Acaso el mejor competidor de realities chilenos, se prepara para la final de Ganar o Servir (Canal 13). Ya con 39 años y, aunque admite que sigue en plena “crisis de los 40″, el deportista extremo está enfocadísimo y, en paralelo, con mil temas en mente: busca su coronación, vislumbra su futuro en TV, en el amor y sus otras pasiones. “Soy un hueón muy libre”, declara.
—Vengo poco a Santiago, ahora vine por ti nomás po’, hueón —dice riendo Pangal Andrade Astorga (39) a La Cuarta.
Falta menos de una semana para la final de ¿Ganar o Servir? ante Francisco Rodríguez, por lo que pronto el deportista extremo partirá a Perú para la última prueba frente a frente del reallity, el domingo 3 de noviembre a las 21:00 hrs por Canal 13.
“No vengo nunca, una vez cada dos semanas”, cuenta el emblemático residente del Cajón del Maipo sobre la capital. “Ahora, esta semana, parece que tengo que venir todos los días, pero bueno…”, agrega con resignación, ya que, entre otras actividades, le toca dar algunas entrevistas y asistir a programas para encender lo que será la esperada competencia ante el ex-Pelotón y Calle 7.
Con 39 años, Pangal se ha preparado con ahínco tras su salida en julio, a pesar de las lesiones que arrastra. Ha bajado seis kilos y ha aplicado algunas restricciones hasta con miras a la competencia. “Estoy conviviendo ya con el dolor”, admite a causa de la “crisis de los 40″, derivada de la merma de su estado físico… la que prácticamente ni han notado los ojos de los televidentes, aunque él siente que en sus veinte era una verdadera “bestia”.
En conversación con La Firme, el histórico competidor de realities hace un repaso por su vida, analiza su presente y vislumbra el futuro: recuerda su infancia entre decenas de primos; sus espectacular arremetida en la TV cuando debutó en Año 0 (Canal 13); sus andanzas más extremas; el paso por Ganar o Servir, de donde estuvo cerca de renunciar; su preparación para la final; los planes con su pareja, Melina Noto; su relación y reencuentro con Pedro Astorga post Gran Hermano; el programa que prepara la pantalla chica; los planes para su casa; sus proyectos menos mediáticos; su visión sobre el sexo y mucho más.
A continuación, largo y en detalle.
LA FIRME CON PANGAL ANDRADE
“Pangal” se le ocurrió a mi mamá. Es un nombre mapuche que significa “visión de la montaña”. Me lo pusieron en el BioBío. Desde que tengo memoria he ido al BioBío. Mis primos hay uno que se llama Huamani, Chagual, Nalani, Kendra, Aramara, Eliam, Kilian, Suasic, Maicha, Gael... Y yo, Pangal, entre mis hermanos soy el del medio, dos mayores, yo y el más chico, un colorín gigante, de 37.
Tengo recuerdos tan lindos de mi infancia en el Cajón del Maipo. Siempre fue salir, jugar en el cerro, jugar con mis primos, quedarme hasta tarde, escuchar que mi mamá me llamaba en la noche, me chiflaba y teníamos que llegar corriendo a la casa; no nos podíamos demorar. Puros recuerdos lindos, full naturaleza, haciendo casas en los árboles, cazando truchas y conejos, yendo a supervivencia con mis primos. Si llego a tener hijos, quiero intentar darles la misma infancia que yo tuve. Si mis hermanos o mis primos tienen guaguas, intentaría replicar el tener (hijos) al mismo tiempo... quién sabe.
Cuando chico hacía bullying y después me puse bueno... ¿Qué cambió?... Nosotros, que somos 45 primos-hermanos, estuvimos en una escuelita rural, en la G-636, de San Alfonso. Y como éramos hartos, chicos, se formaban las bandos, y el bullying existía heavy. Éramos grandes, peleadores y me acuerdo que yo era malo, malo con los niños nuevos: les quitaba la colación. Teníamos la media patota. Y de la escuelita rural me fui a uno privado, al Almenar, y se dio vuelta todo: empecé a darme cuenta de que era grande, que me tenían respeto e igual era chorizo. Mi mamá siempre nos enseñó a defender al más débil y empecé a defender a las mujeres y a los débiles. Siempre que alguien venía a acusar yo los defendía. Me puse bueno como en 4° básico; antes, era malo.
Hacía kayak cuando chico, mi papá me apoyaba en todo y después deserté. Mi papá fue el primer guía de rafting de Chile, trajeron una balsa e inventaron cómo manejarla con mi tío Alejandro. Ahí empezó todo; o sea, nosotros somos nacidos en el agua. Desde chiquitito fui kayakista, de los 3 años, quería representar a mi país: tenía el porte y era muy bueno. A los 14 años, fui el kayakista más chico que hacía los rápidos más grandes en esa época. Era un pendejo, todos quedaban locos. Mi papá me aperraba en todo. Fui a la selección chilena de (canotaje) slalom... ¡pero era un chiste! El gallo que nos llevaba en las noches se iba a cabarets, se gastaba toda la plata, era un chanta. Y mi papá me llevaba, nos quedábamos en carpa, representando a Chile, comiendo pan con mortadela, pero mi viejo me cocinaba. Me aperraba a mil. Me llevaba a Argentina y a entrenar. Nuestros padres fueron un ejemplo tremendo para nosotros. O sea, si yo quiero ser papá, ojalá ser el 10% de lo bueno que han sido mis viejos.
