Como en los noventas, con su propio espacio deportivo, Mauricio Israel regresó a la tevé abierta a tope. Es, en esencia, el mismo: frontal, díscolo, acumulador de discusiones. Elementos que hace unas décadas lo posicionaron como el uno de la mañana. Con el diario pop, eso sí, el periodista aclara que ya no tiene la arrogancia de antes.
Antes de acabar esta entrevista, Mauricio Israel Avram —8 de septiembre de 1961, presentador y comentarista deportivo de radio y televisión, tal vez uno de los rostros más populares que presumía la pantalla chica sobre los dos mil— se definió a sí mismo en unas pocas palabras:
“Mauricio Israel —pronunció su nombre, y se detuvo dos o tres segundos antes de completar— es un tipo que a los 62 años ha vivido como tres vidas... Y va por la cuarta”.
Su vida más célebre, o al menos la que más atesora entre sus recuerdos, se puso en marcha una vez estampó su firma en Chilevisión. Al poco tiempo se ufanaba de alcanzar picos de veinte puntos de rating con un bloque deportivo, algo improbable para la época. Como también lo fue para él, desde julio de 1999, conducir Tolerancia Cero en compañía de dos “monstruos”, como evaluaba a Alejandro Guillier y Fernando Villegas. Cuando esto ocurrió, Israel devino protagonista de la grúa televisiva. Los números lo acompañaron cuando se trasladó a Mega y allí, en la mañana, mientras se encendían los televisores y la gente se preparaba para iniciar la jornada, él —de pie, diario en mano, alguna canción romántica de fondo, sin dirigirle la palabra a nadie por minutos— se las arreglaba para entretener. A las generaciones que no lo conocieron, claro, debe parecerles un fenómeno difícil de explicar. Pero Israel cultivó un estilo propio a partir de elementos que tomó prestados de la televisión argentina y eso le permitió probarse la corona del rey de la mañana. Sin embargo, al mismo tiempo que en la calle, restaurantes o donde fuera le pedían que interpretara canciones de Marco Antonio Solís, con esa misma facilidad se hacía de un importante número de detractores.
Al periodista, entonces, todo eso lo tenía sin cuidado. La tele es sin llorar, discursea.
Pero aparentemente le pasó la cuenta.
Una serie de polémicas en materia económica —Israel ha revelado que acumuló una deuda “imposible de pagar” luego de comprar propiedades con préstamos bancarios, y además no haber recibido once meses de sueldo por problemas con el IVA— le significaron perder su casa, que fue rematada, y salir de pantalla: apenas falleció Ricardo Claro, lo desvincularon de Mega. Volvió sobre sus pasos y probó en La Red, pero la suerte estaba echada a esas alturas. En tanto él buscaba cómo generar el dinero para cancelar lo que adeudaba, se esparcieron rumores como éstos: que los montos ascendían a 500 millones de pesos, que le debía a un jardinero, hasta al conserje de Mega, a amigos y familia. Cansado, resolvió dejar el país en 2008.
Y si bien retornó en 2010 para solucionar todo, inclusive formó parte del plantel de un reality show y hace unos meses saldó su deuda con Rodrigo Herrera —en sus palabras, el único con el que mantenía una obligación—, cada cierto tiempo constata que en televisión o redes sociales lo “cancelan”. La diferencia es que ahora, de regreso en la pantalla chica, les contesta a todos.
Con la segunda oportunidad que le extendió TV+ —es el conductor de Círculo central y hasta hace poco panelista de Sígueme y te sigo—, el comunicador asegura haberse retirado de la “primera línea”. Es más, parece haber hallado la pócima de la felicidad: más abajo dirá que desde hace unos meses ya no siente la hostilidad que antes. Y que con su pareja, Paola Martínez, está cumpliendo un sueño.
Aquí, la confesión de quien fue un líder de opinión, pero también un cancelado. En búsqueda de “salir por la puerta y no por la ventana”, como hace unos años, Mauricio Israel habló de todos los temas con La Cuarta. Entre otros, precisó su posición sobre la guerra entre Israel y Gaza: “De todas las trincheras donde esté, voy a luchar contra un antisemitismo que ha resurgido de una manera impresionante”.
La firme con Mauricio Israel
A mí me proponen hacer el matinal después de una situación puntual. Hubo unas inundaciones en Santiago durante tres días, se hizo un noticiario en la noche el primer día y, a propósito de ese noticiario, yo ofrecí no hacer el bloque deportivo porque me parecía que era algo desubicado. Me pidieron que me quedara igual. Y esa noche se formó una discusión entre la Municipalidad de Santiago y el gobierno para la suspensión de clases. Se entrevista al alcalde de Santiago, que era Joaquín Lavín, que quería suspender y el Seremi de Educación le decía que no. Me piden que entre a entrevistar a la gente y conseguir que se tome una definición. El noticiario se alargó hasta que finalmente el ministro resolvió suspender las clases, porque yo emplacé a Joaquín Lavín, en el sentido de que si la Municipalidad era la que manejaba los colegios subvencionados y municipales, tenía la potestad para suspender. Entonces me dice déjame verlo, dame cinco minutos... y cuando a los cinco minutos, me dice que ok, que va a suspenderlas, el Seremi optó por suspender las clases. Al día siguiente, deciden hacer un noticiario de 8 a 10, y de 10 en adelante hacer un programa de ayuda. Yo me iba a ir a recorrer las poblaciones en un helicóptero, pero se dio una coyuntura de que Juan Manual Astorga, que era el conductor del noticiario, no podía ir a hacerlo, porque tenía radio, y me preguntan si puedo hacerlo. Lo hice con Maritxu Sangroniz. Lo hicimos durante una semana, le fue bien al canal, quisieron probar con otros conductores, pero un día me llaman y me dicen queremos que hagas tú el matinal.
En esa época, me gustaba lo que hacía Mauro Viale en la televisión argentina. Lo veía siempre en un programa que se llamaba La mañana. Él tenía cosas que me gustaban mucho, de una televisión mucho más inclusiva con el público: mostraban el desarrollo del programa. De partida, lo hacía de pie, cosa que a mí me acomodaba muchísimo, así que pedí hacerlo de pie. Sin chaqueta además, más informal, más cercano a la gente. Cuando empezaba el programa, la pluma mostraba cuando me estaban poniendo el micrófono. El primer minuto, minuto y medio, era incorporar a la gente a lo que íbamos a hacer. Y lo otro que yo rescaté de ese programa, es que nosotros tocábamos temas sociales, pero no los soltábamos. Acá en Chile las noticias no duran más de dos días, pero yo cuando tomaba un tema, no lo soltaba hasta el final, metíamos móviles, etc. Eso significó que pudiéramos hacer una campaña de donación de órganos, que le consiguiéramos casa a la gente, fue un momento muy bonito. Otra de las cosas que yo quise implementar es que las idas a comerciales no fueran anunciadas, sino que terminábamos, pluma de nuevo, música, comerciales... como un fade out.
Traje la canción de Marco Antonio Solís de Estados Unidos y mostrábamos ese inicio con música. La escuché allá porque yo antes hacía las carreras de Eliseo Salazar y viajaba mucho para Estados Unidos. Quise ponerla, porque significaba algo importante para mí, digamos. El “Si no te hubieras ido”.
