La bailarina llegó muy joven a Chile, donde despegó con Axé Bahía, que encabezaría todo un destape cultural. Ahora, en su faceta de empresaria, se ha metido en el coaching mientras sigue con el grupo. De eso habla, de su historia, pero también de su cambió que la alejó de “ciertos lujos”, de los chilenos, de envejecer, de agrandar la familia y mucho más: “Voy a ser mamá —si Dios quiere— este año o el próximo”, decreta.
Tres perritos poodles siguen a Flaviana Seeling (46) por todos lados de la casa en Chicureo, especialmente uno de ellos, el más pequeño, que anda todo el rato detrás de suyo para ser cargado en brazos; algo celoso, sin acomplejarse por ser el de menor tamaño, le gruñe a sus compañeros perrunos cuando intentan ocupar un lugar similar cerca de ella. “Fla”, sentada en un sillón de su hogar, deja de hablar, espera a que haya silencio en la sala y les llama la atención a los peludos para que se comporten... y sigue hablando.
En entrevista con La Cuarta, la bailarina y empresaria brasileña repasa su historia y carrera, desde sus primeros pasos en una truncada carrera de ballet; el descubrimiento de un popular movimiento cultural y musical que la lanzaría a la fama a principios de los 2000, como fundadora y líder de Axé Bahía, fuera de su país natal; vino un salto lationamericano, a través de la señal internacional de TVN; Festival de Viña, con un histórico peak de rating, certamen al que le gustaría regresar con el grupo, hoy completado por Bruno Zaretti y Francini Amaral, tras su regreso en en el 2021… Pero entremedio, historias varias.
Además, “Fla” en estos últimos años ha incursionado en el coaching, a través de la plataforma Soy Vibrante, donde imparte distintos cursos entregando herramientas para el crecimiento personal y profesional; de hecho, durante agosto se presentó en el Woman Business Summit, donde expuso durante veinte minutos para terminar con un poco de axé sobre el escenario.
Mirando a su pasado, la bailarina saca lecciones, muchas de las cuales busca compartir con su público, y que comenta en diálogo para La Firme. También habla de su presente: la continuidad de su plan para ser madre nuevamente (ya tiene a Giuliana y Gianluca), junto a su esposo, Orlando Carmona; sus planes con Axé; su relación con la mala onda de las redes sociales; el cambio que le ha tenido en estos últimos años, dejando de lado ciertos lujos; “siempre fui apasionada por los autos, y tuve los autos más bacanes del mundo; pero le empecé a dar valor a otras cosas”, asegura.
Todo eso y más, aquí, en extenso.
LA FIRME CON FLAVIANA SEELING
Curitiba es mi alma. El primero recuerdo es mi familia. Esa “Fla” que cuando llegaban visitas se preparaba para hacer su baile, y era bien buena pa’ hablar. Esa unión de familia grande, de todo el mundo en casa... Cosa que hoy estoy reviviendo en Chile, porque tengo acá a mi hermana de viente, mi hija de veinte (Giuliana) y mi hijo de 11 (Gianluca); y mis amigos también tienen hijos, y mi hermano tuvo un hijo también que tiene dos añitos. El fin de semana la casa se llena y me siento feliz, me encanta.
El ballet lo dejé a mis 17 años, pero a los 15 me operaron y me dijeron: “Ya no vas a bailar nunca más”. Marcó harto mi vida. Hoy pasé por Providencia y había una obra de ballet y justo mi maridó preguntó: “¿No te ganas de verla?”, y siempre le digo: “¿Sabes? No voy a ver ballet porque hay algo ahí que me lleva a ese momento de haber dejado un sueño”. Pero mi propósito nunca cambió, que siempre fue entregar alegría y bailar. Cambió que tuve que dar una vuelta por aquí, otra por allá, buscar un ritmo, encontrar el axé; pero no el propósito. Tuve que dejar de lado el ballet, entonces cuando veo algo de ballet igual me siento identificada y, al mismo tiempo, me duele la Flaviana que no fui.
Fui a bailar al balneario de Porto Seguro, Bahía, y fui la primera rubia del grupo. Me vieron bailando abajo, haciendo mis pasitos, y me invitaron. Llamé a mi mamá que, para cuidar, se fue para allá a ver cómo era. Empecé a bailar y fui la primera de color blanco en entrar en el Bajamar. Ahí aprendí todo: cómo se mueve y baila de verdad. Pero como era la blanquita, la gente me cortaba y hacía pipí en mi ropa, los primeros dos meses. En Brasil los que bailan no son la gente del sur, que son como los “malos para bailar”; Curitiba no es tan tropical, tienes frío igual que acá. La gente del norte es la que tiene esa sangre de la samba, la gente de piel morena. Igual era difícil para mí, pero aquí estamos. Tenía el enfoque de: “Esto es lo que quiero aprender”. El baile me movía un montón y el axé fue algo que me venía de adentro, me generaba algo positivo. Termine obviamente, con toda mi personalidad, amiga de todos, y muy feliz. Fueron mis inicios bien complicados; creo que cualquiera hubiera desistido.