Siempre lo he dicho: si yo en mi vida me hubiera dedicado firme a algún deporte, habría sido campeón mundial, porque creo en mí y tengo las capacidades físicas. Siempre he dicho que es 40% cuerpo y 60% mente. Tú mismo puedes hacer lo que tú quieras si te crees el cuento. Tienes que llegar empoderado a hacer siempre todo.
Casi no lloro. La última vez que lloré a mares fue porque mi viejo casi se muere. Le dio una angina en el pecho. Creo que cuando uno guarda mucho... es heavy... No me conmuevo mucho. He tenido que hacer RCP (reanimación cardiopulmonar) en la calle, con la familia mirando. He tenido a gente muriendo (en mis manos) y, llegado el papá, pasarle a su hijo muerto. He tenido que rescatar del río —hay un video en YouTube—, que me tuve que tirar un piquero a sacar a alguien del agua, muerto, y la familia afuera, lleno de gente y nadie lo podía sacar, y mis primos me agarraron la espalda, me metí debajo del agua, lo amarré y lo saqué abrazado. También a amigos, agarrándole la mano, ya me medio muertos... No me conmueve, soy bien frío en ese sentido... Ahora, de viejo, algunas veces las películas me dan pena. Pero con la vida real soy bien frío. Creo que la muerte es un paso a otra realidad. Creo que hay algo más después.
Quería ser actor de Hollywood. Siempre quise. Quería ser actor de Hollywood y me ponía a llorar; me apretaba la nariz con los dedos, empujaba y me salían lágrimas. Siempre tuve esas ganas de ser famoso, de chico. Siempre era florerito, me gustaba que me mirara la gente, ser el mejor y que todos digan: “¡Oh, mira qué bueno!”. Cuando me metía a hacer algún deporte, era muy bueno, resaltaba siempre. Un tiempo me dio con jugar basquetbol y hartas cosas... Pero no perseguí mucho la actuación. Mi sueño frustrado es que me encantaría hacer una película de acción, ¡me encantaría! Hacer algún papel entretenido. Si se da, sería increíble... ¡Pero no pude llegar a ser actor de Hollywood po’!
Siempre quise ser famoso, desde que vi Protagonistas de la fama (Canal 13). Después veía La Granja, las pruebas y decía: “Si entrara, las ganaría todas”. Ahí estaba la cosa. Me acuerdo que siempre me inscribía por internet, cuando había que esperar, “diiiiiiiiiiii” (Imita el sonido de conexión con el teléfono fijo), ¡era terrible! Me inscribí, y callado porque mi mamá me hubiera matado, es más reservada, no le gustaba ese mundillo. Siempre me llamaban a los castings.
Fui a Pelotón (TVN), siempre quedaba cerca. Fue mi primera aparición en la tele, pero que hice de seguridad en el río, que (a los participantes) los hacían cruzarlo y yo pensaba: “Oh, yo cruzaría esta hueá rajado”. Después fui a un programa que se llamaba Fear factor, animado por la Tonka Tomicic, que fue mi segunda aparición, y les volé la raja (a todos); las hueonas se demoraban diez minutos (en hacer el circuito); y yo, ocho segundos. Me acuerdo que mi pareja no sabía bucear y yo le agarraba la cabeza y la tiraba hasta el fondo. Fue entrete, me creí la raja.
Hasta que, de repente, salió Año 0. Me inscribí, fui a la selección, hice la fila de tres o cuadras... Siempre he dicho: el que la sigue la consigue, hay que persistir... ¡Hice el casting y no quedé!... Había dicho: “Esta es la mía”. Me acuerdo que me subí al Metro —nunca me voy a olvidar—, me paré y dije: “Algún día todos me conocerán”... ya creyendo que iba a quedar, po’, creyéndome la raja. Empezó el reality, no quedé y dije: “Puta la hueá”.
Estaba trabajando en la construcción, Año 0 ya llevaba como un mes, le estaba yendo la raja, y de repente sonó mi teléfono, dirigiendo como a treinta personas, pendejo, 24 años, y dije: “Aló, ¿quién es?”. “Aló, Pangal, soy (Sergio) Nakasone”, me contestó. Y yo: “¡¿Qué?! ¡Nakasone!”, jaja. Cachaba quién era. “Che, Pangal, ¿cómo andas, boludo?”, me dijo. “Quiero tener una reunión contigo, urgente (...) ¡Hoy día! Ahora”, me dijo. Y yo andaba asqueroso, con ropa de contrucción. “Vení, vení, no importa”, me contestó. Pesqué una camionetita que teníamos en la contru, me vine a Canal 13, entré y me imagino que todos pensaban que iba a arreglar las luces, porque venía con una polera manchada y los pantalones rotos. Entré a la oficina de “Naka”, empezamos a hablar y me dijo: “¿Quieres entrar al reality?”, porque había un pelado que se había ido (Maximiliano Cruchaga).
Ya había hecho tantos castings y en último de Año 0 pensé: “Voy a decir la verdad nomás”, y dije: “Voy a ganar, les voy a volar la raja a todos”... “Tienes que entrar”, me dijo “Naka”, “en dos días más”. “¡Cómo! Tengo que organizarme”, dije. Yo tenía un día para preparar todo. Me ofrecieron un moco (de plata), ganaba la mitad que en la construcción, pero dije: “¡Conchetumadre! ¡Es mi sueño! Sé que lo haré bien”. Volví a mi casa y mi vieja no estaba, se había ido a hacer una cabalgata (con clientes) larga durante días, y estaba mi viejo y le dije: “Papá, quieren que entre mañana al reality”. “¡Tú estás loco”, me dijo, “¡eres el jefe de obra, me vas a dejar botado, ¿yo solo?, imposible”... Y me miró y me dijo: “Sé que siempre has querido esto, así que te voy a aperrar, hijo... y por suerte la mamá no está”, jaja. Al otro día me fue a dejar, me pasó un maletín y metí todas mis cosas. Se abrieron las puertas y entré.
