La conductora del Buenos días a todos (TVN) repasa su historia y carrera, aborda lo político, hace un balance de su animación en el Festival de Viña y, en el marco del Día de la Madre, analiza y comparte su vida como mamá de cinco: “Tenemos más herramientas, pero un mayor desafío de criar en un mundo mucho más rudo”, advierte.
Es martes y el matinal terminó anticipado debido a los funerales de los tres carabineros asesinados en Cañete. María Luisa Godoy Ibáñez (44), conductora del Buenos días a todos (TVN), tras una jornada marcada por esa fatal contingencia, con entrevistas a funcionarios policiales y a los diputados Maite Orsini y Álvaro Carter, cambia de switch: posa para la cámara de La Cuarta en el estudio del programa y en algunos rincones del canal público.
Luego, previo a la reunión de pauta para la jornada siguiente, ya con un atuendo más cómodo, la ahora exanimadora del Festival de Viña se sienta en una oficina de la producción para conversar, repasar su historia y presente con La Firme, desde su juventud marcada por el campo y su padre, Domingo Godoy, de los fundadores del ya desaparecido Partido Nacional; pasando por sus inicios periodísticos como reportera en La Moneda; y luego su salto hacia lo misceláneo y la entretención, asumiendo la conducción del matinal Gente como tú (CHV), y más adelante las animaciones de los festivales de Olmué, Dichato y Talca, siendo los grandes anticipos para lo que serían sus tres ediciones —junto a Martín Cárcamo y Pancho Saavedra— en la Quinta Vergara.
Sin embargo, basta hablar un poco con ella, o simplemente revisar a la rápida sus redes sociales, para saber dónde está su gran foco. La conductora suele compartir registros de sus panoramas con sus dos hijas mayores, Violeta y Jacinta, en los conciertos de Los Bunkers o Karol G; los regaloneos de los dos más pequeños, Ignacio y Domingo; las sesiones de lectura con sus cinco retoños reunidos en la biblioteca del hogar; y alguna escapada romántica con su marido, el abogado Ignacio Rivadeneira. En el marco del Día de la Madre, María Luisa se sincera, como dicta el cliché, de lo humano, lo divino y, por supuesto, lo materno.
LA FIRME CON MARÍA LUISA GODOY
Catemu, provincia de San Felipe, a lo primero que lo asocio es al campo y andando a caballo. Iba con mi papá, Domingo, y mucho con mis dos hermanos que son del matrimonio con mi mamá, Carmen Ibáñez. Es un recuerdo permanente de niña.
Mis papás tenían 38 años de diferencia. Eso me marca de hartas maneras porque era de la generación de los “abuelitos” de los papás de mi colegio. Tengo el recuerdo, mucho, de vivir asustada de que le iba a pasar algo. Además, como le vino un derrame e infarto cerebral cuando yo era muy chica, siempre sentí que se moriría cuando yo fuera chica; y no, porque mi papá se murió hace diez años... Mi papá se enfermó cuando yo todavía era muy chica, siempre tuve un temor de que le pasara algo y me dejara de acompañar. Eso fue distinto (a otras infancias). Pero mi papá era muy moderno; no tuve una educación, en ese sentido, distinta a la que podría haber tenido cualquier persona, e incluso creo que al revés: era súper progre.
Mi mamá era bien joven, era más niña, tenemos poca diferencia. No sé si es una relación tanto de mamá-hija; al revés, a ratos me río y le digo que yo era su mamá; y ella, la hija, jajaja. Y le digo que “te saltaste etapas, entonces las viviste tarde”. Dicen que uno tiene que vivir cada etapa a concho, y no saltárselas, porque en algún momento en la vida las quieres vivir... Todos en algún minuto pasamos cuentas (a las madres, en este caso), pero tenemos una súper buena relación.
Mis papás se separaron cuando tenía nueve años; me acuerdo perfecto de esa época, toda. Lo pasé mal, no creo que ningún niño no sufra cuando los papás se separan. Además es distinto cuando se separan en buena que es medios peleando, y los míos se separaron medios peleando, jajaja, no se llevaban muy bien. Mi papá se enfermó muy rápido, como en esa misma época le vino un derrame e infarto cerebral; me acuerdo que yo estaba sola con él en su casa... Siempre seré una agradecida de toda la vida y las etapas que he tenido, pero claro, fue una etapa que la miro y pienso que lo pasé más mal.
