Con dichos de señora heredados de su abuelita, la mesa del pellejo y la “ensalada” de papas mayo, el standupero llegó este año al Festival de Olmué para marcar un antes y después en su carrera. Ya con el corazón del público ganado, hoy por hoy está cumpliendo otro de sus sueños: ser parte de un programa de humor, El Antídoto, donde es guionista junto a Luis Slimming y Héctor Romero, quienes son sus compañeros de podcast El Sentido del Humor. El llamado Coronel está partiendo de cero, creando una nueva rutina, puliéndola, probando en bares y quizás algún día la lleve a Viña del Mar, pero por ahora la Quinta Vergara no está en sus planes, menos después de la casería de brujas a su amigo Don Comedia.
El 2024 de Marcelo “Coronel” Valverde comenzó con su triunfo en el Festival del Huaso de Olmué, una presentación que sintió lenta los primeros minutos, pero que se puede catalogar como la obra cúlmine de una larga trayectoria que comenzó en Arica, cuando solo era un niño que veía SQP y se reía a carcajadas con las pampiroladas de Felipe Avello. El mismo que un día se dio cuenta que podía escribir chistes porque el humor era su forma de comunicarse con el mundo... y de refugiarse de él también.
Hoy el comediante tiene un exitoso podcast llamado El Sentido del Humor, creado en la productora del mismo nombre que comparte junto a Héctor Romero y Luis Slimming. No solo eso, el viernes 15 de marzo debuta en El Antídoto, el nuevo programa de Fabrizio Copano en Mega, donde ejerce como guionista y creativo. “Este era el sueño de los tres de chicos, tener un programa de humor con todas las referencia que nos gustaban de los lates gringos, sketchs, y poder ejecutarlo con gente que admiramos”, señaló el standupero que, tras pisar El Patagual, está empezando de nuevo, creando una nueva rutina, puliéndola, probándola en bares. Y quizás algún día la lleve al Festival de Viña del Mar.
En conversación con La Cuarta, no puede evitar encontrarle el lado chistoso a todo aún hablando de política o de su abuelita Berta que falleció cuando él tenía 22 años. Y aunque ese tipo de recuerdos lo lleva a considerar que estar en modo serio lo pone medio emotivo, nunca deja de lado las bromas.
“La otra vez traté de hacer el Mickey Mouse, casualidades de la vida, te juro que nunca había tratado de hacerlo. Tuvimos reunión con el Héctor y Luis en la noche, por zoom, y yo estaba acostado en la cama, entonces me dijeron ‘ya, vas a hacer un Mickey Mouse’, y traté de levantar el poto y me dolió la espalda, no hubo caso, pero lo intenté, que no se diga que no lo intenté”, reveló entre risas.
LA FIRME CON MARCELO VALVERDE
Soy bien casero, bien de familia. En el colegio nunca fui de juntarme con los amigos en un casa, pasar la tarde allá o llegar en la noche. Menos salir a la calle a jugar con los cabros de la población. Yo creo que por eso me dedico a esto. En vez de ver a los futbolistas veía la tele, Los Simpson, y los programas de humor. De chico me veía trabajando en eso.
Mi familia era muy matriarcal, mi abuela era muy importante, me crié con ella porque vivíamos todos en la misma casa. Era mi amiga, vivió un millón de cosas y me las contaba. Yo era el que la acompañaba a comprar. En Navidad pedía un crédito e íbamos 20 veces al centro para comprarle regalos a todos. Nos íbamos a tomar un jugo, comíamos churrascos, éramos muy partners. Tomé de ella varias frases, mi hermano me mandó un fragmento de Olmué y me dijo: “En este momento exacto mi abuelita se apoderó de ti”, cuando de la nada le digo a una persona del público “no le haga juicio”. Una vez en un show en Quilpué había una señora igual a mi abuelita y le empecé a hacer el show a ella. Me gustaría hacer una serie sobre ella, hay algo que tengo pendiente ahí para darle el lugar que merece. Ella es trascendental en mi historia.