A la primera competencia (de Año 0) llegué piola... Ahora en este (en Ganar o Servir) me disfrazaron de travesti como diez veces, de mujer, de todo, fue heavy, jajaja... Pero ahí yo era súper vergonzoso y había puros hueones ya consolidados: Daniel Morón, “Pichulotote” (Luky Buzzio), (Gabriele) Benni, Tanza Varela, Roxana Muñoz, Frank Lobos y puros hueones que ya eran de tele, que se la sabían por libro. Y yo era un pollo. Sabía que iba a ganar, pero iba tranquilo. Me acuerdo que en la primera competencia entre los capitanes, “Pichu” y Morón, que la llevaban, me dijeron: “Tú irás al final porque no sabemos cómo compites”. “Bueno”, pensé. Empezó la competencia y, por suerte, logramos pasar adelante o no habría alcanzado a competir. Me tocó a mí y fui piolita... Les volé la raja. Les mostré: “Aquí estoy, para que me tomen más en cuenta”. Me gané el respeto. Después fui líder, capitán y todos me preguntaban (cosas), y ya fui yo mismo dentro. Creo que lo más importante es nunca perder tu esencia dentro, ser uno mismo. Ya en la mitad del reality perdí la vergüenza: me hacían cantar y actuar. Salí y ya me podía parar en un escenario. La vergüenza se fue totalmente. Uno adquiere más personalidad y no pierde nada.
Mi mejor resultado fue en North Fork Championship 2017, el campeonato más importante del mundo de kayak, que sólo puedes ir con invitación o por la clasificación, que es una masacre, tienes que ser muy bueno, y en un río (Payette, en Idaho) que te puedes ahogar, y se transmite en vivo para Estados Unidos y lo auspicia Red Bull. Estábamos entrenando, un galló se cayó al agua, estaba a punto de ahogarse y lo salvé. La clasificación fue una locura, estaba tan enfocado que la hice rapidísimo. Y cuando llegué al final, terminé y no sabía cómo me había ido. Ese día en la noche, nos llevaron a un teatro gigante y presentaron a los clasificados. A los cuatro primeros le dan un “golden” peto, que son los mejores, y después de 100 clasifican diez, y a los otros seis les dan el peto negro de clasificación. Me acuerdo que empezaron a decir a los primeros diez, iban llegando al seis y pensé: “Conchetumadre, cagué”. Y después dicen: “The golden ticket por the best fours...”. Fueron llamando al cuarto, al tercero, al segundo, y el gallo que presentaba dijo: “Esta es muy importante para mí, ¡porque el primero me salvó la vida!”. ¡Clasifiqué primero (a la final) en el North Fork Championship!
Llegamos al rápido que se llama “Jacob’s Ladder”, o “La escalera de Jacob”, que es una locura: te tiran y es sobrevivencia. Ese año, el 2017, lo querían suspender porque el río venía más grande que nunca, y empezaron a hablar lo mejores kayakistas del mundo, que a ellos (como Dane Jackson) los clasifican porque son los mejores, y dijeron: “Creo que la vida es más importante que es una competencia”, y otros decían que “estamos aquí los mejores, por algo lo somos y compitamos”. Y deciden competir. Teníamos el día anterior, en la tarde, para ir a entrenar los que clasificamos. Fui a mirar el rápido y pensé: “Ni cagando me meto en esta hueá”. No me metí; a un amigo español le dije que “me estoy guardando para la final”, jajaja. Llegó el día, y todo transmitido en vivo y gente con drones. Y cuando me subieron a la rampa y dijeron: “¡From Chile! The first classified, Pangal Andrade!”. Bajé por la rampa, salté tres metros en el aire, rajado, y caí al agua. Y empecé conchetumadre, ¡en este río que venía tremendo! El primer obstáculo tenía que pasarlo por la izquierda, había un hoyo y tenía que boofear heavy (evitar que la proa del kayak se sumerja en el agua) y pasé justo; el otro lo pasé por la derecha; y en el otro también pasé justo. Me saqué unos hoyos gigantes, vi la puerta del final y, ¡y pasé! Pasé todos los obstáculos sin tocar ni uno. Saqué el kayak del agua, me fui caminando y los gringos me decían: “Oh, very good run”. Después hice mi segunda corrida, la logré súper bien. Se vino la fiesta gigantesca. Llamaron a los cinco primeros y, de repente, me llamaron. ¡Salí tercero! Todo el mundo me abrazaba. Me subí (al escenario) y me dieron un cheque de mil dólares. Me ganó Dean Jackson, que es el mejor del mundo, y Evan Moore, ambos locales... Fue una locura.