Me vine a Chile en bus con los demás integrantes de Axé. Tres días de viaje. Tuve la intuición del corazón: cuando tomé la decisión de venir a Chile, tenía la oportunidad de hacer un crucero que me pagaba súper bien y era mucho más tranquilo; no era cambiar de país y era hablar un mismo idioma. Pero mi corazón era: “Chile, Chile”, no entendía por qué. Y me vine. Mi abuelita me hizo una bandeja llena de pollo, y dije: “¡No, no me hagas eso, no quiero”. “Llévate, hijita, llévate por si acaso”, me sugirió... Y traje esa bandeja de pollo… Ya en el segundo día estamos muertos de hambre, ¡y todos comiendo el pollo! Agradecidos de mi abuelita. Íbamos Jefferson, Jociney, Talita, Rodrigo y yo. Sería trabajo pero, con esa energía y motivación, podíamos entregar alegría y un poquito de cultura. Creo que fue lo que sucedió, pero no es fácil para cualquiera que logra tener éxito. Con toda la voluntad las cosas se fueron dando.
Venía de una vida acomodada en Brasil. Mucha gente cree que los chicos de Axe Bahía vivían en favelas o algo así; (pero) todos tenían una buena vida, por así decirlo, teníamos nuestro auto y todo. Cuando dejamos Brasil, sabíamos (desde nuestras familias) que “estamos aquí, cualquier cosa tú vuelves”. Mi mamá vino a poner ojo para ver si todo estaba bien. Siempre tuvimos ese respaldo de que, cualquier cosa, podíamos volver a nuestra casa.
Yo estudiaba Historia y Geografía en el colegio y decía: “¿Cómo puede que la gente viva en un lugar que tiene terremotos y volcanes?”. Pero la gente en Chile siempre fue acogedora con Axé Bahía, muy amable. Claramente había un cambio de cultura tremendo, la gente era mucho más cartucha, por decir; nosotros llegamos aquí bailando en shorts, tops, y los hombres en shorts de lycra… ¡un hombre en shorts de lycra acá! Bailábamos en la salida de los cines y era como: “¡Qué es esto!”. La gente tuvo ese ojo de que no había maldad (en nosotros).
Lo más duro fue pasar la primera Navidad y Año Nuevo solos en Chile, creo que en Antofagasta. También fue justo en esa época en que tomamos las más grandes decisiones de Axé Bahía, porque venía el Festival de Viña y la negociación del cambio de canal (de Mega a TVN). Fue el periodo más complicado, pero yo, en mi caso, Flaviana, que en ese tiempo manejaba a los chicos, siempre estaba buscando la puerta que abrir, dónde golpear, cómo hacer un CD nuevo, que cantaran los que no cantaban, crecer... No era fácil. Fue un periodo en que nos acercamos bastante.
“El axé fue el golazo de mi vida, y gracias a Flaviana”, dijo una vez Brunito (en una entrevista, sacada a la palestra por La Firme), que a lo que se refiere es que una vez hicimos un casting. Entre tantos chicos él no creía que iba a quedarse. Bruno era chiquitito, pero siempre tuvo un carisma tremendo. En la vida, en general, valoro mucho más a las personas por ese valor que tienen dentro. Por eso lo escogí. A todos los fui eligiendo yo; después algunos se fueron, y llegaron Bruno y la Francini... siempre digo que con nuestra Fran cerramos esta estrella que brilla hasta hoy.
El liderazgo siempre ha estado conmigo, es súper natural. En esa etapa los chicos eran mucho más pequeños; Bruno era menor (de edad), fue emancipado para venir acá y la Fran (Amaral) estaba chiquita. Yo tenía la responsabilidad. Siempre fue así. Jefferson era mi mano derecha, me ayudaba mucho. Yo vendía shows, hacía esto y lo otro, y “vamos a Brasil a ver las músicas para grabar”... Siempre tuve esa visión y, para mí, salía muy normal. Nunca estuve como: “Ay, agradézcanme”; por el contrario: los chicos hacían su trabajo y siempre confiaron en mí. Una confianza muy bonita.
