La Firme con Ignacio Socías, comediante: “La gente me encuentra medio ‘papá' para mis cosas; soy medio enojón y viejo chico”

Entrevista en profundidad a Ignacio Socías, comediante, previo al Festival de Olmué. FOTO: Mario Téllez / La Cuarta
Entrevista en profundidad a Ignacio Socías, comediante, previo al Festival de Olmué. FOTO: Mario Téllez / La Cuarta

A sus 33 años, ante su debut en el Festival de Olmué, se ríe de que aún lo llamen “promesa” de la comedia; “tengo alopecia, me están creciendo las entradas”, comenta con humor. Sin embargo, ha sido larga su senda ganándose su espacio en bares, redes sociales y escenarios varios. Hijo único, fan de Álvaro Salas, evangélico en retiro y “viejo chico” de alma: “Me gusta hacer reír a gente que no está de acuerdo conmigo”, manifiesta.

Entre su camisa desabotonada y sus pantalones, Ignacio Socías Sepúlveda (33) carga un voluminoso manojo metálico que suena y se mueve al ritmo suyo:

—Estoy como conserje —comenta con gracia el humorista, y se saca el montón de llaves que trae colgadas (entre ellas las de su hogar y del trabajo) en el cinturón.

También, mientras posa ante la cámara para La Cuarta en el estudio de la productora Dantesco Media, en Providencia, tras limpiar sus gafas improvisadamente, advierte a los presentes que es conocido por hurtar distraídamente los paños prestados para limpiar sus lentes.

El comediante se ha ganado su lugar en la escena local y cerrará esta etapa presentándose en el Teatro Caupolicán el 11 de enero y, unos días después, el 16, en el Festival de Olmué en el icónico Patagual, entre el argentino Diego Torres y Lucybell, respaldado en la recta final de su show, Soy tu papá, puesta en escena hilarante y, por momentos, desgarradora, dura, basándose en su propia biografía, de la cual —por ahora— no quiere que sé sepa masivamente, particularmente qué le ocurrió a su padre cuando él tenía solo nueve años (las entradas se venden en Punto Ticket).

Así, en conversación con La Firme, dice que viene de una familia pequeña, conformada nuclearmente por su mamá y él, siendo un niño bastante curioso de las risas. Se deja envolver por la nostalgia, por sus tíos, a quienes recuerda cómo grandes exponentes del humor casero de sobre mesa, o de la vida en general, que podían convertir la tragedia en algo cómico:

—Una vez tuvimos que enterrar a un ser muy querido —relata—. Íbamos caminando al funeral y a una abuelita la sentaron para que mirara el féretro en la carroza fúnebre. Se asustó y se fue como a esconder a su casa, y un tío dijo: “Pensó que la veníamos a buscar, se metió para adentro”. Todos atacados de la risa.

El comediante hace un repaso por su infancia y juventud, marcada para una pérdida vital, por Álvaro Salas, por sus años evangélicos o “canutos” —como él dice—, y la risa de su madre; sus primeros atrevimientos en la comedia cuando estudiaba para convertirse en abogado; el empuje para hacerse un espacio y contar chistes en bares y otros formatos, con varios traspiés; su paso como reportero en terreno de Frente Fracasados, en medio de un cada vez más denso clima político, marcado por el clímax del estallido social del 2019; su fantasía de presentarse en el Festival de Viña; su vida y mirada del amor; y mucho más…

Tras hora y media de diálogo, Socías se muestra cansado, aunque empeñoso y cuidadoso en sus respuestas: “Estoy medio fundido”, se excusa. Pero resiste.

La Firme con Ignacio Socías

He dado muchas entrevistas en mi mente cuando lavo los platos. Qué risa. En algún momento estuvo ese sueño de dar entrevistas; luego no. Ha mutado, qué vergüenza... Ahora esas entrevistas las estoy dando en inglés, decretando; y como algo hablo inglés, me sirve para practicar y digo: “¿Qué diría si me preguntan…?”... Dando la cacha… De chico fantaseaba con la tele, que me crió profundamente, las entrevistas y estelares. Me deslumbró mucho la televisión con la que crecí, a finales de los 90 y principios de 2000. Me gustó mucho, vi mucha tele. Una de las últimas entrevistas que imaginé, que recuerdo súper patente, fue: “Uy, si entrevistara Don Francisco, ¿qué le diría?”, porque Don Francisco tiene su estilo. Lo he pensado.

Un recuerdo de mi infancia en Las Condes, en Manquehue con Apoquindo —o como le digo yo, “Alameda” con Manquehue, jaja—, es que caminé mucho por Manquehue, hice toda mi vida ahí cuando pequeño: iba a la iglesia y tenía a mis amigos. Tengo mucho el recuerdo de caminar de noche por Manquehue, y me venía tarde de la iglesia —¡me gustaba mucho la iglesia!—, y en mi mente caminar de noche era sumamente peligroso; no me daba cuenta de que era Manquehue, que estadísticamente era muy poco probable que me pasara algo, pero yo tenía menos calle que no sé qué, entonces en mi mente iba orando: “Por favor, Señor, que no me pase nada, por favor, cuídame en este trayecto, por favor, pon tu cobertura especial sobre mí...”, jajaja; era como “loco, vas del Apumanque a Colón”. No iba a pasar nada, pero me daba miedo... Después nos quedamos sin plata y nos fuimos de ahí, pero recuerdo eso. Son mis calles finalmente, mi infancia.

Todos míos tíos son mas chistosos que yo... Me da cosa, no tanta familia me ha ido a ver a mis shows, principalmente porque son de noche, son mayores y a veces me da cosa invitarlos… Tengo una devoción muy grande por mis tíos y familia materna, incluso hasta hoy, que el tiempo me va volviendo más adulto y veo menos a mi familia. Me llamaba la atención que ya mi primos no iban, que ya carreteaban los viernes o los días de asado (familiar), pero a mí me gustaba ir, sólo sentarme a escucharlos echarse la talla... Recuerdo el día en que yo he eché una talla y rieron. Un día importante para mí, sentí su aprobación. El exmarido de mi mamá no me caía muy bien y siempre intentaba echar la talla, LO REPASABAN, y yo pensaba: “No lo tiene (el talento)”; no era tan chistoso, era medio incómodo. Y estos locos son talleros, o sea, uno dice una, y si eres muy lento, se te adelantan tres. Esa es mi fascinación con ellos, esa capacidad.


