La conductora, hoy en Mega, hace un repaso de su infancia: la temprana muerte de su madre, la cercanía con su padre, Emeterio, y sus tiernas fantasías con la TV. También, se sincera sobre sus triunfos, “portazos”, pasiones, amores, sueños y adelanta un regreso.
Isidora “Tita” Ureta Fischer (31) anda de un lado para otro. Tras semanas fuera de Chile, ahora ha tenido que grabar de lunes a jueves, de sol a sol. Y ya es viernes, pero la jornada es larga: temprano va al gimnasio, luego pasa el resto de la mañana en una serie de sesiones de fotos y, ya hacia la tarde se sienta un rato al almorzar, porque en un rato debe partir a Lo Barnechea para un podcast como invitada, según muestra en sus redes sociales y cuenta a La Cuarta.
Como periodista, empatiza, evita rechazar entrevistas —dice—, y hace los malabares para que, con una cuota de improviso, todo calce cual tetris. Así, en la terraza de un pequeño restorán en Providencia, mientras come una ensalada y pollo con puré, despacio, conversa, se toma su tiempo en pensar y responder, y hacer un recorrido por su historia.
A modo de resumen, su vida está marcada por la muy prematura muerte de su mamá, por un papá —el carismático y deslenguado empresario Emeterio, “El Marqués del Arrayán”— que se hizo hidalgamente cargo de sus dos retoños, por una suerte de “hilo rojo” con el agua, el mar y los viajes, y por ciertas fantasías, inicialmente adolescentes, de entrar a la tele, e incluso convertirse —¿por qué no?— en Reina del Festival de Viña. De eso y más habla Tita, que por un rato ignora que el tiempo apremia; si la llaman por teléfono, no contesta.
LA FIRME CON TITA URETA
La playa de Cochoa, en Viña del Mar, fue mi terapia de vida para superar la muerte de mi mamá, Paulina Fischer, donde antiguamente uno se podía meter a surfear, hacer bodyboard, y ahora cambió un montón. Ahí empezó mi conexión con la naturaleza; o sea, era como el patio de mi casa, porque yo andaba ahí sola de chiquitita. Es el recuerdo más grande. Me traen muchos recuerdos los olores. Antes había una caleta de pescadores, con el olor a pescado, jeje.
Me acordé, al tiro, no sé por qué, de un llamado de teléfono para contar que se había muerto mi mamá. Contesté, cuando era chica, tenía cuatro años. Mi papá, Emeterio Ureta (también conocido popularmente como “El Marqués del Arrayán”), pensó que había contestado un adulto y habló rápido; escuché y traté de entender algo. Era para decirnos que nos arreglaran porque nos íbamos a despedir de mi mamá. Agradezco que ya no existan los teléfonos fijos, porque desde ese llamado en adelante no me gustaba contestar el teléfono.
En general, con el tiempo, he ido borrando los momentos malos de mi vida; tengo eso, que no sé si es bueno o malo, pero todo los momentos con mi mamá los he ido borrando. Igual era súper chica. Recuerdo cuando estaba cansada (a causa del tratamiento por el cáncer y la propia enfermedad), pero me acuerdo súper poquito.
El agua y el mar son mi terapia de vida, conectarme con mis raíces y con lo que me importa; me hace muy bien. Es mi elemento: a veces me siento más cómoda en el agua que en la tierra, siento que ahí puedo ser yo y nadie me juzga. En el agua soy realmente yo.
A mi papá le demuestro todo (el amor) con hechos. Me preocupo mucho por él, soy muy cariñosa en que tenga todo lo que necesita. El día que se vaya mi papá voy a sentir un vacío inmenso. Para mí, es todo. ¿Qué me gustaría decirle? Agradecerle, más que nada, por la manera y los ojos con que mira la vida: positiva. Está siempre contento. En el fondo, me enseñó a mirar toda la vida con ojos positivos; o a sacar de la frustración más oscura, el lado positivo. Es alguien que va siempre para adelante, y esa inspiración me la dio.
Más de chica me pasaba que me daba vergüenza algo que decía o hacía mi papá públicamente. Ahora estoy acostumbrada y preparada para que vaya a un programa, y sé que va a decir cosas con las que yo no estoy de acuerdo, o no comparto. Pero de chica sí me afectaba; o sea, que le diera un beso a la Licenciada Tetarelli (Noelia Arias), que apareció como portada en La Cuarta, que era otra época, me afectaba, porque no entendía a qué se dedicaba. Pero hoy en día, que ya estoy en el mundo, entiendo cómo es. Mi papá es deslenguado, siempre va a decir lo que él piensa y muchas veces eso a la gente le molesta... Igual, yo he mostrado cómo es él como papá. La gente lo aprendió a conocer, que fue papá y mamá. Él se muestra tal y cómo es. Y todo me lo espero. Me espero que pueda decir cualquier cosa.
