La Firme con Lucho Miranda: “De una desgracia sale la comedia... y mi vida ha sido bien desgraciada”

Entrevista para La Firme al comediante Luis Miranda en el Teatro Palermo. Foto: Juan Farias / La Cuarta.

Tras su salto del Festival de Viña, el comediante ya tiene otro foco, empeñado en su nueva rutina, titulada Oscuro, con la que recorrerá Chile. En entrevista con La Cuarta, repasa su vida y obra, desde su niñez en Vicuña, su “concientización” sobre vivir con discapacidad, hasta su sueño internacional: “Me interesa mucho ser un comediante latinoamericano”, manifiesta. Eso y mucho más.

Cerca del mediodía, Luis Miranda Espinosa (29) entra tímidamente a la sala vacía del Teatro Bar Palermo, en Providencia, y choca su puño a modo de saludo. De sonrisa fácil, nada se demora en tirar una tallita, así como que no quiere la cosa, apenas levantando la voz.

Junto al comediante está su novia (se casan “fijo” este año), Franshesca Toledo, quien también hace de representante. Él es de Vicuña, Región de Coquimbo; ella, de Coyhaique, Aysén. Hace un año, en abril, se vinieron a vivir a un departamento en Santiago: “Bueno, fue una amenaza igual de la Fran”, lanza Lucho con una cuota de humor en la entrevista con La Cuarta, “porque dijo que si no me venía a vivir con ella me iba a dejar”. Cada tanto, la mira a ver cómo reacciona a sus chistecitos.

Ante la cámara, y con los focos que iluminan en el escenario apuntándolo, aunque permanece en silencio, es como si algo se encendiera dentro suyo: hace distintas caras, sonríe exageradamente como si algo le hiciera mucha gracia; y se sienta, se agarra del afirma de la silla y se echa para atrás hasta quedar a punto de caerse. De pronto, aunque breve, un gran estruendo en los parlantes remece la sala: “No fue mi culpa”, se defiende de antemano el humorista.

Mano a mano para La Firme, Luis repasa su niñez en el valle del Elqui, marcada por los aprensivos cuidados de sus padres, derivados de la discapacidad; recuerda sus inicios sobre los escenarios, porque no quería ser “el de los videos” o una suerte de influencer; se analiza a sí mismo y su paso por el Festival de Viña; los planes de internacionalizar su carrera; y cuenta detalles de su naciente rutina, Oscuro, la cual está presentando todos los jueves en el Teatro Fiebre, en Santiago, y durante este año recorrerá Chile con nuevos chistes, partiendo por Dreams Coyhaique (25/5), Dreams Temuco (31/05) y Talca (15.06)... Eso y mucho más, largo y tendido, acá.

LA FIRME CON LUCHO MIRANDA

Tuve asfixia al nacer, ocho minutos sin aire. A mi mamá, Mirta, no le quisieron hacer cesárea, fue parto natural y le pusieron una especie de calmante, porque supuestamente todavía no estaba en labores de parto, pero ya habían empezado las labores de parto hace rato, entonces no me sacaron a tiempo. Fue como una descoordinación entre todo el equipo. Mi mamá me contó toda esa historia. Nunca tuve un miedo, quizá sería un miedo a los médicos, pero era una historia fuerte, cuando le preguntaba: “¿Mamá, por qué tengo esto? ¿Por qué soy así?”.

Mi papá, Solercio, es huaso. Lo primero que se me viene a la cabeza de mi infancia en Vicuña son caballos y alfalfa. Me quedó algo de huaso, o sea, me gusta la cueca y el 18 (de septiembre); lo tengo impregnando. Sé andar a caballo, pero una vez me botó uno y desde ahí le tuve miedo a los caballos, jaja. Pero siempre me gustaron las costumbres chilenas, siempre, muy divertidas. Él era muy bueno para bailar cueca, yo lo veía y le imitaba los pasos.

Me educaron como en una burbuja, me dieron todo. Cada vez que tenía que hacer algo que no fuera familiar, como un trabajo del colegio o ir para un lado en Vicuña, siempre tenía que ir con mi mamá o mis hermanas... NADA lo hice yo solo, hasta ahora que llegué a Santiago po’, a los 28 recién empecé a hacer cosas en solitario. Ese cambio ha tenido las dificultades obvias de venir a una ciudad nueva, sobre todo a una tan grande. La Fran (Toledo) me lo hace notar mucho porque, como vivía en una burbuja y mi mamá y papá me hacían todo, había varias cosas en que debía pegarme la cachá, como que los platos no se lavan solos, o la cama no se hace sola, jaja. Pensaba que la cama se hacía sola; iba al colegio, volvía y estaba hecha. Mis papás son muy cariñosos, me llaman todos los días... No respondo nunca, porque no hay mucha conversación po’; cuando te llaman todos los días no hay mucho diálogo. Pero son muy cariñosos, y aprensivos.