Hasta el día de hoy hago un papel maternal con mis compañeros, jajaja. Cuando vivíamos juntos en un departamento, yo ponía reglas porque eran ¡tres hombres! Si no colocaba reglas, era imposible (prosperar). Por ejemplo, tenían que dejar los zapatos en la entrada de la puerta; no podían traer niñas a dormir... igual lo hacían, jajaja…; horarios; repartirse las responsabilidades domésticas; poner orden a la casa; y al principio yo lavaba las ropas de ropas, después ya no.
Íbamos en metro al Mekano (Mega) y después ya no podíamos. “¿Qué hacemos”, pensamos. “¿Un taxi? ¿Una van?...”. Me acuerdo que ya se hacía difícil llegar y salir del canal. La gente era muy loca, pero muy amable. ¡Qué maravilla poder vivir todo eso! Mi sueño era entregar alegría. Ese salir en la tele, firmar autógrafos y atender a la gente, que tengo hasta el día de hoy, ¡no niego a nadie! Me encanta atender a las personas. De todos los artistas que están en el medio, hay muchos a los que no les gusta atender a las personas. Pero a mí sí.
Estuvimos cerca de los de RBD (popularísima serie juvenil Rebelde), de México, que ya vivíamos allá. Axé Bahía funcionaba, ya teníamos “Beso en la boca” y “Mueve la pompa” funcionando full... (Habría sido) dejar todo lo que habíamos creado... No fue el momento, no se cruzaron los planetas; pero sí hubo esa opción. Lo único que me hubiera gustado quizá es el éxito de Brasil, porque fuimos conocidos en Brasil en los mejores programas de televisión, pero después de que hacernos conocidos en Chile, no antes: tuvimos que salir de Brasil, llevar nuestra música afuera. Pero RBD creció también en Brasil y funcionó muy bien allá. Eso tomaría, ese reconocimiento (del país natal).
Como dice Pablo Huneeus (reconocido sociólogo) de Axé Bahía: hubo ese cambio sociocultural. Los chilenos eran más grises. Creo que hoy nuestra influencia está en todo: en el baile, en que el hombre baile, en la ropa que llevan, el short y la guatita afuera, y todo eso creo que tiene un pintadita de Axé Bahía... Hay gente que odia a Axé Bahía, porque dice: “¡Oy! No sabía bailar y tenía que bailar está hueá!”.
Todos mis amigos son buenos pal chaqueteo, y siento que voy entregando una visión distinta: más empatía; porque el brasileño tiene lo contrario al chileno... Y de vuelta, diría que antes no tenía vergüenza de pedir las cosas, y hoy siento que —con mi hija, que es bien chilenita, o con mi marido— perdí un poco esa cosa de llegar y “¡wow!”, y la gente me miraba. Ahora es como “ay, mamá, no hables tan fuerte”. Me autorregulo, no soy tan gritona. Con Bruno a veces estamos hablando en un lugar, y la Fran, que es la más chilenizada, nos dice: “Shht, ¿pueden hablar un poco más bajo?”. Nosotros somos medio exagerados. En mi casa, con mi marido y mis hijos, hablamos portugués. Tengo que estar constantemente hablando, se me olvidan algunas palabritas. Hablo bien chistoso, portuñol.
Nunca me interesó hacer carrera (musical) sola. Rechacé opciones en mi vida para estar con el equipo. Por ejemplo, antes de venirme a Chile, cuando ya tenía el grupo con Jeff, me invitaron para cantar con As Meninas, hace mucho tiempo. Todo para mí estaba escrito. Nunca pensé en bailar o cantar sola.
Estuve en el reality Amor a Prueba (de Mega, pocas semanas, con su esposo de ese entonces). No volvería a un reality porque, primero, (implica) estar lejos de mi familia. En relación a la parte financiera es muy bueno, pero es complicado: estás una semana y parece un mes. Era lo que me faltaba, pero ya lo viví. Era como (parte del) checklist. Ya fue.
Ya no me gusta la Universidad Católica, hace más de doce años. Acá en la casa, los hombres son de Colo Colo y yo, la verdad, que tenía mucha locura por el fútbol. Salí de Curitiba, y era loca del Coritiba, peleando con toda mi familia. Pero llegué acá y ya no me vuelvo loca. Prefiero los partidos de Chile-Brasil, jajaja. Voy con Chile... No, siempre estoy dividida.
