Durante dos décadas estuvo alejado del periodismo, involucrado en negocios, hasta que, estafado por un socio —relata—, tocó fondo y renació como corresponsal de guerra. Así partió con sus periplos por el mundo que hoy lo tienen con dos series en la pantalla chilena, El Peregrino y Secretos de un Reportero. “Me ha costado mucho, pero he logrado salir adelante”, resume.
El departamento de Jorge Said Maldonado (59) es un cúmulo de historias que se insinúan por cada rincón, en decenas (¿acaso cientos?) de cuadros, telas, adornos y figuras provenientes de distintas partes del mundo: esfinges, gatos y perros egipcios, máscaras, muñecos, vasijas, libros, globos terráqueos, cruces, portavelas, guerreros precolombinos, conchitas y una larga lista que, en una primera mirada, resulta abrumadora.
A pocos días de su cumpleaños, el corresponsal de guerra está contento como un niño con las adquisiciones que pidió desde el extranjero y lo esperan en la mesa de su comedor:
—Me llegó un dron del porte de una mano, chiquitito, y que te va siguiendo —comenta a La Cuarta en su hogar en la comuna de Providencia, y expresa—: Cosa más linda.
Hay una que otra cajita sobre el mueble. “Tengo muchos juguetes nuevos, y cada vez más chicos”, observa. El periodista se declara fanático de los aparatos que le permiten estar a la vanguardia en sus viajes y grabaciones.
En entrevista con La Firme, el reportero repasa su vida y obra, desde sus primeros años en Linares; sus viajes iniciáticos; inicios en el periodismo que incluso lo tuvieron entrevistando a leyendas del rock chileno y argentino; sus años como empresario que lo llevaron a un apogeo que terminaron con una “estafa”; su reinvención a través del periodismo de guerra; las series que ha grabado por el mundo, hoy con El peregrino (Canal 13) y Secretos de un reportero (13C) en pantalla, siendo esta última un relato en primera persona de sus peripecias reporteriles; sus ganas de seguir grabando por una década; los achaques y traumas de la edad, y de vivir en alerta entre tanto conflicto bélico; su faceta amorosa; reconciliación con Chile; y mucho más.
“Acá me llegó el ¡Phone 16, que es de un terabyte, y graba a 4K, igual que las cámaras con las que grabo”, comenta en medio de la entrevista con el teléfono en la mano. “En cada programa siempre trato de estar al tope de la tecnología”, afirma.
Aún no aprende a usarlo, pero ya tendrá tiempo para ello.
La FIRME CON JORGE SAID
He estado mucho tiempo en el extranjero, más de la mitad de mi vida, así que muchos de mis recuerdos se mezclan con Francia, Estados Unidos y países de Oriente; conozco más de cien, y en muchos he vivido, en Egipto o India, uno o dos años. Me siento muy afortunado. Por distintos motivos, algunos mejores que otros, me ha tocado una vida extremadamente diversa, internacional, en la que he podido desarrollar mis vocaciones.
Soy de Linares... Las fechas de mi nacimiento no son tan importantes en mi vida. Creo que nací en Linares por casualidad. El único recuerdo es una fotografía de la infancia, en que nos enseñaban a bailar cueca para un 18 de septiembre. Mis recuerdos son de Santiago, cuando llegamos y ocurre toda la Unidad Popular, a mis seis o siete años. Me marcó profundamente. Toda mi vida transcurre en Santiago. Nunca he vuelto a Linares, quiero volver. Cuando uno avanza en la vida se produce eso: hay un reencuentro en todo el ciclo de la vida, uno quiere volver a los lugares. Todavía no me siento cerca de la muerte, pero por primera vez me siento más cerca de Chile.
En el Instituto Nacional era como soy ahora. En mi cumpleaños, vino gente del Instituto y me comentaban que siempre he sido “muy natural”, un poco extrovertido, muy curioso, pero nunca muy petulante ni me he creído el cuento. Quizá tiene que ver con mi familia y porque, de alguna manera, siempre me interesaron temas más intelectuales, filosóficos. Tampoco nunca me he sentido muy cómodo en la televisión. Me invitan a veces a los programas de farándula y para mí es un horror. Muchas veces no me siento cómodo con las temáticas. A veces llego a una entrevista y ni saben quién soy. Trato de entenderlo, que es lo que hay y que es así.
El viaje se convirtió en una especie de droga. En segundo o tercero medio, ya con trece años, me costaba un montón conseguirme la autorización de mis padres, pero viajaba por todo el sur de Chile, hasta Chiloé y más allá, como mochilero. Después de viajar para el norte y sur, ya a los dieciséis años, viajé por toda América Latina: Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil. Todavía los recuerdo con mucha nitidez. El tiempo del hippismo. Muy maravilloso. Empecé a estudiar Periodismo y el viaje se hizo cada vez más importante, notorio, fuerte y cada vez más lejos. Hasta que en la universidad tuvimos muchas protestas y tuve que salir un poco al exilio, como refugiado político en Francia. Y después regresé a Chile y postulé a becas para irme definitivamente; primero a Madrid, España; después a Montreal, Canadá; y terminé en París, Francia.