Soy adicto a la adrenalina. Es una rush de emociones. Con mis primos somos bicampeones del mundo en rafting. Y la sensación de hacer algo que, si no lo haces bien, te puedes morir, es heavy, no te puedes equivocar. ¡Te matas, cagaste! Puedes pasarlo pésimo. Y esa sensación de ir en el momento 100% concentrado, es inexplicable. Cuando aterrizas a 150 kms/hr en speedfly desde la punta del cerro, llegas abajo y dices: “Lo hice, logré batir una barrera”... Soy un hueón que mi cabeza está en otra, está siempre a 1.000 (por hora); de hecho, estoy hablando contigo y estoy pensando en la final (de Ganar o Servir), en qué tengo que hacer en un rato más, en la hueá de mañana, en la ampliación de mi casa... Estoy pensando por lo menos en diez cosas y por eso me cuesta mucho dormir... ¿Y qué pasa cuando hago kayak o algún deporte intenso? Esos 3 o 4 segundos que estás 100% en ese lugar, y en ningún otro, son impagables... (Estoy) un minuto quizá corriendo el rápido; pero cuando haces ese rápido por segunda vez, ya no estás pensando sólo en eso, porque ya lo hiciste bien. Pero cuando te tiras de una cascada en que son tres segundos de caída libre, es una sensación de que no sabes si caerás bien, si vas a sobrevivir... y cuando caes: “¡Oh!, la hice”.
Tengo un vocabulario muy limitado hoy en día, ¡por el celular po’! Hoy tú lo que quieres se lo preguntas al celular, no lo buscas en un libro. Antes uno leía todo el rato. Ahora yo me considero un adicto al celular. Ves todo en el celular y hay pocas enseñanzas. Ya no es en un libro en que lees las palabras, ves los acentos, cómo se escribe. El vocabulario se va limitando demasiado, ¡demasiado! Heavy. Siento que en los encierros, en los realities, también se te olvidan las palabras, ¡a todos les pasa una hueá muy rara! Se empiezan a olvidar nombres y palabras. Y mi vocabulario totalmente se ha limitado harto.
El ser famoso y, a la vez, vivir alejado en el Cajón del Maipo es un perfil bueno en el fondo, porque saca de la rutina del típico influencer o famosillo santiaguino po’. Yo para subir a mi casa tengo que caminar un kilómetro, o si quiero comer carne orgánica voy a la meseta y cazo un conejo, o tenemos huevos de campo. Vivo en una burbuja, un paraíso. En el fondo mi llamado a la gente es que se vuelva a sus raíces, la vida totalmente diferente. Uno es más feliz.
Me llevo bien con la farándula, si es que la sabes llevar. Es difícil que se metan en todo lo que uno hace. Se meten en tu vida privada en todo, pero no está tan cuática como antes; antes te perseguían más. Para mí es más fácil porque vivo en el Cajón del Maipo y un periodista tiene que pegarse un pique de dos horas para sacarme una cuña, si es que la saca; no son quince minutos al departamento de una famosa o famoso. Es diferente, estoy en una burbuja, protegido totalmente de la farándula... Siempre he dicho: si te metes a este mundo, no te puede molestar (que se metan en la vida privada), porque todo es propaganda, todo te ayuda, no hay mala propaganda. Y si te decides mostrar por tus redes sociales, no te puede molestar después que hablen de ti, que se hable en la farándula. Tú decidiste entrar a este mundo.
¿Me gusta que hablen de mí? Depende, cuando hablan bien... Al principio te urges y dices: “¡Esta maldito!”. Pero después ya eres cuero de chancho, da lo mismo. Hoy, también, la gente habla por hablar. Es divertido cuando hablan cosas sin conocerte... Es parte de también, hay que aceptarlo. Pero uno sabe la verdad, el fondo y trasfondo de todo.
Después de catorce años, volví a encerrarme en un reality. En Año 0, que estuve cuatro meses, fui más pollito. Ahora ya llegué con mi personalidad: lo que vieron dentro, soy yo; no soy otra persona, soy lo mismo que afuera y todo eso. Soy totalmente genuino. El Pangal que ven en Ganar o Servir soy yo.
En los capítulos finales de Ganar o Servir ya estaba con rabia, ya me caían todos mal y les decía: “¡Hueón, me caes pésimo, ¿para qué te voy a mentir? Me caes como las hueas”. Ya estaba enfermo, con los personajes que habían dentro, ¡todo el día hueveando! Y tienes que aguantarlos todos los días, y estar concentrado porque no puedes perder para llegar (hasta el final). Es heavy, es una convivencia en que chocas mucho, porque uno está acostumbrado a un estilo de vida, a su orden y a que vivamos en convivencia, y hay gente que no le gusta vivir en convivencia, que es egoísta. No es fácil, un reality no es para cualquiera.
¿Amigos, afuera de Ganar o Servir? Austin (Palao), la Fran (Maira), que es su polola, la he visto cuando está con él; y Claudito (Valdivia), que es a toda raja. Con Claudio en Año 0 éramos enemigos, y ahora fue muy amoroso: “¡Güena, Pangal!”, me dijo. Fue el único que me hizo más competencia, y debería haber llegado a la final de Año 0, pero le ganó Frank Lobos en la semifinal.
Pensé en renunciar a Ganar o Servir, seriamente, había momentos en los que estaba chato. Hay momentos en que es tanto el estrés adentro, que piensas: “No doy más... quiero irme, quiero mi casa, quiero a mi polola (Melina Noto), ver a mis primos...”. Estar encerrado con dieciséis personajes diferentes a ti no es fácil. La competencia es lo de menos, la convivencia es lo más difícil. A veces te quedas solo, a veces se hacen grupos. Al final me quedé solo; se fue Austin y me quedé medio solo, con Rai (Cerda) un rato y con la Faloon (Larraguibel), que era una traidora, pero también nos hicimos amigos; era de mi misma edad, podíamos conversar un rato y ella también se quedó sola.
