La Firme con Rodrigo Villegas: “El humor es un arma que puede sanar o destruir a una persona”

Rodrigo Villegas celebrará en julio sus 15 años de carrera en el Teatro Caupolicán. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

El destacado humorista, que viene de triunfar en el Festival de Viña, repasó su carrera y parte de su vida con La Cuarta.

En algún momento de la conversación, Rodrigo Villegas sopló su cigarro, se detuvo por unos segundos y cayó en cuenta de que, al mirar atrás en el tiempo, ha hecho prácticamente de todo. Y eso supone, por cierto, todo lo que se propuso. La ráfaga de la memoria le permitió recordar que desde niño sintió una fascinación por los rostros de la tevé y las artes escénicas. Luego vino el baile, la gimnasia y en definitiva la actuación. Lo que quizás aún le cuesta dimensionar es que, sin buscarlo, haya construido una carrera en torno a una profesión que siempre le provocó respeto. Alguna vez —le cuenta en las siguientes líneas al diario pop— se dijo a él mismo que no quería hacer humor porque era estresante. Porque en los festivales a los que acompañaba a su hermano mayor constató que la gente podía pifiarte y había que saber gestionarlo en el acto. Hace cuatro meses se llevó todos los galardones, por segunda vez, en Viña del Mar. Y en unos pocos días celebrará, en uno de los recintos más emblemáticos de la capital, 15 años de ese viaje.

La firme con Rodrigo Villegas

Empecé el 2007 con la carrera de comedia. Entré a estudiar el 2002 teatro, hasta el 2003... De ahí me fui a Copiapó, me retiré de todo, y después volví el 2007 y entré a Morandé con Compañía. De ahí viene toda esa carrera, que es la edad de mi hija, la edad de la Anto: venía con la marraqueta bajo el brazo.

“15 años no es nada” va a ser una celebración, donde van a estar todas las personas que trabajaron conmigo y que fueron parte de esta carrera durante estos 15 años. Va a ser un reencuentro de colegas y de amigos. Así que va a estar muy bonito. Va a haber gente con la que no me subo al escenario hace mucho tiempo. De repente uno mira y dice, oye, puta que he hecho hueás... jajaja. Y bueno, los personajes que me pedían sí o sí van a estar.

Tengo bonitos sentimientos con el Teatro Caupolicán, porque tuve la oportunidad de actuar a teatro lleno, una vez que me dieron la oportunidad de telonear a Yayo, el comediante argentino. Estaba nervioso porque la gente no sabía que yo hacía esto, pero me subí y noo, me fue bien y la pasé bien. Tiene una energía increíble este teatro. Claro, casi todos los días hay shows y esas energías se van moviendo, y cuando te presentái acá, tiene algo diferente. Es un teatro hermoso.

Pa’ mí, el humor es líquido. Literalmente, la palabra humor es líquida. Está el humor acuoso, el humor vítreo. Entonces, el 70% del ser humano es líquido. Y uno cuando toma esta responsabilidad de poder hacer reír a la gente, se mete en algo más biológico, algo más espiritual. Por eso cuando la gente se ríe, también llora y tose: se le producen cambios en el cuerpo. Es parte de uno. Uno genera frecuencias, vibraciones. Es generar un estado de catarsis con el humor.

Hay muchos que dicen “yo soy comediante, yo soy humorista”: yo soy humorista. Jesús era humorista, po. Jesús trabajaba con los humores. Manejaba los humores de la gente, y de ahí viene el dicho del buen humor y del mal humor. Él sanaba a través de eso. He tenido muchos ejemplos durante mi carrera, que la palabra que más se repite cuando me presento es “gracias”. “Gracias por hacerme reír”. “Me sentía mal pero vi un video tuyo y me reí”. Eso es lo que me motiva, porque uno no sabe... cuando actuái en la tele y todo, tú no sabís la trascendencia que podís tener.