Mi papá es súper mañoso y cagao (mano de guagua), jajaja. Él me echa la culpa a mí de que yo era celosa (y le ahuyentaba a las pololas), pero él espantaba a las mujeres diciéndoles: “En primer lugar está la Tita, en segundo la Tita, en tercero la Tita, en cuarto la Tita...”, y después ponía a las pololas. Entonces es alguien que es un gozador de la vida, pero que le ha costado tener pareja estable. Y yo creo que él tampoco quiere.
Me crie con mi papá y mi hermano (Emeterio hijo), con puros hombres. Tuve una capa encima que me hace ser súper fuerte y llevarme súper bien con los hombres; en general, en los equipos que trabajo me llevo súper bien con ellos. Soy muy buena para la talla masculina. Lo positivo es que, desde el colegio, me tomaba todo más liviano; los hombres generalmente tienen un humor distinto. He tratado de afinar mi lado más sentimental con el tiempo; en general soy súper fría. Es mi manera de ser. Y con mis compañeras de curso yo aportaba desde mi lado más “masculino”. Mi amigas siempre me han conocido así, que soy súper simple; no me hago problemas por cambiarme (de ropa) en algún lado. Y en la tele eso se agradece, lo práctico y simple. Eso lo agradezco.
El surf es lo que más me nutre como persona... Si es que no hubiese sido periodista y estado en el mundo de las comunicaciones, me hubiese gustado ser surfista. Es mi pasión frustrada. Elegí las comunicaciones porque para poder vivir de surfear hay que vivir en la playa. Yo vivía en Santiago, e igual me apasiona mucho el mundo de comunicar. Pero si pudiera elegir otra vida, habría sido surfista; es un deporte súper desafiante, pero a la vez uno se conecta con las cosas importantes de la vida. Tengo una dualidad entre haber sido deportista, y haber salido un poco de este ajetreo de la ciudad que vivo hoy en día y que me paso arriba de la pelota, o lo que elegí ahora. Siempre estoy tratando de equilibrar esos dos mundos.
Conocer historias de vida es mi otra pasión; aprendo mucho de las experiencias de las otras personas y los mensajes que entregan. Empecé a recorrer Chile y encontrar que hay una cantidad de historias infinitas, que me nutren mucho, y eso me hizo hacerme adicta a conocer historias y viajar por Chile, y no se acaban nunca. Es como mi mayor pago, o que alguien en la calle me diga: “Oye, vi tu historia con esta persona”, y que me reconozcan, eso me llena y emociona. Es lo que le da sentido a mi carrera.
Mi sueño era estar en un programa como Yingo (CHV), Mekano (Mega) o Rojo (TVN). Y nunca quedé en nada. A los quince, chica, fui al casting de Amango (Canal 13), e iba a ser la Denise Rosenthal (quien finalmente interpretó a la “Feña”). Y me dijeron que tenía que dar un beso. Y en ese entonces, tenía un pololo y le conté que si podía entrar, y me dijo: “Si tienes que dar besos, nosotros terminamos”. Y no entré por eso. Me arrepiento de no haber entrado, hubiese desarrollado otros talentos más temprano. También, a lo mejor, habría sido más actriz, jajaja... pero no le pego a la actuación. Me hubiese gustado, aunque mi vida habría sido otra, pero me hubiese gustado entrar más de chica... En Canal 13 y TVN iba a castings, y en verano, en Viña del Mar, iba a pararme afuera del Hotel Nilahue, de Mekano, Yingo y todo, lo más llamativa posible, por si me miraban o algo. Nunca pasó nada. Pero era mi sueño.
Durante la universidad, me invitaron a ser parte de un viaje en bote, desde Nueva York hasta casi Brasil, con una familia que quería documentar todo esto. Para mí era una experiencia increíble de empezar a documentar esta travesía. Congelé la “u” y empecé a madurar en el mar, a aprender a vivir sola, con esta familia en la que yo no conocía absolutamente a nadie. Querían hacer un documental que, al final, nunca salió; nos empezó a entrar agua al bote y hasta ahí llegó. Teníamos que llegar a Brasil, al Mundial del 2014, y no alcanzamos. Llegamos hasta Trinidad y Tobago.