Mi hermano tiene siete años más que yo y se llevó la parte de la sobreprotección de mi papá, así que me empujó a hacer cosas. Me decía: “sal a jugar, la vas a pasar bien, no te vas a arrepentir”. Por ejemplo, en la playa yo siempre estaba conversando con mis tías, mientras mis primos jugaban, y mi hermano me decía “anda a jugar”, y yo iba y la pasaba súper bien. Hacía esas cosas para que me soltara y funcionó porque tenemos la misma personalidad, pero yo soy mucho más abierto. Tengo menos miedo a hacer cosas, si salen mal da lo mismo, pero me aventuro.
A mi hermano y a mí nos gustaba la Zona de Contacto de El Mercurio, cuando tenía 12 años vinimos a Santiago y en vez de ir a Fantasilandia o el MIM, yo quería ir a El Mercurio, a las oficinas. No fuimos, pero sí conocimos a la gente. De hecho mi hermano alcanzó a escribir una nota para Zona de Contacto. Esos eran nuestros héroes, los columnistas en vez de los Avengers.
De chico me gustaba escribir entonces, cuando salieron los blogs me di cuenta de que cualquiera podía escribir algo. Ese fue el inicio de escribir cosas chistosas, tener likes. Y si está la posibilidad hacer algo, voy con todo. La gente dice “es caro”, pero yo vengo de una escuela más punky, más de “hazlo tu mismo” y por eso mis dos grandes referencias son Art Attack y el punk. Una vez hice un programa con un lavalier, lo pasábamos entre los tres, se escuchaba como el hoyo, pero estaba chistoso, así que lo subimos.
A diferencia de otras personas que solo les gusta el stand up, a mí me gusta la comedia en general, el cine, las series, los dramas. Mi forma de comunicarme es desde la comedia, de chico era la forma de relacionarme con mi familia, mi papá era el único sensible. Mi mamá no es tan de piel, es más de tirar el chiste, yo me acostaba con ella a ver la tele y me hacía cariño con los pies, no era de decir “mi amorcito, cochito”. Mi hermano también es frío, malo para decir “te quiero” o abrazar. Es más de tirarte chistes.
Mi refugio es el humor, para decir lo que pienso, lo que siento y para no herir a nadie, para no confrontar a alguien, mejor me lo guardo y después lo tiro como talla. Desde chico fue una herramienta hasta para decirle a una niña que me gustaba, o si me caía mal también, buscaba el momento para tirar el chiste pesado, pero que se entendiera lo que quería decir. Me cuesta hablar en serio, siempre lloro cuando tengo que hablar en serio.
Nunca me consideré punk solo por ser muy purista, no puedo ser anarquista individualista si vivo en una sociedad y consumo cosas capitalistas. Después llegué a la universidad y en la movilización del 2011 conocí gente que participaba políticamente. Caché que estaba el Frente de Estudiantes Libertarios, un rama de otra organización que tenían trabajo sindical comunitario en campamentos y yo dije: “ahí quiero participar”. En ese tiempo pasaba en la universidad, en marchas, en reuniones, en campamentos, iba a ayudar gente. Fue mucha pega, era bonito, pero es raro porque a la vez hacía standup y escribía columnas de chistes. Era como Hanna Montana.
No me veo en política, me pasó un poco lo de Irina Karamanos, ella venía de los movimientos feministas, de esa lucha, y llegó al mainstream de la política, donde tienes que hacer consensos, cuidar lo que dice y yo creo que se espantó. A mí me pasó un poco lo mismo, es como ser una banda under, pero todos queremos llegar arriba... y cuando llegas, tienes que abandonar lo que eras. Es fome esa paradoja. Obvio que sí puedo participar de eventos, lo hago; si en el programa puedo plantear cosas, lo trato de hacer. Pero participar políticamente no, es muy ingrato, la gente dice que los políticos no trabajan nada y se forran, pero yo tengo un montón de amigos que sí se quedaron militando y hoy trabajan en cargos públicos y ganan súper poco y trabajan caleta porque de verdad tienen vocación de servicio.