Me recibí de periodista en la Universidad Católica, y apenas terminé entré a trabajar en Televisión Nacional de Chile (TVN) como productor, y como periodista era un noticieros de Chilevisión, en Panorama y tuve una larga colaboración en Extra jóvenes. Me tocó entrevistar a hartos rockeros como Los Prisioneros, Soda Stereo, Nito Mestre, Charly García y Luis Alberto Spinetta. Me encantaba. En Extra jóvenes éramos realmente pioneros en entrevistas de rock. La única entrevista que se le hizo a Sumo acá en Chile la hicimos en la Quinta Vergara. Le tengo mucho cariño porque, además de ser el único, (porque) se murió a los dos meses (Luca Prodan). En general, eran muy fáciles esas entrevistas porque en ese tiempo no los entrevistaba nadie; no despertaban tanta curiosidad, eran muy locos (para Chile), y después se convirtieron en grandes estrellas. Después empezó a existir una suerte de “periodismo de rock”, pero en ese tiempo éramos los únicos. También me tocó entrevistar a Eric Clapton, Roman Polanski y Pedro Almodóvar.
Me especialicé en los medios audiovisuales, fotografía, video y documental. Empecé a trabajar en la televisión francesa, para canales importantes, hasta en el Festival de Cannes como corresponsal de Televisión Nacional. Me contactaron de Canal Plus, francés, para venir a Chile a encargarme de los noticieros de cine. Para mí era un sueño regresar a Chile... El canal nunca se hizo y yo no sabía qué hacer. Por una casualidad de la vida, estábamos en un restaurante despidiendo Canal Plus y en la mesa del lado estaban todos los ejecutivos de Rock & Pop, juntándose para hacer el canal. Juan Enrique Forch, el director, me invitó a formar parte. Fui director del noticiero, Pulso, conducido por Consuelo Saavedra. Seguí mi historia ahí hasta que decidí volver al extranjero, a Estados Unidos, donde desarrollé el resto de mi carrera.
En Estados Unidos trabajé mucho en publicidad. Hay un momento muy malo en mi carrera. Me empecé a involucrar más en negocios. Compramos una propiedad, la Houdini Mansion, y mi socio me estafó, de una manera ATROZ, con mucho dinero. Estuve casi al borde del suicidio, psicológicamente muy mal. Tuve un amigo español que me ayudó y me dijo: “Jorge, tienes que recuperarte, reinventarte”. Me regaló un cheque, se fue a España y, cuando lo abrí, eran 20 mil dólares. Con eso compré equipo, cámaras, y decidí irme a la Primavera Árabe. Me reinventé como periodista, después de veinte años.
Cuando me dediqué a los negocios fue una etapa en que estuve muy perdido. Había perdido la vocación del periodismo, y en Estados Unidos es fácil perderla; te puede venir el interés por los bienes materiales, por el dinero. Allá hay mucha gente rica. Me interesó muchísimo la posibilidad de ser rico. Compramos esta propiedad, “Houdini”, como una inversión para ganar millones de dólares. A veces uno tiene que pasar por esas cosas, sentirlas; mientras no lo sufras, no te das cuenta.
Me estafó un gran amigo chileno, me robó como un millón de dólares, ¡y en buena hora! Perdí esa plata, pero gracias a esta crisis material y personal, estuve a punto de suicidarme y me reinventé. Estaba solo, muy loco, construyendo una propiedad enorme, que ahora se hizo famosa porque Dua Lipa presentó su disco Houdini; y yo la arrendaba, tenía a la Lidsay Lohan tocando en mi propia casa. Empecé a conocer un mundo muy superficial, el de Hollywood, que me encandiló. Estaba completamente perdido. Esto me obligó a entender la maldad de este tipo de gente, y volví a mi vocación.
Hacía comerciales muy exitosos, me iba muy bien, ganaba mucha plata, 30 a 40 mil dólares al mes; este departamento lo compré “cash” para no gastarme todo en juerga, jajaja. Hoy, jamás he ganado esa misma plata, pero no me interesa. Tengo una mochila mucho más liviana, toda mi plata la invierto en computadores, en tener una cámara y drones para mi trabajo. Es lo único que me interesa. Encontré un proyecto de vida. Estoy feliz con el periodismo que hago y feliz del regreso a mi país. He logrado cierta armonía.