Villegas a lo Usain Bolt. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

El humor es un arma: podís sanar a una persona y podís destruir a una persona. Es un arma que hay que manejar con mucho cuidado, jajaja. Cuando era chico prácticamente estaba solo en la casa. No me crié solo, tengo hermanos, pero mi hermana tenía seis años pa’ abajo y mi hermano seis años pa’ arriba. Jugaba repoco con ellos, así que me tenía que inventar mis amigos imaginarios, jajaja. La imaginación se va perdiendo con el tiempo, pero yo creo que debería perdurar. Tener la imaginación de uno poder entretenerse solo y crear momentos, situaciones. Yo hacía mundiales de fútbol solo, me expulsaba solo. Tenía toda una historia. Estaba toda la tarde en el patio... increíble. Así que la pasaba súper bien. Y yo creo que me quedó esa creatividad.

Soy una persona que siempre está creando cosas en su cabeza. Estoy todo el día inventando hueás, y a veces que hacemos asados, inventamos negocios, productos, puras hueás que no van a funcionar jajajaja, pero tienen que salir esas ideas por algún lado. Peor es que se queden en la mente.

La primera vez que hice una performance estaba en cuarto básico. En la Escuela D45 en Calama, había que hacer una recreación en la sala del colegio. Hicimos La chica de rojo... y La chica de rojo era yo. Entonces, me puse una falda de mi mamá, con unos globos, y esa fue la primera vez... Hueón, ¡un cagadero de risa! La profe ya falleció, pero siempre se acordó de esa performance, porque imagínate unos cabros chicos de cuarto básico haciendo esta tontera. Estaba de moda la película. Y ese fue mi primer escenario, aunque no tuve consciencia que era un escenario. Tengo fotos también de que me hacían modelar en sala cuna. Te van quedando esas experiencias, así que nunca tuve problemas de personalidad. De hecho, me gustaba hacer ese tipo de cosas.

Los nervios siempre están antes de subir al escenario. ¿Sabís cómo lo tomo? Lo comparo con un boxeador. Porque un boxeador, cuando ganái el título mundial, puta, disfrutái un ratito nomás, porque después hay otro que te quiere destronar, ¿cachái? Entonces, tenís que subirte al ring demostrando por qué ganaste ese título. Y claro, es una cosa de enfrentarte a cualquier tipo de público. Yo no me confío... siempre estoy como nervioso. Pero tenís que entrar en una frecuencia, salir con una actitud, aprender a manejarlo.

El humorista se ha presentado en los escenarios más importantes del país. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Mi fórmula es tener un rematito cada siete segundos, y no soltar a la gente. Ese es el método: no soltar, no soltar, no soltar. Antes era más hiperquinético, no dejaba ni aplaudir a la gente. Se estaban riendo y ¡paf!, les tiraba otro. Entonces, ahora estoy más pausado, dominando un poco más los tiempos. No tan así como ansioso, y lo paso mejor en el escenario.

El Festival de Viña es el escenario más potente... pero hay otro escenario que fue increíble, que fue el Festival de Laja. Laja tiene un anfiteatro que anda por ahí con Viña, caben como 10 mil o 12 mil personas. Es como un coliseo romano y lo encontré espectacular. Es que cuando se produce la catarsis con la gente, uno la pasa increíble y la gente también. Y en Argentina, el Teatro Real de Córdoba, que es como un Municipal pero más chiquitito, caben como 800 personas. También tuve la oportunidad, gracias al Flaco Pailos, que es un gran comediante de allá, y nooo, ¡espectacular! Me fue súper bien, entendían todo.