Impartí un taller de stand up sin haber hecho stand up. Eso fue cuando vi que en Santiago cualquier persona que tuviera ganas de contar chistes podía subirse a un escenario. En Arica no había nada, yo había hecho un par de presentaciones en la universidad e hice el curso detallando que sería de guion, puesta en escena, hablar en público, solución de conflictos, pensamiento divergente, cosas que había estudiado de la psicología, herramientas que te podrían servir para hacer stand up comedy. La mayoría de los alumnos no siguió, a excepción de un cabro, después juntos hicimos una segunda versión del taller impartido por los dos y se sumaron tres o cuatro personas, y hasta el día de hoy sigue. Siento que igual ayudé a impulsar algo que continuó.
Cuando me vine a vivir a Santiago, pasé del aeropuerto a mi primer show, y tenía un condón con marihuana metido en el calzoncillo, con scotch, como un ovoide pero por fuera. En el show me acordé porque no alcancé a cambiarme de ropa, entonces para terminar, dije que como vengo de Arica, cualquier cosita que quieran… y saqué el condón para rematar.
Coronel Valverde nació antes de venirme a Santiago. Conocí a Cristóbal Briceño (vocalista de Ases Falsos) por un show que organicé y se quedó en mi casa unos días. Hicimos buenas migas, y cuando volvió a Santiago, le comentó a su banda que me había conocido y uno de sus amigos le dijo que Marcelo Valverde suena como un enemigo de El Zorro, como el Coronel Marcelo Valverde. Hice algunos eventos con este personaje, armé unos chistecitos, salía con un terno negro y un corbatín plateado. Yo nunca en mi vida había tenido un apodo, pero me sirve porque en mi familia me dicen Marcelo y la gente en la calle “wena Coronel”. Y lo tomé porque mi abuela pinochetista quería que todos sus nietos fueran uniformados, casi todos mis primos son PDI, Carabineros, militares y yo salí psicólogo, pero ahora soy coronel y ninguno de mis primos ha llegado a ese cargo.
He tenido un lindo camino en el humor. Siempre he sido malo para pedir favores, mi mamá es muy de “en lo ajeno reina la desgracia”, no le gustaba ni siquiera que usara la ropa de mi hermano. Entonces me cuesta decir “te puedo telonear”. Una sola vez lo hice y fue con Lucas Espinosa, en un show en el que iba a estar Avello y Ruminot. Avello no llegó y lo reemplacé y fue un muy buen show: improvisé, me moví muy bien y Pedro me dijo: “oye, cuánto tiempo llevas actuando”, y yo le dije que como un año, y me dice: “no, imposible, esas cosas que hiciste no es de una persona que lleva un año”. Ha sido el piropo más lindo que me han hecho en la comedia. Ese mismo día Pedro me invitó a telonearlo a su próximo show, y a la semana siguiente me llamó Avello. Después conocí a Fabrizio (Copano), luego me presentó a Luchito, Luchito me presentó a Héctor, y así se me han ido abriendo las puertas.
Con Altoyoyo (standupero) empezamos a abrir los shows de Felipe Avello, después hicimos shows los tres juntos, miro para atrás y fue brígido porque ahora Felipe llena el Nescafé todos los fines de semana. En ese momento fue súper humilde de su parte. Luego seguí mi propio camino, pero la amistad con Felipe se mantuvo y como yo necesitaba trabajar, me empezó a pedir de a poquito si quería cuidar su perro Travieso. Todos los días lo llevaba en taxi para que pudiera correr en el Parque Bicentenario en Vitacura, también lo llevaba a los show porque tenía una pequeña participación, o a veces él viajaba dos o tres días y yo me quedaba con Travieso. Fue un bonito período, conocí al Felipe humano, la persona detrás del personaje. Siempre dicen “no conozcas tu ídolo”, pero fue todo lo contrario, pude aprender de él, verlo sensible… él y Pedro me apoyaron en un momento en que yo estaba mal anímicamente. Después los tres hicimos un taller de comedia, pero con El sentido del humor le dije: “pucha, no voy poder seguir trabajando contigo”, y a Felipe le empezó a ir la raja.