IGNACIO SOCIAS
"Me deslumbró mucho la televisión con la que crecí, a finales de los 90 y principios de 2000", recuerda Socías. Mario Tellez / La Cuarta

Hay una talla que me vuelve loco; la tiró un tío una vez que cambiamos los restos de mi abuelo, hicimos una exhumación, y lo pasaron de un ataúd a uno más pequeñito. Cuando habían enterrado a mi abuelo, no tenía zapatos, entonces uno de mis tíos mayores se rajó con los zapatos. Y el mismo tío estaba ahí cuando lo cambiaron de ataúd, y todavía estaban los zapatos en la tumba de mi abuelo, y mi tío los agarró y dijo: “Shh, están buenos”, los limpió y se los puso... Un momento súper emocional, y yo me ataqué de la risa, jaja… Creo que pasa en todas las familias chilenas: la talla, incluso en esos momentos más difíciles, la admiro profundamente... Podría estar toda la entrevista hablando de eso, porque me gusta mucho esa nostalgia. Los momentos más felices cuando chico son con mi familia: el asado, la parra arriba, con el sol metiéndose, con la uva traslúcida, y mis tíos echando la talla; me sentía muy feliz. Me encantaba. Ya no hacemos esos eventos, nos vemos menos, por la edad, y hemos enterrado a muchos familiares. Igual veo a mi familia.

Soy un viejo chico... ¿En qué se nota?... Cotizo y me preocupan las cifras macroeconómicas, hace mucho tiempo, jajaja; es una preocupación de siempre... No, soy medio viejo chico porque soy preocupado, desde chico estoy preocupado de “¿qué habrá de almuerzo?” o “hay que ahorrar para una casa”, a pesar de ser comediante y que me gusta harto la adrenalina e incertidumbre. Lo más llama la atención a mis amigos es que cuando era chico vivíamos mi mamá y yo, y ellos me decían: “¿Puedes salir?”, y yo les respondía que “no, estoy haciendo el almuerzo para más rato”. Mi mamá trabajaba, y a mí me gusta cocinar; no es una cocina chef, pero me gusta hacer el almuerzo. Tipo 10 AM digo: “Ya, ¿qué vamos a almorzar?”. Me carga llegar a las 2 PM y tener que inventar.

Me crié con muchos adultos, soy hijo único y la mayoría de mis amigos son más grandes. Tengo un poco el síndrome del “Niño Poeta”, me gustaba hablar como adulto. Yo tenía un chiste: “No fui el ‘Niño Poeta’ porque no me grabaron”. De chico me gustaba caleta hablar de política. Eso me hace muy niño-adulto. Me he desadultizado ya más grande. Mis amigos me decían “suéltate un poco”. Pero igual me pasa que nadie me echa la edad que represento, generalmente más. Igual uno hace su vida. Mis amigos también son más señores; yo tengo 33 y de mi grupo de amigos del colegio, de cuatro, dos están casados, como también tengo a mis amigos de la iglesia casados. El ambiente es un poco así. Me quedan menos amigos más “jóvenes”. Pero me gusta.


IGNACIO SOCIAS
"Tengo un poco el síndrome del “Niño Poeta”, me gustaba hablar como adulto", analiza. Mario Tellez / La Cuarta

Quedaron hartas cosas de mis años como evangélico. Siempre hueveo con que ser evangélico no es que puedas decir “dejé de serlo”, no está en tus manos, porque tú sabes lo que hiciste: sabes la esquina en que predicaste y la canción que cantaste. Desde esa perspectiva, uno nunca deja de ser evangélico. Tengo amigos de esa época, hace mucho tiempo, me gustó mucho; me dediqué a ir y a leer. Hay historias de La Biblia que me vuelven loco, hasta el día de hoy, y digo: “Oh, la historia buena, intensa”. A mis amigos más progres los espanta mucho, que de repente diga: “Esto que digo sale en La Biblia”, jajaja. Me encanta que si miras esa historia —independiente si crees o no, o los discursos de la iglesia o la gente— es de pura gente fallada, cada cual es peor que la anterior, cada uno se manda cagadas. Había gente como el Rey David, que hizo hueás oscuras, como que le gustaba una mujer y mandó al esposo a la primera línea de un ejército para que se muriera, y después se quedó con Betsabé. Ese loco es alguien que en La Biblia Dios dice: “Él tiene el corazón conforme a mí”. Lo encontraba muy interesante.

¿Creo o no en Dios? Hay días en que digo “parece que creo” y otros que no. Es algo que es parte de mí. No puedo decir “eso lo dejé atrás, ahora sólo me guío por lo que veo”. Tengo un poco de pensamiento mágico-religioso.

Cuando en mi casa no estábamos tan bien, le contaba chistes a mi mamá para que se riera, cuando tenía como nueve, diez u once años. Nos reímos mucho, hasta hoy. Si algo recuerdo de mi mamá es la risa. Me sé su risa de memoria, tiene momentos; hay uno muy bueno, que es cuando algo le da mucha risa, ríe, ríe y ríe, y hay una pausa, su cerebro revisita el chiste, y la segunda risa, cuando está recapacitando, parte con un sonido fuerte y luego se queda sin. Eso me vuelve loco. Es brígido. El otro día, hace no tanto, reparé: “Me sé de memoria el timing de la risa de mi mamá”, pensé. Si tengo un recuerdo, es reírnos mucho. Cuando haces reír a alguien, es endorfina Y uno dice: “Ah, va bien (la interacción)”. Eso puede ser tramposo, me pueden engañar muy fácil. Soy muy sensible a eso, muy simple. Si alguien se está riendo digo: “Está todo bien”. Es un cliché por algo: el comediante que hace reír a la familia en los momentos oscuros.


IGNACIO SOCIAS
"¿Creo o no en Dios? Hay días en que digo 'parece que creo' y otros que no", reflexiona Socías. Mario Tellez / La Cuarta

Con mi mamá somos una familia pequeña. Siento que cuando uno es niño, y pasa algo malo, hay una sensación como niño, fantasioso, de que puedes hacer algo para que se arregle, y seguramente está muy por sobre ti. Si tus papás están peleados, como niño no tienes nada qué ver; si tu papá o tu mamá tienen un temperamento que probablemente viene de otra época, no tienes nada que ver. Pero uno como niño piensa: “Si me porto bien, algo puede pasar” o “si la hago reír, algo puede mejorar”. Una vez me explicaron que la omnipotencia que sienten los niños es como un rasgo de ser niño... un buen rasgo supongo... o sea, puede ser angustiante, pero en mi caso era tirar tallas.