El “Quico” de Luis (Mateucci) no me molestó nunca, nunca vi El Chavo del 8 y no me parezco a “Quico”; pero era muy repetitivo. Si a ti te tocan el hombro tres veces, está bien; pero si te lo hacen todo el día, ¡es cansador!... Y un personaje como Luis... ¿Cómo me cae Luis fuera del encierro? No me juntaría afuera con él. Me da pena, porque él cree que es el centro del mundo, cree que se las sabe todas. En el fondo, no me da rabia, lo saludo cuando lo veo. Pero siempre él como que te quiere poner el pie encima, como que él la lleva, y es como: “Brother, jaja, ¿en serio?”... Es un villano... no me juntaría con Luis, no lo invitaría a un carrete; y si lo veo, lo saludo; cree que la lleva, que es el más guapo y vive en su mundo.
Yo creo que ninguno de los temas de mi vida personal que salieron en el reality (como su ex relación con Kel Calderón, la infidelidad inicial con Melina Noto, o su cita fallida con Tita Ureta) me generó algún costo. Todo lo que salió, se sabía anteriormente, no era algo que la gente no supiera. Nada me causó (problemas)... Aparte, era parte de la dinámica del reality, que igual te intentan llevar a tus lugares incómodos, si la gente quiere verte tal cual eres: en tus momentos felices, tristes, enojados y frustrados. Y el trabajo de Sergio (Lagos) como animador con la Karlita (Constant) era hacerte preguntas cuáticas a veces. Y era decisión de uno (responder), nadie te obliga a hacer nada. En un reality no te ponen la pistola en la cabeza ni te dicen “tienes que hacer esto”. Nunca. Eres tal cual eres. Si no quieres responder a las preguntas o hacer las actividades, nadie te obliga. A nadie le pusieron la pistola en la cabeza para decir las cosas que dijeron.
Cuando conté que me dejó plantado la Tita Ureta me huevearon. Tiré la anécdota nomás, y dije que fue como a los 18 años; y si hubiera sido así, la Tita habría tenido como 13 años, como que yo era un... Ahí me huevearon harto (en redes sociales), pero fue un rato nomás. En ese entonces, yo todavía no era conocido y la Tita hacía un programa de aventuras y trabajaba con un productor... Pero creo que fue después del reality... ni me acuerdo... ¡Pero ella no tenía 13! Debió haber tenido 18 o 19 años, y yo debo haber tenido 24... Cuando lo conté en la tele, me hicieron cagar, jaja.
Estoy con pubalgia, que es una lesión maldita, “la del futbolista”, y estoy con cuatro hernias. Pero eso da lo mismo: cuando llegue la competencia se me va a pasar todo. He estado con kinesiólogo, doctores y en una clínica que me han tratado e infiltrado dos veces. Llegué cojeando y con sobreesfuerzo... pero esta hueá está en la mente, estoy conviviendo ya con el dolor. Creo que voy a llegar en mi 60% a la final... pero así está bien, ¡eso es espectacular! JAJAJA... Voy con todo… Me creo el cuento para la final de Ganar o Servir, 100%. Si voy con miedo, cagué. El cuerpo te engaña, tengo que llevarlo concentradísimo: lo va a lograr, va a tener la energía y no se va a cansar.
Van 40 personas a verme para la final en Perú, todos los “Zion”, mi team, que son mis mejores amigos, que tenemos un grupo, andamos en moto de nieve y nos juntamos harto a hacer hueás. Y van varios primos, como seis. Y va mi familia, mis hermanos, mi viejo, mi mamá y las pololas, la Meli... Pedro (Astorga) hoy (lunes) sabía si iba, pero tenía ganas de ir.
Sigo en la crisis de los 40, ¡a lo maldito! Heavy, el achaque, los dolores, me resfrío mucho. El cuerpo ya no es el mismo. Me levanto de la cama, y con esfuerzo, me paro apoyando la rodilla. A los 33 empieza; si no te mantienes, vas para abajo. Me he mantenido con el deporte. El deporte es salud, 100%. Vivo en un lugar en que hago deporte todos los días. Tengo que hacer deporte, porque sino me vuelvo loco; pero el cuerpo lo he expuesto a tal límite, que empieza a cagar todo. Por ejemplo, hice “La Herradura”, que está en Cochamó (Región de Los Lagos), y el último día nos mandamos 60 kms hasta el Lago Vidal Gormaz, y al otro día llegamos a La Junta (Aysén)... nos volvimos locos, ¡están a la cresta!, caminando con una mochila de 30 kilos... A veces no sabes, la mente puede más. De ahí llegué cagado del tendón de Aquiles. Pero es parte de.
Mi crisis de los 40 es más física que mental, porque todavía me creo joven, de 25 años, jaja; pero el físico es el que empieza a guatear, a aparecer más arrugas, miro y digo: “Oh, concesumadre, cómo pasa el tiempo...”. Me acuerdo cuando mis papás tenían 40 y pienso: “Ahora yo tengo 40″. Es más que nada lo físico. Pero ahora entrenando (para la final) he llegado a un nivel bueno, (aunque) no manteniendo el de los 25, ¡que era una bestia!
No me da miedo envejecer, es parte de la vida. Pero no quiero ser un viejo cagado: si llego a estar en silla de ruedas, prefiero no estar, siempre lo he dicho. No quiero ser alguien a quien tengan que levantar para ir al baño y lavarle el poto; no quiero llegar a ese nivel, prefiero joder antes.