La subdirectora de prensa de Mega no quería que yo fuera el conductor de ese noticiario. Luchó y peleó para que no fuera. Y dio la orden que los periódicos que llegaban a prensa, los guardaran con llave, por lo tanto, yo no tenía acceso en mi programa en la mañana a ellos. Así que los mandábamos a comprar. Llegaban a las 6 y media, un cuarto pa’ las 7, yo ya estaba al aire. Entonces, entre nota y nota yo me empezaba a leer los diarios como para poder estar más informado.
Con mi equipo tomamos la decisión de empezar a leer el periódico por las mañanas, para que la gente estuviera informada. Y la sección fue creciendo, llegó a tener media hora, cuarenta minutos. Un día me quedé pegado leyendo una noticia de La Cuarta, que me encantaba por su estilo, y mi productor me empieza a hablar por el sonoprompter: estamos al aire. Y yo, te lo juro que fue inconsciente, le digo espérame que estoy leyendo. Al aire, estábamos con la música. Pasa un minuto y me repite: estamos al aire, hueón. “Ya voy”, le digo yo, como enojado. Te lo juro que estaba tan metido en la lectura que nunca logré entender que estábamos al aire. Y me empiezo a reír, porque la redacción era muy divertida. Me dice a los tres minutos oye, estamos al aire, pero haz lo que querái, hueón. Y yo le empiezo a contar a los camarógrafos y a la gente lo que estaba leyendo, y me empiezo a reír. Después de eso, empiezo a leer el horóscopo. Todo de forma natural. Desde que había empezado, habían pasado seis o siete minutos, y el rating se había ido pa’ arriba.
Hicimos un montón de cosas con los diarios, hasta un disco de karaoke con La Cuarta... Fue una cosa de locos. La idea partió porque vinieron de la compañía disquera a plantearnos la posibilidad de hacer algo, y a mí se me ocurrió hacer un karaoke. Piensa que esto fue a mediados de los dos mil, poquito antes se había vuelto a la democracia, y yo sentía que había que humanizar a los políticos. De repente llegaban algunos ministros y se ponían a cantar karaoke en el programa, po. Y fue un éxito total... se vendía el disco con el diario, y se agotó, lo tuvieron que volver a hacer. Fue una cosa muy bonita.
Conocí a Marco Antonio Solís. Lo conocí cuando vino la primera vez, un concierto en el Estadio Nacional. A mí me invitó la disquera y tuve un encuentro con él. Estaba muy agradecido. A él no lo conocían como solista. Yo no sé si lo conocieron gracias a mí, pero sí, evidentemente se generó algo... oye, si yo iba a las giras de la Teletón y me pedían cantar la canción. Iba a comer a un restorán y me pedían que cantara la canción. ¡Tenía que cantarla en todos lados, po!
Yo venía haciendo cambios de antes en la televisión. Cuando empecé, fue con un programa que se llamaba Colo Colo en La Red en el ‘91. Y en esa época, me acuerdo que para el periodista deportivo era casi un pecado identificarse con un equipo de fútbol. Y me preguntaba por qué, si toda la gente sabe de qué equipos somos todos: Julio Martínez de la Unión, Sapito Livingstone la Católica, Milton Millas de Colo Colo, Pedro Carcuro del Audax Italiano. Entonces, ¿por qué tener ese temor? Tanto es así, que un personaje muy importante de la televisión, que en esa época era mi jefe en La Radio Chilena, me puso “producto perecible”, porque según él, por el hecho de yo haberme identificado con un equipo (NdeR: Unión Española), no iba a durar en la televisión. Bueno, duré un poco más de lo que él pensaba...
Siempre me gustó romper paradigmas, con Tolerancia Cero se me ocurrió rescatar un horario abandonado. Nosotros nos juntábamos en Chilevisión, cuando yo hacía el bloque deportivo y el director de prensa era Alejandro Guillier. Fernando Villegas hacía los días jueves un comentario de actualidad, sociológico, la visión de él. Se juntaban los martes a conversar cuál iba a ser el tema que iba a analizarse el día jueves, y me invitaban a mí a esa reunión. Discutíamos temas, los echábamos arriba de la mesa. Y un día llega Felipe Pozo, director ejecutivo, y dice esto es un programa de televisión. De ahí nace Tolerancia Cero, que en el primer año fuimos nosotros tres solamente. Al año siguiente se incorpora Libardo Buitrago. Entonces, cuando a mí me plantean que eso podía ser un programa, propuse ese horario, que era el de las 525 líneas, los domingos a las 10 de la mañana. Lo hicimos y encendimos televisores.
Al principio yo no quería hacer Tolerancia Cero. Sentía que al lado de dos monstruos, como Fernando y Alejandro... a pesar de que con Alejandro teníamos muy buena química por el bloque deportivo. Pero ya salirse del deporte para entrar a analizar otras cosas... La motivación fue el desafío profesional, y segundo, que ellos dos fueron muy generosos conmigo en el sentido de decir nosotros queremos tu visión en el programa. Lo conversé con un profesor de la escuela de periodismo y él me dijo que lo que tenía que hacer era mostrar un poco lo que hacía en el bloque deportivo. Me dice tú lo que haces es ser una persona muy natural, que le habla a la gente en el idioma en que habla la gente para que entiendan, por eso el éxito que tienes. En este programa tienes que hacer lo mismo: pescar a estos dos monstruos, aterrizarlos y preguntar u opinar como opinaría la gente. Eso significó que nos lleváramos muy bien y que el programa fuera bueno. Al final terminé siendo yo el conductor del programa.
Propuse el bloque deportivo, porque sentía que al periodismo deportivo le faltaba opinión. Sergio Riesenberg, que estaba en Chilevisión, me llama cuando estaba en La Red y me dice que van a presentarse a la licitación y que quiere que sea el rostro del fútbol chileno. Me voy... y el canal pierde la licitación en manos de Mega. Me quedé con un contrato haciendo nada. En el matinal hicimos una sección de la Polla Gol, qué sé yo, hasta que cambian los dueños y llegan los venezolanos. Yo decidí renunciar, porque me parecía que estaba cobrando un sueldo por no hacer nada. Y el venezolano que llegó, me dijo que me había visto en pantalla y que sentía que yo tenía algo que aportar, que le propusiera algo. Y se me ocurrió hacer el bloque deportivo. Nosotros en Chilevisión, que teníamos media jornada de cámara para el deporte, contra los otros canales, que tenían tres-cuatro jornadas de cámara por día, teníamos que buscar una forma de competir. Propuse romper con la típica pirámide invertida que te enseñan en la escuela de periodismo, poner las noticias del deporte juntas en un bloque y agregar un valor, que es la opinión. Y quería que fuera en un horario mnemotécnicamente bueno, cosa que la gente sepa que a esa hora hubiera un bloque deportivo. Se me ocurrió las 9.25, no a las 9 y media, porque a las 9.25 rompías el esquema de las medias horas y de las horas. Dije: incluso si Chile sale campeón del Mundo, el noticiario no abre con esa noticia, lo podrá presentar en el titular, pero sale en el bloque deportivo. Partí con tres minutos y llegué a tener veinte.