"A los 28 recién empecé a hacer cosas en solitario", declara sobre los enfáticos cuidados de sus padres. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Tener mi discapacidad desde que tengo memoria lo hizo más fácil, en el sentido de que conozco el mundo desde mi discapacidad; nunca lo he vivido de una manera distinta. No es que me tenga que adaptar a esto, al final así era la condición y así era cómo tenía que desenvolverme.

Empecé a hablar recién a los seis años. “Ustedes tienen seis años de ventaja”, le digo al público. De verdad empecé a hablar tarde, o sea hablaba como “na-na-na”, una hueá así, mi mamá y mi papá me entendían. Eso pasaba por la parálisis. Ahora fui a un fonoaudiólogo y, sí, la parálisis afectó la modulación, pero... jajaja, tengo el frenillo de la lengua muy corto; hace que la lengua no se mueva tanto. En realidad, es por la lengua, no por la discapacidad, jajaja. Me di cuenta muy tarde.

En el colegio era muy tímido. Creo que porque estaba en esta especie de burbuja; tenía poca capacidad para relacionarme, y creo que tengo muy poca capacidad de relacionarme AÚN; aún soy una persona callada, me cuesta desenvolverme, encontrar las palabras adecuadas, todavía eso se hace presente... Es más fácil cuando me hacen preguntas, pero generar una conversación de la nada, así como “hola, ¿cómo estás?”, me cuesta caleta. Mis compañeros de colegio eran buena onda. No sé si decir que (me hicieron bullying); es que hay casos tan grande de bullying, que da no sé qué.... porque nunca me afectó esa burla. Nunca me vi afectado realmente; sería menospreciar el bullying si digo que “sufrí bullying”.

A veces me excluían de cosas, en algún momento de la niñez me afectó. En los deportes clásicos, como el fútbol, o la lucha libre, jaja, siempre me dejaban de lado, porque era el más propenso a caerse o salir herido. Aparte si me pasaba algo, mi mamá llegaba al tiro al colegio a reclamar. Siempre me dejaron fuera de muchas cosas, como salidas del grupo. De a poco me fui ganando la confianza de mis compañeros y profes, y se dieron cuenta que tampoco soy un cristal... En la (educación) media una vez me caí y, como tengo las manos secas, los nudillos me sangran mucho. Se me hicieron tira todos los nudillos y fue un escándalo de proporciones; y en el liceo yo estaba más como “ya, déjenme tranquilo”. Y me llevaron al hospital po’, más encima a urgencias, la hueá vergonzosa... la gente con paro cardiaco y cosas así, y yo con los nudillos hechos tira.

"Era el más propenso a caerse o salir herido", recuerda sobre los juegos con sus compañeros en la escuela. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Competía en atletismo (paralímpico) y era muy bueno; ya no, jajaja, subí de peso —de ese Luis a este Luis hay como treinta kilos de más—. Sacaba primer lugar. Tuve la suerte de que empecé con el atletismo cuando comenzaron las competencias, entre el 2012 y 2015. Como todavía estaban todos partiendo, fue mucho más fácil; ahora si compito me sacan la chucha, si ya hay muchos años de preparación. A la primera competencia fui con unas zapatillas que no tenían cordones y de running normal, y esas en la pista se “pegan”, y polera laaarga, buzo; hacía todo lo posible para ir lento. Pero mi discapacidad me permite (ir más rápido), porque camino con la punta (del pie), entonces voy como para adelante y me da el impulso, jajaja. Era muy divertido verme, porque los profes me veían correr y decían: “Oh, este hueón se va a caer”. Y no po’, corro así nomás.

Me gustaba mucho entrenar atletismo. Lo pasaba mal en la competencia, porque el entrenamiento de meses tenías que hacerlo valer en segundos. Y me daban susto los disparos de la partida, saltaba y perdía unas milésimas. Una vez estaba tan concentrado en el balazo que no escuché el “en sus marcas, listos...” y balazo. Estaba tan concentrado en el balazo que no escuché lo anterior. Escuché el balazo. Y le quedé preguntando al juez: “¿Y el ‘en sus marcas listos’?”. “Corre, hueón”, me dijo. Y ahí corrí... Perdí obviamente.

Soy muy asustadizo, me dan susto las voces muy fuertes. Creo que porque ando muy metido en lo mío, como que anda conversando conmigo mismo. Por ejemplo, ahora que soy un poquito más conocido, me tocan la bocina... ¡y eso es salto seguro! Me tocan la bocina y salto. O me saludan en la calle de la nada, así como: “¡Buena, Lucho!”, y quedo como un hueón pesado. Ojalá la gente sepa que me asusto mucho con los sonidos fuertes.