Siempre he querido volver a hacer un programa en la tele. El primero que hice fue con Ricardo Astorga, hace muchos años, La odisea (TVN), que fue espectacular, viajamos por todo la Patagonia, después por todo el Amazonas y después la Patagonia profunda. Fue un programa épico que todavía lo repiten, siempre. Aprendí mucho con él, que era “Batman” y yo “Robin”... Y mi sueño es entrar y, de hecho, ahora con Canal 13 estamos trabajando en un programa, que no puedo contar nada, para que ojalá salga, porque si uno cuenta las cosas (antes) no salen. Es de aventura extrema. Quiero que la gente se agarre del sillón y diga: “¡Wuaaa!”, llegar a lugares a los que muy poca gente puede y mostrar lo lindo que hay de Chile. Siempre he dicho que, cuando uno conoce un lugar, y lo quiere realmente, lo defiende con pasión y corazón. Quiero mostrar las domaduras de caballos en la Patagonia, las pegas extremas de Chile, estar con una familia que se dedique a eso y prepararme con ellos... ¡Sería espectacular! Sería el tipo de cosas que me gustaría mostrar, prepararme físicamente, estar bien. No quiero el típico programa en que va a ver a la “señora Julia”, jaja, como el Panchito (Saavedra), que es un amor, y les va la raja, es divertido. Pero es otro estilo.
“La policía está sobrepasada” y “Chile era un país tan seguro”, declaré al fines del 2023 sobre la delincuencia... ¿Cómo ve hoy aquel ese escenario? Chucha... Yo siempre he dicho que cuando se le pierde el respeto a la policía, estamos hasta el loli. Me ha tocado mucho viajar por el mundo y te das cuenta; en Perú, te paran y coimeas fácilmente, les pasas 3 o 4 dólares; y en Argentina también coimeas. Porque no hay respeto. He visto amigos en Perú que los empujan, y la policía no hace nada. Cuando se pierde el respeto a la policía, ya nos vamos para abajo... A Chile lo veo bien desordenado hoy día, se ve bien intenso... Tengo mi opinión y en la política no me gusta mucho meterme... a veces lo hago en mis redes sociales, sobre todo en TikTok, a viva voz.
El proyecto (hidroeléctrico) de Alto Maipo está parado, se derrumbó 45 kms. Le están metiendo más plata todavía y está totalmente parado. Dejaron la cagada en el Cajón y contaminaron el agua... y no está funcionando... Me provoca rabia, lo dijimos, ¿pero crees que lo van a reconocer? Hinchamos tanto diciendo que sería un proyecto nefasto, que se irían a la cresta, que pincharían napas subterráneas y todo eso, ¿y que ahora esté parado porque se cayeron 45 kms de túnel? En tres años va a estar listo y, de nuevo, van a dejar la cagada, a destruir lo último que nos queda a los santiaguinos... Alguna vez me ofrecieron plata (para que dejara de protestar), ¡a todos! Heavy, me metieron hasta a juicios de cosas que nunca hice, como que golpeé a alguien... No me asusto, si te asustas por amenazas, ¡imagínate! Todos te escriben “te voy a matar”. Es divertido. No puedes vivir asustado en la vida.
Estoy teniendo un rol de difusión y de construcción, con todos mis primos, que nos reunimos a hacer una minga familiar, construyendo todo el establo para que puedan alimentarse y refugiarse del viento y de la lluvia (dice sobre el proyecto de liberación y reinserción de guanacos, liderado por el santuario Cascada de las Ánima y la fundación Acción Fauna, especie que casi se ha extinto en esta zona precordillerana).
Soy otro tipo de romántico, no soy el romántico tipo “Ay, amorcito, te amo”, rosas y “vámonos a viajar a una isla desierta”. No. Ahora estoy construyéndole una pieza a la Meli, para hacerle un walking closet, que se viene a vivir conmigo; de hecho, ya cambió sus cosas y está en la casa. Esa es mi forma de mostrar cariño, otro tipo, no el “oye, amor, es que te amo”. No soy de decir “te amo” siempre, de entregar flores o hacerle un caminito de flores a la cama... ¡No! Soy de otro estilo, soy más bruto en ese sentido... ¿Si me ha traído algún costo? Todas mis pololas me lo han dicho, todas se quejan, por lo poco romántico que soy. Tengo otra forma, yo creo, jajaja.
No creo mucho en el matrimonio, no soy católico de hecho. Pero sí creo en una unión entretenida en que haces una fiesta espectacular y te casa alguien al que le tienes respeto, donde tus primos te digan palabras bonitas… También podría ser el matrimonio por el Registro Civil... pero con los bienes separados, jajaja.
El sexo nunca ha sido tabú para mí. Siempre he sido abierto, de mi familia. Siempre nos explicaron, de chicos, qué era el sexo. Nunca nos los escondieron. Ninguna prima mía quedó embarazada por error, por condoro. Siempre nos enseñaron a cuidarnos, desde chicos, y siempre nos hablaron de sexo... Yo quería ser actor de porno cuando chico, JAJAJA... Pero bueno, tengo mi casa, entretenida, cosas entretenidas (para practicar la sexualidad, como los conocidos accesorios de su cama y baño)... Mi primer beso fue con una prima, de chico, ¡éramos tantos primos! Les di besos a todas mis primas, jajaja, para qué te voy a mentir.
A veces reviso los directs de Instagram y de vez en cuando hay fotos cochinas por ahí, jajaja, pero me cago de la risa. Es parte de.