Crecí con una obsesión por Álvaro Salas, era muy fan; y todavía. Me gustan los humoristas. Siempre se hace esta diferencia entre comediante y humorista; para mí, son todos lo mismo, la palabra que uno quiera. Álvaro Salas es el humorista que más me gustaba en ese momento, pero también me gustaba Felo, los Dinamita (Show) y todos los que pasaron por los festivales. Hasta había estelares que tenían mucho humor, como el Viva el lunes (Canal 13), en que estaban las rondas de chistes, o los viernes daban Video Loco. Había más humor en la tele. Me crié mucho viendo eso.

Me dediqué a la comedia pensando en El club de la comedia (CHV), pero muy rápido de mi cuenta: “Brígido, esto no es nada distinto a los humoristas que veía cuando chico; quizá hay algunos cambios estilísticos, pero sigue siendo humor”. Álvaro Salas tiene un estilo de chistes cortos y rápidos, pero miras al Bombo Fica y son historias más largas con muchos chistes entre medio. Cuando chico mi mamá me regaló un casete, creo que de Álvaro Salas, pero lo escuché compulsivamente —como ver un video en YouTube—. Me acuerdo de la portada: un degrade de rojo a amarillo, con Álvaro Salas en un look muy noventero. Lo escuché mucho.


IGNACIO SOCIAS
"Me dediqué a la comedia pensando en El club de la comedia (CHV)", recuerda Socías. Mario Tellez / La Cuarta

Estudié Derecho y Periodismo. No terminé ninguna. Entré a Periodismo para sacar una carrera; no estaba vuelto loco, pensé que era una buena forma de trabajar en comunicaciones. Me debí haber salido de la universidad, es lo que realmente debió pasar, mirando en retrospectiva. No quería poner tan nervioso a mi entorno, de niño bueno. En un momento trabajé en CHV en El club de la comedia, y le mentí a CHV diciendo que yo estaba haciendo práctica y que había terminado la universidad, y a mi universidad le mentí diciendo que estaba haciendo la práctica en medios en CHV. Era mentira. Fue muy estresante; le mentía a dos personas al mismo tiempo. Sabía que nunca me dedicaría al Periodismo, lo tenía claro; no me titulé y nunca ejercí. Fui pésimo estudiante. Si el día tiene un 100%, yo le dedicaba 80% a la comedia y 20% al Periodismo. Cuando llegó la hora de titularse, dije: “No seré tan descarado”. Ya me dedicaba a lo mío.

¿Cómo manejo la frustración? Una vez me rompí la mano y una vez rompí una puerta... No me siento orgulloso, JAJA... Ahora manejo mucho mejor la frustración, que lo tengan aclaro amigos de La Cuarta. Pero en ese momento estaba muy chico, dedicándome a la comedia, era muy visceral todo. Esa vez me sentí un imbécil, de hecho, no le conté a nadie hasta que me sané, me dio mucha vergüenza. Me costaba hacer stand up porque tenía la mano mala, no podía hacer bien mis cosas, y dije: “Ya, es momento de crecer”. Tenía como 23 o 24 años. A veces le miro la mano a la gente, y a los que cometimos este error se nos baja un nudillo, me quedó un callo y la mano fea; entonces digo “es de los míos”, jaja. Siempre que me la miro digo: “Ay, fui un huea”. La comedia es muy linda, no me quejo de nada, pero al comienzo tienes que lidiar con que te va mal po’. Es raro que te parta yendo bien; te salen mal los shows, tienes una idea (y no resulta). Lo bacán de esto es que debes aprender a frustrarte, constantemente; incluso cuando te va bien, igual hay frustraciones constantes, como al probar un chiste y decir “esta hueá va a salir mal un rato hasta que salga bien”. Antes me ponía más nervioso… Pero nada: terapia de manejo de la ira, jaja.


IGNACIO SOCIAS
"La comedia es muy linda, no me quejo de nada, pero al comienzo tienes que lidiar con que te va mal", relata Socías. Mario Tellez / La Cuarta

Partí en el humor en el 2011, en las movilizaciones estudiantiles. Y Sergio Freire hizo un taller por luca. Fue maravilloso, demasiado solidario, nos prestó cámaras y equipo; nos permitió vivir tres meses como si fuésemos buenos comediantes. Fue muy entretenido y pensé: “Oh, esta vida parece que me gusta”. Fue un momento canónico. Sergio nos pagó unos sketchs; pudimos actuar, escribir, dirigir, hacer stand up e improvisar. A veces él ponía un video, como “Thriller” (de Michael Jackson) —que nunca me voy a olvidar, lo pasé tan bien—, y dijo: “Ya, háganle las voces improvisadas”. Y dije: “¿Pero cómo?”. Fue muy gracioso. En el taller había gente muy buena, comediantes que hasta hoy siguen; y yo era el más charcha del taller, porque de repente decían “hoy nos vamos a juntar a grabar”, y yo respondía “puta, tengo prueba de Constitucional, ¡no puedo creerlo!”. Me desvelaba estudiando, iba a grabar al otro día y estaba con ASÍ las ojeras. Ese paro me permitió (meterme), y no quería que se acabara; todos votaban a favor de la “¡revolución!”, y yo no quería tener clases para seguir grabando con Freire. “Me tengo que salir de Derecho”, decidí. Se me cruzó la idea, me tardé un año para tener la fuerza, pero me salí y nunca volví.

Nunca he tomado un curso de actuación, aunque una vez me asesoraron porque actuaba muy mal. Siempre hueveamos con que los actores son intensos; conozco muchos actores. Cuando intenté actuar lo pasé muy mal (en la mini serie Tiempos Mozos, por ejemplo), y desde ahí que respeto mucho la labor del actor. Son intensos porque trabajan con eso, como por ejemplo, “El señor de la Querencia”, malo; y luego eres un “payaso”. Es muy difícil. Me gusta actuar ciertas cosas, pero la carrera de actor encuentro que es dificilísima. No es algo que entienda.


IGNACIO SOCIAS
"Me gusta actuar ciertas cosas, pero la carrera de actor encuentro que es dificilísima", admite Socías. Mario Tellez / La Cuarta

Mi vida ha sido medio falente. Miro para atrás y digo: me hubiese gustado hacer mi carrera, terminarla... se desarrolló mucho en el ensayo y error. Es muy mi personalidad de “me quiero dedicar a esto”, y no termino ni una cuestión. Hoy me doy cuenta de que es una fantasía vivir todo ordenado. La vida no es eso. De chico me cambié harto de casa y miraba a mis amigos que tenían LA casa, con los DOS papas; siempre miraba para allá, hacía mis cosas, tenía mi vida y al principio me dolía. Todo fue medio desordenado. Pero mirando para atrás digo: “Brígido, me dio una capacidad distinta, de ser súper ‘relajado’”, adaptarme a situaciones; quizá no “relajado”, porque igual soy tenso, pero me adapto fácil. Miro para atrás, mi vida es falente, pero me encanta, me hizo ser capaz de frustrarme, aprender y hacer mi propio camino. Tengo amigos que viven mucho con las frustraciones de no terminar la carrera, sobre todo de familias más conservadoras (que no tiene que ver con la plata sino con “primero termine su carrera y después se dedica a lo que le gusta”); esa visión tan cuadrada no la tengo. Me hizo bien.