El viaje de Isla de Pascua a Tahití fui después, ya saliendo de la universidad. Hicimos un proyecto con puras mujeres para cruzar desde Chile hasta Tahití. Era primera vez que iban puras mujeres cruzando este tramo. Fue súper súper power. Entre medio, trabajaba en un programa en el Vive Deportes y la Red, Ecosport, y traté de grabar para eso. Quería encontrar mi propio camino y carrera haciéndolo por mí misma, y no llegar por “ser la hija de...” a la televisión. Ese viaje es mi conexión máxima con con el mar, con el susto y la aventura. Eran tiempos en que podía ser capaz de desconectarme del teléfono y de la vida real, para conocerme a mí misma, lo que me gustaba, y dormir en el mar. Se desató mi pasión por el agua y dije: “Me quiero dedicar a esto”, hacer programas del agua y cuidar el medio ambiente.
Una vez, buceando, pasé un sustazo, que me quedé sin aire. Pero sigo buceando y haciendo todo. Estoy más madura, pregunto más y no confío en cualquier guía. Ahora pienso más las cosas, los riesgos, antes de meterme al agua. Antes iba a la vida y ahora pienso más antes de hacer.
Soy súper desorganizada y todo me gusta hacerlo a último minuto. Siempre me trae algún problema. Con mi marido (Spiro Razis) siempre está la disputa de que estoy viviendo siempre como si fuera el último día de mi vida, poniendo una cosa al lado de la otra, y muchas cosas. Estoy aprovechando, también, que todavía no soy mamá, soy joven y tengo energía. Pero hay gente que no puede llevar mi ritmo, y ni yo. O sea, ahora me he enfermado de la guata, ahora me salió esta cuestión en la boca (una llaga en el labio), y me han bajado las defensas. Es puro estrés. Estoy viviendo muy arriba de la pelota, este último año al menos. Me gusta este ritmo, pero me asusta, jaja. Porque me da miedo que me pase la cuenta en la salud.
India marcó un antes y después en mi vida: no sólo viajar, sino también hablar de temas medioambientales y ponerlos sobre la mesa. Me hizo falta viajar por el mundo para darme cuenta de lo afortunados que somos del país que tenemos; tenemos más de 6 mil kilómetros de costa y una tremenda cordillera. Afuera, en general, las aguas, glaciares y ríos están protegidos; y en nuestro país no se pueden proteger los glaciares ni ríos. No hay legislaciones medioambientales, se promete mucho, pero no se hace. Hay un vacío grande. También falta la posibilidad de que la gente pueda acceder a las montañas, y que los cerros sean libres.
Hago este tipo de programas para que la gente conozca los lugares y que el día de mañana quieran que se cuiden, protejan y ojalá existan leyes que hagan que las aguas sean de todos. Hay, también, muchos ríos desviados en Chile; hay gente que dice que no deberían llegar las aguas al mar porque se desperdicia: pero hay un ecosistema infinito, que me ha tocado bucear, que es cuando el río llega al mar. No se habla mucho de eso y hay que comunicarlo.
Miro para atrás, y era súper chica cuando viajé a África y Asia, hace cinco años. En los últimos años, que hemos tenido estallido social y pandemia, miro las cosas de otra manera y he crecido un montón. Me llamó mucho la atención en India cómo miran la muerte, me hizo perderle el miedo a la muerte, ahora creo que es un paso más; de hecho, creman a los muertos y los tiran al río. En África son otras realidades, viven en tribus y, cuando llegó el coronavirus, me cuestionaba cómo estará viviendo esa gente. Creo que que tuve la fortuna y la oportunidad de recorrer mucho el mundo en poco tiempo, y me encandilé de inspiración y de ideas para poder comunicar; me abrió los ojos al mundo para ver qué está pasando afuera. Fueron experiencias súper fuertes. En India, en la zona donde creman a los muertos, sólo pueden entrar los hombres, no las mujeres. En Egipto eran súper machistas, nos quitaron las tarjetas de memoria, no nos dejaron grabar, me metieron sola a mí a una sala, y fumaban dentro. Me di cuenta que hemos avanzado como chilenos; hay países que todavía están muy atrás, y que las mujeres no son valoradas cómo deberían. Viajar, finalmente, me abre los ojos y me hace darme cuenta quién soy, qué es lo que creo y cuáles son mis convicciones.