“Cavalinho” es la nueva canción de Axé Bahía. Hace ya un par de años incrementó el público chico, los jovencitos. Antes subíamos a un niño al escenario y no conocía ni una canción; pero hoy, influenciados por los papás, que bailan en la casa, todos conocen dos o tres (canciones). Los niños tienen sus preferidas (como) “Mueve la pompa” o “Ota otes”, y ya las saben bailar. Axé Bahía tiene un público muy diverso, porque está la abuelita que le gusta, la mamá que antes no era mamá, los que tenían 16-17 y que ahora están adultos, esos niños que algo se acuerdan y los que ven a sus papás bailar. “Cavalinho” está abierto para nuestro público cautivo y joven. En muchas de las canciones que estamos trabajando, éxitos, haremos feats con personitas especiales jóvenes, cantantes conocidos.
Fran (Amaral), Bruno (Zaretti) y yo tenemos distintas pegas, somos un equipo; mi marido también nos ayuda un montón. Nos vamos dividiendo en redes sociales, videoclips, música, venta de shows y negociación. Hoy cada uno ya tiene familia, hijos y todo, y yo aparte tengo el coaching, entonces nos dividimos esos papeles. Casi todos los fines de semana tenemos show y, cuando no, en ese momento estoy en el diplomado estudiando, hago clases o eventos. Siempre el fin de semana trabajo y, cuando no, aprovecho de reunirme con toda la familia y hacer unos asaditos.
Existe interés por hacer una película de Axé Bahía. Estamos interesados y lo estamos viendo.
No bailo fuera de los escenarios, no voy a mentir; me encantaría más, pero no como baile, sino como ejercicio. Me duele la rodilla, me duele aquí, me duele allá. Ahora estoy en el gimnasio de Fabricio (Vasconcellos), Fama, ¡y voy de vez en cuanto! Sigo haciendo shows en matrimonios, de vez en cuando salen. ¡Nos encanta hacer esas sorpresas!, que en general es sorpresa para la novia o para los invitados.
Perdí parte de mi adolescencia. Hoy tengo esa necesidad de estar con mis amigos, de juntarme con la gente, de hacer los asaditos, terminamos bailando, porque siento que joven —y también en Brasil, no sólo en Chile— ya no salía (a fiestar). Nunca tuve eso de pasarlo bien en discotecas, de salir a tomar un trago; porque allá en Brasil yo también era la que manejaba el auto, que pasaba a buscar a todos mis amigos y los llevaba a bailar; y después tenía que ir dejar todo el mundo,. De menor también me hacía responsable. Siempre bromeo que de grande terminé carreteando todo lo que no carretié cuando chica; pero es más bien el pasarlo bien con la familia.
Nos presentamos en el Festival de Viña 2002, no se dieron ningún premio (por supuestas rivalidades de canales), pero tuvimos un peak histórico de rating (67,4 puntos). Siento que está pendiente volver. Al otro día nos entregaron una antorcha, pero diría que es una deuda pendiente. Sería muy lindo volver a pisar Viña del Mar, por nuestra parte estaríamos muy felices... Así que a prepararnos, a prepararnos... Estoy segura que pronto se va a dar.
Todo el mundo sabe nuestra edad (la de los integrantes de Axé Bahía). Yo soy la más grande, tengo seis años más, y Bruno todavía no está en los cuarenta, jajaja. Mientras yo pueda bailar y el cuerpo me dé —y todavía podemos meter un short y poner un escote—, no tengo miedo. Creo que Axé Bahía va a dar hasta dónde se pueda, y va a quedar en el recuerdo de la gente, y capaz que venga una generación nueva a bailar; y siempre me van a llevar a un lugar para hacer un “chuchuuca” o un “onda onda, buena onda”... Tuve tres esguinces no hace mucho, tuve una lesión en el pie y tuve un problema de cadera, entonces ¡opa!, hubo que bajar el ritmo; pero me cuidé y ya estamos mejor. Estoy muy bien.
Pero en un momento de estrés en mi vida, post pandemia, cambié harto mi visión de la casa y un montón de hueás por las que perdí el interés. Siempre fui apasionada por los autos, y tuve los autos más bacanes del mundo; pero le empecé a dar valor a otras cosas. Dejé medio de lado la marca, la Louis Vuitton —que todavía me gusta, pero ya no como antes—, dejé de lado varios gustos caros; ahora soy mucho más de pegarme un año viajando, ponerme una mochila y recorrer; mucho más en esa onda. O en vez de tener una casa gigantesca, tener una casa en la playa. Estoy diversificando y me está haciendo mucho más feliz. No pasó nada puntual, fue un cambio paulatino; claramente mi relación con Orlando, estos tres o cuatros años, también me ha cambiado. Vivir una vida más rica. Tenía autos que ni usaba, que estaban ahí pa’ la foto. Siento que esa Fla cambió paulatinamente.