Denisse Malebrán una vez nos “funó” por un vulgar concurso-chiste sobre ella (durante el 2014 en el programa radial El amor es más fuerte, junto a sus colegas Beno Espinosa y Lucas Espinoza). Fue un aprendizaje de ser mejor comediante, tener una mejor forma de ser chistoso y aprender que, en las ganas, puedes ser muy inmaduro, y cometer errores. Hay que ser honesto y decir: “Fue un cagazo y tengo que ser mejor, para llegar y hacer reír a más gente”, y mostrar que yo como comediante tengo debo mejores herramientas. Es un aprendizaje para uno comediante, duro, pero también decir: “Después de esto tengo algo mucho mejor que mostrar”. Te da cierto bagaje: “Si quiero llegar a más lugares y mejores escenarios, no puedo ser tan burdo o malo como comediante, tan poco profesional”, pienso. Aprendí mucho. La vida tiene aprendizajes duros. Tengo algo mucho mejor que mostrar ahora. Cometí errores tontos.

La funa es parte de ser comediante, como ser futbolista y tener miedo a lesionarse. Hacer reír tiene eso, y vas calibrando tu propia brújula. Si eres un comediante con miedo también es muy nocivo —tanto para ti que lo haces como para el que te ve—, porque te ves nervioso. Siempre que te ríes, estás rozando la incorrección; cuando te acercas al borde, es más gracioso. Por eso la pregunta de “los límites del humor” es un clásico; a la gente no le interesa lo que está al medio, sino el “hasta dónde podemos llegar”.


IGNACIO SOCIAS
"La funa es parte de ser comediante, como ser futbolista y tener miedo a lesionarse", declara Socías. Mario Tellez / La Cuarta

Frente Fracasados era desgastante; era entretenido por la adrenalina y el momento (sociopolítico). Pero me desgastó estar tanto en la calle. Cuando comencé, para mí la cuestión siempre fue humor; era divertido ser un poco incisivo y generar burlas; pero con el tiempo la cuestión se puso más densa. El clima social respecto a estos temas (valóricos) era más denso. Hubo un momento en que ya no era tan divertido, o yo me metí en ciertos lugares y eran muy confrontaciones; no conmigo necesariamente.

Una vez vino el “Bus de la Libertad”, había muchas peleas y la gente se decía cosas horribles. No soy confrontacional; de hecho, Frente Fracasados era cero confrontacional. Yo era un periodista o un notero que está ahí. Nunca he sido de choque; ver tanta confrontación me aceleraba el pulso y quedaba nervioso. Hubo una nota en que me puse a llorar, fuera de cámara obviamente; me senté y lloré. Y me aburrió lo que el Frente generaba a veces. Soy comediante, no quiero generar confrontación en el sentido de que la gente se agarre y se diga lo peor en los comentarios (de redes sociales); en un momento los comentarios empezaron a ser muy intensos, de bandos, y como comediante fue bueno preguntarme: “¿Quiero generar esto? ¿Quiero que los comentarios de mis videos sean ‘¡oye, conchetumadre, te voy a sacar la chucha!’ y el otro diga ‘voy a ir con dos amigos, te voy a pegar, sé dónde vives’?”. No era algo que a mí, personalmente como comediante, me realice. La gente siempre dice que es “humor periodístico”; trabajaba con un equipo que le daba ese formato, pero me gustan los chistes. El humor cuando es tan duro, y genera bandos, tienes poca capacidad de hacer reír.

“Había un sesgo: mientras más asqueroso, repugnante, delito de lesa humanidad fuera el remate; mejor”, dije alguna vez. ¡Horrible! Es un sesgo de inmadurez profesional. Es muy terrible porque lo veo hasta hoy en otros comediantes. Cuando eres malo como comediante, tienes esa carta de generar shock. Es normal porque es más fácil. Es como los garabatos, que de repente hacen algo chistoso; pero cuando tu remate son cinco garabatos seguidos... Nos pasó a todos. Y después vas mejorando; te das cuenta de que no tienes que seguir ese camino todo el rato. Si quieres generar un impacto está bien, pero tienes que aprender. Y la gracia, para mí, es que la gente vaya a ver mi show y se vaya con una buena sensación. A veces generas impacto para crear una tensión y luego decir algo chistoso.


IGNACIO SOCIAS
". A veces generas impacto para crear una tensión y luego decir algo chistoso", analiza Socías sobre la comedia. Mario Tellez / La Cuarta

Ahora en Chile la comedia está mucho mejor. Hay lugares donde puedes aprender a ser chistoso. Por ejemplo, si trabajas en una productora como Dantesco o El Sentido del Humor, hay otros comediantes, que te dicen: “Por ahí no” o “por ahí sí”... se forman pequeñas escuelitas, que pasa en otras industrias. Cuando partes siendo comediante, no es que tengas un micrófono al tiro; por ejemplo, escribes chistes para alguien y te dice “oye, es basura, ¿quieres que diga esto?, son puros garabatos... ¡escríbeme un chiste!”. Te forman.

Antes no había nada, aprendimos del ensayo y error, practicando y fallando mucho. “Que éramos malos”, digo; pero a la vez también lo encuentro tierno: éramos hombres y mujeres intentando llenar un bar con cuatro personas, y ser chistosos. Quizá si quisieras dedicarte ahora a la comedia, caerías en un camino más calmo. Antes era la ley de la selva. Muchos bares eran ruidosos, quedaba la cagá y tenías que hacerte notar de alguna forma. Decías algo sólo para que la gente te mirara. Pienso que era síntoma de algo especial: estaba partiendo, porque la comedia existía en la tele y no había mucho más, ni circuito ni internet.

“La comedia se trata de copiarle a (Felipe) Avello sin que la gente se de cuenta”, se decía antes. Un clásico. Ya no. Al comienzo, todo el mundo hablaba como Avello, ir a un show era como “lo estoy viendo a él”. Pero es porque pasa nomás. En un momento también mucha gente hablaba como (Sergio) Freire, por El club de la comedia... qué antiguo.