Me veo viviendo en Chile, me gusta mucho Chile, me acomoda mucho Chile. Me siento muy afortunada de de vivir acá: es donde tengo trabajo y donde puedo comunicar. Si bien me gusta viajar, siempre me gusta volver a casa; hay un momento, después del viaje, en que me siento muy contenta de volver.
Todos las ideas se me ocurren en la ducha. Los proyectos de tele que presento, todos, se me han ocurrido así; es como un momento de terapia en mi vida, que tengo el teléfono al lado, que saco la mano y voy escribiendo. Tengo, ahora, un próximo proyecto que estoy presentando para Mega, que nació en la ducha, aunque no puedo contar de qué es, jaja. He hecho varios: Viaja conmigo, Ríos del mundo, La ruta del agua. Todo ha nacido de ahí, de estar conectada con el agua y pensando. Pero creo que las mejores ideas, en realidad, me doy cuenta, también nacen cuando estoy en el lado más oscuro, en el momento más difícil, cuando me cierran puertas de un canal.
No se me ha hecho fácil el recorrido para llegar dónde estoy; se me cerraron muchas puertas. Hubo muchos proyectos que no convencieron. Es una televisión cultural, porque yo tengo una productora, una pyme, y estoy constantemente tratando de generar contenido para convencer a lo altos ejecutivos de que es contenido necesario para la televisión, y convenciéndome a mí misma que es necesario para mí, para construirme como comunicadora también.
Los portazos no se olvidan, jajaja. Ríos del mundo lo vendimos en todos los canales y nadie lo quiso durante dos años y medio. Al final lo quiso CHV y fue un éxito, fue súper buen programa. He estado en todos los canales en este golpeo de puertas constante para seguir con esta convicción de que me gusta: hacer programas culturales, y que creo que es necesario, y que desde ahí me gusta comunicar.
Con el estrés se me paraliza un lado de la cara, como a Justin Bieber, tengo lo mismo que él, jaja. No sé como se llama, ¿parálisis facial? Cuando me ofrecen proyectos que pueden cambiar mi estilo de vida, mi cuerpo y mi mente reaccionan. Ahora esto (la llaga en el labio), fue también por lo mismo, porque estoy trabajando en un nuevo proyecto; mi sistema nervioso se paraliza y vuelve a reconectar. Pero soy súper sensible a las nuevas decisiones y los cambios de vida. Cuando entré a trabajar a CHV y al CDF, que tenía que tomar la decisión entrar un año de corrido, también me pasó... Mi cuerpo reacciona, jajaja, constantemente. Ahora estoy contratada en Mega, y entonces estoy constantemente ofreciendo nuevas cosas.
He rechazado varios realities, como Generaciones cruzadas (Canal 13). Quise entrar a la televisión por el lado más difícil, y el más lento, que es haciendo mi propio productora, vendiendo contenido. Sentía que el reality podía ser una fama muy pasajera y fugaz... Pero si me preguntas hoy día, sí entraría a un reality. No sé si a algo como Gran Hermano (CHV), Tierra Brava (Canal 13) u otra cosa; tendría que ver la propuesta. Pero no descarto nada en la televisión. Antes descartaba cosas. Ahora podría jugar en lo que me ofrezcan.
Me casé con Spiro Razis en mayo del 2022. Él es mi cable a tierra, me apoya un montón, somos súper equipo, y yo creo que eso es súper importante, apoyarse. Es mayor que yo, entonces como que tiene más experiencia, es más centrado también. Me apoya mucho en todo; eso me hace súper bien.
Me es súper difícil el tema de la maternidad, versus mi edad, porque las mujeres igual tenemos un reloj biológico. Se me ha hecho difícil decidir cuándo poder ser mamá; es un tema que lo pienso todos los días, y que no he encontrado la respuesta, todavía. Tampoco es algo que depende de mí 100%, porque hay algo ya sobrehumano y sobrenatural. Pero creo que es difícil para una mujer como yo, que estoy en un momento con mucho trabajo y creciendo en mi carrera. Y pasa para todas las mujeres de 30 años que con el proceso laboral versus ser mamá es muy difícil encontrar el momento, porque uno tiene que salir en algún punto del lugar en que está. Se me ha hecho difícil el tema de la maternidad versus el trabajo. Todavía no tengo la respuesta, jaja.