Soy bien mala para decir “no”, pero soy muy buena si necesito defender a mis hijos o hacer un negocio. Estudié toda la vida, me formé en Administración de Empresas; los negocios siempre estuvieron (en mi vida), porque trabajé con mi papá. Es estar en mi salsa, es como estar bailando. Es lo mío, entonces no tengo una dificultad en decir “no” o “sí”; pero siempre vas a encontrar en Flaviana algo que puedes negociar, algo así como “te doy esto, pero tú me das esto”. La persona que negocia conmigo siempre sentirá que estamos de igual a igual, que es bueno para los dos, win-win.
La Fla del corazón es la que sigue ayudando a las personas. Hago muchos talleres gratuitos y visitas. Axé Bahía siempre tuvo esa calidad de visitar los centros, de ayudar a la gente, de donar y de hacer beneficios; es lo mínimo, un pequeño granito de arena que uno puede poner. Hay tantas personas que podrían estar ayudando y que no hacen nada: la gente es buena para hablar, pero la hora de echar la mano (al bolsillo) no hace nada.
Esa Fla convive súper bien con la otra Fla. Esa mezcla soy yo: me vas a ver aquí contigo dando una entrevista, me vas a ver con mis amigos, con mi marido, mis hijos... ¡y donde sea, siempre voy a ser igual! Una mina payasa, que sabe hablar estupideces; pero que también sabe hablar súper serio y entregar en cualquier conversación algo súper lindo a cada persona. Tienes varias Flavianas en una. Creo que esa es mi gran cualidad.
La gente vive el día a día con su dinero. La gente se va acostumbrando a eso; cuando se gana un dinero, se van a comprar esto, una ropa o lo que sea; primero están preocupados de comprar el auto y no la casa. Siento que la parte de educación financiera —que vengo estudiando hace tiempo, tengo varios coaches en la plataforma Soy Vibrante— es algo súper importante en la vida de todas las personas. Siento que la gente hoy vive en una zona de conformismo y tienen miedo de salir de ahí, y lo mismo hacen con el dinero, con una oportunidad de trabajo y cuando quieren emprender algo. Ese miedo a hacerlo, porque les puede ir mal... y claramente les va a ir mal con ese tipo de pensamiento. Pero el atravesarse va más allá eso, (sino) en confiar en sí mismo.
Miedos tenemos todos, pero siempre tuve fe y el propósito clarito. La fe te moviliza hacia el éxito o dónde quieres llegar; y el miedo te paraliza y hace que no tomes una decisión. Siempre fui una persona de “voy, voy”. Siempre sabía que “hay otro camino”. Si te caes, no pasas (más abajo) del piso, o sea, es lo máximo que puede pasar. Tengo miedos, pero el problema de la gente es que vive sus miedos antes. Una de las cosas que siempre digo; por ejemplo, si nosotros hablamos de rencor o de resentimiento, ¿dónde está el resentimiento? En el pasado. ¿Dónde está la ansiedad o angustia?, en el futuro. La gente no está preocupada del presente y no se enfoca en trabajar en el hoy, en decir: “OK, guardaré la plata, porque voy a emprender”; pero dice: “¿Qué pasa si pierdo el dinero?”... ¿Y qué pasa si ganas? Cuando chico uno se atreve, pero ya más grande dejas de atreverte. Eso trato de transmitir.
Creo que hay una transformación desde Axé Bahía, que entrega alegría, para una coaching que entrega una transformación. Hace como seis años, me empezaron a pedir coaching desde universidades y empresas, estuve en Panamá, Argentina, Colombia, Venezuela, Punta Cana, Cancún, en algunos lugares ante 2-3 mil personas. Venía trabajando liderazgo y mentalidad positiva en un montón de países, y no acá en Chile. “Ya es momento”, dije, porque la gente me decía: “Fla, quiero estudiar contigo, ¿dónde?”. Empecé a dar cursos. Y hace tres años entró esa Flaviana en Chile.
Vengo haciendo (coaching) en municipalidades y universidades, tengo mi equipo de Soy Vibrante, doy clases, recién tenemos página web y estoy feliz; y hace muy poquito, dos meses, estamos cobrando suscripción que vale $15.000, y la gente tiene acceso conmigo, estudian conmigo, reciben material, tienen whatsapp y nos encontramos; es un valor súper accesible, y hay un equipo y trabajo detrás, para que yo pueda transformar la vida de esas personas.