Siempre fui y soy súper guaguatera. Desde chica, que me iba a veranear a casas de amigas, y cuidaba a sus hermanos chicos, jugaba con ellos. Siempre me han entretenido mucho los niños y los panoramas de niño. Hasta el día de hoy, siempre digo: mi trabajo me encanta y todo, me apasiona, pero me entretiene mucho estar con mis hijos, independiente que —obvio— uno tiene la obligación del rol de madre. Pero el panorama con los niños me encanta: estar con ellos, jugar, hacer distintas actividades, leer y ver películas de niño; me entretiene el entorno infantil. No lo hago con esfuerzo, me gusta. Me encantan los niños, siempre me han gustado, me encanta conversar y jugar con ellos.
Mi padres son políticos, y cuando uno se compromete con la política deja de lado a su familia (dijo María Luisa en otra entrevista). No sentía la ausencia paterna, porque era ya muy viejito cuando fue papá mío; pero materna claro, yo vivía en Santiago y mi mamá en la V Región la mayor parte del tiempo; pero yo ya también ya estaba grande, como 19 años. Mi (medio)hermano Gonzalo era chico, más guagüita, y tenemos una relación muy cercana, de mucho cariño, como con todos mi hermanos obviamente, pero era más mi guagua.
Me preocupa mucho la situación que hay hoy en la política; está muy desprestigiada, pero me da miedo lo que pueda venir, la gente que vale la pena cada vez quiere entrar menos a la política (...) Me da un poco de nervio que entremos en una seguidilla de populistas”, dije en noviembre del 2015 en Algo Personal (UCV)… Y pasó un poquito eso, jajaja. Siempre he defendido la política; aunque obviamente en la tribuna que he tenido en el canal muchas veces he criticado actuares de ciertos políticos, y hay cosas que son indignantes y que es parte del periodismo emplazarlas; pero la política es muy relevante en los países, y que no se puede desprestigiar por desprestigiar, y que tienen que entrar personas que valgan la pena, que tienen las capacidades tanto humanas como intelectuales para estar ahí. Al final uno lo ve en otras naciones, que los países sí pueden retroceder muchos años de lo avanzado, si es que se cae en populismos baratos.
Quería dedicarme al periodismo informativo, conducir noticias. En un momento, Jaime de Aguirre (director ejecutivo en ese entonces) me llevó a Chilevisión y me hizo cambiar de dirección... Aunque hoy día no estoy en algo tan distinto a lo que haría en prensa, jajaja. No me cuestiono volver a mis inicios, porque siento que en el formato matinal uno aplica todo. Al revés, siempre digo que “no sé si podría hacer los matinales de hoy día si no hubiera pasado muchos años por el departamento de prensa”, porque te da un background distinto para ser matinales, que hoy día son muy informativos.
En mis tiempos de periodista en La Moneda hice buenas migas con la hoy Expresidenta, Michelle Bachelet. No nos juntamos, pero cuando nos vemos nos tenemos muchísimo cariño, y siempre. Yo tenía 26 años, cubría La Moneda en su periodo, su campaña presidencial y la conocí más en lo humano; tengo la mejor opinión y le tengo muchísimo cariño.
Han vuelto los temas de espectáculos a los matinales. Nosotros no hemos hecho farándula en el matinal, y en general no abordamos farándula; no es que no se pueda, pero depende de la forma en que se haga, el contexto y que tiene que ser justificado; pero, en general, en la televisión pública no verás un programa de farándula, por ejemplo, no ha habido nunca. En eso tenemos una diferencia con los demás matinales.
La energía que tenía para las maratones ahora la dedico a mis niños y al trabajo; ya no me da la energía para correr maratones. Esa energía la focalicé en las dos cosas. He dicho que los maratones son como la vida, que mucho está en la mente, que no basta con entrenar; igual aplico esa filosofía. La televisión, los programas y la vida en general es una maratón de largo aliento: estás cansado, te duele todo, uno quiere parar un algún momento, y le da, le da, y se mentaliza, pone cabeza... Las maratones en los últimos kilómetros son pura cabeza, más que entrenamiento. Eso es un poco la vida también.