La primera vez que fui a Viña, en 2017, estaba muy nervioso. Entré demasiado ansioso, y fue un rato así... tengo flashes, no estuve tan consciente en el escenario. Hice la rutina, más encima pasó la cuestión de la galería (NdeR: un incidente que detuvo un momento su presentación). Ahí dije, ah, me fui a la mierda, cagué, cagué. Pero después todo se solucionó y salió súper bien. Este año, el 2023, estuve mucho más relajado. ¿Sabís por qué? Porque fui con mi familia. Me acompañaron en todo momento. En el hotel, andábamos almorzando juntos, después fuimos a hacer la prueba de sonido y técnica, estuvieron conmigo en el camarín. Estaba súper aclanado. Estaba mi hermano, mi hijo en la técnica... iba súper relajado. Cuando subí, y uno espera ahí al ladito de la pantalla, con el Martín (Cárcamo) nos fumamos un cigarro mientras estaban en comerciales.

Haber ganado todo en Viña es la retribución del cariño de la gente. Para la gente es la manera de agradecerte lo que entregaste en el escenario. Yo iba con la convicción de que se rieran, y lo he dicho siempre: esto va a sanar a mucha gente. Porque efectivamente mucha gente que en ese momento estaba mirando la tele, estaba pendiente de eso, lo pasaba bien, sin dolores. Por ese ratito no había dolores, no había deudas, no había problemas en su vida. Esa es la importancia que tiene crear un buen espectáculo, para que la gente lo pase realmente bien. Yo me casé con esa consigna de poder generar eso, y es lo que encuentro más lindo. Si alguna vez me recuerdan, que me recuerden por eso, puta... yo pagado.

Cuando llegué a estudiar a la Escuela de Teatro de Gustavo Meza, lo tomé como el último intento para llegar a lo que había soñado desde cabro chico. Entonces era muy responsable, estaba todos los días estudiando, mirando, leyendo, trataba de hacer todos los ejercicios, porque de verdad lo veía como una última oportunidad. Y con los Cuatro Octavos, como eran más chicos algunos, estaban como en la búsqueda y derivaron a la escuela... Siempre nos juntábamos en los recreos a conversar y ahí parodiábamos las cosas de nuestros compañeros. Empezaron a salir tonteras, cantamos juntos, hicimos un ejercicio de voz juntos, parodiamos “Son by four” por ejemplo. Estaba Fernando Godoy ahí también. Y bueno, gracias a eso nos dieron la oportunidad de estar en un festival, que era de dramaturgia para los alumnos. Hicimos lo que hacen los comediantes: entretener a la gente mientras cambiaban los focos. Nos fue tan bien que la gente después nos iba a ver a nosotros y no las obras de teatro. Ahí empezó todo.

Una vez nos subimos a una micro a cantar. Era una pega. También fui mimo... en Lyon con Carlos Antúnez. Googlea: el primer mimo gordo de la historia, jajajaja.

Entramos a Morandé con Compañía por Fernando Godoy. Le estaban haciendo un reportaje a él, y nos invitó al Teatro Municipal en Iquique a actuar. Después de todo su éxito, quería darse el gusto de actuar con el grupo. Le estaban haciendo una nota de Morandé con Compañía, y ahí nos vieron. Conversaron con nosotros y empezó el viaje.

A Morandé con Compañía lo recuerdo con mucho cariño, es una escuela muy linda. Una escuela de humor sin querer serlo, porque era netamente crear distintos estilos de humor, personajes. Era como jugar. Y claro, jugar presionado también, porque había que tener tres libretos semanales. En ese tiempo en YouTube no había tanto material como ahora, así que había que darle vueltas... pero noo, gran escuela.

Cuando trato de crear cosas, estudio mucho. Lo que voy a hacer, cómo lo voy a hacer, qué es lo que hacen los personajes. Y le pongo música, eso me gusta demasiado. Pero sí, el humor hay que estudiarlo. Hay que aprender a leer el público, aprender los distintos estilos de escenario, de cómo moverte. Es una cuestión complicada.