Hay hombres y mujeres, de todas las edades, en Soy Vibrante. Tengo muchas señoras, mucha gente joven que es mamá y gente que dice “tengo todo súper claro”. Y no, la mayoría de las personas no tiene un propósito de vida claro, no sabe por qué está acá en el mundo, cuál es su aporte; todavía no desarrollan sus habilidades, hacen falta herramientas. Y hay mucha gente de mi edad que hoy está estancada... “Ay, yo decreto”, dicen, pero, la verdad, no saben nada. “Decretar” no es mirar a un espejo y decir: “¡Vamos tú puedes!”. Hay un positivismo tóxico. Hay que decir “yo puedo”, hay que moverse y hacer que eso funcione, y obviamente con herramientas, autoestima, emprender en el mundo digital, la inteligencia artificial y un montón de cosas.
Ante la adversidad, cada vez que vas a reclamar por algo, busca algo para agradecer; es súper difícil, porque uno es muy poco cuidadoso con lo que sale de su boca. Cuando dices: “Quiero que me traten bien”, ¿te estás tratando bien? Yo me tropezaba antiguamente y decía: “Qué torpe”. Y no soy torpe, ¡para nada! Primero, hay que devolverse y decir: “Déjame entender algo... ¿Qué está pasando contigo? ¿Dónde estás fallando? ¿Cómo te tratas diciendo ‘esto no lo voy a hacer’? ¿Qué es lo que sale de tu boca?”. Voy evaluando un montón de cosas, como una cebolla que vas abriendo. Me pasa mucho con la gente que dice “ay, es que yo hago meditación”. “¿En serio?”, pregunto. “¿Lo has logrado?”. Es difícil. Me doy cuenta que la gente no sabe meditar. Quédate un minuto sentado sin que pienses en nada... Te duermes o van a venir (a la mente) un montón de cosas que tienes que hacer en el día... ¡Es imposible! Las personas que andan por ahí diciendo “yo medito” o “yo decreto”... Cuando logres sacar por cinco minutos todo de tu cabeza, podrás imaginar: si Dios te dio la capacidad de imaginar es porque te dio la capacidad de crear. Cuando empiezas a “decorar” las cosas que quieres y cómo las quieres, empiezan a acercarse muy fácil.
A veces conozco personas en la fila del banco, porque tengo una vibra de “ay, ¿necesitas que te ayude en algo?”. Siempre soy así. Salgo del ascensor y digo: “Qué tenga buenos días”. Las personas a veces me miran como: “¿Y a esta qué bicho el picó?”. Cuando agradeces y aceptas tu vibra es una cuestión súper bonita, que hace que muchas cosas sucedan en tu vida. No tengo nada que agregar a mi vida. Nos tomamos un año viajando y ahora tengo un montón de cosas que quiero hacer, con mis papás y mi casa, que pretendo hacerlas este año.
Mi propósito en la vida lo descubrí chica, en relación a entregar alegría y hacer bailar; y no lo pierdo con el coaching. Es lo mismo. La gente me dice: “Fla, gracias”. “¿Por qué?”, les pregunté. “Bailé contigo cuando era chico”, la típica; o por otro lado está el coaching, por el que cada día recibo más agradecimientos. Ahora conocí en Talca a una chica qué está haciendo clases conmigo. “¡Ni siquiera puedo creer que te conozco”, me dijo. Es súper lindo, fue como si la conociera de antes. Ese feedback quye recibo de las personas, ¡WOW!, es tremendo. Sé que esa entrega de amor y alegrías funciona y ese es mi propósito. Pero hay muchas personas que no aman lo que hacen, que terminan trabajando en la oportunidad de que la vida les dio supuestamente... y hoy trabajar en lo que uno ama es increíble. Estoy súper agradecida.
Me he librado de muchas creencias. Creo que patrones y creencias limitante que tenemos son una de las causas más grandes, y que si no sabemos trabajar, para el fracaso, para hacer inestable, para no alcanzar el éxito o las metas. Si a una mujer el papá y la mamá le dijeron “te tienes que casar con un hombre bueno”, ¿qué es bueno?; o “tienes que ser una buena madre”, “tienes que tener hijos, es lo correcto” o “tienes que estudiar y después haz lo que quieras”... Siempre hubo ciertos patrones y memes que repetimos. Las creencias limitantes para nosotros son verdad, por lo que cuando te separas (de tu pareja), ¿qué pasa con esa “verdad absoluta”? “Soy horrible como mujer”, piensas, “porque tendría que estar casada”. Entonces, ¿qué es lo “correcto”? ¿Quedar casada cuando estás sufriendo y pasándolo mal?... Para mí era “la seguridad”, entonces el casarse y tener seguridad para tú hijos... ¡¿Qué seguridad tenemos?! ¡Nos podemos morir mañana! Aprovecha el hoy al máximo. Todas esas creencias que trae la gente son súper mochila que debemos trabajar una por una para saber de dónde viene ese pensar, que seguramente viene de algún problema con la familia. Es heavy, bien interesante.