No sé si cuando eres mamá sientes que “ya no debes demostrarle a nadie”; tal vez es la etapa en que me pilló ser mamá, que fui a los 33 de mi primera hija, y después a los 34, a los 36, a los 40 y a los 42: más que el haber sido mamá, creo que lo fui en un minuto en que ya uno es lo que es, es lo que hay y no necesitas probarle nada a nadie. Te pilla en una etapa en que uno tiene muy claro lo que es, lo que quiere y lo que va a hacer para adelante. Se conjugaron esas dos cosas y, para mí —porque en esto no hay recetas obviamente—, fue muy buena la etapa en que fui mamá... que alcancé a tener hartos (hijos), jajaja.
Violeta, la mayor, toca piano. No le exijo a mis hijos nada, excepto que sean responsables y cumplan con los deberes que tienen a su edad. Pero me gusta entregarle herramientas y que prueben cosas distintas. Para mí hay tres áreas que en la educación como mamá que son importantes: que tengan la oportunidad de tocar un instrumento, de hacer algún deporte que les apasione y de leer mucho. Le pongo mucho énfasis a esas tres cosas, porque encuentro que cualquiera te ayuda mucho en la vida frente a la adversidad; o sea, son válvulas de escape para los malos momentos... que uno sepa tocar un buen instrumento musical o lo disfruté de la música; que tengas la pasión por un deporte; o la pasión por los buenos libros. Se las inculco mucho, porque siento que después sirven tanto para la vida... Aunque yo no toco ningún instrumento, pero las otras dos sí; me hubiera encantado aprender.
Publiqué hace poco un libro de cuentos infantiles, 50 Cuentos clásicos para leer en familia (Zig-Zag, 2023). Y viene otro; no lo he anunciado todavía. Es de cuentos infantiles; no sé si puedo contar de qué todavía, pero sale este año y es muy lindo el proyecto, estoy muy contenta haciéndolo porque creo, humildemente, que será un pequeño aporte. Siempre he leído, me fascina leer. No recuerdo particularmente que de chica me leyeran cuentos, jajaja, pero me encanta leer desde siempre. Y me encanta leerles a mis hijos cuentos; les leo todos los días. Las tres mayores ahora leen, y a veces me leen a mí y a los dos más chicos les leo yo; o a veces incluso les leen a sus hermanitos. Pero tengo esa dinámica de leer todos los días con ellos, y acompañarlos antes de que se acuesten.
Los niños son lo más profundo que hay; y en esas preguntas básicas que a veces nos hacen, nos enseñan tanto. Todo el día me pasa con mis hijos, encuentro que te preguntan cosas súper profundas desde la simpleza. No se me viene a la cabeza ahora alguna, pero todo el día te están haciendo preguntas que uno termina reflexionando, como “tienen toda la razón”. Te preguntan desde una lógica mientras nosotros como adultos nos vamos complicando y enredando; y ellos tienen una simpleza para decir las cosas de una manera a veces mucho más lógica.
Cada uno de mis hijos es lo mejor que me ha pasado en la vida, con mi marido, Ignacio Rivadeneira, por supuesto. La Violeta es la hermana mayor, y cumple muy bien ese rol, porque tiene la típica personalidad de ser muy responsable, matea; pero al mismo tiempo sale mejor compañera; regula muy bien para abajo, porque es muy ordenada, bien hecha, digo yo. Después viene la “Jaci”, que es muy exquisita, muy buena, ordenadita, responsable y nos sorprende con lo divertida. La Luisa —”Luli Maluli”, le decimos— es muy chistosa y tiene más cosas de la de la tercera hija: es más impulsiva, a ratos se da espacios para ser más desordenada. Ignacio es el primer hombre después de tres mujeres; es súper regalón y trato que de que no sea tan fundido; es galán por excelencia, es súper divertido, tiene muy buen carácter; y trato de ponerle harto límite para que no crea que puede hacer lo que quiera. Y a Domingo mis hijas le dicen “la alegría a la casa”; tiene como cuatro mamás, y todos están tratando de estimularlo y entretenerlo todo el rato; es muy alegre. Todos tienen un espacio muy grande en la casa y siento que son indispensables, y cuando no estoy con ellos los echo de menos todo el rato. Es imposible que no esté pensando en ellos. Y me hacen reír muchísimo.