"15 años no es nada" se llama la presentación que ofrecerá Villegas en el Caupolicán. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Tengo referentes antiguos en el humor. Por ejemplo Carlos Helo, que era un gran comediante, el papá de muchos de los comediantes de los 80′. Lucho Navarro, también. Chicho Azúa, a quien tuve la oportunidad de conocerlo y trabajar con él. Conocerlo como fan de Chicho Azúa, cuando era chico, y después de trabajar juntos en Morandé. Y después, entrar a Morandé y conocer a todos los personajes que yo veía en la tele, conversar, que te conozcan. Eso es impagable.

Cuando chico le pedía a mi hermano, que cantaba, que me llevara a festivales pa’ puro ver a los hueones de la tele. Y me acuerdo que le tenía respeto al humor. Decía, no quiero hacer humor, es tan estresante... Porque la gente, puta, pifiaba de repente, y es una cuestión que tenís que ir manejando al instante. No es como cantar una canción. Siempre está ese respeto. No es miedo..., porque te ayuda a prepararte. Hay que estar preparado para cualquier situación.

Yo pedí más apariciones en MCC para Los Cuatro Octavos y el productor me dijo “preséntame un personaje”. Le dije que ya po, y cuando iba a la casa me decía, oye la hueá en que me metí... Porque, claro, presentar un personaje era estar ahí a la par con Tony Esbelt, Che Copete, Ruperto, Rupertina, los grandes rostros. Y ahí nació Mathiu Focker, que es una mezcla de distintas cosas. De Zoolander... tiene que ver mucho también el Caupolicán, porque acá había un personaje, cuando hacían box, que gritaba desde la galería a los boxeadores: “Ay, dense un besito”. Y toda la gente cagada de la risa. Entonces, es una mezcla que busca rescatar todo eso. Para crear un producto, son asociaciones de ideas. No es que te nazca de la nada, tú asocias muchas ideas y creas algo nuevo.

Mathiu es un personaje que quiebra la ilusión de la tele. Él dice, oye, no seamos tontos, si esta cuestión es de mentiiiiira, este caballero está acá porque le pagan. Entonces, claro, derrumba todo el sistema. Gracias a que pasaron muchos condoros técnicos, el personaje funcionaba así y generabai más risa. Hacíai entender las cosas con esa ironía de que juguemos a la tele, juguemos a que somos público, juguemos a que hay un animador. Y toda la gente está jugando ahí: está actuando pa’ otra persona que está mirando, que está pensando “¿será verdad esta hueá?”. ¡Mentiiiira, todo mentira! ¿Me entendís? jajaja.

Nunca pensé que los personajes iban a tener éxito... Pero quedaron en el inconsciente colectivo. No van a morir nunca, a menos que la gente los olvide. Pero difícil, porque siempre están saliendo a la palestra. Yo encantado de la vida, porque son personajes que le gustan a diferentes generaciones. El Mathiu, por ejemplo, le gusta más al cuarentón. Los Blondon es como transversal: mujeres, hombres, niños, y hombres que antes eran niños y también bailaban. Y el Máquina es como pa’ los más adultos. Le gusta a los viejitos, la tercera edad, porque es un personaje que lo vieron mucho en la calle, que existió de hecho. Así que es un público bien transversal el mío, sin querer hacerlo.

¿El punto de quiebre de mi carrera? Todavía no llega. Nooo, todavía no llega, señores, jajaja. Pero hay un punto de inflexión, que es cuando falleció mi papá, el 2014, y ahí dije, me voy a tirar solo. Porque siempre actuaba acompañado. Con Claudio Moreno o con Los Cuatro Octavos, pero nunca solo. Y ahí dije voy a hacer mi espectáculo solo y se lo voy a dedicar a él. Se llamó Alto en grasas saturadas, que fue en octubre de 2014. Y ahí empecé a armar mi rutina. Y todos me preguntaban por los personajes, pero dije que no, porque los personajes son como hijos pa’ mí... y uno no expone a que sus hijos les vaya mal.