IGNACIO SOCIAS
" Al comienzo todo el mundo hablaba como Felipe Avello, ir a un show era 'lo estoy viendo a él'", recuerda Socías. Mario Tellez / La Tercera

Me gusta hacer reír a gente que no está de acuerdo conmigo. Eso para mí es un logro. Alguien que dice “no pienso como él, pero está divertido”. Eso me hace sentir más realizado. Frente Fracasados y otros proyectos, con el tiempo, se pusieron más rígidos: se ríe el que está de acuerdo; y el que no, no se ríe. Es como fútbol, bandos. Sé que hay gente a la que le gusta, y lo agradezco, pero me gusta más lo otro. A veces viene al show de stand up el papá ultra conservador y el hijo revolucionario, están ahí, y de pronto siento que se van soltando, algo pasa y a veces los veo reírse a los dos, hasta se echan la talla tipo “traje al viejo de derecha, lo tengo sentado acá”, y el otro responde “este hueón no trabaja”. Y digo: “Esto a mi me satisface más que verlos agarrados”. Es fundamental para mí, lo que más me entretiene de lo que hago: que caigan esas barreras.

Mi show Soy tu papá habla abiertamente sobre mi padre. Mi papá no está desde que tengo memoria, desde los nueve años y somos sólo mi mamá y yo; todo lo hablo explícitamente, y con chistes. En el 2019 ya estaba presentando el show, que ha cambiado mucho. Ese año lo empecé, fue el estallido y pandemia, entonces lancé el show y luego no lo hice, sostenidamente, por dos años. Yo ya me había rendido y los chiquillos me dijeron: “No, es un buen show, dale forma”. Lo retomamos firme el 2023. En el 2022 los comediantes quedamos muy fríos de todo ese tiempo sin hacer stand up; les pasó a varios.

Lo desafiante de Soy tu papá es que tomo cosas biográficas de las que — socialmente— no se deberían hacer chistes; me es interesante ver si la audiencia está para hacer chistes un poco más oscuros. Hacer chistes en momentos oscuros es una forma de reírse y hacerlo más liviano; algo familiar muy oscuro y denso, de pronto, con un par de chistes, es más liviano. Esa es parte de la propuesta del show, decirle a la gente: “Mira, nos vamos a reír de esto, está todo bien”. Y lo puedo hablar porque es mío, no estoy hablando de la tragedia de alguien más; lo puedo hablar. El 99,9% de las veces sale bien. Y ha sido interesante cuando alguien dice: “Oh, eso fue un poco fuerte para mí”; o después me escriben por redes “fue fuerte en ese momento, pero ahora mirándolo para atrás, digo ‘oh, bacán’”. He visto cómo el show ha crecido; antes era un poco más sentimental. He sido mejor comediante conforme pasa el tiempo y puede hacer mejor los chistes. ¡Es de verdad muy desafiante! Mirar las caras, ver qué gente se pone un poco nerviosa, porque tampoco quiero que se vayan nerviosos.


IGNACIO SOCIAS
" He visto cómo el show ha crecido; antes era un poco más sentimental", dice Socías sobre Soy Tu Papá. Mario Tellez / La Cuarta

El otro día estaba probando un chiste —obviamente uno ya tiene mejor audiencia—, dije una cuestión y pensé “acá la gente se me puso nerviosa”; lo probé de nuevo y se puso nerviosa por segunda vez; lo puse en descanso y pensé “está chistoso, pero tengo que encaminar la forma”, porque alguien podría decir “me pareció repugnante”. Estoy trabajando. Tengo que afinar ese chiste porque me interesa llegar al punto divertido... Y es una tontera. La premisa es que al perro de mi mamá lo encuentro un poco “delicado” y —en el fondo— quiero llegar a que se parece a mí el perro, que me molesta que se me parezca. Es una linda vuelta, pero lo estoy trabajando... Si tuvieras mucho miedo, ni siquiera podrías probar ese chiste; estaría nervioso al tiro. Lo bacán es que se va mejorando y cachas cómo hacerlo, bajarle el nerviosismo.

Hice boxeo a los 25 años. Se parece a la comedia en que estás solo, nadie que te ayude, que estés nervioso y no se note. Eso se repite mucho. No puedes (dejar) que el otro se dé cuenta que tienes miedo que te peguen. Estás solo y hay muy pocas variables. El pararse a hablar siempre tiene una cosa media intensa. También partí con un ambiente en que no existía tanto un circuito de stand up, entonces no habían lugares y generalmente era más hostil porque usualmente era un bar a lo que apareciera. Ahora, si vas al Bar Comedy, sabes que funciona bien, bueno y bacán. Y hay más bares. Pero la hostilidad es parte de, y hay que aprender a pararse y decir “me costó”. Estoy agradecido. Me ponía muy nervioso en los shows y, de repente fallaba y me daba cuenta de que “salió mal, pero, a la vez, no pasa nada”. A algunas personas eso los saca de la comedia, no es que no sean chistosos: la amargura de un show malo los deja fuera, se atrapan. He visto gente muy graciosa a la que eso los mata, no ser fomes. Vas haciéndote una “calle”; los primeros tres años son muy de hacerlo mal siempre.

Me gusta la adrenalina del momento justo antes del escenario. Me considero cobarde en el sentido que uno no practica muchas cosas muy adrenalínicas; pero esa sensación de incertidumbre y nerviosismo me parece muy adictiva. A veces incluso cuando uno está en los shows que maneja más, que son los bares, igual hay veces que digo “siempre hago estos chistes; hoy no haré ninguno de esos”. En Olmué uno se pone nervioso porque es una instancia importante. Pero a veces los bares los tengo medios mapeados y sé qué cosas funcionan; y quiero generar esos nervios, si es que no me pongo nervioso, que de repente me pasa cuando estoy medio cansado o desconectado. El comediante no se ve como un hueón que esté viviendo al límite, pero, de pronto, es lo tuyo. Me gusta que mi vida sea como es; toda la adrenalina me la da esta pega, que me parece entretenida, me hace sufrir, me pone nervioso y después me encanta. Es bacán.


IGNACIO SOCIAS
". Me gusta que mi vida sea como es, toda la adrenalina me la da esta pega", dice Socías sobre la comedia. Mario Tellez / La Cuarta

Aparezco en los memes de “ñuñoinos”. Me da risa en que “no puedes negar lo que eres”. Es chistoso, pero también siento que es peor negarlo. No viví ni crecí en Nuñoa, pero, por ciertas conductas (entro en el estereotipo). Hago humor desde ese lado y digo “esto es real”, y me permite reírnos de nosotros y de todo ese entorno. Pero también es un meme, todos los memes simplifican: el ñuñoino antes era una cosa, y ahora es todo, como “oh, se dobló los pantalones, ¡muy ñuñoino!”; se desdibuja… Pero entiendo que es gracioso y a la gente le da risa igual. No me molesta huevear con eso. Aparte, mis amigos nuñoinos están ofendidísimos, porque les robé su identidad; para ellos, soy el menos ñuñoinos de los ñuñoinos: “No vives en Nuñoa y eres evangélico, ¿me estás hueveando?”, dicen... Tengo amigos muy nuñoinos que dicen: “Es apropiación cultural”, jajaja.