Una vez me criticaron en redes sociales, porque puse: “Me caen tan bien mis hijos”... “¡Ay, ¿pero cómo no si son tus hijos?!”, me respondieron un par de personas. No te tienen por qué caer bien tus hijos. Otra cosa es que uno los adore, que sea una mamá incondicional; pero a mí me caen muy bien. Lo paso tan bien con ellos que me encantan más allá de que soy mamá. Si no fuera su mamá, me caerían muy bien y me encantaría estar con ellos igual.
Todos mis hijos llegaron en mis mejores años de carrera. Se dio porque se dio nomás; me casé más vieja y no iba a postergar mi maternidad por el trabajo. Lo tenía claro. Si tenía un hijo y eso implicaba perder mi trabajo, estaba dispuesta, y por eso tuve tantos. Con los tres primeros no me tomé pre ni posnatal, sino que los traje a trabajar en general; y con los dos últimos me los tomé, seis meses con cada uno. Han sido años súper intensos, que ahora miro para atrás y digo: “Wua, no sé si lo podría volver a hacer”... Venía al matinal, daba papa a las 5 de la mañana, me venía con la Luisa a las 6 AM, todo el matinal, entre medio papa; me tenían un lugar establecido para que diera papa cuando la guagua lloraba... Miro para atrás y de verdad digo que “no sé si lo podría volver a hacer”. Pero si tengo la gran satisfacción de: “qué rico haberlo hecho”, haber podido complementar.
Agradecí mucho cuando cerré el Festival de Viña, que para mí sí ese cumplió un sueño, porque: fui la primera que se sube a la Quinta Vergara que lo anima embarazada (de cuatro meses), y además en otro año dando papa a una guagua recién nacida; porque mis dos últimos son de septiembre (Ignacio y Domingo). Sentí una cosa de agradecimiento con la televisión pública, el Canal 13, la Municipalidad de Viña y todos los involucrados, de que se cumplía un sueño. Para mí siempre ha sido un sueño que ser mamá no sea un impedimento para trabajar, y que trabajar tampoco sea un impedimento para ser mamá, si así una mujer lo quiere. Me dieron todas las facilidades y todavía queda mucho por avanzar en ese sentido. Me encantaría que no sólo me pasara a mí, sino que a todas las personas que viven en nuestro país le pudieran dar la facilidades para ser mamá y trabajar.
Cuando conté en De tú a tú (Canal 13) que Domingo tenía síndrome de Down, tomé la decisión de hablarlo en un programa que sentía que era bien cuidado, bonito y con Martín (Cárcamo), que es una persona que quiero mucho. Sentía que era un lugar. Y lo conté porque así decidimos con mi marido, y porque para nosotros todos nuestros hijos son un orgullo; y si hablaba de los otros, ¿por qué no iba a hablar de Domingo? Obviamente en el minuto que lo conté había más incertidumbre, porque no tenía ninguna certeza, nada; había que esperar a que naciera para saber exactamente cómo venía, qué era lo que tenía y gracias a Dios nació sanito y con su condición de síndrome de Down.
Cada hijo en mi vida es lo mejor que me ha pasado, por lejos. Y cada uno es el principal desafío de mi vida, el ser la mejor mamá posible para cada uno y sus necesidades. Domingo ha sido un descubrimiento y nuevo mundo de aprendizaje, de cómo ser mamá con un hijo con discapacidad; pero hasta el momento no ha sido muy distinto que con cualquier hijo. Tiene un año y medio, y de verdad que ha sido casi igual, solamente que en terapias, y los otros no necesitaron terapia; tiene terapia ocupacional, fonoaudióloga y kinesióloga. Y he aprendido mucho de la estimulación temprana, que es un tema que me fascina cada día más; y me encantaría hacer algo con ello y ayudar, como a tanta gente, a aprender a hacer estimulación temprana, porque sirve para todos los hijos, no solamente a los que tienen una condición.