Siento que con el tiempo se fue construyendo un personaje y no me di cuenta. Voy a ser súper honesto: yo no logré dimensionar lo que generaba. Tuve muchas contras en todos los lugares donde trabajé. Cuando empecé en la radio, 16 años, había un locutor que era el presidente del Sindicato de Locutores que se opuso terminantemente a que yo trabajara, porque tenía 16, no era locutor ni periodista, no era nada. Y ahí Juan Facuse fue una persona que se la jugó por mí. En el matinal, como te conté, hasta me escondían los diarios. Me acuerdo en una oportunidad, por una situación puntual acompañé al Presidente Lagos a Lota, y él me hizo un comentario: que a veces pasa que un presidente tiene tanta gente debajo, el segundo piso y todo, que es el último en enterarse de las cosas que están pasando. Y a mí me empezó a pasar lo mismo. Empecé a reaccionar contra muchas cosas que me pasaban dentro de Mega, y ese personaje, que se tuvo que acorazar, que se tuvo que poner arrogante, pesado, tuvo que empezar a exigir cosas. Ese personaje me terminó pasando la cuenta.
La tuve que pelear mucho en el Mega, ¡me hacían pedazos en programas del canal! Pa’ mí la estadía en el Mega fue muy bonita en términos de sintonía y todo, pero en términos humanos fue muy difícil. Tuve muchas reticencias ahí. Había mucha gente que... a ver, el éxito es un problema y te genera muchas alegrías. Las alegrías eran que nosotros hicimos mucha obra social, pero por dentro yo tenía que dar peleas, o sea, hacían pedazos el programa que yo hacía. Entonces, era una lucha permanente. Eso me fue costando muchos enemigos en el medio.
En una oportunidad dejé de ir al matinal tres días. Me llamó un gerente y me dice oye y tú, ¿por qué no has venido? Le dije que porque estaba con estrés psicológico, porque ustedes me hacen pedazos en todos los programas del canal, y no quiero más esta cuestión. Fue muy difícil.
Los Top Five me parecía algo simpático, yo no tenía rollo con eso. Me hicieron un reality en Primer Plano también. Había una sección que se llamaba “El reality de Mauricio Israel en las mañanas”. No, yo las cosas con humor, en general, me las tomo bien. Siento que la televisión es sin llorar, po. Pero hay ciertas cosas en las que tú no puedes transar. Cuando ya te ofenden personalmente o por tu religión, te ofenden por el trabajo que tú desarrollas o a tu familia, uno tiene reaccionar. Lo que pasó cuando Pablo Mackenna me criticó, fue muy fuerte. Le respondí en pantalla, puse el video y fui pesado, po. Súper pesado. Pero es mentira que haya censurado un Top Five. Jamás. Sí reclamé porque en otro programa, que no era ése, decían que cómo era posible que yo hiciera cantar a la gente, o que mis periodistas contaran chistes, que se prestaran pa’ lo que nosotros hacíamos.
Lo de nosotros era formalmente informal, entonces hacíamos muchas cosas, buscábamos entretener a la gente. Tengo un recuerdo fantástico, una experiencia muy entretenida. Yo le pedía a los auspiciadores que me dejaran hacer las menciones sin leer un papel, porque eran fomes y uno no se involucraba. Y en una oportunidad llegó DirecTV, me preguntaron qué quería y les pedí una pantalla de 100 pulgadas y un decodificador. ¿Y qué hice? Empecé a hacer zapping con los otros programas que estaban a la misma hora que yo. Un día me paro y veo a Felipe Camiroaga haciendo un jugo con una juguera lo más ordinaria del mundo. Me pongo a pelar la juguera de Felipe, alguien le sopla y él muy rápido dice oye, Mauricio Israel está hablando de nosotros, dice que la juguera es ordinaria... ¡mándame una juguera, po! Listo. Nos pusimos de acuerdo y al día siguiente le mando una Oster con un saco de naranjas, y coordinamos para que cuando hiciera zapping, él iba a recibir todo. Hicimos como una cadena jugando con el auspiciador. Salió fantástico.
Hoy la rivalidad, la competencia en la televisión es muy heavy. Cosas así ya no se pueden hacer, pero en esa época uno se prestaba. Uno podía hacer cosas muy entretenidas y lo pasábamos bien.
El noticiero de Mega fue lo más importante que he hecho en mi carrera profesional, de todas maneras. En ese momento no tenía tanta conciencia de qué es lo que pasaba alrededor, pero sí sabía que dentro del canal tenía un lugar importante.
Mi sueño era ser futbolista, pero era malo. O sea, no era malo pa’l nivel donde yo jugaba, pero en el fútbol no iba a llegar a ninguna parte. Era reserva del reserva. En esa época jugaba de lateral derecho. Me probé en Unión Española. Pero no hubo necesidad de golpe, yo me di cuenta que no me iba a dar, tenía 13 años. ¿Sabís lo que pasa? Yo siempre he pensado que uno, en lo que hace en la vida, tiene que pensar que tiene que ser el mejor, y ser persistente, luchar. Yo di la pelea, pero me di cuenta que no tenía ni una posibilidad de jugar en la selección. Ni siquiera de llegar a ser titular en el equipo. Por lo tanto, no iba a perder mi tiempo en eso. Y ya sabía de antes que me gustaba mucho relatar fútbol. Mi papá puede contar una historia de que yo pescaba un palo de escoba y relataba... mi sueño era ser relator. Lo cumplí, pero también me di cuenta que era malo.
No sé si fui el mejor en el periodismo, pero sí en la televisión, en lo que yo hacía en la mañana. A ver, considerarse el mejor... hoy en día ya no soy arrogante, jajaja. Me hubierai preguntado eso hace unos años... el Mauricio arrogante te hubiera dicho que sí, soy el mejor en la mañana, jajaja. Normalmente las personas que pasan por la televisión, después de un tiempo muy breve, pasan a ser cadáveres televisivos. Y conmigo se da un fenómeno que la gente todavía se acuerda de mí. Hay generaciones que no me conocen, pero evidentemente hay gente que se acuerda. Porque cuando tú logras sobresalir en algo... o sea, yo tenía un bloque deportivo que marcaba veinte puntos, veintiún puntos. Nosotros rompimos esquemas: ¿sabíai que hicimos un test de doping en vivo? Entonces, cuando tú lograste marcar esa sintonía, rompiste el esquema, impusiste un bloque, después cuando generaste en la mañana revuelo... En lo que yo hice, por momentos, fui el mejor. No el mejor de todos, pero en lo que hice, en algunos momentos sí fui el mejor, y créeme que es muy satisfactorio.
De alguna manera el estilo que yo tenía sigue vigente hasta el día de hoy. ¿Quién hacía noticiarios de pie? Nadie. ¿Quién lo hacía con las mangas de la camisa arremangada? Después apareció Paulsen en la noche también con la mangas así y de pie. Se generaron algunos cambios. No sé si conscientemente lo han hecho, pero ahora el Sepu encontró ese nicho y lo está sabiendo aprovechar muy bien. Julio César (Rodríguez) lo hace y lo hace muy bien. José Antonio Neme también lo está haciendo. Yo me imagino que si hubo alguien que partió con esto y sigue hasta el día de hoy, es porque fue algo bueno.