Me gusta harto el fútbol, y “Chupete” Suazo y Matías Fernández me marcaron harto, jajaja. No fueron Alexis (Sánchez) ni Arturo Vidal por un tema de edad, de generación. Me empezó a gustar mucho el fútbol en el 2006 y, como soy de Colo-Colo, ahí Chupete y Matías resaltaron por sobre el resto... Me gustaba mucho el “Chupete”, pero después sonaba en doble sentido, jaja: me gustaba mucho Humberto, jajaja... Eran muy buenos. Aparte, en esos tiempos, se hicieron muy clásicos los videos de YouTube de jugadas, era obvio ver los del “Chupete”, Matías y Ronaldinho. Y estaban estas camisetas en que salía el futbolista en el medio, Matías o Ronaldinho, pirateadas.

El comediante se declara fan Matías Fernández y Humberto Suazo, y explica sus razones. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Tenía un amigo que falleció pronto, a los siete años, Joaquín; teníamos la misma edad. Su discapacidad tenía su “límite de tiempo”. Tengo un chiste sobre él que es un homenaje para una persona que siempre vivió la vida con mucho humor. ¿Qué mejor que hacer un chiste de una persona que vivió con mucho humor? Ver a Joaquín me daba mucha paz, mucha risa, me alegraba mucho compartir con él. Su muerte fue un bajón anímico importante. Fue la primera muerte que sentí.

Siempre me tomé la vida con humor para evitar ese manto de “pobrecito”. En el colegio me molestaba mucho que me dijeran “Luchito”; ahora igual me molesta un poco, pero ya es hueá mía, no tengo que enojarme. Pero me molestaba el “Luchito”, porque pensaba que era un diminutivo, y que era verme inferior. Me gustaba que me dijeran “Luis”. Era el cabro culeado pesado chico que decía: “¡No, ‘Luis’! Dime ‘Luis’”. Tenía esa traba y todavía la tengo a veces, que no se fijen en la discapacidad y sí en mí como persona, que no me traten con una condescendencia sólo por tener discapacidad, que me traten cómo la persona que soy. Mientras actúo no creo que la gente me trate con condescendencia, porque se dan cuenta que soy comediante. En Viña no creo que el público haya sido condescendiente conmigo; fue solamente el respeto obvio que hay que tenerle a un humorista que se sube al escenario.

Soy contador de profesión, pero era malo para los números. Esa carrera no me dejó ningún aprendizaje de números, obviamente, pero sí el de un trabajo serio: tengo esa conducta de trabajar, de ser bien estructurado. Por ejemplo, me gusta que la rutina que tengo ahora de Oscuro sea ordenadita. Esa mentalidad media cuadrada creo que se la debo a la contabilidad. Eso es muy bueno. Lo único malo es que debo tener todo bien planeado, me cuesta la improvisación y salir de mis parámetros. Soy de los comediantes que no interactúa mucho con la gente por eso, porque no tengo esa habilidad, tampoco esa habilidad social de conversar; me complica. Ahora en Oscuro estoy intentando tímidamente conversar un poco. Ahora, porque después, a medida siga perfeccionando el show, ya habrá menos conversación y serán sólo chistes. Aviso (al público): “Tengo problemas sociales y converso poco”.

"Soy de los comediantes que no interactúa mucho con la gente por eso, porque no tengo esa habilidad", analiza, autocrítico. Foto: Juan Farias / La Cuarta

En La Serena hice mi primer show, antes de la pandemia, cuando fui telonero de Claudio Michaux y Jimmy Águila. Se río mucho la gente. Me acuerdo que fue una noche muy memorable, incluso a veces digo: “Oh, nunca he escuchado una risa como esa”; quizás es solamente cuento mío, porque me imagino que todas las primeras veces son épicas... o sea, ¿quién sabe? Depende del contexto y el lugar, jajaja. Pero fue muy épico y de ahí que me gustó. Quizá si hubiera tenido una noche mala habría dicho: “No sirvo para esto”. Pero fue muy bacán todo... Me gustaría conversar con gente de esa primera vez y me digan si de verdad fue tan bacán.

En mi primera rutina tenía un planteamiento muy distinto a la que después hice. En ese tiempo intentaba “mentir” dentro de la discapacidad, no contaba que tenía discapacidad, hasta el final, hasta el último era como: “Oh, tengo discapacidad”. Todos los chistes tenían algo de mí, de humor con discapacidad, pero nunca nunca lo decía... lo que era pésimo, porque quizás la gente pensaba que yo estaba curaito o que era un personaje que estaba actuando de persona con discapacidad; generaba como “qué está haciendo este hueón acá” o “se está burlando de la gente con discapacidad”. Lo hacía así porque, en ese momento, no sabía contar bien los chistes, tenía mal esa idea de rutina. Al final podía decir: “Uh, se me olvidó decirles: tengo discapacidad”, y hay generaría una gran risa.. pero, qué tonto, serían nueve minutos de incomodidad para un minuto de risa... Qué hueon.