Hoy día los padres tenemos más herramientas, sobre todo sicológicas; sabemos más el daño psicológico que se produce por ciertas cosas, y creo que hoy somos los papás —no más comprometidos porque cada uno en su época— mucho más presentes que antes, y mucho más conscientes del daño que se le puede provocar a los hijos con ciertas cosas. Hoy día se sabe mucho de la psicología, de lo importante del amor materno y paterno, de los primeros años de vida; incluso hoy día el daño que puede traspasarse a un hijo en el embarazo. Creo que ahí tenemos más herramientas; pero también tenemos un mayor desafío, que en el fondo es criar en un mundo mucho más rudo; es más difícil. El mundo es más violento, mucho más mucho más expuesto, lleno de estímulos; más inmediato, generaciones que están acostumbradas a un click de todo; que tienen menos capacidad de frustración por lo mismo, que quieren todo más rápido, que tienen menos paciencia... En ese sentido es mucho más mucho más difícil lograr equilibrio. Antes la vida era más tranquila, por así decirlo. Siempre ha existido la delincuencia y las drogas, pero creo que ahora es todo más rudo.
Para cultivar la paciencia con mis hijos tenemos el libro La oruga impaciente, que se los leía yo desde muy chicos. Siempre que son impacientes me río y les digo: “La oruga impaciente”... pacieeeenciiaaa (Canta), porque así era una parte del libro... Y los hago hacer mucho ejercicio y les fomento mucho, y les digo harto, la importancia de generar desde chiquititos el músculo de la fuerza de voluntad, porque creo que lo es todo: ir a trabajar es fuerza de voluntad, hacer ciertos roles de mamá es fuerza voluntad y todo en la vida se genera de una parte importante de fuerza de voluntad, y de tener paciencia para que las cosas se vayan dando. Al final, ¿qué es inmediato? Cuando un hijo tiene dificultades, hay un proceso para sacarlo adelante; ¡todo es un proceso! Y en todo hay que tener paciencia y fuerza de voluntad. Se los comento, fomento y converso mucho con ellos; pero soy una mamá muy cariñosa, súper cercana, estoy mucho, hago harta actividad con ellos y leemos harto.
Hay que ir viendo, todavía no llego a la adolescencia (de mis hijos), que es la parte más difícil; todavía estoy en la parte “Bilz y Pap” (fantasía), pues la mayor tiene once. Son todos adorables. Les hago repetir como un mantra que en la adolescencia van a ser amorosas, jajaja, tanto que las mayores me dicen: “Ay, no quiero ser preadolescente, aborrescente, qué laaata, mamá; te juro que seré súper amorosa”, jaja... Vamos a ver qué pasa, porque son tres mujeres juntas.
Al saber más (de cómo criar), tenemos más certezas al manejar más información. Lo que pasa es que nadie te garantiza nada; hay que ir caso a caso. Pero hasta el momento estoy muy contenta y llevamos una una vida familiar muy rica, de mucha paz; y para mi marido y para mí el momento del día más rico es cuando llegamos a la casa, estamos todos juntos, comemos siempre todos, conversamos mucho y los acuesto a cada uno y leemos. Me genera una profunda felicidad ese momento, y saber que llego a la casa, y que estamos ahí todos juntos. Hasta el momento ha fluido bien... Uno va teniendo imprevistos en el camino, por supuesto.
Me sacó mucho el sombrero ante la mujer chilena en general, que la realidad de la mayoría de mujeres chilenas es que son las jefas de hogar y crían solas; eso me provoca una profunda admiración, porque pucha que es distinto criar de a dos, que sacar sola a los hijos adelante. Eso sí que me daría mucho más temor, y admiro profundamente a todas las mujeres que lo hacen, y que son capaces.
Llevo siete años en el matinal, ¡cómo pasa la vida! Soy madrugadora, pero creo que igual no hay día que uno diga: “Me quedaría un ratito más en la cama”; no es que diga: “¡Wu!, ¡levantémonos a las 6 de la mañana!”, que me levantaría igual porque mis hijos se levantan casi a la misma hora para ir al colegio. Uno siempre quiere flojear un poco más, pero igual ya tengo el hábito, me despierto sola; pero me quedaría en la cama feliz un rato más.