Me ha costado un poquito la reinserción, adaptarme a los tiempos que se viven hoy. En los dos mil no era tan difícil generar, con pequeñas cosas, grandes cambios. Chile era otro país. Nosotros veníamos recién volviendo a la democracia, la gente recién estaba empezando a acostumbrarse a tener cierta libertad. Pero todavía quedaba mucho de la forma en cómo muchos crecimos con tantas restricciones. Por lo tanto, no había una carga demasiado grande en términos de atacar a las personas. Los políticos estaban recién dándose a conocer de vuelta, hubo prácticamente una generación y media que creció sin democracia, y eso hizo que, de alguna manera, este país fuera un poquito más gris. Hoy Chile es distinto. Yo estuve fuera quince años y me he encontrado con un país completamente diferente. Un país que cuesta mucho reconocer. No digo que sea mejor o peor, digo que es completamente diferente. Hoy día lo que antes se podía hacer, hoy no se puede hacer. Lo que antes no se podía hacer, hoy se puede hacer. Uno creció, se formó y se desarrolló de otra manera, y obviamente que tiene que estar abierto a los cambios, pero lo que no voy a aceptar ni entender nunca son los niveles de violencia de la gente. En todo sentido, no sólo en las redes sociales. En el supermercado, en la calle, manejando. Hay un nivel de agresividad que es lamentable. Nos estamos maltratando mucho los chilenos.
Soy de las personas que cree que uno se tiene que arrepentir de las cosas que no hizo, no de las que hizo. Y así como no me arrepiento de las cosas que hice, creo que las cosas que hice, las disfruté, las viví y hoy día estoy tratando de construir otra realidad. Otro presente. Mi presente es totalmente diferente a lo que era hace veinte años. No es lo mismo. Yo no soy el mismo. Es bonito recordar esa época, que vengas tú y me vengas a tocar todos estos temas y me los recuerdes, porque quiere decir que algo marcó y que alguna huella dejé. Pero hoy mi realidad es distinta y estoy en otra.
Hoy los canales te quitan el piso muy fácilmente. Mira por favor lo que son los contextos y cómo ha cambiado este país: nosotros, Mega, transmitíamos todos los años el aniversario de Carabineros. Y yo entrevistaba al General Director para esa fecha. En una oportunidad entrevisté al General Cienfuegos y le dije, en pantalla, ¿por qué Carabineros no tiene la reserva activa como la tiene la Fuerza Aérea, el Ejército o la Marina? Me pregunta por qué, y le digo: porque de chico yo quería ser paco. Tal cual. En ese minuto, él lo tomó bien, incluso después me invitó a almorzar, ¿cachái? Y hoy la palabra “paco” es poco menos que un tremendo insulto, ¡cuando no lo es! Lo de Paulina De Allende me pareció que fue todo una exageración. Tanto la reacción de Carabineros, como también la reacción del canal... oye, a mí me trataron de sacar de la mañana, porque yo emplazaba a todo el mundo, pero a mí me respaldaban mis jefes. Ahora no te respalda nadie. Es muy difícil, está muy difícil trabajar, porque hoy somos amigos o enemigos, no existe la posibilidad de confrontarse. Las confrontaciones no son amigables. Y eso no puede ser, las diferencias de opinión existen.
Lo que más me dolió es constatar que había generado tanto anticuerpo como para que la prensa se hiciera un picnic conmigo. En ese momento, caí en cuenta de que ciertas actitudes mías permitieron que, cuando tuvieron la oportunidad de pisotearme, lo hicieron de la peor manera posible. Partiendo del momento en que dijeron que yo me había ido a Palestina a sembrar papas, cosechar papas. Obviamente después con todos los mitos que surgieron. La impotencia que uno tiene de estar afuera y no poder defenderse es terrible.
Desde que me salí de la primera línea, soy mucho más feliz. Yo tuve que pasar por una terapia importante pa’ poder asumir y asimilar lo que significaba todo lo que estaba pasando. Yo tuve dos terapias. Una con un psicólogo egipcio en Estados Unidos y otra con una psicóloga chilena. Y ella, la Tere, me dijo algo que me hizo mucho sentido. Te estoy hablando de hace unos cuantos años atrás. Me dijo: Mauricio, tú llevas años en la primera línea. Me hizo la comparación con la primera línea después de octubre, ¿no? Salte un poquito de la primera línea.
Hablaron de una deuda de 500 millones, que a Rodrigo Herrera le debía 100, que me cagué a quinientos amigos. Imagínate que tú estás afuera, se empiezan a decir un montón de mentiras, un montón de cosas que no son ciertas, se inventan cifras, se agrandan cifras... Al único que le debía era a Rodrigo Herrera, que pasó a ser el “niño símbolo” de los deudores. Cuando te empiezan a inventar cosas, como que le debía plata al conserje del canal, y tú no tienes la posibilidad de defenderte, es una impotencia tan grande que te genera una sensación de pena. En determinado momento fue una masacre. Pero uno tiene que tener la fortaleza de darse cuenta de qué es lo que generó que todas estas personas se sintieran con la libertad de destrozar a un ser humano.
Todavía se dice que yo volví a Chile una vez que prescribieron mis deudas... ¡Mentira! Nunca me he querido victimizar, yo asumí mis errores desde el principio. Vine a Chile en el 2010 y me enfrenté a la Justicia por cosas que se me inventaron. Y salí absolutamente libre de todo. Yo me fui a fines del 2008, vine el 2010, enfrenté todo, terminé con todo, empecé a venir a Chile, vine al reality, vine a varios programas de televisión, vine muchas veces.
Tengo varias hipótesis de por qué se habló tanto de mí, pero no quisiera hacerlas públicas. ¿Sabes lo que pasa? Va a sonar como excusa, como a defensa y va a sonar como victimización, cosa que nunca he querido hacer. Por lo tanto, me las guardo para mí. Pero sí he podido comprobar en estos casi dos años que llevo de vuelta en Chile, que muchas de las cosas que yo sentía que podían haber pasado, pasaron. Y siguen pasando. Porque me siguen diciendo lo mismo después de dos años en televisión acá... lo mismo.
Lo digo en tono de broma, pero en algún momento fui más buscado que Osama bin Laden, po hueón... ¡pero acá! Porque yo viajaba por el mundo y no me pasaba nada. Y saqué tres ciudadanías en distintas partes... y tú sabes que si tienes un problema de verdad, si debiera pensión alimenticia o hubiera cometido algún delito, jamás hubiera podido tener las ciudadanías que tengo.
Cuando prendes la televisión y ves a una humorista como Pamela Leiva, que dice que yo no merezco estar en tv... pero, ¿qué es lo que hice tan grave como para no merecer trabajar? O como un Copano que me cancela. ¡¿Quiénes son?! Con qué derecho le pueden privar a una persona trabajar. Es una cosa que dices... ¿por qué? Además, son personas que son mucho más jóvenes que yo, que asumen que yo tengo una posición política determinada, y que asumen que yo tengo no sé qué... uno dice, pero a ver, ¿quién les da el derecho a cancelar, a decir que yo no puedo trabajar? Eso se está dando en todos lados. La cancelación que puedo sufrir yo en un momento determinado, la sufre mucha gente.