Partió la Primavera Árabe (2010- 2012), que como un movimiento de dominó, derrotó a todos los gobiernos (autoritarios). Fui a Túnez, Libia, Egipto, Yemén y finalmente en Siria, donde iban a derrotar a Bashar al-Ásad; este tipo resistió gracias al apoyo de Rusia e Irán, y ahí quedó esta revolución que causó cientos de miles de muertos. Descubrí una vocación en el periodismo de guerra. Era muy complicado para los grandes medios europeos entrar. Pero yo, como no tenía seguro y estaba de freelance, tuve el primer contacto directo con la guerra.
Me tocó ir a Ucrania, en el 2014, la toma de Crimea y las revoluciones en la plaza Maidan. Hice Irán y Siria, donde estaba Estado Islámico. Empecé con este reporteo muy arriesgado. La única manera de reintegrarme a un periodismo de cierto nivel era con un material de valor histórico. Y hubo un momento en que se le exigió a los canales (en Chile) seis horas de programación cultural y, por otro lado, había un movimiento de baja de los reales y la farándula. Presenté pedacitos a los distintos canales, sin saber cómo lo estructuraría; pero me encontré con una tremenda acogida. Un amigo en CHV, Claudio Marchant, era uno de los editores de noticias. CHV sacó una buena oferta y me pidió diez capítulos. Encontré una productora, Invercine, que me ordenaron el material en una serie: Reportero en tiempos de crisis. Coincidió con el atentando en Francia del Bataclán (noviembre, 2015) y, como yo tenía material del Estado Islámico, fuimos al aire de inmediato.
Llevaba ocho capítulos de Reportero en tiempos de crisis y me llamó Canal 13 para integrarme al departamento de cultura... ¡Feliz! Nació el proyecto Las últimas tribus, muy lindo. Fueron 21 capítulos que nos llevaron a recorrer prácticamente los cinco continentes, en áreas que hoy para mí sería extremadamente difícil. Fue un proyecto de culto y, al mismo tiempo, muy extraño para un canal abierto de la TV chilena, por el riesgo y la especificidad. Estuvimos incluso con tribus caníbales y perdidas en el Amazonas, que tiraban flechas; en Papúa Nueva Guinea, Filipinas, Kenia, Somalia, el Tíbet... En cierto sentido, fueron para mí los grandes momentos de la televisión chilena. Cuando completé 21 capítulos, Canal 13 quería una tercera temporada, pero sentí que llegué a un nivel tan alto con el material etnográfico y antropológico, que ya no me daba. Necesitaba una periodo de pausa, investigación y decantación para saber dónde había mejores tribus; sino me empezaría a repetir. Por otro lado, había un agotamiento, nos demorábamos prácticamente un mes por capítulo. Me iba el año completo. Había que pasar por múltiples barreras. Era muy desgastante.
Se me ocurrió hacer Buscando a Dios, dos temporadas. Creo que llegué a lo más grande que he hecho en mi vida. Se convirtió en una serie de culto que que por primera vez nos internacionalizamos, nos compró History Channel 2, y se emitió por toda Latinoamérica. Me propusieron integrarme a History Chanel y empecé con El peregrino, que hicimos 23 capítulos, y ahora lo traje por primera vez a Canal 13. Hoy día, sumando Secretos de un reportero, creo que estoy en el cúlmine, en el punto más alto de esta carrera periodística como reportero cultural. Es un sentimiento de mucho orgullo y satisfacción llegar a toda Latinoamérica, internacionalizar un concepto y regresar a mi país, a la televisión abierta y gratuita, con una serie de valor.
En Reportero en tiempos de crisis abordé la guerra en su máxima expresión. En Las últimas tribus me convertí en un reportero etnológico, las tribus como los protectores de la ecología cuando todos pensamos que este planeta se acabará. Y el tercero, con Buscando a Dios, la crisis existencial y religiosa, siguiendo los movimientos y peregrinaciones espirituales más grandes del mundo. Son tres grandes temas que, para mí, son los claves de las grandes preguntas de la condición humana hoy: la posibilidad de que exista muy pronto una Tercera Guerra Mundial o, más bien, una guerra nuclear que nos puede llevar a una destrucción del planeta. La crisis climática, que ya vemos en todo el mundo cómo está afectando. Y la crisis moral, con un mundo que avanza de manera extraordinariamente caótica hacia una inteligencia artificial y robótica, sin ningún tipo de dignidad; y frente a eso, (aparecen) los movimientos espirituales.
Estamos tan desequilibrados que lo material ha pasado a mover todos nuestros intereses, dejando de lado lo que somos que somos: un equilibrio. No somos solamente cuerpo, somos inteligencia, conciencia, alma, fe y memoria. El peregrino agrupa los tres grandes temas que fueron la misión de mi vida: historias de guerra, tribus y espiritualidad. Por eso es, de alguna manera, Jorge Said a través de toda su historia como periodista. Sintetiza las corrientes que fueron mis tres grandes centros.