Extraño la dinámica que se creaba tras cámaras en el Morandé. Y también tener una vitrina donde ir probando personajes. El humor venía cambiando hace mucho rato, como el 2014, por ahí, venía esta ola de cambios. De lo que se podía hacer y de lo que no se podía hacer. Y en el programa estaba como bien fijo, porque claro, tele abierta, con cualquier cosa podían llegar sanciones. Ahora estoy como bien metido en lo que es el espectáculo, creando mi manera de moverme en el escenario. Eso también aporta mucho a lo que ve la gente en los shows. Y para mí requiere un desgaste físico grande, po. Yo no me quedo como el Bombo Fica con el micrófono, jajaja: bailo, salto y hago harta expresión corporal, y eso requiere una pequeña preparación física. Echo de menos más eso, que el programa.

Echo de menos una plataforma en la tele abierta donde se pueda hacer humor. Un programa de humor que no sea tan prejuiciado, ¿cachái? Algo que pasa es que es prejuiciado y otra, que está toda la gente diciendo “este es bueno, este es malo”. Hay público pa’ todo el mundo. Pero bueno, ahora con las redes sociales todos tienen sus plataformas, están los canales de YouTube. A lo mejor ya es tiempo de poder crear un canal de YouTube como fue Enchufe TV, que empezaron con sketch... Me gustaría crear algo así, pero pa’ más adelante.

Villegas es fan de Transformers y de Súper Agente Cobra, entre otros "monitos" de antaño. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Estoy haciendo mi película, la primera película de acción, comedia, karate y musical... Y de bajo presupuesto. Cine B.1, no es Cine B: es B.1. El proyecto lo estamos escribiendo. Está hecho el tratamiento, ya estamos en la escaleta del guion. Estamos al otro lado. Después hay que buscar algún financiamiento para poder hacerla. Es como un sueño, porque a mí me encanta el cine, me encanta hacer cine. Creo que es una película bastante entretenida, bien familiar, transversal, donde la gente se va a enamorar del personaje y de lo que tiene que hacer el personaje.

Mi vida en Litueche es súper tranquila. Di vuelta el pueblo sacándome fotos. Y el que se saca fotos, digo, este hueón es de afuera, jajaja. Era un proyecto para cuando estuviéramos más adultos con mi señora, pero con pandemia y todo esto que pasó, nos fuimos, nos quedamos allá, y nos fuimos quedando hasta tomar la decisión. Y no creo que tenga ganas de volver. Es que es otra vida, otro ritmo, otra frecuencia, mucho más creativa. Estái tan tranquilo, que te permite pensar otras cosas.

Tengo 18 perros... dos gatos y el gallo. Yo no sabía que los perros se cruzaban, que tenían sexo, jajaja. Igual es una responsabilidad súper grande. De los gatos, uno llegó a la casa y al otro lo fueron a tirar. Lo dejaron ahí, seguramente pa’ que se lo comieran los perros, menos mal que estaba yo afuera. De repente empiezo a cachar y digo, ¿es una liebre? Estaban todos los perros ladrándole, po. Voy y era una gatita. La Aurora. Aurora Penélope. Le pusimos así, porque la íbamos a regalar y no llegó la persona que se la iba a llevar. Le pusimos Penélope porque quedó esperando. De los perros, el Timbal es el patriarca. Todos le chupan el hocico, en serio. Tú cachái al tiro que es el que manda, porque todos le chupan el hocico.

Yo creo que no existen los límites en el humor. No existen. O sea, tú te puedes reír de cualquier cosa. Ahora, yo creo que existe el tino. De qué es lo que quieres lograr en la otra persona. Si tú logras hacer un humor molestando a otra persona, y logras que esa persona se ría, está bien hecho, ¿cachái? Pero si logras que esa persona sufra, o que todos se rían de ella, ahí está mal hecho. Tú tenís que tener un tino y también un objetivo. Y eso es lo más difícil. Depende pa’ dónde querái ir. Si tú querís hacer humor por decir cosas, y hacerlo más chiquitito y en tu nicho, puta, podís hacer lo que querái. Porque no va a salir más allá. Pero cuando estái en un público más masivo, hay que tener tino pa’ poder decir las cosas y poder también camuflarlas.