¿Cuánto tiempo más estaría en el matinal? No lo sé, hay que vivir el día a día e ir viendo.
El Festival de Viña más desafiante fue el del estallido, el del 2020, porque día a día no se sabía si se haría; había una politización distinta; antes de que partiera el Presidente de ese minuto (Sebastián Piñera) dijo que habían encontrado acelerante en los cerros; fue un momento súper álgido. Me acuerdo que entró Ricky Martin en medio de piedrazos (camino a la Quinta Vergara). Sí, sin duda ese. Ricky Martin salvó el Festival de Viña, porque le bajó el perfil (a lo que pasaba) ante los artistas internacionales, y dijo que no, que estaba todo bien; y por eso los artistas internacionales llegaron. Pero cada noche fue un desafío en sí mismo —¡siempre!—; pero ese era un momento distinto del país, y era importante que se reactivara la industria y se volviera a cierta normalidad. Había cosas muy importantes en juego.
En el Festival de Viña 2024 lo más difícil fue dar en el tono lo que estaba pasando afuera, que eran los incendios. El vuelco fue súper importante, de que se transformara en un programa social (por los severos incendios en la región); creo que era el principal desafío.
La Karen Doggenweiler (su inminente sucesora por Mega) es una tremenda animadora, ¡y con oficio! No necesita ningún consejo profesional. Lo único que le podría decir es que sea ella. Estoy segura lo hará espectacular.
Me encanta el formato docurreality. Hice Urbanos. Siempre he dicho que es el que más me gusta. Me encantaría hacer docurrealidad, de todas maneras. Hay tantos temas que me interesan, hay que ir viendo las necesidades. Tengo una fascinación por las personas en general, por conocerlas, por qué llegan a ciertas conductas y pasan ciertas cosas... Me encanta y entretiene mucho conversar, y conocer las vidas, distintos tipos o cosas relevantes que le pasen a las personas.
Hay mucho prejuicio con la música urbana. Hay caso a caso, obviamente hay ese tipo de cosas (cultura narco-delictual), por supuesto, y por eso muchas veces se los mete a todos en un mismo saco. Por lo mismo, hay que conocer a las personas en su integridad. Por eso me gustó tanto Urbanos, porque creo que pudimos aportar un granito en que se conociera a los músicos: cómo son, el esfuerzo que hay detrás, el corazón de oro que muchos de ellos tienen y la ayuda social que muchos tienen. Lo encontré un programa súper bonito. Y también hice este programa en pandemia como docu, Héroes de Hoy (TVN).
El 2023 me regaló dos tremendos amigos: Eduardo Fuentes y Pancho Saavedra. Tengo una relación muy única con ambos. Son los dos muy distintos y han sido un tremendo regalo, porque, de verdad, me he hecho íntima amiga de los dos. Eduardo básicamente me hace reír todo el programa y nos tenemos que aguantar, porque en los matinales hay muchos temas que no son la ocasión para reírse ni mucho menos; me hace reír mucho. Pancho también me hace reír, pero con Eduardo tenemos una relación más de “bullying” cariñoso, que me hace llorar de la risa, me tira mucho chiste, nos reímos y somos grandes amigos. Y con Pancho es una relación tan cariñosa. Soy muy autosuficiente y pocas veces en la vida uno encuentra personas que son protectoras con uno, en parte por el tipo de personalidad que tengo; es muy protector conmigo, muy preocupado, muy exquisito y cariñoso. A los dos los quiero profundamente.
Soy la hermana menor y soy súper autosuficiente, orgullosa de nunca pedir ayuda... ¡Pésimo! Jajaja No tengo el síndrome de la hija regalona, para nada, al revés; yo creo que era como la más chica y “arréglatelas sola”. Pero soy así. No he aprendido a pedir ayuda, me cuesta un montón. No sé por qué, no soporto ser un cacho pal el resto, o ponerle una carga a alguien; me carga, no lo tolero, me supera. Me cuesta muchísimo pedir ayuda. Y al mismo tiempo soy muy protectora; si veo a alguien que tiene un problema, o que lo está pasando mal por algo, tengo una esencia de mamá, no sé cómo explicarlo. Si me cuentas que tienes un problema, pensaré en cómo te ayudo, cómo te protejo y apapacho, y cuidarte. Tengo la cosa de la maternidad desde chica. A veces me pasa la cuenta, pero también me gusta, y soy así. No me imagino siendo distinta. Soy muy agradecida de la vida que tengo.