Me metí al periodismo de guerra porque estaba muy difícil vender contenido. Había que diferenciarse. Mucha gente tiende a confundirse y me dice: “Haces programas de viaje”. No. Viajo haciendo programas, dándole voz a los que no la tienen, muchas veces entrando en los grandes conflictos y crisis humanitarias... ¿Cuál es la ventaja de la crisis? Que, en general, cuando hay guerras o grandes conflictos hay mucho material de una riqueza enorme, producto del sufrimiento de las personas. Uno se da cuenta de las grandes conclusiones de la vida, como que todas las religiones son lo mismo: el Islam es lo mismo que el cristianismo; todas respuestas a la trascendencia, a la pregunta de “¿qué hay después de la muerte?”. Pero lo que nos marca es justamente el lugar dónde nacemos. Ese tipo de conclusiones son difíciles a veces.
Una niña en Nepal me decía que “soy budista, pero también soy hinduista, si Dios es lo mismo”, por sus papás. Una niña de quince años entendía mejor la religión que yo... Y uno acá está con las guerras de la religión, con el supremacismo de lo que se está viviendo hoy día entre Rusia y Ucrania, y peor con lo de Tierra Santa, que es una cosa absurda, una guerra tremenda en la que ya no hay límite, en que los estamentos internacionales han perdido todo valor... ¿Hoy quién va a respetar a las Naciones Unidas si Israel nunca las respeta? Hacen lo que quieren, ya no les importa nada, les pueden decir cien veces “¡paren el fuego!” y les da lo mismo, y a los demás países también.
El conflicto que más me preocupa es el de Tierra Santa, más que Ucrania, porque nos llega más como civilización occidental. Tierra Santa para nosotros tiene mucho significado, no sólo religioso e histórico, también las bases de nuestra civilización. Es muy triste el rol que juega Estados Unidos, el de las grandes potencias y el de la ONU. No se puede hacer nada para evitar un genocidio en Palestina. Que Israel tenga chipe libre para atacar con los mejores aviones y las bombas más destructivas que le sigue dando EE.UU; y permanentemente, todos los meses tiran esas bombas. No entiendo cómo en EE.UU. no existe una moral. Hay un grave problema en que la humanidad falló. Cuando se cometen ese tipo de crímenes, tan grandes, después nos van a cobrar durante mucho tiempo. Esas heridas son tan profundas que es imposible sanarlas. Ya no tienen que ver con la parte física, sino absolutamente interiores. Creo que no hay remedio. Hay gente que se desquitará, pedirá venganza, vendrá y generará un drama durante todo el siglo XXI.
Las guerras de hoy reflejan que el hombre no aprendió absolutamente nada de los desastres de la Segunda Guerra Mundial. Y estos grandes dictadores que existieron en su tiempo, como Stalin y Hitler, volverán a aparecer, y ya prácticamente están en todos los países. La búsqueda del poder, del control y el nepotismo ha sido superior a la búsqueda de una cierta democracia y la compasión, que siempre son valores menores en comparación.
Estamos viviendo un pre-Apocalipsis, ¡total! Soy absolutamente pesimista. De aquí a veinte años más empezaremos a vivir un pre-Apocalipsis, que son cincuenta años antes del Apocalipsis final, si seguimos en este rumbo, en que la gente se irá a vivir a satélites. Todo el día pienso, estudio y escribo sobre distopías. Despierto a las 3 de la mañana y reviso The Times of Israel, Al Jazeera, New York Times, The Guardian y todos los diarios en francés, en inglés y árabe. Vivo este tipo de inseguridad o intranquilidad permanente. Pero como ya lo tengo incorporado, tampoco es que lo pasé tan mal. La política chilena la leo en cinco minutos; no me interesa mucho, no me meto los cahuines de acá.
Necesito viajar en este momento para dar vuelta la página con Gaza. Me tiene tan afectado que, a veces, no me deja dormir. A veces sueño con los bombardeos. Pero por otro lado, también está el reencuentro con mi país y esa es parte feliz. ¿Hasta cuando estaré en Chile? Lo ideal sería que Canal 13 me aprobara y en noviembre partir, porque Navidad y Año Nuevo son fechas muy buenas para producir, pasan muchas cosas, rituales, peregrinaciones y festividades. Por lo tanto, puedo hacer cuatro capítulos en un periodo corto. Como tengo experiencia, conozco los calendarios. Hay decenas de cosas que ocurren en esas fechas. De diciembre a Semana Santa te puedes mandar una serie completa.
Hemos caído en una crisis política moral y existencial, y la crisis que viene con la robótica y la inteligencia artificial es realmente escabrosa. Me quedo con las palabras del Premio Nobel de Física de este año (Geoffrey Hinton): dijo hace poco que renunció a Google porque se dio cuenta de que las máquinas van a tomar control del ser humano, y que hay un 50% de probabilidades de que esto ocurra entre cinco a quince años. Estamos entrando en un mundo que es abominable, patético, que da miedo en cierto sentido.