En el humor siempre tiene que haber una víctima. Si no, no hay humor. En mi caso, yo me coloco como víctima, porque a mí me pasan las cosas, las situaciones. Entonces la gente dice, ah, a mí también me pasa lo mismo. Y ahí se produce el humor.

Para Villegas, no hay límites en el humor pero sí es fundamental el tino. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Mi chiste favorito es el del motel. Era uno que venía repitiendo, un cuadro largo. Es el que le tengo más cariño. Habitualmente me considero de cuadros largos. Lo hice en Viña y en Olmué.

El chiste se gasta: es tan rápido, que dura 24 horas. Son como desechables. Porque se basa en la contingencia. Y si el chiste se basa en la contingencia, te dura 24 horas. Hay chistes atemporales, que podís contar en cualquier lado. Pero un chiste de contingencia te dura muy poco. Si tú te dedicas a eso, vai a tener que hacer un trabajo eterno, porque vai a estar todas las semanas renovando. No vai a hacer un chiste de la Bolocco ahora…

Yo soy un híbrido entre el standup y los humoristas antiguos. Se creo una mezcla rara y salió el estilo Villegas. Yo creo que soy como un showman... mezclo música, imágenes, bailes, chistes rápidos. Es como una mezcla de muchas comedias, de muchos estilos de comedia.

Al Rodrigo que estaba empezando le diría: ¡Dale, nomás! Lo que viene es bonito. Fuerte y derecho. Después del miedo viene algo muy maravilloso.

Siempre he soñado y me he visualizado hablando en 360. En un escenario 360, pero no sé si haciendo humor. No tengo idea qué, pero hablando. Puede que haciendo humor o haciendo otras cosas. Generalmente no pienso mucho en el futuro sino en el presente, porque desde el presente se crea el futuro.

El humorista, antes de ser humorista, fue gimnasta y su sueño era ser bailarín. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

No tengo muchas frustraciones... he tenido, sí, pero me paro y lo vuelvo a intentar. He llegado a un punto donde no tenís frustraciones, porque te enfocái tanto en una cosa, y la deseái tanto, que lo empezái a decretar. Y cuando vai en camino pa’ allá, llega gente que te va a ayudar a materializar eso. He llegado a un punto donde no me preocupa la frustración. Y si hay alguna, es porque yo no estoy haciendo algo bien. Es hacer, no pensar. Las frustraciones de repente vienen porque tú pensái mucho. No sé, me gustaría hacer eso... Hueón, hazlo. Si te gusta eso, hazlo. ¿Quién es el primero que tiene que moverse? Uno mismo. Y ahí empezái un viaje maravilloso, que a lo mejor lo entretenido no es llegar del punto A al punto B, sino que el camino. Yo, después de Viña la primera vez, quedé como... ¿y qué hago ahora? Y ahora el 2023 fue más cortita esa vuelta. Ya sé pa’ dónde quiero ir. Y estoy en este viaje.

Quedé con la bala pasada en Aquí se baila. Me gustaría volver a participar en algo así, pero siempre y cuando el programa sea de verdad como dicen: que mezclen a un bailarín con alguien que nunca bailó, y que esas personas se vayan perfeccionando. No que metan a bailarines profesionales, y que claro, en la final haya cuatro profesionales que bailaron en el Ballet Municipal, con recorrido. Si hacemos un programa así, hagámoslo de verdad. Yo entré en la temporada equivocada, me lesioné porque fue muy rápido todo... pero quedé con la bala pasada ¡porque yo bailo bien! En ese tiempo visualizaron una pelota... una pelota saltarina, jajaja, no me tuvieron fe.