Lo que vi de Felipe es que es una persona muy introvertida, muy cariñoso, muy de cuidar a su gente. Cuando sólo tenía show en la noche, en el día estaba acostado en pijama leyendo. En ese tiempo además estaba la posibilidad de que escribiera un libro, al final no se concretó, pero leía sus columnas antiguas para ver qué podía rescatar, tenía un cuaderno donde escribía los shows del mes, las clases en inglés, empezó a entrenar, tenía muy poco contacto social, trabajaba, leía y veía películas. De vez en cuando salía con alguien, así conoció a su esposa, pero ese era su mundo.
Felipe me dejó como enseñanza que todo puede servir para hacer humor, todas tus experiencias, a veces íbamos a comprar al supermercado, pasaba algo y después en la noche lo contaba de manera chistosa, y la gente cagada de la risa. La sinceridad al momento es un recurso cómico, decir lo que de verdad uno piensa, eso que uno no diría en ningún otro contexto. La necesidad de nutrirse de leer, de aprender, de tener referencias. La lealtad, el cuidar a los amigos, pensé que no lo encontraría en la comedia porque es algo muy solitario, pero con él lo viví. Y la reinvención, meter cosas en los shows, música, baile, vestuario. Lo que pude haber aprendido en cuatro años, lo aprendí en seis meses con él. Dedicar tu vida a la comedia es la única forma de destacar y ser realmente bueno, y cuando lo viví in situ con él dije “¡ah, esto es!”.
Si hay alguien que le copia a Avello, soy yo. Me quedó mucho de él, incluso de verlo de chico. Yo veía SQP con mi mamá, el primer show que vi fue uno de Avello en el Teatro Alcalá, fui con mi mamá y mi papá. Los humoristas tienen sus referentes y la gente lo dice en redes, Avello, Fabrizio (Copano) o Edo Caroe si hiciste un humor más negro; si eres mujer, Natalia Valdebenito si dijiste algo con discurso, pero si eres ordinaria la Chiqui Aguayo. Creo que la mejor etapa de Avello es ahora, quiero llegar eso. De hecho, estoy tratando de ver qué puedo hacer para llegar a eso sin que se note que le estoy copiando.
Me da un poco de lata que después de Olmué quedé con la sensación de que fueron lentos los primeros cinco minutos. Es algo que me han comentado, auto petrolero decían algunos. Yo sabía que era una parte de la rutina que había un chiste bueno, un chiste piola, un chiste bueno, un chiste piola; yo me escuchaba bien, para la tele se escuchaba bien, pero el público todavía no estaba escuchando bien y se perdieron un par de cositas que eran importantes para que la gente pudiera cerrar el chiste, yo mismo todavía no me enfocaba a quién hablarle. Después ya llegando a lo de la mesa de los adultos y del pellejo sabía que iba a agarrar vuelo. Me da lata que mucha gente va a empezar a ver la rutina en YouTube y va a salirse antes de que se ponga buena. Tampoco me estaban pifiando, solo que partió lento y me noto nervioso. La espinita está todavía y voy a tener que ir a otro festival para sacarla.
A veces uno se genera la presión por hablarlo, porque no era tema, pero Luchito tiene la culpa de todo. Cuando me voy bajando del escenario, estaba mi esposa esperándome, pero aparece Héctor y me abraza primero que ella, luego aparece Luis y me abrazan los dos, y después me llevan a la conferencia de prensa y no alcanzo a abrazarla hasta que llegamos al camarín. Pero en el abrazo de los tres, Luchito lo primero que me dice es “Wena, salió buena, puta estuvo complicado al comienzo pero todo bien”, y ahí yo dije: “¡¿Qué?! ¿Qué pasó?”. Me quedé pensando en eso todo el rato, por eso llegué a la casa altiro a ver la rutina.
No manejo bien la presión, casa de herrero cuchillo de palo. Ser psicólogo me sirve para darme cuenta de ciertas cosas, esto es estrés, esto es ansiedad, pero eso no significa que te vas a mejorar, tienes que ir a otro sicólogo o siquiatra que te de pastillas. Yo soy una persona bien relajada en el día a día, no me afectan tanto las cosas, sigo para delante igual, pero mi cuerpo sí lo reciente, en momentos de estrés me ataca el cuello, me enfermo. En la Teletón perdí la voz y en Olmué me pasó lo del bruxismo, tomé pastillas para la ansiedad. Además sufro de déficit atencional severo, he aprendido a tener más herramientas para manejarlo, pero todavía no quiero llegar al punto de tomar pastillas, pero sí me afecta. El peak de entusiasmo con un proyecto me dura muy poco, a veces he llegado llorando a shows porque me pasan un montón de cosas antes.