Hay focos de esperanza, no todo es tan malo, sobre todo la conciencia de ciertos grupos, como en el respeto a los animales, naturaleza y la ecología. Hay muchos que quieren vivir en comunidad, que lo encuentro genial. Si decidimos que este tipo de vida en estas ciudades es malo, ¡vámonos a hacer ciudades en otro lado!, con una nueva forma de entendimiento entre nosotros como personas. Hemos llegado a un tipo de conciencia en que vivir en estas ciudades, con el tráfico, la violencia y la criminalidad, es algo apocalíptico, de lo que podemos escapar. No tenemos por qué vivir así.
¿Por qué es tan importante para mí Secretos de un reportero? No sé en la historia de la televisión hayan hecho una serie sobre los archivos de una persona; o sea, hurgar en este cofre lleno de cosas, como en mi casa que está llena de objetos y ropas, dentro de los últimos quince años que ha sido mi vida. Secretos de un reportero es entrar en todas esas tremendas historias que nunca las contamos, en que estuvimos cerca de la muerte, no sólo por problemas de estar en conflictos o áreas humanitarias, sino muchas veces por áreas geográficas.
Estuve a punto de morirme en arenas movedizas en el desierto del Gobi. Estuve en el frío extremo del círculo polar Ártico, me iban a cortar el pie y finalmente me mandaron a Francia y ahí me lo rehabilitaron. En el monte Kailash, en los Himalayas, en el Tíbet, hubo una tormenta de nieve que me empezó a cubrir, ahí me quedé, me senté a esperar la muerte, no sabía para dónde ir, solo, con una chaqueta. Iba a tomar un taxi en Irak y las mujeres me dicen “no entres”; iban con cinturones llenos de explosivos y 50 metros delante mío se explotan en un checkpoint con los militares; si yo hubiera tomado ese taxi, hoy estaría muerto.
Hay algo muy interesante en Secretos de un reportero. El día que murió Claudio Iturra, que yo tenía una cita en el canal, miré a una ventana en el patio del canal y vi “13C”, y algo pasó en mí, mientras me estaban entrevistando por la muerte de Iturra; me atrajo como un imán, subí las escaleras y golpeé la puerta, algo que en quince años nunca había querido. Me encontré directamente con Claudio Gárate, jefe de 13C y de todas las señales alternativas del canal, y como que me estaba esperando. Él mismo dijo que fue algo muy extraño lo que pasó. Ocurrió algo de magia, y en cinco minutos nos pusimos de acuerdo sobre el programa. Yo venía llegando de Las Vegas; había ido a buscar cómo organizar doscientos discos duros de grabaciones. En una reunión surgió Secretos de un reportero. Cuando algo surge tan rápido es porque todo coincidía; sino las cosas son duras, difíciles, no se encuentra el nombre o el formato. Pusimos tres cámaras en mi living, hicimos la entrevista acá y me iba cambiando de ropa cada vez, y así capítulo por capítulo.
Con la inteligencia artificial se abren unos universos increíbles porque, por ejemplo, Secretos de un reportero estoy tratando de que lo doblen al inglés. Se puede hacer en todos los idiomas, pero todavía le falta un poquitito para que sea más pro. Creo que de aquí a marzo del próximo año estamos listos. Ya lo vamos a conseguir y poner estos capítulos en un inglés perfecto para aspirar a otro tipo de público. Ya no vamos a pensar en que porque estamos en Chile tenemos que pensar en el Canal 13; podemos pensar en ellos como socios, pero siempre para todo el mundo. Por lo tanto hoy todo lo que hago es con licencia internacional. Por eso no me interesa hacer cosas en Chile, porque sé que no se pueden vender (afuera).
Con Claudio Iturra no éramos amigos, éramos colegas. Trabajábamos en la misma área cultural del Canal 13, por lo tanto, nos cruzábamos. Teníamos una relación buena.
El ataque al equipo de Socios por el mundo (Canal 13) en Etiopía fue muy extraño, para mí. Hay cosas ahí que no están claras. El otro día vi a una amiga que había estado en las mismas fechas (que ellos) con los mursi, y había tenido cualquier cantidad de guerras, peleas y todo eso. En mi experiencia, siempre fueron una de las tribus más difíciles, la más difícil para entrevistar. Hay que ir muy temprano porque a partir de las 12 PM ya están borrachos, todos los días; hay que llevarles cosas, preparar esas entrevistas, hacerlas bajo las reglas de ellos; y además están en permanentes conflictos con otras tribus, y uno puede estar en el medio. Es parte de este periodismo extremo.