En Chile y en el mundo en general, no existe ninguna persona que sea completamente diáfana. Todos hemos cometido errores, todos tenemos caídas. Todos sabemos que en alguna parte el tejado está un poquito trizado. Por lo tanto, hoy día puedo perfectamente bien, con todo el conocimiento que yo tengo, destrozar a mucha gente. Porque las historias que yo conozco, de mi paso por el mundo de la televisión y la contingencia, me permiten a mí, si escribo un libro, si quisiera, contar muchas cosas. Claro, muchas van a decir ¿cómo le vamos a creer a este hueón? Pero lamentablemente muchos saben que lo que yo estoy diciendo es verdad.
A Manuel De Tezanos, cuando me quitó credibilidad, le pude contestar y murió. Porque la respuesta que le di también fue contundente. Yo siempre digo: el que te apunta con el dedo, es porque se está mirando al espejo y está viendo sus propios defectos, sus propias debilidades, cuando trata de atacar a otra persona. Siento que alguien ataca y destroza a un ser humano, es porque está mostrando su lado más débil, más inseguro. Uno puede criticar, yo acepto la crítica. Y sé que a mucha gente le puede gustar o no mi forma de ser. Que le puede gustar o no mi forma de trabajar, mis opiniones y mis comentarios. Pero de ahí a descalificarme como persona o por mi religión...
El que me puso “Rabino” fue Eduardo Bonvallet y no me molestaba. Yo consideraba que si él me decía “Rabino” es porque me veía como su guía espiritual, jajaja, porque los rabinos son eso. Nunca lo hizo con mala onda. Y la prueba está en que cuando fue al reality, se portó súper bien conmigo. Con Eduardo nunca tuve problemas, de hecho, lo entrevistaba en mi bloque deportivo. Era un sobrenombre que no encontré pesado. Pero cuando alguien lo dice de forma peyorativa —¡¿cómo le vai a creer al Rabino, po hueón?!— eso denota otra intención. Todo depende de cómo uno diga las cosas y con la intención. No me molesta que me digan “Rabino”, me molesta cómo lo dicen.
Te cuento un secreto: tengo escrito mi libro. O sea, no escribí... mira, me hice una terapia en Estados Unidos con un psicólogo brillante, maravilloso, un egipcio-brasilero, al que le tengo mucho cariño. Y este señor me hizo una terapia muy interesante: me pidió si podía ayudarlo con otro paciente. La forma en que le podía ayudar, me dijo, es que le escribiera cartas. Yo le pregunté quién era y me dijo que no me iba a decir. Pero me pidió que escribiera cartas, que se las mandara, que él las revisaba y se las mandaba a la otra persona. Esa otra persona igual me iba a escribir a mí. Empezamos un intercambio de cartas donde yo escribía y la otra persona me respondía mucho después, por lo tanto las cartas que yo escribía no tenían relación con lo que me estaba contando esa persona, iban desfasadas. Fueron 179 cartas, y en esas 179 cartas está toda mi historia. Conté todo. Puse en mi papel todo lo que viví, y cuando él sintió que había soltado todo, me invitó a tomar desayuno con esta persona, la conocí, nos vimos una sola vez. También fue bueno conocerla, porque me di cuenta que yo no tenía ningún problema al lado de lo que tenía ella, digamos. Pero, más allá de eso, yo pesqué estas cartas y las empecé a leer. Una persona conocida allá en Miami me dijo esto es un libro. Esta persona es editora. Lo pescó y lo editó... ahora, esas cartas que están escritas, editadas, llegan hasta un punto determinado de mi vida. Falta todo lo que he vivido después. Esto fue en el 2014. Falta lo que estoy viviendo hoy día. Por lo tanto, está la chance abierta, pero digo, ¿a quién le interesa lo mío? El libro está crudo, tendría que revisarlo de nuevo. Hay cosas que son muy fuertes y no sé hasta dónde yo quisiera abrir tantas heridas, mías y de otros.
Cerré el capítulo de la plata. Lo cerré cuando terminé todo con Rodrigo Herrera y fue un alivio tremendo. Fue sanador ese momento porque a Rodrigo yo le tenía un cariño entrañable, fue un tremendo colaborador, fue un gran amigo, una persona que creció al lado mío, por lo tanto lo vi crecer. Haber cumplido con él fue el término de una etapa que ya no quiero volver a vivir nunca más, si Dios quiere.
En Israel conocí el verdadero significado de la solidaridad. Yo llegué por casualidad, no tenía pensado irme en un momento determinado. La idea con mi familia era que yo saliera un tiempo y me iba pa’ Miami, pero nos enteramos que un primo estaba con problemas y me fui a Israel. Era por dos meses, al final me quedé casi cuatro años. Y después la historia es conocida. En Israel al principio fue muy duro, estaba bastante solo. Pero duró dos semanas esa soledad. Después ellos nunca me dejaron volver a sentirme así, gente que no me conocía. Me acuerdo que cuando decidí quedarme y arrendé el primer departamento, empezaron a llegar todos los vecinos a preguntarme cosas, todo el mundo me invitaba a comer, me invitaba a pasar el Shabat. Nunca más me sentí solo. Y además, el primer año, en el que tuve que aprender el idioma, tuve un gran apoyo en la persona que se transformó en mi abogado después de que yo salí de acá, y que me ayudó a resolver todo, que es Jorge Mohor. Él fue un apoyo muy importante en mi vida, porque lo podía llamar a la hora que fuera y siempre estaba dispuesto a escucharme, a entender mis miedos, cómo lo estaba viviendo.
Soy una persona de piel, necesito el contacto con la gente. No me gusta mucho estar solo, aunque después, por la fuerza, tuve que aprender a vivir conmigo. Y ya después no tuve problemas. Después, en los momentos difíciles, he tenido algunos amigos que han sido fundamentales. Y por supuesto mi familia, que siempre ha estado conmigo y de forma incondicional.
Me tocó enfrentar un Covid de un mes y medio, enfermo grave, solo. Cuando salí de eso, adopté una perrita, porque no quería estar solo. Pero tampoco quería estar mal acompañado, sino que quería entregar amor y que alguien me diera amor incondicional. Y obviamente los animales cumplen con eso.
El Mauricio Israel de ahora le hubiera dicho al del pasado ¿sabes qué? Aprovecha, disfruta, pásalo bien y no te amarguís. Si te dicen algo, ríete. Si molestan a tu gente, alégrales la vida. No te enganches, no pelees por cosas que no valen la pena ni con gente que no vale la pena. Yo no lo disfruté tanto... yo podría haberlo disfrutado mucho más.