La diferencia entre el stand up en un bar versus hacer una rutina en un festival televisado, es que tienes que cuidar qué cosas vas a decir, pensar más en el público que en ti. En el bar se da más la posibilidad de jugar en lo que a uno le interesa hablar, y si no funciona no lo cuentas de nuevo, pero en la rutina televisada o festivales uno va a hacer su pega, a entretener, se esperan ciertas cosas de ti, entonces no es el momento de ser ni transgresor, ni ser el que incomodó. Es hacer reír y eso tiene que funcionar. Ahora, si podí meter otras cositas, temas que me interesan, opiniones, mejor, pero en el bar tienes la posibilidad de pasarte, darte cuenta y devolverte. Es el espacio más cómodo, más íntimo, más personal y los festivales son el resultado de esos años de probar, equivocarse, aprender y mejorar. Y de ahí empezar de cero, ahora estoy en esa.
Con Luchito hablamos de que yo planteo los chistes de manera más amigable, por ejemplo, yo también hice chistes de cuando falleció el expresidente, pero súper bien blindados, siempre trato de escudarme, pavimentar todo el camino para que la gente llegue al chiste y no se ofenda antes, trato de ser cuidadoso con las palabras, lo peor para el humor es que la gente no alcance a escuchar el chiste, que se espante antes y no te den la oportunidad de escucharlo, y si la gente se rió con el chiste, jodió, si te reíste no puedes reclamar.
Estábamos almorzando con Luchito y Héctor, escribiendo chistes, y de repente me meto al celular y dije “Oh, murió Piñera”, Luchito dice “¿Miguel?, ¿José?”, y yo le dije “no, Sebastián”, y no me creían. Empezamos a ver cosas alrededor que pudieran dar para chistes, no hacer chistes en ese momento, y Héctor tuiteó algo como “la última piñericosa”, y el mismo Luchito le dijo “oye, baja eso desubicado, cómo se te ocurre”. Obviamente los chistes estaban, es nuestro trabajo ver “pasó esta situación, todo esto se puede hacer”. Ahora, está en nuestro criterio qué decir, dónde decirlo y con quién decirlo, pero los chistes siempre van a estar.
Lo que pasó con Luchito y las personas que se molestaron con su rutina en Viña es el riesgo de hacer humor y mencionar personajes públicos. En mi caso, Jordan 23 y Rigeo se lo tomaron bien. Pero claramente hay un animadversión con Luchito de ciertos personajes de la farándula y de la televisión, creo que por su rol en El Purgatorio, que es un formato que se usa en la comedia, se llama roast y es hacer chistes sobre la biografía de una persona, con esa persona presente. A los personajes se les preguntaba sobre qué se podía hacer chistes y además se les pagaba, era un juego del que todos eran parte. Sin embargo, después se generó esta mala onda que perjudicó a Luchito. Pero como le fue tan bien en Viña, y nadie lo puede negar, empezaron a buscarle por otro lado. Pero sabes, al final tiene seis millones de reproducciones en la rutina, toda la gente lo celebró, fue el mejor evaluado después de Andrea Bocelli, peak de sintonía; versus un par de panelistas que se agarran de algo para seguir teniendo de qué hablar, y uno que otro medio que se agarra de esa noticia porque obviamente el clic es el que sostiene todo, ¡entonces es un pelo de la cola! Para Luchito su mejor postura es no pescar, pero da lata que empañen algo bonito y que lata que el trabajo de estas personas sea empañar algo bonito. Nosotros tenemos que defendernos en el escenario.
Yo le dije a Luchito, “fuiste a Olmué, Viña, en ambas la rompiste, eso te da trabajo todo el año”, entre medio dio entrevista, salieron titulares, pero eso no fue lo que le sumó público, ser un buen comediante es lo que le da el crédito. Pedro (Ruminot) dijo en algún momento “tengo que decidir si soy un comediante o figura de la tele” y después no dio más entrevistas.