“Yo no me gustaba, ¿cómo le iba a gustar a otra persona?”, dije en un reportaje que me hicieron en la Teletón, por mi baja autoestima... Sigue baja, jajajaja... No, no, está bien. En este momento, de buscar a alguien, una pareja, me costaba mucho, por lo que he dicho, que tengo pocas habilidades sociales, me sentía excluido de este aspecto idóneo para conocer a alguien por la discapacidad, entonces me sentía como “El jorobado del Notre Dame”.

Muchas veces tuve Tinder, hasta el día de hoy, jajaja, (se da vuelta y mira a su polola para ver su reacción). Una vez, solamente para generar conversación, colocaba: “70% de discapacidad”, con mi foto, Luis Miranda, 24 años. Y generaba harto match, porque mucha gente se metía y me decía: “No es bueno que te burles de esto”, jajaja. Estaba hueveando, porque en la foto no se nota que uno tiene discapacidad; aparte a esa edad era deportista, las fotos eran buenas... ya cuando empezaba a hablar mostraba lo mío. Tenía Tinder premium, podía ver quienes me ponían like, como diez likes.

"Me sentía como 'El jorobado del Notre Dame'", recuerda sobre sus primeras andanzas amorosas. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Franshesca es de Coyhaique; y yo, de Vicuña. La conocí en pandemia. Para conocerla (en persona) tenía que pedir un salvoconducto, y no había “para pololos”. Lo primero que se nos ocurrió fue pedir uno de “familiar muerto”, pero no teníamos ni un familiar muerto y tampoco iba a matar a alguien para tenerlo, jaja. Después salió lo de Got Talent y me dieron un certificado de trabajador; conté que estaba conociendo a alguien y vieron que era una buena historia para el programa. “Sí, obvio, que venga nomás”, me dijeron. En el aeropuerto de Santiago nos conocimos. Llegué antes y ella una horita después. Fue brígido, porque estábamos con todo el equipo de Teletón que se había contactado conmigo cuando aparecí en el primer capítulo (del programa de talentos de Mega) para hacer el reportaje, y ahí aparece el encuentro. Era divertido, porque el periodista (de Teletón) me decía cómo venía vestida la Fran: “Es un joven, delgada, pelito castaño, chaqueta roja y jeans azules”. “Pero si yo la conozco”, le respondía. “Por eso es mi polola, sé cómo viene vestida; me mandó una foto”. Creo que, en su mente, yo no conocía a la Fran, como si fuera el amor antiguo a distancia, que mandaban cartas. Pero nos había visto muchas veces en video. Me daban instrucciones como si yo fuera a abrazar a otra persona, jajaja. Estaban las cámaras y la gente nos veía como “esto debe ser algo importante”. Fue muy mágico.

Tenía una opinión crítica de la Teletón... cuando me empezaron a invitar ya no, jajaja... No era una mirada crítica, eran los reparos de siempre. Recaudar plata para esta fundación es lo correcto, es lo que hay que hacer porque no está financiada por el Estado. El otro punto es: desde qué mirada quieres recaudar esa plata... no es necesario victimizar a la gente con discapacidad como “el pobrecito”. Pero la Teletón ha cambiado con los años. Es muy valorable. Salió mi historia, por ejemplo, que sólo apelaba al humor; después salió el “Chico eléctrico” (Joseph Rivas) y varias historias que enfocan a la gente con discapacidad como “el hueón ya lo hizo, ayúdanos a que más personas como él lo hagan”. Eso está muy bien con mi línea editorial.

Con la pandemia surgí haciendo videos chistosos, pero no quería que me conociera como “el de los videos” o “el de TikTok”. Todavía no me gusta que me cataloguen de “influencer”. Me gusta el “comediante”, que me reconozcan como comediante. Creo que ese paso se dio el año pasado, porque antes hacía mucho sketch con mi polola, chistosos; pero cuando la gente me saludaba decía: “El hueón de los videos”. Y también hacía (auspicios) a mucha marca publicitaría; estaba en ese ambiente de influencer que no quería... No estoy en contra de nada de ellos, pero no quería me catalogaran como influencer, quería que me conocieran como comediante, y así era más probable ir a Viña del Mar... Dejé de crear ese tipo de contenido y empecé a subir parte de mi show a Instagram, reels. No sé si se hicieron virales, pero funcionaron para que fuera gente a los shows, porque no estaba logrando llevar tanta gente. “Si ves un hueón que hace sketchs, ¿de qué va a hacer el show? De sketchs”. Quizá esa era la duda de la gente y por eso no compraba. Al final era un hueón chistoso nomás.