Acepté el reality porque quería que la gente supiera que yo podía volver a Chile y trabajar sin ningún problema. El reality me ofrecía eso, pude estar casi cuatro meses. Trabajé, no tuve problemas. Nadie me fue a buscar a pesar de que alguien dijo que la PDI me estaba esperando pa’ llevarme detenido, como si el reality tuviera fuero, hueón... Y por ese lado lo tomé, pero la experiencia fue horrible, jajajajá. Fue espantosa, hueón. Nunca más, porque hay que tener un espíritu para los realities, y yo no lo tengo y no lo voy a tener tampoco. Te lo voy a poner de la siguiente manera: una sola vez en mi vida un amigo me convenció de hacer un camping. Llegamos, tenía una carpa, la armó... fuimos a hacer algo y cuando volvimos estaba lleno de bichos, y ahí dije aquí no puedo dormir. Si yo tampoco he vuelto a un camping, y no iría tampoco, ¡menos a un reality!
Tengo sobrinos que nunca me vieron en la tele. Ven al tío pero que no cachan que el tío salía en la tele. Y cuando volví y empecé a salir con ellos, y la gente me paraba, me decían tío, qué es esta cuestión. Pero me pasó una cosa maravillosa: fui a un supermercado, voy saliendo y se me acerca una señora muy amorosa, que me dice que estaba muy feliz de yo haya vuelto, que no sé qué, andaba con una niñita de unos 18 o 19 años. Fue muy efusiva, me abrazó. Me despido y, cuando se van yendo, la niñita le dice mamá, ¡¿y quién es este hueón?! Yo dije ya, Mauricito, aquí hay dos generaciones completas que no te conocen, y una que se acuerda cuando iban al colegio y tomaban la leche, que había un hueón leyendo el diario.
Mi desafío en TV+ es triple, porque son tres generaciones que tienen que descubrir a este señor. Y que lo único que hacen es que cuando escuchan el nombre de él, muchos de ellos se meten a Google y encuentran puras tragedias. Por lo tanto, es reconquistar a la gente que me conocía y que tiene una mala imagen de mí, y además, conquistar a un público completamente nuevo. Por eso también tomé el desafío de entrar a Sígueme y te sigo.
El Sígueme y te sigo me ofreció la posibilidad de estar todos los días en pantalla, de aclarar algunas cosas, pero además de mostrarme como soy yo. No había explorado la farándula, pero en la vida siempre hay cosas nuevas que vas a aprender y a descubrir. Me habían dicho de todo, entonces dije, ¿qué tengo pa’ perder en esta pasada? Vamos, hagámoslo. Pude mostrarme en una faceta distinta, a la gente le encantaba cuando hablaba de los viajes, de los países. Contar mi experiencia de mi vida.
Yo ahora vivo el día, y las cosas se van presentando de acuerdo a cómo se van presentando. Nunca más digo esto es pa’ toda la vida, porque la verdad, nada es pa’ toda la vida. Y eso es una lección aprendida. Entré sabiendo que podía durar un año, dos años, pero mientras estuve, lo disfruté y lo pasé muy bien.
Tengo un agradecimiento gigante con TV+ porque me abrió las puertas de forma incondicional. Recibí un apoyo de toda la gente que trabaja en el canal. También estoy tremendamente agradecido de Bernardo Carrasco y la productora K2, que es la de Círculo central, porque había alguna reticencia incluso por parte de la gente que trabajaba en el programa para que yo fuera el conductor. Sin embargo, él se la jugó y dijo no, yo lo quiero a él en pantalla. Me abrió una puerta que me permitió, después, derivar a lo otro.
Hay varios memes conmigo y hay stickers con los que me he reído. Me han mandado el sticker ése de “Mañana te pago”, jajajajá. ¿Y qué puede hacer uno sino reírse? Es parte también del mito, ¿no? Pero sabes, he sentido que en estos últimos tres meses ha bajado mucho, y yo siento que la gente ya me está criticando o alabando por lo que estoy haciendo y no por lo que pasó.
Es importante que el fútbol chileno toque fondo para darnos cuenta de que lo que hemos venido haciendo estos últimos años ha sido nefasto. El fútbol chileno está técnicamente quebrado. Y esto de que nosotros dimos la pelea por que las casas de apuestas ilegales salieran del fútbol, le generó un hueco muy importante a la ANFP, porque son ocho millones de dólares que no va a recibir. A algunos equipos les afecta más que a otros, porque había clubes que recibían cien lucas al mes y otros que recibían tres millones de dólares al año, como Colo Colo. El penúltimo año de Jadue en la ANFP, el fútbol generó 189 millones de dólares, y resulta que hoy está en déficit total. La actividad se ha echado a perder, porque hicimos una muy mala ley de Sociedades Anónimas Deportivas, y la gente que está hoy día se sirve del fútbol. Antes existía el dirigente que se tenía que meter la mano en el bolsillo pa’ poder llegar a fin de mes con los equipos, era mucho más amateur y, cuando nosotros pensábamos que las S.A.D iban a profesionalizar esta actividad, nos equivocamos. Porque aquí lo que hemos visto es que la gente está en esto por un negocio.
Hay clubes de fútbol de la Primera B que reciben 80 millones de pesos mensuales, por concepto de televisión, se gastan 40 o 50, y se echan otros 30 al bolsillo los dueños. Por lo tanto, no hay desarrollo del fútbol femenino, no hay desarrollo de las cadetes, no les interesa tener campos de entrenamiento, camarines, ¿por qué? Porque ellos ven que están recibiendo 30 millones de pesos mensuales y están recuperando su inversión rápidamente.
Los representantes le están haciendo un daño al fútbol al tratar de adueñarse de todo. Lo de las casas de apuestas es algo circunstancial, por lo que yo no quiero, y lo que nadie quiere, es que una actividad como el fútbol, a la que yo amo desde que nací, esté permeada por algo ilegal. Pero urge hacer un cambio en la estructura de las Sociedades Anónimas Deportivas, porque, de lo contrario, vamos a seguir donde estamos.
La Generación Dorada debe seguir jugando... en la medida que respondan en la cancha. Creo que hay jugadores que sí responden en la cancha, a pesar de que pueden tener partidos buenos y partidos malos. Claudio Bravo debería estar en la selección porque es número puesto en Europa. Medel demuestra en todos los partidos que puede equivocarse, pero se entrega a concho. El mismo Vidal tiene ganas, y como futbolista a él hay que respetarlo, porque le dio mucho a Chile. Alexis, ¿quién va a dudar? Acaba de hacer un gol en la Champions por el Inter contra el Salzburgo. Por lo tanto, no podemos ser tan irrespetuosos con aquellos que han dado tanto y que quieren seguir aportando. Pero tenemos que tener un técnico que le dé a Chile un estilo de juego, porque Chile hoy no juega a nada. Con Berizzo no llegamos al Mundial.
Cuando Vidal me dijo “payasito” me lo tomé con humor. Y me da mucha lástima lo que está pasando con Arturo, estoy muy preocupado por él. Yo espero que termine bien su carrera. Quiero que termine bien su carrera, y no solamente quiero que termine bien su carrera, sino que quiero que tenga un futuro tranquilo, una vida tranquila. Él es joven y quiero que tenga una vida tranquila, por eso dimos a conocer muchas cosas y otras no las hemos dado a conocer por respeto a su familia. Pero está bien, son las reglas del juego... cuando él me trató de payaso, yo lo traté de lo que lo traté y fue un momento de humor, nomás.