Con esto mismo que estamos hablando, menos ganas tengo de ir a Viña. Reafirmo que quiero trabajar en mi rutina, que quede buena, buena; y si esa rutina calza con lo que buscan para los festivales, bacán, pero no quiero ponerme esa presión de escribir pensando en el festival porque de verdad es otra pega.
Creo que lamentablemente en Chile el humorista tiene que estar preparado para las pifias, no se cómo será en otros países. Acá tienes dos caminos, preparas una rutina para esos escenarios y te enfrentas a lo que tenga que pasar, o dejas de aceptar los festivales. Puedes hacer la gran Pastelito, que hacía dos chistes y salía para adelante, porque tienes que mantener al público metido en la rutina. Por ejemplo, a Diego Urrutia le va muy bien en región porque tiene las herramientas: canta, baila, hace participar al público, hace chistes cercanos. Él estructuró su rutina para que funcione en esos escenarios y es admirable, pero la pifia siempre es una posibilidad.
Alguien decía que ojalá no existiera el monstruo, pero lamentablemente es algo que ya existe, es difícil que se saque, es la masa funcionando por inercia, somos mucha gente y si algo no nos gusta, pifiamos. Tiene la libertad de echar abajo un show, ojalá no pasara, pero esas son las reglas del juego. El Festival de Viña puede acabar con tu carrera o catapultarla muy alto. Como todo en la vida, mientras mayor es el beneficio mayor es el costo.
CUESTIONARIO POP
Admiro a mi papá porque es una persona que de verdad la tuvo difícil. Se fue de su casa joven, era del sur, se las rebuscó, llegó a Santiago, después a Iquique, conoció a mi mamá, terminó sus estudios, sacó a su familia delante, volvió a tener problemas con los negocios y partió de cero, sostuvo a la familia hasta que tuvo una depresión. Se reinventó a los 50 y tantos, retomó el karate logró ser cinturón negro a los 64. Es una persona que tiene más energía y ganas de hacer las cosas que yo mismo. Además es cariñoso, a pesar de lo difícil que le tocó en la infancia, no ha perdido eso de ser sensible y preocupado.
El humor para mi es como una fuerza incontrolable, es un mecanismo de defensa para relacionarte con el resto pero a la vez un buen catalizador para enfrentar la vida. Es la mejor forma de comunicar las cosas, en mi caso es un pilar fundamental para vivir, para expresarme, defenderme, refugiarme cuando estoy triste, y como ciudadanos nos permite recibir la vida de mejor forma. El humor es lo que nos mantiene vivos.
Lo más difícil de ser comediante es creérsela. Nos cuesta darnos cuenta cuando lo logramos, muchas veces no llega ese momento. Y quienes sienten que lo lograron, a veces no siguen avanzando. Además, después de algo importante siempre vuelves a cero, eso es súper difícil, no es como las bandas que con una sola canción buena pueden hacer una gira toda la vida, en cambio con un chiste bueno no.
Lo más satisfactorio de ser humorista es la risa de la gente, los chistes que funcionan, escribir algo y que gente que no conozcas se ría. También escribir algo, que se vaya a producción, que lo editen, que lo monten, verlo y que tenga igual resultado.
Mi sueño como comediante es dirigir una serie. Ojalá escribirla, actuarla, me gustan las series mas serias, como humor negro, cosas que podría decir la gente en la vida real pero más cómico. Hay varios humoristas que toman sus rutinas de stand up y lo llevan a la ficción, eso me gustaría hacer. Y obviamente me gustaría ir al Festival de Viña y madurar como comediante para lanzar un especial, verme y decir “oh la weá buena”, no ha pasado, con Olmué no me pasa, por ejemplo.
Si no hubiera sido humorista, me hubiese gustado ser creativo de agencia de publicidad, pero ahora que crecí me di cuenta que no valía la pena. Así que guionista o director, o trabajar en la tele como productor, creativo, el niño iPad me dice mi esposa.