Mi familia es todo. Mis tres hijos me han dado la motivación. La Antonella tiene 15 años, entonces cuando ella nació fue como el combustible pa’ poder decir, ya, compadre, tirémonos y vamos con todo. Y después, el 2013, cuando llegó la Isabella, ahí nacieron los Blondon Boys. Han marcado hitos de mi carrera. Y Eduardo que trabaja conmigo, está estudiando comunicación audiovisual, y es testigo de un decreto que hice: cuando estábamos en pandemia, él me ayudó con los shows online, los cromas, todo, y le decía “Hijo, no te podís equivocar, porque cuando estemos en Viña vai a estar a cargo...”. Y pasó, tal cual.

Elvira ha sido el pilar fundamental pa’ recogerme en algunos casos. Cuando me he sentido frustrado. Y también es la persona que está ahí al lado tuyo siempre. Y que va a estar siempre, que sabes que va a estar, independiente de lo que tú hagas. Me acuerdo que una vez me quedé sin pega, me echaron de todos lados, y a ella le afectó mucho... le dije, no te preocupís porque esto no va a pasar nunca más. Y así hasta el día de hoy.

Mis padres fueron fundamentales, porque nunca me cuestionaron nada. Nunca me dijeron, hueón, estudia algo. Me apoyaron en lo que decidí. Y yo hacía aeróbica, andaba bailando, andaba con mallas apretadas, toda la hueá. Sabían que me gustaba eso...

En el Caupolicán, Villegas ya teloneó a Yayo. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Estudié Prevención de riesgos y fue otro viaje: dirigí una radio, hice un canal de televisión. Nada que ver con la hueá de lo que estaba estudiando. Hice una empresa de animación infantil, así que fue un viaje necesario para poder llegar.

Si no hubiera sido actor y humorista, me hubiera gustado atender un negocio. Cuando chico me gustaba eso, jugaba con mi abuela: cuando ella cocinaba en la casa, yo le vendía las cosas del refri. “¿Cómo está, casera?”, le decía. Me gustaba esa hueá. Cuando chico quería tener como una feria. En el fondo, atender un negocio más que administrarlo, porque soy pésimo administrador.

Yo quería ser bailarín. Todo empezó así... y terminé gordo, haciendo comedia, jajajaja. Me desvié un poco. Pero sí, me gustaba el baile, mucho, y ahí derivé a la gimnasia aeróbica. Me iba bien, fíjate. Teníamos harta habilidad dentro de lo precario, de lo artesanal que era nuestro grupo de aeróbica comparado con los de Santiago. Y de ahí empezó todo lo de las artes. Era con lo que tenía más facilidad.

Siempre fui tímido. Hasta el día de hoy soy como más cortado... en el sentido de que llego a algún asado y soy piola. La gente piensa que llego bailando, con las patas arriba, y no, no, no. Soy más piola, más reflexivo. (NdeR: “¡Saaaale! El reflexivo, el piola”, lo interrumpen sus compañeros y se ríen todos). Puta, los hueones... jajajaja. Depende quién esté en el asado. No, si mi familia dice “este hueón es re fome”.

¿Un apodo? Mi hermano me dice Guatiña. Ese es como más interno. Guatiña, hueón... jajajaja.

Cuesta creerlo ahora, pero Villegas no quería dedicarse al humor. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Un sueño pendiente... No se puede contar, jajajajaja. No, no: la película. Verme así en la cartelera del cine (y se cruza de brazos mientras lo dice). Y que sea la primera de muchas.

Mi cábala es mandar un beso al cielo. Antes y después de mis espectáculos.

Mi frase favorita es “Se rompe o se raja”. Una hueá que me dijo mi papá: “Hueón, vos dale, se rompe o se raja”.

Mi picada favorita ahora son los carritos que están en la Variante Melipilla. Me pido completo, churrasco o pepitos.

Mi comida favorita es el pollo, en cualquiera de sus maneras.

Y el trago: la piscola. ¿Cómo se sirve? Con un dedo... pero pa’ arriba. No, yo me las sirvo piola, dos o tres dedos de pisco y bebida. Tomo Alto del Carmen o Mistral.