Puedo todavía aportar bastante, quizá lo mejor de mí mismo. Siento que estoy en el mejor momento de mi carrera, básicamente por la experiencia que tengo con todos estos temas, tanto geográficos como de conflictos bélicos; y por otro lado, porque ya conozco el mundo y en muchas partes tengo contactos, sé cómo hacerla. Me gustaría ir a Rusia e India de nuevo, por un mes, a la peregrinación más grande de la historia; me gustaría mucho regresar al Medio Oriente y hacer mucho América Latina. Me gustaría también trabajar acá en mi país, que nunca lo he hecho, hacer cosas acá.
Estamos en una etapa en que cuesta mucho meter contenido cultural, existe cero interés en los artistas, especialmente los plásticos y escultores. Ningún tipo de ayuda. Desde ese punto de vista critico mucho al sistema. Lo que ha pasado con Televisión Nacional es horrible. ¿Cómo un canal que trabaja con la plata de Chile sigue copiando la misma programación? ¡¿Por qué ellos tienen que tener un matinal?! Si además les va muy mal: últimos. ¿Cuál es la idea de tener después un programa de concurso y un late? ¿Por qué no hacen una televisión distinta? Nunca he entendido el modelo... ¿Por qué los partidos políticos quieren hacer un matinal? Se supone que la vocación de un canal de televisión público es justamente la cultura y la sociedad. Hay tantas cosas que no entiendo de este Gobierno; quizás en otros gobiernos se podría entender que no les importara, pero este se declara progresista. ¿Cómo no han impuesto otro tipo de concepto? Me parece abominable obviamente, pero, por otro lado, muy curioso. ¿Por qué los miembros del directorio del canal no tratan de pasar una legislación en que pidan un cambio de programación? Por último si ganaran plata, pero están siempre perdiendo, y desde hace más de diez años. Ese tipo de cosas me frustran mucho en este país.
Antes era un tipo completamente crítico de la sociedad, y lo pasaba mal con Chile. Hoy he tenido un pequeño reconocimiento y me he abuenado con el país. Como me llaman a algunos canales y tengo entrevistas, me siento con cierto reconocimiento, por lo tanto, no puedo estar enojado con el país. Si no tuviera nada y no ganara un peso, estaría amargado, criticando y diciendo: “¡País de mierda!”. No puedo, acá lo estoy pasando bien y me están pagando. Me ha costado mucho, pero he logrado salir adelante. Soy una persona muy afortunada y contenta con la época en que estoy viviendo y con la vida que llevo. Nunca hay que mentirse con eso. Siento una gran alegría de terminar así mi carrera periodística.
Con todos estos viaje por tantos países —que nadie te lo puede quitar, porque están en mi memoria— he ido entendiendo la espiritualidad y los grandes temas internacionales, pero, lo que más me ha tocado es el encuentro con Dios, de una manera interna: la compasión, la tolerancia y la fraternidad. Estoy súper contento de transmitir contenidos culturales en una televisión tan complicada. Son programas que no pierden actualidad ni valor; por ejemplo, Las últimas tribus se ha repetido diecisiete veces, y pienso que con El peregrino pasará lo mismo durante los próximos diez años. Son programas difíciles y por eso encuentro que es una buena apuesta, porque es en el tiempo; no es la apuesta inmediatista de tener el éxito inmediato de Socios por el mundo o ese tipo de cosas.
Hace un año estoy en Chile. Iba a vender este departamento, pero me siento aquí completamente integrado. Al tener este lugar, tengo una base, pero toda la libertad para irme. Creo que voy a seguir viajando y mi idea es viajar siempre, estar viniendo. Hoy no siento que haya necesidad de quedarse en ningún lado. Voy a vivir donde me lleven los proyectos, siempre con una cámara para grabar, no me gusta viajar por viajar.
Ahora escribí un libro, que va a salir ahora con Catalonia (editorial). Tengo que entregar el borrador para salir en marzo o abril, después de la revisión. También estoy con un proyecto para hacer una película, la serial de la guerra, desde que comencé en Libia. Ya tenemos lista la música, que la hicimos en Afganistán, Irák y acá. Hemos trabajado a un ritmo lento, muy reflexivo, pero al mismo tiempo muy fuerte, de gran impacto, dramático. Necesitaba operarme, empecé a sufrir de la próstata, así que me operé, llevé mi cámara y me grabé. Y ahora quiero terminarla en el Líbano, que está todo destruido, hacerlo a principios del 2025. El libro servirá de guion para la película.
Estoy presentándole a Canal 13 la continuación de El peregrino, para continuar con otra serie más. Y (me gustaría) un segundo proyecto. Presenté a Canal 13 Chile extremo, en que yo me quedo en la Antártica viviendo, en el día a día, con los científicos; con los fareros del fin del mundo; con los pescados de langosta; los mineros, bajo la tierra… Vivo situaciones extremas quedándome por semanas con ellos para entender bien. Pero quiero cambiar el proyecto por América extrema, América indómita o América salvaje. ¿Por qué? Si hago proyectos muy en Chile, no se pueden vender para afuera, a menos que sea Patagonia Chile-Argentina... Vamos a ver.