He tenido la maldición de cumplir muchos de mis sueños, y digo maldición porque los sueños son los que te mantienen motivado, cuando los cumple dices “y ahora qué”. Uno de mis sueños era hacer una productora de comedia y la tengo; otro era escribir guiones y lo hago. Trabajar para la tele y lo estamos haciendo. Mi sueño ahora es tener una casa con patio con pasto, un sueño difícil de lograr, y hacer ficción.
Soy cero cabalero, pero una media cochina es que antes de actuar no me gusta estar tan limpio, es bañarme o lavarme los dientes. Porque sino siento que quedo demasiado inocuo, entonces me gusta sentirme sucio, siento que es más natural.
Mi frase favorita es “ándate cabrito”.
Mi comida favorita son los fideos al pesto con lomo, en los restaurantes tengo que mezclar dos platos, en mi familia lo cocinaban así. También me gusta la reineta frita con papas mayo, arroz y ensalada a la chilena.
Tengo una picada en el Open Kennedy, Mesón del Marinero, donde puedes pedir un plato y vienen dos pedazos de pescado, pedí un arroz y una papa mayo, te sale como 30 lucas pero comen dos personas. Las papas mayo son exquisitas, y cuando las pides te dicen “viene con zanahoria y arveja”, ahí se me ocurrió el chiste de que la papa mayo se reinventó.
He trabajado poco en la vida. He sido psicólogo, community manager de una red de diarios regional, cuidador de Travieso, y un par de cosas en el INE, haciendo encuestas para tener lucas suficientes para estar en Santiago.
Con mi primer sueldo compré un celular y un notebook, pero le pedí a mi mamá que lo comprara con tarjeta de crédito. Ambas cosas se me rompieron. El celular me debe haber durado seis meses y el notebook lo reventé, se me cayó, me lo devolvieron arreglado y me pasó lo mismo. Después en Santiago me compré otro y me senté arriba al segundo día.
No me arrepiento de nada. Soy muy de esa frase que cada cosa que pasaste en la vida te llevó a este momento, entonces he vivido cosas muy malas pero las enfrenté de la mejor forma y me han llevado a estar aquí. Solo me arrepiento si alguna vez le hice daño a alguien sin darme cuenta.
Soy bien ecléctico para escuchar música, pero me gusta la música que tiene harta letra, y chistosas. El punk rock, el trap, el reggaetón. Me gusta El Cuarteto de Nos, Ases Falsos, el Duki, Trueno. Siempre me ha gustado el hueveo, por eso me gusta el Ska, la murga, la pachanga, las letras creativas.
Tengo poquitos talentos, y los que tengo los he mostrado. Podría decir que toco un poquito de bajo y guitarra, pero muy nada, si busco unos acordes los saco rápido, pero más que eso, cero talento oculto.
El humorista que admiro es Felipe Avello.
Pa’ lo bueno que soy pa’ llorar, soy malo pa’ llorar por las películas. Garden State me genera eso. Y mis películas favoritas son las de Volver al Futuro y Forrest Gump.
No creo en el horóscopo. Es una tontera creer que los astros rigen a toda la gente que nació entre un día y otro, y más encima se dieron cuenta después que estaban equivocados y los cambiaron, y apareció Ofiuco.
El superpoder que no me gustaría tener es el de leer las mentes, escuchar lo que la gente piensa, es lo peor para una persona como yo que trata de caer bien. Sí me gustaría volar, me gusta cuando uno va en el auto en la carretera y ve los pajaritos, qué bacán tener esa sensación de volar por el aire.
La comida en exceso, descontrolada, es mi placer culpable. Me puedo pedir una energética grande, un café, una empanada y un budín solo para esperar el pedido real.
Si pudiera invitar a tres personas a un asado serían Johnny Cash, Felipe Avello y mi abuelita. Johnny tiene hartas cosas que contar, es profundo, me gusta mucho; ellos son mis tres ídolos de la vida.
Marcelo Valverde es un una persona que tuvo el don de poder cumplir sus sueños de niño y que está disfrutando de eso en estos momentos, y es algo que muy pocos pueden hacer, por algo tengo el miedo constante de que se acabe en cualquier momento.