El Festival de Olmué es un trampolín súper importante. Lo único que quiero es que salga la raja. Es mostrar algo en lo que venimos trabajando hace tiempo, como equipo y por mi lado también. Uno tiene su rancho y es bacán, pero también es bueno ir y conocer otros públicos, y que te vean. Y verlo como trampolín es bonito, porque nadie no quiere hacer el Festival de Viña; por lo menos para mí, es bacán. Pero quiero que salga la raja Olmué. Ese es mi foco ahora, que sea un lindo show. Crecimos con los festivales y es la raja.

Me han apoyado otros comediantes para el Festival de Olmué, solidarizan; le escribes a los comediantes y te comentan cosas. Uno tiene una rutina, pero también me adapto a la contingencia y a los públicos. No puedo llevar igual lo que hago en un bar a un festival. Es un show especial. Sé que para la gente de Olmué es SU festival, lo esperan, hay folclor y es una forma de mostrar la pega que han hecho durante el año. El bar te sirve para practicar, mejorar; pero hacer un festival es hacer un traje a medida de la gente que está ahí. El bar tiene otras leyes; hay ciertos chistes que funcionan muy bien porque es tu público, pagaron para verte, es tu nicho; acá no, entonces adaptas. Y hay menos espacio para la improvisación, porque tienes tiempo de tele, el director me mata si me demoro veinte minutos más porque la gente está “buena onda”.


IGNACIO SOCIAS
"El bar te sirve para practicar, mejorar; pero hacer un festival es hacer un traje a medida", analiza Socías ante Olmué. Mario Tellez / La Cuarta

Un amigo, el Altoyoyo (Rodrigo Vásquez, comediante), dice que la pifiadera a uno de los comediantes del Festival de Viña es el “sacrificio” (al “dios comedia”) que se hace todos los años para que la comedia ande bien el resto del año... Yo sería partidario de que saliera bien para todos los comediantes todos los años; pero, por otro lado, sé que es un festival que tiene un poco esa cultura... Tienes que ir con la cabeza pensando que es un show para gente que alguna te va a ver a ti, pero la mayoría va a los artistas que hay antes y después; si te toca presentarte antes de Ricky Martin, tienes que pensar cómo. Por ese lado, creo que también es un desafío, me parece entretenido pensar: “Hagamos un show pensando en eso”. Los bares son bacanes, pero pensemos en la gente que quiere ver adaptarnos a hacer algo bonito para ese día. Es súper estimulante.

Cuando me presentaron para Olmué me calificaron como “la promesa del humor”... Tengo alopecia, me están creciendo las entradas, y me siguen diciendo “promesa”... Pero entiendo que es porque uno no ha salido al “público común”, estoy todavía en internet o mi nicho. Sé que viene de buen corazón, pero me da risa, voy a tener 45 y me va a decir “la promesa”, jaja. Lo entiendo. Llevo cinco o seis años siendo promesa, usando minoxidil, jaja.

Me ha tocado hacer más trabajo de oficina ahora que estoy más profesionalizado. No me gusta esa faceta, sólo lo hice porque tenía que hacerlo. me gusta armar cosas, pero fue intenso; pero sé que para lo que quería hacer, tenía que hacer ciertas cosas que no eran mis favoritas. Estoy cagado, aprendí de contabilidad, soy bueno en Excel y sé de “Tu empresa en un día”... Esas cosas, para cierta gente, son como de viejo, ¡pero no! Estudié Leyes, sé hacer trámites y pude decir “bacán, todo esto me sirvió para algo”. Ahora, por suerte, hay un equipo, lo hago menos y soy ¡mucho más feliz!... Respeto mucho al dueño de pyme, lo quiero mucho, porque ahora sé la cantidad de cosas que tiene que hacer, ¡la cantidad de mierda en que están metidos! Y el estrés, y por eso a veces están medio enojados. Los entiendo totalmente.


IGNACIO SOCIAS
"Tengo alopecia, me están creciendo las entradas, y me siguen diciendo 'promesa'”, analiza Socías sobre su presente. Mario Tellez / La Cuarta

El personaje que partí haciendo fue “el gordo nerd”; después, “el ñuñoino insportable”; y ahora... no sé... ¿Sabes? No sé. Creo que la gente tiene más esa mano que uno; si no sería como cuando los cantantes dicen “está será muy época tal”. Tengo 33 y tengo otras preocupaciones; la gente me encuentra medio papá para mis cosas, como soy medio viejo chico y medio enojón. Para un estándar de mis amigos o del público, a veces me encuentran bien conservador y hago reír igual. Pero, la verdad, siento que es lo que la gente va diciendo. No tengo consciencia. Supongo que la gente lo posteará en los comentarios y ahí cacharé.

¿Qué me hace cuestionarme mi pega? La sensación de que nunca es suficiente. Esto no se agota nunca. Es como cuando te gusta algo, igual lo sufres, aunque te guste, como “lo puedo hacer un poco mejor”, “pude haber hecho esto distinto” o “este show salió bien, pero que pasa si...” o “soy divertido, pero podría mejorar esta parte”. Nunca digo: “Oh, sí, qué rico”. Hacer un Comedy era un sueño, y cuando hice mi primer Comedy, dije: “Oh, bacán”; y después decía “a ver si hago dos”; y ahora todas las semanas. Creo que pasa siempre cuando te gusta algo. A veces cuando pateo la perra pienso: “¡¿Cuándo uno descansa de esta cuestión?!”. Pero no pasa.


IGNACIO SOCIAS
"Cuando te gusta algo, igual lo sufres, aunque te guste, como 'lo puedo hacer un poco mejor'”, sincera Socías. Mario Tellez / La Cuarta

Hay un video del 2010 de Grabriel Boric como invitado imitando al Pato Donald y aparezco yo en el estudio. Estábamos en la misma facultad y yo trabajaba en la Radio de la Universidad de Chile. Fue mi primera pega en las comunicaciones, y yo aparecía tres minutos hablando un par de cosas. Invitaban a los dirigentes, pero el programa no era mío, no lo conducía ni producía; echaba la talla un rato. Por ahí pasaron todas las autoridades más jóvenes. Siempre se daba un momento chistoso y el Presidente dijo que imitaba muy bien al Pato Donald. “¿En serio?”, le preguntamos. “Sí”, dijo. Y lo imitaba muy bien, podía hablar como Donald, no sólo hacer el sonido. El video reflotó hace poco y es como algo que pude haber soñado. Era esa época. Era más político el programa y yo quería hacer comedia; me quede un ratito pero luego me fui, porque sentía que “estos hueones son súper cabezones”, entrevistas súper serias y yo estaba buscando meter una talla entre medio de cosas más densas.