En el 2020 dije que no quería tener hijos (en entrevista con Angélica Castro, para El aperitivo), y en Ganar o Servir manifesté que me gustaría tener hijos. El encierro te hace decir cosas, jajaja, es cuático, pensai mucho. Pero pienso: “Chucha, mis primos están todos con guagua”. Igual influye. He perdido a muchos amigos, ya no me junto con ellos, porque es un cacho, y es como “es que no tenemos a quien se quede con la guagua”. Soy un hueón muy libre, pesco mis cosas y me voy donde quiera. Dejo a mi perro (“Bagual”) con mi mamá y no tengo a nadie atrás, a mi polola nomás, que me voy cinco o diez días. No tengo anclas.
Pasa el tiempo y a uno le gustan otras cosas. Ya no me gusta la adrenalina así “¡WUAAAAA!”. Ya no soy el hueón que se quiere tirar el rápido más grande, ya no quiero tirarme de la cascada más gigante para demostrar (que puedo). Quiero hacer kayak en clase 5 (hay hasta 6, que es “extremo”), entretenido, disfrutar, pasarlo bien, ir tranquilo. Ya no quiero pasar ese miedo que “me voy a morir”. Ahora me gusta (estar) en la casa, una tarde rica, cocinar, jajaja, son otras cosas, y pienso: “Igual entretenido criar a un mini tú y enseñarle cosas desde cero”, en ese contexto.
Me reencontré con mi primo Pedro (Astorga) después de Gran Hermano (CHV), na’ que ver (a Ganar o Servir). Pedro la cagó, es otra persona: con paciencia, mucho más maduro, aprendió a escuchar y a dar consejos. Es otro personaje. Aprendió mucho, a ser más zen. Siempre ha sido zen, pero ahora es el doble: tranquilo, te escucha, tranquilo... La cagó... Nos criaron como familia. Nos vemos mucho, hicimos un asado el domingo... Queremos entrar a un reality juntos. Sería la última... como el Coca (Mendoza), jajaja, que igual entró pasado (a GoS), jajaja... Si se viene algo entrete, y entramos él y yo en algo de competencia, todavía nos podemos dar la cancha. Pedro tiene 37, es más joven, pero yo todavía soy joven de mente, que es lo importante. Me tengo que creer el cuento, estaría peleadísimo, duro, es firme Pedro; somos criados en el mismo lugar.
Soy de carretear piola, no soy de disco. En julio fuimos a un carrete en la disco con los de Ganar o Servir, pero yo fui diez minutos, me escapé rápido. Fuimos a un barcito. Soy de ir a un barcito, conversar, tomarse algo, comer algo rico y después fuimos un rato y me escapé. Mi carrete perfecto es un restorán o un bar en que puedes conversar, o un carrete en casa, y en mi casa mejor porque ahí me voy a acostar rápido. ¿Pero salir a bailar a una disco? No, mucha gente, apretados. No me gusta.
Mi casa propia siempre fue un sueño, que me fui a vivir ahí a los 33, viejo. Toda mi vida fue mi sueño. La iba a construir más arriba y (en ese tiempo) cuando subíamos a la casa con la Kel (Calderon) justo ahí se cansaba. Y me enamoré de ese lugar, que era donde nos tirábamos en resbalín cuando niños, no había ningún árbol y metí la casa entera ahí. Estuvo entrete. Tuve la posibilidad de que mis viejos me pasaron el terreno y dije: “No quiero irme a arrendar una casa, quiero irme de la casa de mis padres a la mía”. Fueron dos años y nueve meses que no paré de trabajar, sábado y domingo, sábado y domingo... Y lo logré... Y todavía sigo trabajando en la casa, la estoy agrandando.
Amo el Cajón del Maipo, es el clima perfecto, tiene las estaciones muy marcadas... ¡hay hasta nieve! Estos inviernos han sido espectaculares. Me gusta mucho el Sur, pero para el verano; no me gusta el Sur en invierno: muy helado, mucha lluvia, pasas encerrado y comiendo sopaipillas... Me veo viviendo siempre en Chile, lo amo. Por eso siempre he dicho que, como chileno, si tienes la posibilidad, viaja por todo el mundo, pero siempre vuelve. Chile llama mucho, es un país muy lindo: de norte a sur tenemos todo, selva valdiviana, el desierto más árido, Campo de Hielo Norte y Sur, la Patagonia, Torres del Paine, Isla de Pascua, de todo. Es un país muy completo.
Siempre hay que tener confianza, creerse el cuento. Esa mentalidad siempre la he tenido, me le creí siempre. No puedes llegar dubitativo nunca, tienes que llegar como un campeón. Siempre le he dicho a la gente: “Tú eres el mejor, hueón, no hay nadie más lindo que tú”. Si no crees en ti mismo, estás destinado a ser un hueón reprimido y con depresión toda tu vida. Si tú no te aceptas cómo eres, cagaste. Tienes que creerte el mejor en todo. Yo lo aplico mucho en lo deportivo…
¿Y en otros aspectos? Antes me iba súper mal con las chiquillas; era guapo, pero no tenía mucha perso. A un compañero le iba bien y siempre me dice: “Yo con tu cuerpo y mi personalidad la rompo”, y el hueón es un galán también. Todo es lo que tú creas... De chico siempre tuve personalidad, me impuse, como capitán; pero la perso con las chiquillas las saqué como a los 17 o 18, bailaba y todo eso. Viejo perdí la virginidad, a los 18; y todos mis primos, más jóvenes. Éramos muchos primos, todo era una competencia para nosotros, desde chicos.