A mis 59 años, me siento súper bien para seguir viajando. Siento que tengo que apurarme. Gracias a la operación me siento de nuevo un poco mejor físicamente, pero también que hay muchas cosas que ya no podré hacer. El otro día cuando veía las imágenes en el monte Kailash, a 5.500 metros de altura, una peregrinación que fueron tres días seguidos, hoy no la puedo hacer, y fue hace cinco años. A lo mejor físicamente puedo, pero ya no quiero, de sólo acordarme de lo que me pasó (casi se congela). También me pasa con las tribus caníbales en Nueva Guinea, que estuvimos cinco días caminando por arriba de los árboles, con los ríos abajo. Fue muy duro. No sé si podría hacer ese tipo de cosas. Quiero apurarme, estoy en una carrera contra el tiempo.
Tengo insomnio. Estoy tratando de ir a una clínica del sueño, a ver si puedo superarlo. A veces la falta de sueño te afecta el estado de ánimo, y hasta ando de mal humor. Me despierto simplemente; antes, con lo de la próstata, era por las ganas de ir al baño. Pero todo esto me vino por las guerras. Teníamos que escapar, arrancar siempre de determinados lugares. Siempre estaba muy alerta. Ahora mismo, en Ucrania, sonaba la sirena y había que bajar a las guaridas, y llegó un momento en que me dio lo mismo, que no me importaba nada. “Que revienten las bombas acá nomás”, pensaba. Era tanto el cansancio que yo seguía ahí, y me escondía con una frazadita, porque a veces llegaban los militares a revisar las piezas de los hoteles. Dormía entre la cama y la pared, para que no me vieran si abrían la puerta... Pero estoy mucho mejor. El insomnio es como muchas enfermedades; ya estoy llegando a los 60 años, la gente tiene muchas enfermedades, de todo tipo, y yo no tengo ninguna. El insomnio lo tiene la tercera parte del mundo.
El carrusel de la vida continúa. Con las resurrecciones y reencarnaciones yo solamente espero que esto continúe en otra parte. Soy un poco escéptico, pero espero que no termine acá, que nos vayamos a otra parte del Universo y nos encontremos en algún tipo de otra realidad. Sería bueno. Feliz de haber cruzado esta condición humana.
Creo que la muerte hay que prepararla con mucho tiempo. De repente, en la vida, hay gente que deja todo mal, se va mal con todo el mundo, peleados y sin recapacitar. Hay que prepararse, tener una armonía con los padres, con los hijos, amigos, mascotas, medio ambiente, país, casa y recuerdos... Hay muchas cosas que preparar y estoy feliz. Y estar en Chile ayuda. Estoy terminando ese proceso y estoy listo para partir. (Pero) me siento súper joven, no me ha llegado la vejez todavía, porque realmente cuando cae, cae. Todavía no me llega, no se me ha caído el pelo, estoy bien; físicamente siento los brazos fuertes, puedo tomar una cámara y siento energía. Espero aprovecharla y hacer diez años más de televisión, y ojalá con varios canales internacionales también.
Esta vida viajera muchas veces se trata de renunciaciones en los afectos. Quizá muchas veces en mi vida nunca le di tanta importancia. Nunca fui de los que quería formar una familia; de chico no tenía como misión o vocación casarme y tener hijos. Tengo una hija, que vive en París ahora, está muy contenta. No todo tiene esa cosa tan dramática de no haber tenido un padre siempre presente, si la mayoría nunca están presentes; no creo que tipos como (Sebastián) Piñera hayan estado muy presentes para sus hijos, han estado siempre haciendo negocios, (aunque) ellos dicen que sí (han estado presentes); pero no es tan así.
He tenido mis romances. Una vez conocí una chica de Serbia, que vino para acá y todo, tuvimos una relación muy linda, buena, Giuliana, muy bonita; después no funcionó, porque era muy difícil para ella, era profesora de la Universidad de Belgrado y habría tenido que venirse a vivir acá, o yo moverme para allá. Tratamos. La pasé a ver como cuatro veces, pero ella quería algo más estable... Y otras veces uno conoce mujeres, todo el mundo conoce mujeres. Pero, la verdad, es que yo he sacrificado un poco esa parte... Ahora tengo una pareja, la Cote, chilena. Pero, en el fondo, mi verdadero amor es mi trabajo.