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido periodista me habría gustado ser sicóloga. Me encanta la psicología y cómo cada vez más siento que es una pasión. Me imagino habiendo siendo sicóloga.
Me encantó la época universitaria (en la Universidad de Los Andes), lo pasé tan bien, porque el colegio me dio una profunda lata. Me sentí libre en la universidad, como que dependía de mí, de cuando yo quisiera ir. Fui libre, esa es la definición que daría, y me encantó, fui muy feliz. Lo pasé increíble.
Un apodo que tengo es “Mari”, todo el mundo me dice así.
Un sueño pendiente es que me gustaría vivir un tiempo en otro país con mi familia. Me gustaría irme a vivir a Europa un tiempo; si pudiera sería un sueño. Tendría que alejarme de la televisión.
Una cábala que tengo es rezar, soy muy mariana, rezo harto. Siempre en los momentos importantes, ando con alguna medallita, denario o santito. Y para los festivales, mis difuntos, jajaja; además de los rezos, los santos y las Virgencita, fotito de mis difuntos.
Una frase favorita es “vivir cada día como si fuera el último”.
Un plato favorito son los pescados y mariscos.
Un trabajo mío que no se sabe es que trabajé envolviendo regalos, siempre en las navidades, en tiendas de malls, en la que me contrataran.
Una conductora de tele que admiro y respeto es... varias, pero a la Carmen Gloria Arroyo, Karen Doggenweiler, la Diana Bolocco, la Priscilla Vargas ahora... hay muchas y buenas animadoras. Son todas muy talentosas.
Mi primer sueldo lo gasté en que invité a mi abuela al Pollo Stop.
Un cuento infantil favorito es “Las jirafas no pueden bailar”, que es, en el fondo, que cada una bailaba a su propio ritmo, y tiene que ver con la inclusión; lo encontré precioso. Tengo muchos muy favoritos, “El patito feo” también es uno. Pero si tuviera que elegir un cuento, los que tengan que ver con inclusión.
Un talento oculto es que me gusta contar chistes.
Soy súper llorona con todas las películas, con todas las que tengan algo de sensibilidad en general lloro. No diré que lloré a mares, pero incluso el fin de semana, que fui a ver Garfield al cine con los niños, me transpiraron un poco los ojitos.
No creo que en el horóscopo. Soy Piscis. Creo un poco, no es un no rotundo, pero no es que lea el horóscopo todas las semanas para ver cómo me irá. Eso sí, cuando leo la descripción de mi signo, tengo muchas cosas “Piscis”; me parecen súper asertivas.
Si pudiera tener un superpoder, a veces me gustaría parar el tiempo; todo avanza tan rápido. Todos los días me faltan dos horitas más, dos, dos. Me encantaría tener dos horitas más, parar el tiempo, alargarlo un poquito.
Un placer culpable es que amo a Chayanne; y a la “Bichota” (Karol G), me encanta, la encuentro extraordinaria, fuimos al concierto y lo pasamos muy bien con mis niñas.
Si pudiera invitar a tres personas de la Historia a un asado, una sería Gabriel Mistral, nuestra gran poeta mujer, que la admiro profundamente. A Mick Jagger, ¡de todas maneras!, porque simplemente soy su fan y es mi banda favorita (The Rolling Stones) de todos los tiempos. Y a la Reina Isabel, porque vivió las guerras mundiales, tuvo que lidiar con los más poderosos del mundo, se supo adaptar; siendo mujer finalmente fue tanto lo que aprendió y conoció, que me parecería súper atractivo tener esa mirada.
María Luisa Godoy es una persona común y corriente que lo que más ama en el mundo es su familia y que haría lo que fuera por cada uno de sus cinco hijos.