No seguí en Mucho gusto (Mega) porque me metieron a hacer un programa de Mega, Ruta verde, y que tengo que viajar durante cuatro o cinco meses todos los días, entonces quedé como congelada. Pero voy a volver, después de noviembre. Estoy grabando con Eliseo Salazar y no pensábamos que iba a ser tanto viaje y tantos días, y ha sido súper desgastante e intenso; de hecho, ahora grabé de lunes a jueves. No pude estar en el matinal por tiempo.
A Eliseo Salazar no lo conocía, o sea, era un ídolo nacional para mí desde chica. Él es un caballero, súper buen partner y buen equipo. Tenemos muuucha diferencia de edad y nos toca viajar juntos por Europa y todas partes. Pero he aprendido harto de él, lo aprendí a conocer también; tiene 68 años. Lo he aprendido a querer. Como tiene experiencia en los viajes, Eliseo adelanta las cosas que van a pasar. “Vamos a perder un vuelo”, dice, porque ya sabe los tiempos. Y uno que es más joven, va viajando más a la rápida o a última hora, y a mí que me gusta todo más relajado y desordenado, mientras que Eliseo es súper estructurado. He tenido que adaptarme a él, y él también a mí. Pero nos llevamos súper bien, tenemos súper buena relación.
Por La ruta del agua en el río Puelo (Región de Los Lagos) hay una persona que se llama Darío Urrutia, que él fue de los gatillantes a que yo hicieron programas 100% del agua, porque él es un defensor absoluto de las aguas del Puelo. Y hoy en día ya viaja a Santiago, al Congreso, a hablar y dar charlas. Él fue de esos entrevistados que, con su experiencia, le dan sentido a mi carrera y a lo que yo hago.
Escucho un montón a los entrevistados, y Darío fue de los de los más potentes por el amor que tiene hacia este río; más aún ante los ojos de grandes represas que estaban puestos en el río Puelo. Y él fue de los defensores que se impuso. Sigo en contacto con él por WhatsApp y todo. Con todos mis entrevistos sigo en contacto, y los veo en Santiago. Generamos lazos. Eso me gusta también.
Fui Reina de Viña en 2023, que ahora se llama “embajadora” de Viña... qué pena que ya no lo haga La Cuarta, jaja. Era un sueño pendiente, mi sueño de toda la vida.
Me interesaría ser animadora del Festival. Nada lo descarto. Yo creo que nadie, como comunicador, le diría que no a Viña; es como el techo de cualquier comunicador. Yo le comentaba a mi equipo que estoy disponible para jugar en la cancha, o si tengo que de entrar desde la banca, o con quién sea. Mientras me saquen a jugar como canal y me potencien, voy a estar disponible para todo lo que me ofrezcan. Y feliz de que exista este recambio generacional. Si se da la oportunidad siempre voy a aceptar, de manera profesional y con las herramientas que tengo, feliz, no descarto nada.
Es primera vez que estoy contratada en un canal grande, como rostro. Me han tratado increíble y estoy aquí para que me puedan dejar en la posición que ellos quieran, si lo ponemos en términos futbolísticos, de la cancha. Me estoy adaptando, me ha gustado. También, como estoy en Ruta verde, es más flexible, porque puedo viajar harto. Me han tratado súper bien en Mega; me ha llamado mucho la atención, respetan los tiempos, los horarios y me piden que descanse. Estoy súper contenta.
Me gusta mucho la televisión, me encanta la tele. Uno nunca sabe cuánto tiempo estará, pero por el momento me gustaría seguir aprendiendo del mundo televisivo.
A Kika Silva la conocí haciendo atletismo, compitiendo entre colegios. Y Emilia Daiber fue mi compañera de universidad. La Kika es mi confidente, mi amiga, somos súper, súper cercanas, y nos contamos todo. Tenemos experiencias televisivas súper parecidas, y nos apoyamos mucho la una a la otra. Mientras que la Emilia es mamá, entonces también está desde su lado maternal siempre dando consejos, y siempre está ahí: es súper generosa y empática. A las dos las admiro un montón, por su trabajo y la carrera que están haciendo. Me gusta tener amigas de verdad en la televisión. Me gusta que exista eso hoy en día, que haya un compañerismo verdadero en la televisión, en las comunicaciones y en las redes sociales.
Si no hubiera sido periodista, ya sabes, habría sido surfista. Mi papá siempre quiso que fuera ingeniera comercial, que tuviera una “carrera tradicional”, porque pensaba que como periodista era muy difícil llegar a ser alguien. Ahora se dio vuelta y es full defensor de que los hijos deben estudiar lo que quieran.