Ufff, me cuesta enamorarme de verdad. Una vez nomás. No fue con la mamá de mi hija. Una chilena, Antonia, cuando estaba en la universidad. Me enamoré de ella y después me costó como diez años superarla, hasta que se casó y tuvo hijos; hoy día ya no, ni siquiera nada, jajaja. Además, todas las de la época del colegio y la universidad ya tienen mi edad, y lamentablemente ya no me gusta la gente de mi edad. Me gustan más jóvenes. Antes no me pasaba, me gustaban como de mi edad; pero eso duró como hasta los 40. De ahí para adelante me gustan (las) de 30.
Creo que en la última parte de mi vida me proyectaré más en lo amoroso. Todavía tengo unos diez años más de viajes, es lo que me calculo. Me encantaría terminar de viajar, produciendo, pero lo quiero hacer hasta los 70 años. No estoy tan cansado, sobre todo que los equipos son cada vez más chicos, así que es fácil. Y mientras más viejo uno, mejor contenido va a tener, porque sabe más.
¿Dónde me gustaría retirarme? Me gusta mucho México, por el carácter que tiene; el clima es muy rico, más calentito que acá, nunca me ha gustado el frío. Me gustaría un lugar con calor, con mar o río; es fundamental, donde te puedas bañar, haya animales y naturaleza. Me gustaría terminar viviendo en una comunidad, donde hubiera gente de todo el mundo, comiéramos ricos y hubieran perritos, gatitos, loros y todos los animales que te hacen relajarte tanto. Y seguir haciendo lo que uno hace, películas y libros. Y de repente llega la muerte y te vas en una super buena lid, feliz, hiciste algo por el mundo y tu vida no pasó en vano.
Y me puse en buena con Chile, también puedo terminar acá, quizás en este mismo departamento, ¿por qué no?
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido periodista, me habría gustado ser cineasta. Siempre ha sido mi sueño, pero me he dado cuenta de que no tendría concentración para escribir guiones. También me habría gustado ser rockero, un frontman, cantante; pero tenía muy mala voz y era pésimo músico.
En mi época de estudiante en la Universidad Católica era muy estudioso y tenía consciencia con mis estudios, pero también salía y carreteaba. Hacía las dos cosas.
¿Un apodo? Me decían “Camello”. Nunca me gustó, porque me gustaban los camellitos y era como una burla.
Un sueño pendiente es que llegue el amor definitivo, estar súper enamorado. No estar así con pareja, sino lograr un enamoramiento.
Una cábala es que uso mucho los amuletos, y anda con mi amuleto que me protege, el ángel guardián; siempre ando con pulseras y cosas.
Un cantante favorito es Roger Waters, porque encuentro bien que tenga una causa política, y Mick Jagger, porque es el más rockero de los rockeros.
Una frase favorita es de Osho, que “solamente somos un pasaje en esta vida”. O cuando uno pone un epitafio en una lápida que diga “pasé por esta vida y nos encontramos”.
Un trabajo mío que no se conoce es que fui pintor de casas; en París trabajé en restoranes; en Estados Unidos tenía esta propiedad, Houdini Mansion, y la arrendaba los fines de semana, como un creador de eventos.
Con mi primer sueldo me compré un auto, un Renaut 5. Trabajaba como productor en Televisión Nacional. Era un muy buen sueldo.
Una pasión escondida son los animalitos salvajes, los leones, las águilas y los monos. Me entretienen mucho los monos. Lo que más me gusta es ir a ver animales.
Un talento oculto es que soy muy intuitivo, rápidamente sé lo que quiere alguna persona. Tengo que mirar dos o tres cosas nomás y ya me hago una idea. Y también sé dónde está el peligro. Puedo oler. Un sexto sentido.
Una película que me hace llorar es Las heridas de la guerra (la que él está trabajando). Me cuesta verla.
Si pudiera tener un superpoder me gustaría transportarme en el tiempo, a la Edad Media y el Imperio Romano, que siempre me atraen.
No creo tanto en el horóscopo. Soy Libra.
Un placer culpable son las mujeres. No sé por qué culpable. Me gustan las mujeres. En realidad, es en lo que más pienso.
Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, invitaría a Buda, a Confucio y seguramente a Platón. Son todos medio contemporáneos, que vivieron 500 años antes de Cristo, pero de tres grandes culturas distintas. Creo que fue un gran momento. También invitaría a Jesucristo.
Jorge Said es un reportero, aventurero, peregrino, que tiene una tremenda pasión, que prácticamente su droga se ha convertido el viaje hacia el infinito, permanente, imparable, a través de las distintas culturas. Es extraordinariamente inquieto, nunca está tranquilo, muy desorganizado, con un 1% de planificación y un 99% de improvisación. Es una persona con buenos sentimientos, eso cree; puede que las otras personas digan que no. Es muy caótico, cambiante. Con muchos amigos, muy sociable. Espera que, al final, el balance sea positivo, que esté más a su favor que en contra. No sé cree una persona muy perfecta. Es fácil de llevar, con cualquiera puede conversar, llevarse bien y hacer amistades en cinco minutos.