Empecé a llenar teatros en abril del 2023, ahí dije: “Oh, me está yendo bien”, estaba agotando los shows una semana antes y pensaba: “Wow, bacán”. Y después le abrí el show al Edo (Caroe) en el Movistar Arena, y la cuestión la rompió. Ahí sí que me hice conocido como comediante.

"No quería me catalogaran como influencer, quería que me conocieran como comediante", declara Lucho. Foto: Juan Farias / La Cuarta

“Tienes que tener algo malo en ti para dedicarte a que la gente se ría contigo”, dije hace un tiempo. Es como la definición: de una desgracia sale la comedia, eso pasa. Y puta, mi vida ha sido bien desgraciada, jajaja; tengo muchas cosas para transformarlas en comedia. Es la dificultad, no es que a alguien le pase algo malo y será comediante al toque: hay que transformarlo, lo malo ya no tiene que hacerte sufrir. Todas las cosas que cuento en el show es porque ya las superé o las puedo tomar con humor... Si me pasa la muerte de uno de mis viejos, no creo que al mes haga un chiste de eso. Va a tener su tiempo hasta que haga un chiste; haré un chiste, pero tomará su tiempo.

No veo mi show como una terapia; para eso hay que ir a terapia. Todas las cosas que cuento es porque ya están sumamente procesadas, y me gustaría que la gente se diera cuenta de ciertas cosas: la infantilización a las personas con discapacidad o a veces “angelizarlos”. Lo cuento porque me pasó en su momento y ahora, que ya soy adulto, y que tengo una plataforma increíble para llegar a la gente, puedo contarlo y generar esa concientización.

La pega de nosotros es buscarle la sensibilidad a la gente, qué les da risa. Eso se logra actuando y uno se da cuenta. A veces tengo la fortuna de contar algo que genera risa al momento de contarlo, y es bacán; pero también hay mucho guatazos. Muchas veces piensas que algo es brillante, que la gente se cagará de la risa, lo cuentas y no. Y dices: “Ya, debe ser la gente que quizá ese día no pescó”. Y no, a la vez siguiente tampoco. Es mucho tantear, y sobre todo en lo mío, que hago humor “oscuro”, tengo que buscar ese pelito. Es difícil, porque una palabra puede cambiarlo todo radicalmente.

Cuando termino un show pienso como que “soy el mejor comediante del mundo”. Ya después se me bajan los humos cuando tengo el siguiente show y hubo pocas risas. Soy muy crítico: si no escucho una buena risa durante el show, estuvo malo; termino anímicamente muy bajoneado. Y cuando el show es muy bueno, digo que “soy el mejor comediante del mundo”, jajaja. Paso por los dos extremos. Pero no se me suben los humos, soy muy aterrizado. Aparte tengo una pareja que muy buena en ello, me baja los humos al toque; al primer aire de grandeza, me dice “qué te creí, conchetumadre”, y ahí ya bajo al tiro a mi sitial.

En el Festival de Viña evité usar la letra “R”, que me cuesta pronunciarla. Me fui dando cuenta con los shows. Había algunas palabras que yo contaba dentro de un chiste y la gente se ponía a conversar entre sí, cachaba que estaba (pronunciando) mal y había que cambiarla. Me fui dando cuenta a medida que hacía shows, y muy avanzado. Para hacer un show bueno, hay que actuar mucho; no es que uno escriba algo, se pare en el escenario y sea Edo Caroe o Natalia Valdebenito. Hay que trabajar harto, y apropiarse de la rutina. Mientras iba actuando, mucho, me fui dando cuenta que había palabras que la gente no entendía, y las fui modificando. Y dentro de esas palabras, la letra “R” es la que más me costaba. En el chiste original, decía “rampa”, me subía a la “gampa” y la gente se empezaba a reír sin que mi intención fuera el chiste; y pensé: “Acá hay una hueá”: Y exageré la pronunciación: “ggggampa”. Y fue mucho más chistoso. Antes no era chiste; incluso hubo shows que me enojé como: “¡Por qué chucha se están riendo acá?”. Ese trabajo lo hago solo. A veces le pido consejos a mis amigos comediantes, para que me den algún chistecito, y la Fran me ayuda mucho, cada vez que tengo un chiste le pregunto si se entiende la palabra; por ejemplo, cachó que “monstruo” lo decía mal, menos mal que no la dije en Viña... “¡Gracias, Mostro!”.

Ahora me siento comediante... creo que sí porque ya tengo este logri... jajaja, “logrito” iba a decir... este logro de Viña, un show en la Teletón y la gente me conoce como comediante. Ya me sentía comediante cuando la gente me empezó a saludar como “es el comediante”. Si logro que la gente me reconozca como “comediante”, por algo es.

