también tuvo mis emprendimientos, porque cuando me echaron de ahí trabajé en varias cosas mientras era ‘artista’. Y hasta el día de hoy soy empresario en restoranes, discoteque, bares, teatros. Yo tenía un restorán ahí en La Dehesa, que era de comida chilena y peruana. Después tuve la parrillada en Chillán. Una parrilla bailable, porque siempre fue mi sueño hacer una parrilla bailable, porque yo me inicié trabajando en una parrilla bailable, entonces, siempre soñé en volver a mis inicios con una parrilla, pero que sea mía. Después tuve un restaurante chino en Cauquenes, de donde es mi señora, y después tuve el Espacio Belloni, aquí en Bellavista, que murió con el estallido social. Siempre me las di de empresarios, pero siempre perdí plata. No era lo mío, jaja

Ernesto Belloni sufrió hace un par de días con la triste e inesperada partida de una de sus hermanas. Foto: Andres Perez.

Con mi primer sueldo me compré un auto. O sea, el pie de un auto con ese sueldo en la Compañía de Tabaco. Fue el pie para el primer auto, que era un huevito, un IZ BMB. Eran de esos para dos personas y que tú abrías la puerta por delante. Ya no hay, son clásicos. De colección.

Escucho todo tipo de música. De repente me gusta escuchar jazz y me da por temporada. A veces también me pongo romántico. Los Beatles, siempre. Los Prisioneros también.

Al mejor concierto que fui fue al de Joe Cocker. Me fascinó en un festival de rock que lo vi en Estados Unidos. Y cuando vino a Chile lo fui a ver al Movistar Arena. A Los Prisioneros los vi en presentaciones más chicas. En playas. Cuando se juntaron de nuevo en el Estadio Nacional no fui porque era una locura. No me gustan mucho las multitudes. Que los hueones salten, y te pisen, no. Cuando vino Paul McCartney, yo no estaba en Chile.

Definitivamente recomendaría la película Desde el Jardín, de Peter Sellers, es la que más me impactó. No soy mucho de series porque soy medio distraído. Si en 10 minutos no me engancho con algo, me cambio.

Creo en el Horóscopo, pero en el horóscopo serio. Creo en los signos, soy Sagitario. Y en la fecha de nacimiento. Estamos marcados con eso. Me fui a ver las cartas una vez, pero no ahora. Cuando era más joven. Y le achuntaron, entonces uno ahí cree.

A esta edad, si tuviera un superpoder, sería medio sexual, como no tener que recurrir al viagra. A pesar de que no es malo. Yo uso viagra hace 10, 20 años. Y no me avergüenza decirlo. Si uno quiere estar activo todo el fin de semana, a los que somos buenos para dormir, te sirve un viagrita.

Si pudiera elegir a quienes invitar a un asado, sería a mis hermanos. Tenía tres hermanos muertos, y ahora. Cuatro. Me gustaría invitarlos a todos ellos. Porque además eran súper alegres. El menor era muy gracioso. Era más gracioso que yo, era muy cómico. Y el segundo que murió también era alegre, fiestero. Yo era súper tranquilo, como nada que ver con mi familia.

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