“No tengo problemas con envejecer, tengo 46 años y me siento bonita”, declaré hace unos meses. Uno de los temas que agarré con mucha fuerza en las redes fue la empatía. ¿Por qué? Voy a ir un poco más atrás de la Flaviana que no tiene miedo de envejecer —pero que igual se pone sus bótox y cosas—... Una vez llegué corriendo a hacer mi live (en Instagram), no me maquillé. Estábamos ahí todos (conectados), y efectivamente no me vi linda en el video, no me veía bien... ¡como todas las personas en algún momento!... Y hubo tres personas que me escribieron algo así como “¿esa es le de Axe Bahía o es la mamá?”. ¡Casi nunca en la vida la gente me ha escrito malos comentarios! ¡Es muy puntual! El equipo que trabaja conmigo me preguntó: “¿Borramos todo?”. Y yo dije que “no, pero sí quiero hablar del tema”. Salió en muchos medios (de comunicación) e hice que fuera viral. Mi equipo vio quiénes eran esas personas: mamás, algunas más grandes que yo y otras de la misma edad. ¿Qué le están entregando a sus hijos? Con todo lo que tenemos de bullying, ¡cómo puede estar hablando mal de otra persona! ¡Y además esa persona (Flaviana) entrega cosas positivas!... Invité a esas cuatro o cinco personas y les regalé un curso conmigo; dos de ellas están (conmigo), y agradecidas. Al final, al hablar mal de una persona eres tú la que está mal por dentro, (aunque) no te des cuenta.
Como mujer digo: ¡dejen de apuntar con el dedo y hablar mal de las demás! Y si una se quiere poner bótox, bien. Y una se quiere dejar el pelo blanco, que se lo deje. ¡Que hagan lo que se les dé la gana! ¡Y está todo bien! La que cocina, la que no; la que se casa, la que no; la que atiende al marido, la que no... El empoderamiento no es una “mujer macho”, es una mujer que es sintiente, que se comprende, que creé en sí misma. Nada más. Se ha confundido mucho esa palabra.
Siempre quise ser mamá, y mamá de veinte... Y voy a ser mamá —si Dios quiere— este año o el próximo. Me hice un tratamiento, quedé embarazada, lo perdí. Por Axé Bahía y los viajes, no pude hacerlo y ahora estamos de nuevo en la clínica listos para empezar. Son duras las pérdidas, súper duras; intento compartírselas a las personas con la mayor sinceridad, porque hay muchas mujeres que no pueden tener bebés; va mucho con la mente también, en el sentido de pensar positivo; y claramente hoy las mujeres tienen muchos más problemas de endometriosis y todo. Mi caso es la edad, por eso hemos tomado ese cuidado, porque mi útero está súper bien; y por lo mismo, hemos hecho todo ese tratamiento (in vitro).
Estamos súper felices con mi marido, entregados a la mano de Dios, él quiere mucho ser papá y estamos todos emocionados con todo eso... Que sea lo que Dios quiera. Me han escrito muchas madres y mujeres con problemas; algunas que no pueden pagar una clínica u operar de ciertas cosas. Hay muchos casos, pero una gran parte de esos casos, está aquí (en la mente), tanto que a veces cuando la mujer va de vacaciones, queda embarazada, después que había hecho tratamientos y no podía.
Adoptaría. Hablamos con mi marido: cuando estemos más grandes queremos adoptar también, cuando estemos un poquito más tranquilos, porque también quiero estar en casa —como Felipe Viel y el Rafa Araneda—, a esa edad que tú y tus hijos ya están más grandes, tenemos esa idea.
Mis papás se quisieron venir a Chile, en varias oportunidades, y de hecho quieren. Sólo que la familia (de ellos) está toda allá. Y creo que ahora, que están más mayores, ya es momento. Sueño en tener la casa y el terreno enorme. Mi sueño es un terreno en comunidad, donde podamos vivir no revueltos, unos para allá, otros pa’ acá; y estar cercanos uno del otro, para vivir toda esa etapa de adolescencia que no pude vivir con mi familia. Por ejemplo, mis hijos están alejados de mi familia, y siempre que puedo voy a Brasil, y ellos vienen; pero no es igual a que uno diga: “Ay, el fin de semana iré a ver a mis papás”. Eso quiero vivirlo.