Fui garzón, administré un pub, prevención de riesgos, vedetto. En serio, alguna vez fui vedetto: por paleteada y me pagaron 5 lucas, jajaja. Fui mimo... He hecho de todo, hueón, de todo. Metí las maletas en los aviones igual.

Mi primer sueldo lo gasté en una navidad. Regalos pa’ mi mamá, mi hermana, mi papá, mi hermano.

El humorista es fanático del cuarto grande. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

La cocina es una pasión escondida. Estoy retomando, porque antes era bien creativo pa’ cocinar. Y ahora que se enfermó mi señora, empecé a hacer el almuerzo yo. Y espérate: hice chupe de jaiba, locos con mayo. Hice fritos de coliflor. Lo mejor que me quedó fueron los fritos de coliflor y el chupe. ¡Y el risotto! En TikTok me quedé pegado con una receta y ahora puras hueás de cocina. Estoy guardando todo.

Siempre de Cobreloa. Me quedó, porque en el 82 yo vivía en Calama, tuve la oportunidad de conocer a los jugadores y me llevaban al estadio. Estudiamos en el mismo colegio con la hija del Hugo Tabilo, y en la población vivía el Juan Carlos Letelier, el Armando Alarcón. Me quedó eso: siempre me gustó Cobreloa, esté donde esté. ¡Pero tienen que subir... que suban, por favor!

Escucho de todo. Me gusta Electric Light Orchestra, Bach... Metallica, Rammstein. Dentro de mis noches de YouTube yo paso por todo eso. Mucha música de los 80s. En mi Spotify encontrái éxitos 80-90, éxitos latinos, Silvio Rodríguez. Es bien misceláneo.

No tenía muchas ganas de ir, pero un concierto que me marcó fue uno de Gustavo Cerati. Me invitó una amiga, y yo no quería... pensaba que no iba a tocar los temas de Soda Stereo. Fui al Movistar y no, notable. ¡Pero notaaaable! Me fui cantando.

La primera película con la que lloré fue E.T. Me llevó al cine un primo y salí llorando. En el baño, mal, y tenía que recuperarme porque venía Superman 2 después. En ese tiempo daban hartas películas, pero sí, me fui al baño a llorar.

¿Una película para recomendar? Zoolander, la primera.

Villegas actualmente vive en Litueche, y no se plantea salir de allí. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

De series veía todas las antiguas: Transformers, Súper Agente Cobra... de las más nuevas, Breaking Bad, Juego de Tronos también.

Creo en el horóscopo, lo leo a veces. Soy piscis y el piscis es como soñador, lo definen así, eso me identifica. Pero eso es lo que no entiendo... a lo mejor te han dicho que piscis es soñador y uno piensa que es soñador. A lo mejor te han adoctrinado el ego: que naciste así, y porque naciste así, eres así. Son cuestionamientos, jajajaja. Claro, a lo mejor soy soñador porque te dijeron que teníai que ser así.

Mi placer culpable es fumar. Me fumo una cajetilla diaria.

Si pudiera invitar a tres personas de toda la historia a un asado —con copete— sería a Nikola Tesla, Neil Armstrong y Freddie Mercury. Tesla para preguntarle por los inventos, por qué los hizo así y cuál es el significado del 3, el 6 y el 9. Por qué, por qué tenemos que entender eso. Invitaría a Armstrong, para preguntarle si es verdad que fueron a la luna. Y a Freddie Mercury. Haría que él organizara el asado... entonces, veríamos enanos con coca en la cabeza, jajajajaja... Le diría Freddie, organiza tú el asado, hueón, viene Tesla y Neil Armstrong.

Rodrigo Villegas es un ser humano que quiere hacer sentir bien a las personas a través de lo que él hace. Es parte de que todos somos lo mismo, la energía cósmica hecha en un recipiente más grande... Eso es: vine a hacer sentir bien a la gente.

Otra a lo Usain. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

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