Lucho tuvo un exitoso debut en el Festival de Viña a sólo cinco años de haber iniciado su carrera como comediante. Foto de archivo

En agosto cumplo cinco años haciendo comedia. Llegué a una cima con el Festival de Viña, en poco tiempo. He ido muy rápido, se me han abierto harto las puertas e ido a varios lugares. Es cuático que cuando uno habla con un comediante, tuvo que pasar diez o quince años para llegar a un festival. Ha sido bacán ese camino. He tenido la suerte que no tuvieron los comediantes antiguos: tenerlos como referentes, como a Pedro Ruminot, que lleva muchos años e hizo los cimientos para que mi camino sea mucho más fácil. Por eso lo pude hacer en tan poco tiempo, porque ya estaban todos los bares y los lugares donde hay shows, y la gente ya sabe que ahí están, gracias a ellos. Mi mérito es que soy chistoso; la gente valora los chistes, y esa era la idea, que me reconocieran por los chistes y ser chistoso.

A mi mamá le costó aceptar que la comedia no era un hobby, sino mi trabajo. Para mi cumpleaños (enero) me tiró una pesadez, jajaja; así como “está bien, pero igual sería bacán que volviera a su trabajo de contador, lo que estudió”. “¡Mamá, estoy a punto de ir a Viña del Mar”, le respondí, “cómo dice eso”. Mi mamá siempre pensó que esto era un hobby y una vez para un show lo dijo así abiertamente a más comediantes: “No, si esto para mi hijo es un hobby”; y todos los hueones sacándose la chucha, yo igual, trabajando, y ella: “No, esto es un hobby para él”, jaja.

Ahora estoy con el Oscuro, y pienso estar un año y medio con este show, que está bueno. Después de Viña subí mucho de seguidores, tengo 1,1 millón en Instagram... pero no fue tanta la masividad en comparación con la que esperaba; por ejemplo, el Diego (Urrutia) al día siguiente de Viña ya tenía como un millón de seguidores... Empecé a subir reels de Viña y llegó mucha gente del extranjero, de México, Argentina, Colombia y Venezuela, y se dispararon; hay reels con siete millones (de visualizaciones), que para mí era: “Wow, de verdad ese video es viral”. Y ha aparecido mucho argentino, mexicano, venezolano y colombiano que quiere que vaya a su país a actuar; actualmente el 10% de mis seguidores son de Argentina.

El paso (a futuro) es internacionalizar. Obviamente que quiero conocer Chile y que la gente conozca mi rutina nueva, que vea qué pasó después de Viña. Pero también me interesa mucho ir a otros países, ser un comediante latinoamericano, generar esa cuestión y actuar para, por ejemplo, argentinos. Creo que tuve mucha aceptación en el extranjero porque dentro de mi rutina hay pocas referencias a Chile y nuestra idiosincrasia; al final, hablo de la discapacidad, que es muy común, y creo que a todos los países les pasa el tema de la inclusión. Si quererlo, jamás lo pensé, se dio; y bacán, muy contento.

Mi sistema para crear chistes, por ejemplo, en el show que presento ahora, tiene muchas cosas que me van pasando. Es lo que me resulta más fácil. Si me pasa algo pienso: “Ah, esto puede ser un chiste”. Lo trabajo y escribo. Soy malo para contar historias, me gustan los chistes cortitos y que eso genere una historia. En el show nuevo hablo mucho de Viña, de mi mamá, de la Fran, y con el toque de que no quiero que me reconozcan como alguien con discapacidad, sino como comediante. Ya me dejaron de ver como “el hueón de los videos”, bacán; y ahora me están viendo como “el hueón con discapacidad”, también hay que sacar eso para que quede como “el comediante”. Esos temas me generan conversación y puedo meterle algunos chistes. Es muy divertido no solamente hacer chistes como “había un chileno, un peruano y un argentino...”; no po’, chistes que, de verdad, salgan de uno, que cuenten una historia que para mí es importante.

En mi nueva rutina hay más temas, porque la de Viña era una presentación mía prácticamente, como: “Hola, soy tu Luis Miranda, soy de Vicuña, tengo discapacidad, fui contador...”. Ahora es bacán subirse al escenario sabiendo que la gente me conoce; ahora ya no tengo que explicar que no estoy curao, o por qué no puedo abrir las manos. Todo eso ya la gente lo sabe. Es mucho más fácil hacer humor desde esa tribuna.