Yo trabajé toda mi época universitaria, entonces era la que iba a buscar los contactos, la que iba a la entrevistas. Me mandaban para ciertas cosas, pero todo lo que aprendí, lo aprendí en la calle, pero no en la universidad.
Un apodo que tengo es que, no sé por qué, en la calle todo el mundo me dice “Titi”. ¡Todo el mundo! Entonces parece que el apodo para mí es “Titi”. También me dicen “Dora”, por Isidora.
Un ecologista que me gusta es Leonardo DiCaprio, el actor, que también se ha hecho cargo del cuidado de nuestra Patagonia. Es alguien que se ha metido mucho en el rubro y me llamó la atención, incluso, que haya sido él quien venga a defender Chile de que hagan represas en la Patagonia chilena. Lo admiro un montón.
Un lugar favorito de Chile es Melimoyu (Región de Aysén), que es una lugar aislado en el sur de Chile, al que sólo se llega en bote por los fiordos. Muy bonita, que está llena de colonos. La grabé y salió en el capítulo esta semana de La ruta del agua.
Un sueño pendiente es ser mamá.
Una cábala que tengo es ducharme muchas veces al día; antes de algo importante, lavarme el pelo, ducharme, que pase agua por todo el cuerpo. Agua “normal” y después fría. Es una ducha corta.
Una frase favorita es “Viva la vida con ‘b’ para que sea más larga”.
Mi comida favorita es el arroz con huevo.
Otros trabajos que he tenido es vender helados en la nieve. Lavé autos afuera de la oficina de mi papá, en Providencia, mientras esperaba a que saliera de la pega. Fui promotora, mucho, de millones de marcas y cosas, de todo lo que saliera.
Mi primer sueldo lo gasté en un auto, un Peugeot chiquitito, un 206, de la época. Y no sabía manejar. Así que lo primero que hice fue echarme la caja de cambios. Salió carísima... Ahí pensé: “En realidad debí haber tomado el curso”, que me salió lo mismo que la caja de cambios. Yo vivía en El Arrayán y en la Plaza San Enrique, murió.
Un pasatiempo oculto que tengo es que me gusta mucho editar fotos, en distintas aplicaciones del teléfono, me encanta.
En Spotify hay dos listas que escucho. Una se llama “Regaetón-ton”, que es puro reggaetón y que es muy buena. Y otra que se llama “La pesca de los Mekis”, que es de pura música para estar en la casa, que es como de bossa nova y reggae. Ahí depende de si quiero estar más tranquila o no.
Mi trago favorito es el Aperol spritz, o la piscola. Tomo súper poco, entonces cuando tomo, me tomo un vaso y ya estoy lista. Súper económica. Soy mala para yo hacerme el Aperol, siempre pido ayuda. También me gusta el fernet. Pero, insisto, soy mala para tomar.
Soy mala para llorar, pero me hizo llorar recién un documental, que se llama La aspiración más profunda (The deepest breath, en Netflix), que es de una apneista. Su historia me impactó harto. Me emociona el agua, entonces me gustó mucho. Hago apnea. Me encanta. Mi próxima aventura es que quiero ir a Centroamérica para hacer un curso de apnea, después de esta película. Ya está listo. Voy a fin de año. Para aprender a estar más tiempo bajo el agua y aumentar mi capacidad pulmonar.
Creo en el horóscopo. Soy Acuario. En Instagram hay uno que se llama “Horóscopo Negro”, y ese lo veo. Y me gusta ver las compatibilidades con alguien según su signo. Me siento súper Acuario. Los acuarios son muy libres, demasiado libres, creativos, líderes, pero también se sienten dueños de la verdad. No me siento dueña de la verdad, pero soy súper llevada a mis ideas. Y no me importa lo que piense el resto. Voy a seguir con mi convicción hasta el final.
Si pudiera tener un superpoder sería vivir bajo el agua, por razones más menos obvias. Me gustaría aprender a vivir bajo el agua, hacer todo ahí, ser una sirena, jaja.
Un placer culpable que tengo es Instagram, porque estoy todo el día en Instagram. Mi técnica para salirme es que mi marido, Spiro, me dice: “Stop, estamos listos”.
Si pudiera invitar a tres personas de la Historia a un asado elegiría a Jacques Cousteau, buzo, para que me cuente sus aventuras del mundo marino. A Alana Blanchard, surfista hawaiana. Y a Alessia Zecchini, apneista y conocedora de las profundidades del mar a pulmón.
Tita Ureta es una mujer, comunicadora, amante del agua y apasiona por lo que hace
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