Uno no tiene que hacer lo que no le gusta que le hagan. Nosotros hicimos un reportaje sobre el tenis en el bloque deportivo del Mega, que le generó problemas personales a la persona que estaba aludida. Él en su momento era un dirigente importante del tenis. Y yo cuando caí en cuenta que nosotros le pudimos haber hecho un daño en lo personal, eso a mí me dolió muchísimo. Hicimos algo como La casa siniestra, y si bien nosotros nos referíamos a que la Federación de Tenis era como la casa siniestra, a la persona que estaba en ese minuto a cargo le llegó en términos personales y le afectó. A él y a su familia. Cuando me enteré de eso, la verdad es que me afectó mucho, porque uno muchas veces no dimensiona hasta dónde puede llegar y cómo puede llegar. Cuando pasó lo de Vidal ahora, hace poquito, desde la familia de Marité me pidieron que por favor frenara el tema de la pensión alimenticia, porque estaba Alonsito sufriendo. Y uno tiene que ser respetuoso con eso. A mí me pasó lo mismo: cuando a mí me atacan, también atacan a mi familia y atacan a mis hijos, a mis sobrinos, porque también les han hecho bullying por culpa mía. Más que yo pelear con alguien, mientras sea conmigo no hay problema, pero cuando tú ya empiezas a afectar a tu entorno, o afectas a otro entorno, ahí uno cruza una línea que no tiene que cruzar.
No sé si le hace falta algo a mi carrera... Pero lo que sí sé es que quiero aprovechar esta vuelta a la televisión para que el día que me vaya, salir por la puerta y no por la ventana como fue la vez pasada.
De mi mamá rescato la resiliencia. Mi mamá es una persona que sufrió los horrores de la Segunda Guerra Mundial, y verla a ella todos los días me permite mirar a una persona que ha tenido que pasar por demasiadas cosas en la vida, y que se vuelve a parar y que se vuelve a parar, y que cuando se puede sonreír, se sonríe. Y creo que ella es una mujer muy valiente. Además, ha logrado superar todos los traumas que deja una guerra. Y todos los traumas que le dejó su niñez, el no haber tenido primos, hermanos, familia con la que compartir. Y haber formado una familia, tiene un mérito tremendo, porque las personas quedan muy dañadas.
Mi papá es una persona de la que yo nunca he escuchado nunca a nadie decir nada malo. Mi papá es muy voluntarioso, y llegó adonde llegó por amor. Mis abuelos no querían a mi papá cuando empezaron a pololear con mi mamá, porque encontraban que era poca cosa pa’ mi mamá. Mi papá había empezado a estudiar derecho, pero se salió porque él quería ser redactor creativo y trabajar en una agencia de publicidad. Y mira dónde llegó: primer premio nacional de publicidad, escribió nueve libros, una persona reconocida, tuvo su espacio en televisión. Es un referente para mí, y me duele haberle fallado en un momento determinado. También a mis hermanos, a mis sobrinos y a mis hijos, por supuesto.
Yo viví en Israel tres años y medio, soy ciudadano israelí; por lo tanto, una de las cosas que me ha tenido más triste es no estar allá en este momento, cuando se necesitan manos y ayuda. Cuando mueren mil 400 personas y hay otras doscientos y tantas que están secuestradas, y hay siete mil heridos, estas cosas dejan traumas. Aquí hay muchas familias afectadas. El otro día me llegó una foto que decía: el kibutz Nir Oz, población el 7 de octubre, 490 habitantes; población el 8 de octubre, 120. O sea, mataron a 370 de ese kibutz. Eso es algo que no existía, no había un precedente así desde la Segunda Guerra Mundial.
Siempre he creído en la solución de dos Estados. Mira, te cuento: viviendo en Israel, donde conviven dos millones y medio de palestinos dentro, nosotros teníamos la posibilidad de ir al otro lado. Porque curiosamente, a pesar del muro y a pesar de la frontera, hay muchos pueblos que están cercanos a Israel, del otro lado de la línea verde, a los que uno puede ir a visitar. Yo no como kósher ni halal... los judíos comen carne kósher, una carne que se desangra el animal, y el halal es también lo mismo. En Israel es como un tema religioso. Pero a mí me gustaba la carne con sangre, po. Y encontré un frigorífico en un pueblo palestino, cruzábamos la frontera para ir a ver al dueño a su pueblo, nos abría el frigorífico, le entregábamos cortes argentinos y nos cortaba la carne como a nosotros nos gustaba. Esa convivencia que se da mucho dentro de Israel, hoy a propósito de esto, ha generado una cierta tensión. Me duele mucho lo que está pasando.
He podido comprobar que acá en Chile, donde existe una colonia palestina muy grande y muy fuerte, se ha sacado a flote algo que yo nunca pensé que iba a vivir aquí. Mira, yo mi carrera se la debo a Juan Facuse, es como mi papá y ellos son palestinos. Hemos conversado el tema mil veces y lo entiendo. Mi abogado y uno de mis mejores amigos, es palestino. Tengo muchos amigos palestinos. Sin embargo, en esta pasada, yo he sentido que a muchas personas a las que uno consideraba cercanas, han aflorado los sentimientos sumamente válidos de que existe un Estado Independiente, de que se les devuelvan las tierras y todo... a nosotros se nos olvida un poco la historia. Se nos olvida que cuando se hizo la partición de Palestina, el 70% de la tierra que les correspondía la tiene Jordania. Jordania ha anexado muchas más tierras de las que ha anexado Israel, pero bueno, eso se olvida, porque el problema es con Israel.
Lo que hizo Hamás es espantoso. Una vez que esto termine, las autoridades israelíes que son responsables van a tener que responder por lo que pasó; es inaceptable que a un país que tiene supuestamente la frontera más protegida del mundo le pasara lo que le pasó. Llevamos más de siete mil muertos. Es un horror: no hay una sola muerte que se justifique en nombre de nada ni de nadie. Yo espero que una vez que el mundo se libere de esta situación, de este extremismo que existe por parte del yihadismo y del islamismo, que tiene por objetivo no solamente eliminar a Israel del mapa sino que conquistar otros territorios, porque están en contra de los cristianos y los católicos que consideran infieles y traidores... espero que en ese punto, en ese espacio tan reducido, llegue el día en que esas fronteras no existan, y podamos circular como se circulaba antes.
En mi viaje de estudios en 1976, fui a un kibutz, que es uno de los kibutz donde entraron los de Hamás a matar. En esa época, Gaza era parte de Israel. Yo iba, salía del kibutz y me iba al mercado en Gaza a comprar. Yo conozco Gaza, estuve en Gaza, era un lugar habitual para ir a comprar, y era fantástica la convivencia que existía. Y si tú miras dentro de Israel, muchos de los palestinos están orgullosos de estar ahí, muchos gazatíes pasaban a Israel a trabajar. Podemos vivir en paz, tenemos la misma raíz, somos hijos del mismo padre. Tenemos las mismas costumbres, nos gustan las mismas comidas. Las religiones son parecidas. Por lo tanto, tenemos la necesidad de encontrar en algún momento la posibilidad de vivir en paz.