El comediante cuenta detalles de la nueva rutina que presenta tras el Festival de Viña: Oscuro. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Todavía no me siento bien posicionado con esta rutina, apropiado. Estamos recién trabajando: el inicio de Oscuro. Hay muchos chistes de ahora que en seis meses no los contaré, y habrá chistes mejores. Pero es bonito este crecimiento. Si la gente viene al show ahora será bacán, porque probablemente verán de nuevo y cacharán que muchas cosas cambiaron y mejoraron. Aparte, el error al hacer comedia es muy divertido. Lo estoy pasando muy bien. Volví a ese principio en que estaba nervioso. Pensé que sería peor, que me temblaría la voz como antes, pero fue mucho mejor y la gente ha disfrutado mucho. Es una hora de show en que hay buenos chistes.

Hace un año no sentía la comedia como un trabajo. Ahora soy un trabajador. Para mí ya es un trabajo cuando pienso a decir: “Puta la huéa, tengo show”, jajaja. Ya es un trabajo cuando tengo que preparar las cosas, cuando sé que la gente que vino a ver mi show ya lo vio probablemente en Viña; tengo que tratar de mantener ese mismo nivel, esa calidad, de chiste. He tenido que trabajar aún más.

Uno tiene que profesionalizar su espectáculo. Ya estoy cada vez más profesionalizado. Este año ya no tengo pensado actuar en bares, solamente en teatros y casinos; por lo menos ya no me quedaré tomando (copete) con el dueño, JAJAJA. La Fran ya es la productora del show, entonces se encarga de todo; no hago yo el acuerdo con el teatro o el casino. Se ve mucho más profesional así. Ahora también tendremos un número de empresa, donde llegarán todos los mensajes y contrataciones. Me preocupo harto del outfit. Tengo un sonidista que ve el audio. Me preocupo de subir buenas fotos y reels, para que la gente no me vea como el chistoso en el asado del domingo, soy comediante. Hay un trabajo, harto, para esto.

Todavía me falta crecer como comediante. Me gustan mucho los comediantes que generan momentos, que su show no es una línea solamente, que haya momentos de silencio y de mucha risa, que sea de verdad un show, no un cuenta chistes. Eso me gustaría trabajarlo aún más... Ahora estoy experimentando con algunas cositas, están funcionando, pero me gustaría que sea mucho más mucho pulcro y limpio. Es difícil manejar los silencios, que no te gane la ansiedad de tirar un chiste. Lo he trabajado. La gente está y paga una entrada para verte, te espera, no es que habrá un silencio de un minuto y te pifiará; la gente pagó, no es un festival o un evento masivo. Me he ido tranquilizando. Lo mismo que las interacciones (con el público), no todas son chistosas, y está bien; hay que reconocerlo. Hay momentos en que las rutinas son muy chistosas, y otros que no, porque la persona no quiere hablar o uno no encontró nada chistoso en el diálogo. Está bien. Puede pasar con los chistes también.

Soy el fotógrafo oficial de la Fran en Arsmate (plataforma en que sube atrevido contenido)... y ojalá que no me cambie nunca, jajaja. Si veo que pide currículum, termino con ella, jaja. Soy su fotógrafo oficial y la apoyaré en todo.

Nos casaremos este año, está fijo. No hay una fecha clara todavía, pero será este año. No es de cagao, pero su familia es de Coyhaique y la mía de Vicuña, y lo haremos en Santiago, así que “oh, mala suerte, no van a llegar todos”. Más encima somos de familia acotada y de pocos amigos. Haremos un evento un poco más chico de lo que, quizá, sería otra boda.

Mis bien amigos de la comedia son Pedro (Ruminot), Claudio (Michaux), Edo (Caroe) e Iván (Cabello), con ellos converso harto y son mis amigos. Pedro es mi arrendador. Se dio porque estaba buscando departamento y llegamos a uno donde había manchas de sangre, en la pared y el piso, y dije: “Mi amor, es la única opción, nos quedamos acá nomás. Sí, un homicidio, se entiende (el temor), pero ya fue; nos es que vaya a haber uno de nuevo”... Ahí me llamó Pedro, de la nada, y me dijo: “Justo se desocupó un departamento, ¿todavía estás buscando?”. No era necesario ni verlo, le contesté al tiro que sí.

No sé si me siento un personaje de Vicuña tipo Gabriela Mistral... Sería bonito, jajaj, pero no me puedo comparar con Gabriela. Fue tan épico lo que hizo Gabriela que me cuesta... tendría que escribir uno o dos libros. No sé si la gente me tenga cariño, espero que sí. Una vez se molestaron, aunque muy pocas personas, por los chistes que conté (de Vicuña). Espero que no haya un rencor. Quiero mucho a Vicuña, mi ciudad, y soy muy agradecido de haber nacido ahí, porque es distinto a una ciudad grande. Creo que mi vida habría sido muy complicada si hubiera nacido en una ciudad grande. Es más amigable y cómoda. Desde mi discapacidad, he escuchado muchos testimonios de gente que le complica subirse al Metro o al bus; allá, en Vicuña, es todo caminando, y mi papá tenía caballo, jaja.