Después de tener esa casa grande, con toda mi familia, mi sueño es ir a vivir a Brasil. Creo que será cuando yo tenga unos 60 años, por ahí. Volvería, pasar el resto de mi vida en Brasil, vivir en la playa, tener una casa muy bonita, descansar. Acá no paro nunca. Tengo muchas ganas de vivir esa vida con cero lujo, con chalas todo el día.
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido bailarina o empresaria, habría sido abogada, porque soy líder natural y me gusta tener la razón. Pelearía por tener la razón.
Si en mi época universitaria siempre fui estudiosa, y me creía la que trabajaba con mi papá, y mandaba en todo.
Un apodo que tengo “Flufli”, “Flafli” o “Flaflu”, que mi marido mi dice así. Cuando era chica, mi abuelo me decía “Pacheca”, porque yo no sabía decir “patinho” (“patito”, en portugués), entonces decía “pacheco”.
Un sueño pendiente por el que peleo es ser mamá de nuevo y también tengo un sueño, que está ahí: ser una coaching muy reconocida a nivel de toda Latinoamérica.
Tengo varias cábalas, pero la típica es el “¡mierda, mierda!” para que todo salga bien. Soy supersticiosa, entonces no paso la sal en la mano, aunque me hacen bromas todo el tiempo; no paso por debajo de una escalera. Y soy súper religiosa, rezo harto; me encanta rezar, la palabra de Dios y estar cerca de él; y lo mezclo con la típica meditación de decretar en la mañana y la noche.
Una frase favorita es “cree en ti, tú puedes todo”.
Un trago favorito es el vino, me gusta. Soy apasionada.
Un trabajo mío que no se sabe es que entregaba panfletos en la calle, fui promotora, en Brasil, después de la escuela, para tener una platita extra.
Una cantante favorito es Sade (británica de origen nigeniano), para relajarme. Y me encanta el reggaetón. Con mis amigos bailamos axé. Empezamos bailando de todo; si estamos entre amigos brasileños, viene la música brasileña antigua que bailábamos allá, y nos cagamos de la risa. Yo bailo, sacudo el pelo y se matan de la risa, más que bailar... con Thiago (Cunha), la Vivi (Rodrigues), Bruno... Siempre que llego a un lugar, ponen axé... Me dicen “Fla, no te preocupes, nadie pondrá axé”, y terminan poniendo. ¡No hay lugar al que vaya que no pongan axé!
Mi canción favorita de Axé Bahía es “Mueve la bomba” y la que menos me gusta es “Danca do toreiro”.
¿En qué gasté mi primer sueldo? En la playa la gente usaba unos tocado de flores que se ponen en el pelo, y mi mamá dijo “esas cuestiones son súper caras; los haremos nosotros”. Y fuimos a la playa y yo vendía flores en una cesta llena, y la gente me veía desde los edificios y me compraba dos o tres de varios colores. Y vendiendo logré comprar un buggy; y a mi hermano, una moto chiquitita. Siempre fui empresaria: llevaba a la gente a dar una vuelta en la playa y cobraba unos mil pesos.
Un hobby escondido siempre fueron los autos, pero hoy viajar es mi pasión, conocer. Acabo de llegar de Egipto, convencí a todos los Axé de que fuéramos pa’ allá, después de un tour que tuvimos. Y uno muy chistoso es que colecciono tarjetas de hotel, jajaja, no sé por qué todavía lo sigo haciendo; pero siempre que voy me traigo una.
Una película que me hizo llorar, que la vi con los niños, Coco.
Un placer culpable son los dulces y el chocolate.
Creo en el horóscopo. Antes lo revisaba, hace un tiempo. Me acuerdo que una vez fuimos a Vallenar en auto, yo iba leyendo los horóscopos. Combino perfecto con mi signo, que es Libra.
Si pudiera tener un superpoder sería el de trasladarme para cualquier lugar, pero no al pasado; supuestamente cuando arreglas algo del pasado el presente no es el mismo.
Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, diría (Mahatma) Gandhi, Martin Luther King y Buda. Sería para entrevistarlos, porque me gustaría que me explicaran su lucha por lograr esos derechos, esa libertad y transformación.
Flaviana Seeling es una niña, una chica, a la que le gusta hacer reír a las personas, jugar y ser la payasa de la familia, que le encanta entregar su energía, que la mayor parte del tiempo es muy positiva. Se siente una mujer súper realizada, que ha logrado todos los sueños que se ha propuesto, aunque siempre busca más metas. Tiene harto que entregar para otras personas en el camino de crecer.