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido deportista extremo o constructor... Quería ser profesor de Educación física, pero después me di cuenta de que los cabros chicos me daban mucha rabia. Tengo poca paciencia. Me habría gustado ser doble de acción... Siempre quise hacer hueás peligrosas.
Un apodo, de chico, “Pangui”; “Capi”, me dicen todos mis amigos... Los pesados nos los diré, jajaja... Me dicen harto “Pangui”, la gente cercana.
Tengo varios sueños, pero he podido cumplir muchos... ¿Pero un sueño pendiente que tenga? No sé, he cumplido casi todos.
No tengo cábalas, sólo creer en mí mismo, porque si empiezas a creer en la cábala, cagaste, como “ay, tengo que llevar este reloj”, como los futbolistas… Era bueno para le pelota, bien bueno, jugué para la selección del DuocUC, salí goleador, hacía goles, cabezazos, pencazos… hasta que me corte el (ligamento) cruzado.
Una frase favorita es “A lo maldito”, en el reality la decía harto; es de un amigo, Piero Benucci, que una vez dijo: “Hoy iremos a lo maldito”, y pensé: “Oh, buena frase”.
¿Un chico reality favorito? Cuando chico encontraba bueno a Gonzalo (Egas), que ya está tatita, jaja. ¿Y un deportista extremo? Hay muchos hueones animales, de otro planeta, los que hacen downhill (descenso) o los que vuelan en alas... no tengo un deportista que te diga “este”; pero son muchos los buenos.
Me arrepiento de cuando invité a mi hermano a volar en speedfly y se cortó el pie. Le insistí muchas veces... Pero eso igual trajo otras cosas como que creamos la Casa Chocolate, que él la inventó cuando estaba en cama... Pero me arrepiento de eso, siempre, y digo: “Si no lo hubiera llevado hubiera estado bien”. El pie se lo arregló y ahora corre y todo; pero fueron años de recuperación.
El trabajo más terrible que he hecho fue en una fábrica en Nueva Zelanda, repartir las paltas, echarlas en una caja, cuando me fui un año de working holiday. Duré tres días. Era terrible. Tenía 22 años.
Con mi primer sueldo yo creo que compré dulces o chocolates. Nosotros trabajamos de chicos, desde los 9 o 10 años, paseando ponis en la Cascada de las Ánimas, llevábamos a la gente y le pedíamos propina.
La música no me mata, no tengo un cantante favorito. Escucho de todo, hasta reggaetón, los viejos; no me gustan los nuevos, los encuentro muy ordinarios. Pero no tengo como un “este cantante me fascina”.
Un lugar favorito de Chile es Riñihue, Pucón y (Puerto) Fuy. Chile tiene lugares muy lindos.
Un pasatiempo escondido es que veo animé, jaja, de vez en cuando: Demon Slayer y Attack on Titan... Pero mi gran hobby es la pesca con arpón; no lo muestro mucho, pero me encanta, en el mar.
Nunca he sido de talentos, pero siempre he dicho que el talento que tengo es que me creo el cuento, que es el más importante que tengo y que me lleva a hacer las cosas que hago.
Una película que me hace llorar es Forrest Gump, o Corazón valiente cuando el protagonista está para la cagá y grita: “¡FREEDOM!”.
Si pudiera tener un superpoder, me gustaría volar. Siempre cuando chico miraba los árboles y decía: “Quiero pasar por ahí volando”. Y siempre tuve el sueño de que no podía volar; me costaba, como que volaba, y me caía. Ayer soñé que volaba, llegué hasta arriba y me saqué la mierda, casi me mato... Por eso hice speedfly, y vuelo, por los cerros, paso por los árboles, volando... Ahora me da más miedo, lo hago menos. Antes volaba a lo maldito, heavy. Ahora soy más precavido, más miedoso, con el tiempo me he puesto cobarde.
No creo en el horóscopo, es fácil venderte el chamullo. Tengo una amiga que se tiene que hacer limpiezas una vez al mes, o leerse las cartas; si una señora la miró mal, se hace limpieza y le digo: “¡Pero estás haciendo millonaria a la bruja!”, jajaja, por cualquier cosa… Es bueno no creer tanto, creo en las cosas que puedo ver: soy de esos gallos que cree en la naturaleza y en fuerzas, pero en las que yo entiendo.
Un placer culpable es el azúcar, ¡terrible! Ahora le dejé, para la competencia, ha sido terrible: te cambia la piel y tienes más resistencia... Tengo una chocolatería-heladería y veo cómo hacen los bombones; es una prueba de fuego, la mano me tirita para sacar un bombón, pero no lo hago... Después volveré, bajé seis kilos ahora... seis kilos, más livianito.
Si pudiera invitar a tres personajes de la Historia a un asado, invitaría a Carlomagno, que casi conquistó el mundo, ¿qué piensa ese hueón? ¿Qué hay en su cabeza? Invitaría a Steve Jobs, un loco que cambió el mundo. Y a Espartaco, estar en el Coliseo y que te cuente el vivir o morir si te entierran la espada.
Pangal Andrade es un chico como todos los demás, pero con la diferencia de que vive en el campo, y sus padres le inculcaron valores de naturaleza, tuvo la suerte de tener una crianza al aire libre, con animales, en la montaña... una crianza de campo... Creo que eso me diferencia de todos, que vivo en el cerro.