"Creo que mi vida habría sido muy complicada si hubiera nacido en una ciudad grande", plantea en alusión a su discapacidad. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Me gusta la vida santiaguina, porque están todas las opciones. Ese abanico es lo más interesante que hay. Me proyecto viviendo acá; creo que acá en Santiago viviré hasta que deje de ser comediante, y de ahí me voy a Valdivia a vivir, o a Coyhaique. Me encanta. A Valdivia viajaré a presentarme, iré a todas las capitales regionales, de norte a sur, durante este año y el verano del próximo, en casinos y teatros, con Oscuro. Esa es mi meta este año.

“Yo no sufro de discapacidad, yo vivo con discapacidad”, dije en mi show de Viña. Vivo esa frase. Mucha gente, cuando digo que tengo discapacidad, se apena, y a veces dicen como “oh, tú tan valiente, pudiste salir adelante”. Sí, pero como cualquier persona. Todas las personas tenemos alguna adversidad, y no por eso hay que reconocerle y aplaudirle. La persona, si quiere vivir su vida, tiene que superar miles de obstáculos; para mí fueron obstáculos nomás. Hubo muchas cosas que dije en Viña que nunca pensé que generarían revuelo, como el “oscuro” o “el temblor”. Y esa frase salió mucho en los medios, y tampoco lo pensé. Solamente era meter un poco de activismo en el chiste.

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido comediante o contador, quizá habría sido sicólogo, algo más con las ciencias sociales.

En mi época de contador, cuando trabajé en la Municipalidad de Vicuña, estuve un año con un amigo, Nacho, que me hizo muy fácil estar ahí. Siempre fui tímido, pero con él me desarrollaba más (para tirar la talla). Nacho me incentivó: “¿Y si vas a este show?”, me decía. Yo en ese tiempo escuchaba El sentido del humor y el podcast de Claudio (Michaux). Fuimos a shows y él me acompañaba. Fue muy apoyador. No se me había ocurrido antes, era un fan de la comedia nomás.

Un apodo es que en Vicuña me dicen harto “Gancho”, porque contaba payas. Era “el ganchito”. Y en el colegio me decían “Huachimingo” (personaje de 31 Minutos); nunca entendí porque me decían “Huachimingo”, pero así me decían.

Un sueño pendiente es casarme, es el más pronto.

Una cábala es el beso a mi polola antes de cada show.

Una frase favorita mía es “Oscuro” (leer en el tono del chiste de Viña).

De sus días como auditor, Luis recuerda el papel clave que jugó un amigo suyo para hacer su primer show. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Una comida favorita es el lomo saltado.

Un trabajo mío que no se sabe fue en la feria vendiendo choclos, en Vicuña.

Un cantante favorito es Bad Bunny, las cancione “Callaita” y “Dákiti”.

Mi primer sueldo lo gasté en una tele. No me pagaron los primeros dos meses, entonces al tercero se habían juntado, era mucha plata para mí, entonces dije “ya, una tele”.

Un hobby oculto son las zapatillas, tengo hartas. Empecé hace poco, estoy muy metido ahí.

Un comediante que admiro es el Edo (Caroe) y Pedro (Ruminot), su humor y cómo son en persona; y a Felipe (Avello) también. Son increíbles los tres porque, como personas, creo que son incluso mejores que como comediantes, y ya como comediantes son muy güenos; pero en persona son espectaculares.

¿Un talento oculto?... No hay nada que haga bien excepto de la comedia, jaja.

El comediante admite que tiene una debilidad con las películas de caballos, que siempre termina llorando. Foto: Juan Farias / La Cuarta

Todas las películas que tiene que ver con caballos me hacen llorar. No sé por qué, pero me dan mucha pena. Había una de un caballo que fue a la Primera Guerra Mundial y me hace llorar mucho. Un día la pusieron en el bus y lloré todo el viaje: War Horse. Era del familiar de una niña chica, y este hueón vendió el caballo, y se fue a la guerra, y después de muchos años vuelve donde la niña... ¡Oh, la hueá triste!”.

Si pudiera tener un superpoder sería abrir las manos, jajaja.

Un placer culpable es el helado de chocolate con brownie.

Si pudiera invitar a tres personas de la Historia a un asado, una sería el caballo de la película, jajajaja... ¿Quién más? Chupete Suazo. Y el parrillero de los videos, Jorgito Parrillero, alguien tiene que prepararlo.

Creo en el horóscopo, medio que sí. Soy Acuario, ascendente en... no, te cachai, jaja.

Lucho Miranda es un comediante, jajaja.

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