No tengo relación con el Presidente Boric, es chistoso porque estuvimos en la misma facultad, y alguna vez me comentó algunas cosas (en redes sociales) a la pasada. Pero no es mi amigo. Desde la época de la universidad, que le gustaban algunos videos, es una onda buena, en el sentido de “jaja, esto me parece gracioso”. Creo que tiene más relación con otros comediantes, el haber hablado más. Reacciona a las tallas que le tira la gente, como el Lucho (Slimming), y es como “buena, jaja”... Pero siempre digo: “Vi al Presidente en el patio de la universidad”, como la medalla del hueón que te cuenta en un bar “oye, lo vi una vez”.

Me pondré mi vestimenta de asesor comunicacional del Presidente Boric. Tengo algo que decir: la boina me parece un problema. Si pudiera dar una asesoría comunicacional, sin ser un experto: la boina no la entiendo, ¡no puedo! Entiendo la propuesta, pero la boina... la boina... ¡No! Si Camila Vallejo (vocera) en un punto de prensa pudiera explicarla, porque comunicacionalmente no entiendo … Eso, y que nazca sanita la guagüita (de su relación con la basquetbolista Paula Carrasco). Será cuático como chileno —calculando los nueve meses, que el parto será durante el mandato—, porque pocas veces se tiene la oportunidad de ver a un Presidente ser papá, históricamente son más viejos.


IGNACIO SOCIAS
"La boina me parece un problema", critica Socías sobre los looks del Presidente Boric. Mario Tellez / La Cuarta

Mi primer beso fue a los 17 años en el metro Simón Bolívar, conté en un podcast (Media Semana! con Pau San Martín)... Perdí un chiste tan bueno en esa historia, porque conté que di mi primer beso y tuve un pequeño incidente “hormonal” (en la zona de la entrepierna); debí alterar la historia y decir que fue en el metro Cumming, jajaja. Pero no. Fue una historia que conté en un podcast, donde a veces uno rema historias y, si están buenas, uno las pasa a chistes. Pero esa quedó como historia.

Para una Copa América justo antes había terminado con una polola y tuve una pelea muy intensa. Y al rato mis amigos de la vida, me pasaron a buscar con entradas para un partido de Chile, sin saber que yo había terminado. Hay una fotos, que mis amigos se ríen hasta el día de hoy: ellos están con las pelucas de Chile, pintados, sonriendo, y yo estoy con los ojos hinchados como después de haber llorado, y vestido cero como hincha chileno, con la ropa que traía... ¡Oh, esa fue muuy buena! JA... Y el estadio lleno aparte... Igual después nos desquitamos, porque Chile fue campeón. Fue mi primera relación en la vida, fue bastante “adolescente”, la tuve tarde. Duramos como cuatro o cinco años.

He tenido tres pololas, y una fue cortita, fueron dos relaciones largas. Tampoco tengo tanto tiempo, partí a los veinte, tengo 33, una relación de cinco (años), que fue hasta los 25, y después tuve la cortita hasta los 26. Y de ahí partí con María (su actual esposa). Siempre he sido bien pololo, me encanta pololear, me encantan las relaciones, los almuerzos, salir, conocer a los papás... todas esas hueás me gustan, me encantan. Me casé joven para “mi mundo”, a los 30. Siempre he sido de pololeos largos; estuve soltero y no me gustó mucho. No me gustó estar soltero. Me daba cuenta de que estaba pensando en tener una relación más larga. Me gusta construir cosas, aprender, que sea un proceso.


IGNACIO SOCIAS
" Me gusta construir cosas, aprender, que sea un proceso", dice Socías sobre las relaciones de pareja. Mario Tellez / La Cuarta

María no tiene nada que ver con la comedia, es de otro mundo. La conocí por Instagram; ya siendo comediante, pero fue bacán que ella no me conocía, no idea de quién era. Y pasó algo muy bacán: tuvo que ver mis videos, y estaba nerviosa porque decía: “Si lo encuentro fome, va a ser difícil”. Imagínate encontrar fome a tu pinche, ¡no! Empezamos a hablar en redes, nos conocimos en persona y al tiro cachamos, y empezamos a andar al tiro y luego a pololear. Lo supe altiro, me había enamorado, no tuve duda: “Oh, brígido, ojalá sea mutuo, sino será duro; pero yo ya sé que me enamoré”, pensé. Fue mutuo, por suerte, al ratito después de un par de conversaciones. Fue cuático porque chateas con alguien un rato, luego tienes que verla en persona y es como: “Conchesumadre”. Ahí sabes. La vi y fue una sensación de “sí” que no es tan racional.

Me gustaría ser padre. Siempre ha estado ese anhelo, siempre, sí. Por suerte, es mutuo, María igual. Sólo está un poco esta idea de “encontrar un buen momento”; pero cada vez estamos más laxos, porque antes decíamos una edad, y siempre vamos restando. Siento que en un momento va a ser “mañana”.


IGNACIO SOCIAS
"Me gustaría ser padre, siempre ha estado ese anhelo", asegura. Mario Tellez / La Cuarta

La gente más joven me pide consejos de matrimonio. ¿Qué aconsejo?... Intento ser bien estándar con los consejos, porque no soy profesional; no sabes la realidad de la gente a veces... como “rema tu relación”, y tienen una relación tóxica; o “termina”, y es una relación normal. Soy cuidadoso. A veces me pone un poco incómodo. ¿Qué puedo hacer? Me preguntan igual echando la talla.

Encuentro muy entretenido —que es una volada mía según lo que veo en el show—, que la gente joven suele estar muy interesada en el matrimonio y las cosas que podría asociar a gente más “mayor”. Como que la gente joven, de dieciocho o 20 años, me pregunta harto de relaciones largas. Siento que los de mi generación tuvieron más este rollo de “oh, no sé si tener una relación larga”, el poliamor y a hueá. Quizá para los jóvenes es un tema más resuelto, que me dicen “qué bacán que se hayan conocido, espero a mí me pase”. Alguna vez cuando hacía los shows sentí que hablaba ciertas cosas y el público miraba como “¿y a este abuelo quién lo trajo?”. Lo percibía un poco. Ya no... A veces digo: “¿Será un péndulo (ciertas posturas de la gente)?”... Pero me encanta y digo: “¡Bien, estoy conectando con la gente joven!”.