Hoy hay que ser lo suficientemente firme, y yo me declaro más que judío, un israelí que ama Israel. Que entiende que si no existiera el estado de Israel sería muy difícil profesar la religión que nosotros profesamos. Y que nosotros tenemos que ser firmes en defender algo... es como si mañana a los católicos les quitan el Vaticano. Yo no voy a permitir que eso suceda. Yo, de todas las trincheras donde esté, voy a luchar contra eso y contra un antisemitismo que ha resurgido de una manera impresionante. Lo que estamos viviendo hoy está sacando lo peor de las personas. Espero que esto pase rápido para que volvamos a tener esos momentos de paz.
Cuando estuve en Israel me tocaron dos guerras con Hamás. Pero duraban lo que duraban. El resto del tiempo, una convivencia fantástica. Israel es un país muy cosmopolita. En Israel viven dos millones y medio de personas o tres millones que no profesan la religión judía, y esas personas son ciudadanos igual que tú, convives con ellos y vas al supermercado con ellos, y te juntas en las plazas con ellos. Y tienen una vida normal. Y vamos fumando narguile y vamos jugando al shesh besh y vamos comiendo baklava, que es el postre que comen ellos. Las comidas son parecidas. Entonces... no más. Yo voy a ser firme en mostrar los horrores. Condeno absolutamente la situación a la que se ven expuestos inocentes palestinos por culpa de Hamás, y le ruego todos los días a Dios que esto termine lo antes posible, para que volvamos a centrarnos en lo que importa: una solución de dos Estados que puedan vivir en paz, que tengan independencia, soberanía y democracia.
Si no hubiera sido periodista, me hubiera gustado ser futbolista, obvio. Pero de la selección, si no, no valía la pena. Me hubiera gustado en mi equipo, Unión Española... ¿otro? En Colo Colo.
El único apodo que tenía ya se sabe y lo usaron mucho: me decían Laucha en el colegio.
¿Un sueño pendiente? Yo creo que honestamente lo estoy cumpliendo. Estoy acá, con mi familia, con una pareja maravillosa, maravillosa, ¡maravillosa! Y mis sueños han ido cambiando. Hasta hace dos años yo pensaba que iba a terminar mis días en Israel, pero hoy descubrí otras cosas. Y con la persona que estoy descubrí un mundo completamente distinto, y mi sueño es terminar mis días con ella en el sur.
No es que no crea en las cábalas pero no tengo una en particular. Pero sí, por ejemplo, si salgo de la casa y se me olvidó algo, vuelvo y me siento en tres partes distintas y cuento hasta diez. Cosas como ésa, pero son más costumbres que cábalas, porque eso lo aprendí en mi casa con mis papás.
Mi frase favorita es: las personas no cambian en su esencia, pero por amor, uno puede cambiar las formas.
Tengo varias picadas favoritas... te voy a nombrar algunas. Una está en un pueblo que se llama Abu Ghosh, que está entre Tel Aviv y Jerusalén y tiene el mejor restaurante libanés en el que he comido en mi vida. Se llama así, igual que el pueblo. Después Doña Tina... y también Los buenos muchachos, fíjate.
Mi comida favorita es la chilena, si a mí me encanta. La cazuela sobre todo. Y me gustan todos los mariscos. En ninguna parte del mundo están los mariscos que existen en Chile, y yo soy enfermo: en una sentada me puedo comer cien ostras, cien machas a la parmesana, cuarenta y cinco mil pinzas de jaiba. No existen.
Trabajé en la agencia de publicidad de mi padre muchos años, en marketing de Duracell. Después en Estados Unidos fui corredor de propiedades, lo soy hasta el día de hoy, estoy licenciado. Y trabajé como editor de un canal de fútbol en Estados Unidos... y también me di cuenta que no servía como editor, jajajá.
Con mi primer sueldo le compré regalos a todos: a mi nana, a mis papás, a mis hermanos. Y yo me compré un chorito.
¿Qué hago en mis tiempos libres? Duermo, hueón... aprovecho de dormir por todo lo que no dormí en mi vida.
A mí me gusta la música en español, romántica, pero me enganché en Estados Unidos con la música mexicana. Con las rancheras, con el regional mexicano. Christian Nodal me encanta, lo encuentro espectacular.
El mejor concierto al que fui fue uno que hizo Joan Manuel Serrat con Joaquín Sabina en un anfiteatro romano que está en la ciudad de Cesarea. En la orilla de la playa. Nunca había estado en un lugar más fantástico, porque era un anfiteatro de un coliseo. Entonces, tú estás mirando el mediterráneo, baja el sol y cuando baja el sol, se encienden las luces y empieza este concierto de Serrat con Sabina. Lo máximo.
Con todas las películas lloro yo. ¡Con todas! Soy muy sensible y sobre todo con todo lo que tenga relación con los niños. Pero lloro con todas las películas, por eso veo pocas... porque lloro mucho. Mi película favorita, te diría que es Ghost.
Estoy viendo por segunda vez La ley de los audaces, Suits, una serie de abogados que ya van nueve temporadas. Es extraordinaria. Hay otra que no es como para recomendarla en este momento... que se llama Fauda, que es una serie israelí, que tiene relación justamente con lo que está pasando hoy en día. No la recomendaría mucho porque no quiero exacerbar los ánimos. Otra que me gustó y que es extraordinaria es The Blacklist. Soy mucho de ver series.
No creo en el horóscopo, pero me río, lo encuentro simpático. ¿Sabes lo que pasa? Cuando te dicen las características de Virgo, claro, te ponen diez y encontrái tres. Pero seguramente al Sagitario le pasa lo mismo, al Leo le pasa lo mismo. Leo, carácter fuerte... y yo veo a mi hijo y digo puta, sí, son fuertes los Leo. Pero es imposible que si te tiran diez características no le achuntís a tres, po.
Si pudiera tener un superpoder me encantaría poder volver al pasado y reescribir mi historia en algunas cosas.
Tengo varios placeres culpables, pero el que más me gusta hoy, es un buen asado... y una buena siesta después del asado.
No tomo alcohol.
Si pudiera invitar a tres personas de toda la historia a un asado, serían el Papa Juan Pablo II, Golda Meir y Gandhi. El Papa, porque cuando lo conocí aquí en Chile me impactó tanto, tanto, y me recordó tanto a mi abuelo materno, que amé con fruición. Él fue una persona que a mí me llegó mucho. A Golda Meir, que fue la primera mujer que gobernó un país, y ella tuvo la humildad suficiente para reconocer su error e irse después de lo que pasó en la guerra del ‘73, donde a Israel lo pillaron desprevenido. Ella dejó muchas lecciones y abrió el camino para que las mujeres pudieran ingresar a la política. Y el personaje en la historia que a mí más me impactó, y esto tiene una contradicción, porque no tengo una gran motivación por conocer la India pero sí leí mucho de su historia: Gandhi. Era un personaje que era necesario conocer, me hubiera encantado. En mi vida tuve la suerte de conocer a muchos líderes del mundo, pero Gandhi es alguien que me genera mucho interés por su sabiduría.
Mauricio Israel es un tipo que a los 62 años ha vivido como tres vidas. Y va por la cuarta.
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