IGNACIO SOCIAS
"La gente más joven me pide consejos de matrimonio", comenta Socías, que se casó a sus 30. Mario Tellez / La Cuarta

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido comediante me habría gustado ser —oh, brígido— luchador de lucha libre. No hay ni una duda.

Tengo pocos apodos, pero cuando chico me decían “Peluca”, porque me dejé el pelo hasta la cintura por muchos años. Fueron muchos años con el pelo largo. ¡Nadie pensó que duraría tanto!

Un sueño pendiente es ir el Festival de Viña, ya que estamos en onda festivalera. Sería un sueño. No es que uno no se ponga nervioso.

Una cábala, JAJA... Jugué muchos años cartas Pokemon (mi pokemon favorito es Chansey), y salí campeón de unos torneos, de hecho, del nacional. Y usaba una camisa roja que no me cambiaba nunca y, en ese sentido, era mi cábala. Jugaba todos los torneos con la misma camisa... Ahora, en la comedia, no hago nada similar con ninguna prenda, sino me atrapo mucho. Pero si tengo algo medio hueón que, cuando algo sale mal, digo “¡ah!, estos calcetines culeados”, y no lo uso por un rato hasta que se me olvida. Le echo la culpa a los calcetines... Y cuando mis amigos me muestran los galardones de los festivales, no los toco; tiene que ser mío. Es un poco heredado del fútbol, que la copa no se toca hasta que te la ganas. Me parece justo.


IGNACIO SOCIAS
"Cuando mis amigos me muestran los galardones de los festivales, no los toco", cuenta Socías a modo de cábala. Mario Tellez / La Cuarta

Una frase favorita, que la María (esposa) se ríe mucho de una, y es: “Si vamos a cagarla, caguémosla bien”. Le da mucha risa. En la oficina digo una, que es media oscura, que es: “Sin sacrificio no hay adoración”, que es como para tirarme ánimo; como soy medio canuto, tengo mucho el concepto de sacrificarse. Y una muletilla que tengo es que digo “papito” todo el rato; le da risa a la gente, porque mi papá siempre hablaba temas con hueones muy haciendo negocios y se decían “papito”, medio chantas. Eso me encantaba, hueveaba con eso y decía “papito, te cuento que...”.

Un trabajo mío que no se conoce es que la iglesia era el niño que cambiaba de diapositivas en los cantos. Suena muy cualquier cosa, pero la gente a veces no se sabe las canciones, entonces si no pasas la diapositiva a tiempo están: “El Señor es mi... pastor... nada”. Ese fue mi trabajo por muchos años.


IGNACIO SOCIAS
“Sin sacrificio no hay adoración”, declara canutamente Socias. Mario Tellez / La Cuarta

Mi primer sueldo lo gasté en un compu, un tarro. Quería hacer videos, me compré un computador para editar, como me había cambiado de carrera. Al final, un 20% lo usé para editar y el 80% para jugar juegos de PC. Trabajaba en un restorán tailandés como ayudante de cocina; nadie hablaba español, era bien surrealista. Me hice amigo del chef, hablábamos por gestos; de hecho, pasó un Año Nuevo con nosotros, lo invitamos a la casa. Yo estaba un poco depre por cambiarme de carrera, no quería hablar con nadie.

Una pasión escondida son las cartas Pokemon, que ahora tengo menos tiempo; aunque salió una aplicación nueva y estoy súper viciado. La lucha libre. Y entreno, me gusta levantar pesos.


IGNACIO SOCIAS
Socías recuerda su etapa trabajando en un restorán tailandés, donde nadie hablaba castellano. Mario Tellez / La Cuarta

Un miedo son los perros, les tengo fobia. Se me ha ido pasando, pero hace poco me encontré con uno de noche y me puse súper nervioso, se me aceleró la cuchara.

Un comediante chileno que admiro... Siempre nombro amigos, pero pensaré en decir algo nuevo... Diré al Lucho Slimming, porque hizo un camino muy especial y, en verdad, sé que al loco le gusta mucho, que la sufre a veces, y también es muy bueno. Y ver a alguien hacer un camino parecido pero distinto a uno, es súper inspirador; entró escribiendo (chistes). Lo encuentro talentosísimo.

¿Un talento oculto? Soy muy bueno jugando ping-pong, tenis de mesa. No creo que sea profesional, pero soy el mejor de los asados; y me da mucha autosatisfacción. Cuando voy a un asado, soy castigador. Doy castigo. Me gusta ganar y refregarlo en la cara.


IGNACIO SOCIAS
Socías expresa su admiración por su colega y amigo, Luis Slimming. Mario Tellez / La Cuarta

Una película que me hace llorar... todas las que tienen que ver con papás, me dan más pena que la chucha... Y siempre lloro en una parte de Jesucristo Superstar, el musical, la “canción de Judas”, me da mucha pena... ¡Ah! Y hay una que me destruye: Dumbo. La” de Judas” la puedo escuchar y no llorar, pero Dumbo es 100% llanto, la antigua de Disney, es muy lacrimógena.

No creo en el horóscopo, no es parte de mi vida. Soy Piscis.

Si pudiera tener un superpoder me gustaría teletransportarme, a ver si puedo dejar de llegar tarde a los lugares.


IGNACIO SOCIAS
Socías admite que las películas sobre padres lo ponen bastante sensiblle. Mario Tellez / La Cuarta

Un placer culpable es comer helado, de todos los sabores, pero me gusta el helado de pistacho y vainilla. Un kilo de helado, es ridículo. De repente voy a heladerías y pido un kilo de helado con cuchara, y saben que soy yo, porque dicen que “nadie más pide un kilo con una cuchara”; todos los piden para llevar, nadie se siente ahí a comer. Me vuelve loco, me encanta que nos se mastica.

Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, iría uno chileno con el que estoy pegado hace poco: Bernardo O’Higgins; escuche a alguien hablando de su historia, y siempre lo encuentran el “fome” o “asegurado”, pero es interesante, es el hijo guacho y su papá era virrey. Invitaría a alguien bueno para el hueveo: (Diego) Maradona; desde que murió tengo mucha curiosidad por la cantidad de historias que todos cuentan. Y un tercero sería “La Roca”, mi luchador favorito.

Ignacio Socías es un comediante, humorista. Es su principal identidad social.

COMPARTIR NOTA